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Mi sobrino perdió la virginidad conmigo – parte 1

en Amor filial

Me encontraba en la casa de mi hermana mayor, Verónica, ya que estaban pintando mi departamento. Mi hermana vivía sola con su hijo Matías. Se había separado de su marido un par de años atrás. Hizo un buen arreglo de divorcio y se quedo con una gran casa, a la que solía ir de vez en cuando.

No recuerdo como salió el tema, pero estábamos hablando de mi sobrino Matías. Verónica me decía que estaba con las hormonas a full, que ya lo había encontrado un par de veces masturbándose, que se pasaba toda la noche viendo pornografía, y demás situaciones.

Le dije que era normal, que ya se le iba a pasar.

No creo que se le pase solo, hasta que no tenga relaciones va a estar así me dijo mi hermana.

Lo siguiente que dijo, me hizo reír a carcajadas. No te animas a darle lo que está buscando, me dijo.

Me resultó muy gracioso, pero lo había dicho en serio.

Es mas, nosotras perdimos nuestra virginidad con un primo mayor. Dijo Verónica.

Era verdad, es una historia que ya les contaré.

Estas loca, dejate de joder. Le dije.

No tenes idea lo caliente que esta con vos, hasta le encontré un par de tangas tuyas en su cuarto, y ni te cuento como las había dejado.

La verdad era que  había perdido dos tangas, una blanca y otra roja.  Pensé que se había mesclado con la ropa de mi hermana.

No te parece que va a ser muy rara la situación. No te jode para nada? Le pregunté.

Te soy honesta, prefiero que se saque las ganas con vos, a que vaya con una puta que le pegue alguna enfermedad. Además va a tener su primera vez con una mujer hermosa y quien te dice que lo disfrutes también. Me dijo Verónica.

Era un buen punto. Era un chico bastante inocente y no me lo imaginaba en esos lugares de mala muerte buscando sexo. Dejame pensarlo, a lo mejor me animo, no se, puede estar bueno probar algo así. Dije.

Hagamos esto, mañana los dejo solos, y si se da bien y si no, no tuvo que ser, que te parece? Me preguntó mi hermana.

Porque no? vemos que pasa.  Respondí.

Esa noche cenamos los tres. Miramos un poco la televisión y Matías fue a su cuarto temprano.

Ya debe estar masturbándose. Dijo mi hermana.

No seas mala, y nos reímos las dos. La verdad es que pensé lo mismo.

Nos quedamos hablando un buen rato. Sin darnos cuenta ya eran las 3 de la madrugada. Disfrutaba mucho pasar tiempo con mi hermana. Me llevaba 9 años, pero siempre fuimos muy compañeras y nos contábamos todo. Lamentaba no pasar mas tiempo con ella. Un poco la distancia y el trabajo no me dejaba visitarla tan seguido.

Antes de acostarme, decidí depilarme mi vagina. Hacía casi 2 meses que no tenía sexo. No tenía muchos vellos, pero me gusta tenerla completamente depilada para tener sexo. No sabía que haría, pero mejor estar preparada.

Pensaba depilármela con cera, pero mi hermana ya se había acostado, por lo que fui al baño, busque una maquinita de afeitar. Había una en el botiquín, debía ser la de Matías.

Llené la bañera con agua caliente, solo un poco para ablandar mis vellos, me puse crema de afeitar en la zona, esperé unos 5 minutos, y me pasé la maquinita con mucho cuidado. Repetí la afeitada, y deje mi vagina bien suavecita. Mis pequeños labios rosados se veían a la perfección.

Limpié el baño y me recosté. Leí un par de páginas de un libro y me quedé dormida.

A la mañana siguiente me despertó un mensaje del celular.

Era mi hermana que me pasaba el teléfono de línea de la amiga por si necesitaba algo, ya que se encontraba algo alejada de la ciudad y no tenía buena señal de telefonía móvil. No la había escuchado irse.

Me levanté de la cama, me puse una bata y fui a la cocina a desayunar. Me hice un par de tostadas y bebí un jugo de naranja.

Tome una ducha larga, como acostumbro a la mañana. Una ducha promedio dura 30 minutos. Me sirve para terminar de despertarme.

Ya en mi habitación, abrí mi valija y revisé que ponerme. La idea era tomar sol y meterme un rato en la pileta. Como no tenía ropa de baño, me puse un corpiño y tanga roja, que eran del mismo juego.  No sabía si mi sobrino me iba a ver pero si lo hacía, estaba segura que le iba a gustar.

Soy de estatura baja, mido 1.54 metros, cabello rubio ondulado, ojos verdes, mis medidas son 89 – 55 – 94. Delgada. Siempre fui de ejercitarme. En mi adolescencia practiqué Jockey sobre césped, lo que me dio una cola muy trabajada, bien redonda y parada. Y al ser pequeña de estatura, tanto mis pechos como cola se lucían mas. Llamaba bastante la atención.

En el jardín, me acomodé la ropa interior que ya me quedaba bastante apretada, me metí la tanga lo mas que pude dentro de mi cola, quedaba casi como una tanga cola less, me recosté sobre una toalla, boca abajo a unos 5 metros de la habitación de mi sobrino. Asegurándome que tenga una muy buena vista desde su ventana.

No pasaron ni un par de minutos, que sentí como se levantaba la persiana de Matías, muy lentamente, su intención era que no lo oyera, pero era una persiana vieja de madera, que era imposible no escucharla.

No paraba de pensar en mi sobrino masturbándose conmigo. Me excitaba y me daba morbo la idea. Sumado a que por temas laborales, no había tenido tiempo para tener relaciones en casi 2 meses, me hizo mojar de solo imaginarlo en su habitación, con su miembro en la mano pensando en su tía.

Le di media hora para que vea a su tía con la tanga bien metida en su cola. El sol estaba fuerte y me gusta cuidarme la piel, por lo que me levanté y me tiré a la piscina, solo me quedé unos minutos, ya que estaba helada el agua, y con mi cuerpo tan caliente por el sol me iba hacer mal el cambio de temperatura.

Sequé mi cuerpo y fui a mi habitación. Me puse un short negro ajustado, y un top gris que me llegaba hasta el ombligo.

Prendí la televisión del living esperando que Matías aparezca, pero nunca vino. Bueno, espere solo 20 minutos, estaba algo ansiosa.

Decidí ir a visitarlo. Golpeé su puerta y tardó en responder.

Ya voy, esperame, me dijo.

Me sonreí, pensé por dentro, que estará escondiendo.

Tardó varios minutos en abrir.

Apenas lo vi, lo abracé, me aseguré de pegar mi cuerpo con el de el, sobre todo mis pechos contra su pecho.

Como anda mi único sobrino, le pregunté, sin dejar de abrazarlo.

Todo bien tía. Me quedé toda la noche con internet, recién me levanto. Me dijo Matías.

Pude ver como había levantado la persiana, unos 25 o 30 cm. Tenía vía libre para ver en primer plano la cola de su tía.

La habitación era de unos 5 x 5 metros. Tenía una cama de plaza y media. Al lado un escritorio con una computadora, que estaba prendida. Ropa tirada por todos lados, era un desorden total, pero lo normal de su edad. Lo que mas me llamó la atención fue el olor a encierro, era como un ambiente con poca ventilación, le gustaba encerrarse y hacer sus cosas, y creo que lo había ayudado bastante esa mañana.

Me dejó sola tu madre, y estaba aburrida, te molesta si te hago compañía? Pregunté.

Si, claro, quedate, no estoy haciendo nada. Me dijo.

Me senté en los pies de la cama, y me crucé de piernas. El short era muy corto por lo que podía ver casi toda mi pierna.

Se sentó en la cama con las piernas cruzadas, y la espalda contra el respaldo de la cama. Podía verme en primer plano. El top me quedaba algo ajustado y tenía mis pezones muy duros, y sin corpiño, se marcaban completamente.

A propósito miraba para otro lado y giraba rápidamente mi cabeza hacia mi sobrino y lo atrapaba mirándome fijamente, y nerviosamente miraba hacia otro lado. Lo atrapé tres veces.

En un momento agarró una almohada y se la puso entre la entrepierna. Aguantó poco me dije.

Me prestas la almohada, le dije.

Para? contestó.

Le vas a negar la almohada a tu única tía? muy bien, ya me vas a pedir algo, contesté.

Sin darle tiempo estiré el brazo y le saqué el almohadón de golpe.

Quedó expuesta, la gran erección que tenía Matías.

Se puso tan colorado, me miró con mucha vergüenza, sin decirme nada.

Sentí ternura y una excitación como nunca me había pasado. No recordaba haber experimentado algo así.

Perdoname, le dije, y fui a abrazarlo, asi como estaba. No te preocupes, es normal lo que te pasa.

Me arrodille en la cama frente a Matías, y le dije: Dejame ayudarte con esto, yo me encargo.

Tenía un pantalón corto de fútbol azul con rallas blancas, se lo saqué, luego le bajé el boxer negro y quedó con su miembro completamente erecto. No me miraba a la cara, tenía la mirada fija para el costado de la cama.

Empecé a acariciarle los muslos con mis manos, fui subiendo de a poco, acaricié sus huevos, los apreté un poco, estaba muy traspirado. Vi un miembro de unos 16 o 17 cm, bien duro, de muy buen grosor, bien venoso. Apenas agarré su pene, se estremeció, su cabeza se fue para atrás y cerró los ojos. Con mi mano derecha empecé a masturbarlo, se lo sujetaba con fuerza, mi vagina empezaba a mojarse, sentía como salían mis jugos vaginales.

Mi sobrino estaba por explotar, jadeaba, gemía, temblaba, sudaba, parecía que estaba por tener un ataque, largó un gemido, que parecía de sufrimiento, de placer, de éxtasis, estaba por correrse, acerqué mi boca a su miembro, apenas mi lengua toco la cabeza de su pene, estallo en mi boca, un chorro de leche tibia salto hacia mi garganta, traté de tragarla toda pero eyaculó con mucha violencia y una cantidad brutal de semen. Trague gran parte pero una buena parte de leche manchó mis labios y mentón. Me dio una arcada de todo el semen que había tragado. Nunca había tragado semen. Siempre me acababan en la boca y luego lo escupía. Pero ame tragar el semen de mi sobrino.

Matías quedo, jadeando recostado contra el respaldo de la cama, con las piernas abiertas.

Aproveché a limpiar toda la leche que había salido de mi boca, pase mi lengua por su pene, huevos y muslos, lo deje bien limpito.

Me recosté a su lado y le pregunté si estaba bien.

Asintió varias veces con la cabeza.

Me quede acariciando su pecho, con dulzura, apoyé mi cabeza contra su hombro.

Gracias, gracias, me dijo de la nada.

Fue un placer, estuviste increíble. Le dije.

Puedo verte desnuda? preguntó Matías.

Le sonreí y salí de la cama. Me paré a su lado, y me saque el top. Luego el short. Te gusta le pregunte.

Sos demasiado hermosa, me masturbé tantas veces con vos tía, no puedo creer lo que paso.

Yo tampoco, le dije, y nos reímos.

Queres tocarme? le pregunté.

Si, si, me dijo.

Tomé su mano derecha y la acerqué a mi vagina.

Comenzó a tocarla, con suavidad, al principio con las yemas de sus dedos rozaba mis labios vaginales. Luego sus dedos en encontraron mi orificio, y empezaron a penetrarme, primero fue un dedo, luego dos y finalmente tres, me penetró con sus dedos. Lo hacía bastante bien, me estaba devolviendo la gentileza. Tuve que apoyarme con mi mano contra la pared, mis piernas se doblaban de placer.

Pude ver que su pene estaba erecto nuevamente.

Le vas a llenar la conchita a tu tía de leche? pregunté.

Si, si, siiiiiiiii, dijo.

Me subí a la cama, puse mis rodillas a cada lado de su cuerpo, con mi mano derecha agarré su miembro, froté con su cabeza mi clítoris, y finalmente la puse en la entrada de mi vagina.

Dejé caer mi cuerpo, y su pene, me penetró completamente, hasta el fondo, mis nalgas tocaron sus muslos, grité de placer, gemí, lo sujeté por sus hombros, y empecé a montarlo, una y otra vez, subía y bajaba, su pene entraba y salía, me recorría por dentro, era delicioso sentir ese pene venoso dentro mi vagina. Los dos gemíamos de placer, nos gritábamos.

Tía, tía, tía, no puedo mas, y se vino adentro. Me inundó de leche, podía sentir esa leche tibia, tratando de salir de mi vagina, no paré de montarlo, mis nalgas chocaban con mas fuerza sus muslos, una y otra vez, no podía parar, finalmente, me quedé sin aire, todo se me puso negro, me sentí mareada, y con un grito de por medio de liberación, me corrí sobre el miembro de mi sobrino.

Hubo silencio. Me dejé caer sobre su pecho. Recuperé el aire y lo besé. Chocamos nuestros labios, y metí mi lengua en su boca, nos besamos unos minutos y nos recostamos en la cama. Totalmente exhaustos.

Continua………………………………