Sentí mucho calor, estaba extremadamente nerviosa, me daba miedo la idea de ver el miembro de mi tío o pensar que me haría.
Ya con su pija dentro de mi boca, mi lengua acarició su tronco, su miembro se puso bien duro en mi boca, y me lo tragué todo. Sus 12 cm de carne.
Me hacía la distraída, miraba la televisión, seguía comiendo sin ganas, y separaba un poco mas mis piernas, para que Benjamín siguiera disfrutando de la vista.
Me dio pena despertarlo, y lo dejé seguir durmiendo. Me quedé observándolo, en realidad miraba su entre pierna, la bata no cubría bien esa parte y podía ver parte del miembro de mi padre.
Me bajó el pantalón hasta mis tobillos, la tanga roja que usaba, me la arrancó con facilidad. Se sacó el cinturón y con este empezó a golpearme la cola, fueron varios latigazos, uno tras otro, se hacía insoportable el dolor, el ardor que me generaba.
Que me haya hecho el regalo sin pedir nada a cambio, me hacía tener mas ganas de darle placer. Los hombres siempre me querían dar algo pero tenía un precio, ver a alguien distinto, me excitaba mucho.
Su dedo cada vez entraba más adentro, no mucho, pero me hacía doler, hacía fuerza con mis labios, tratando de evitar que su dedo siga entrando.
Fui chateando con varios, por supuesto, todos querían hablar de sexo, y no me negué. En el fondo me gustaba sentirme deseada, por esos hombres que podían ser mi padre o abuelo. Me daba morbo.
Me sentía muy putita de estar con 3 pendejos a la vez. Escuchaba sus gemidos. Sus miembros crecer en mi mano y boca.
A los pocos minutos, sentí un movimiento por detrás, escuché como desabrochó el cinturón, y bajo el cierre de su pantalón.
Soltó su miembro y metió su mano dentro del taxi, sujetó mi tanga y con un movimiento brusco me la arrancó. Mi tanga salió con demasiada facilidad, era finita por todos lados. Vi como tiró hacia afuera mi tanga completamente desecha.
Se lo sujeté con mi mano derecha y empecé a chuparle los huevos. Estaban bien calientes. Los lamí, le pasé la puntita de mi lengua, y me tragué sus dos huevos. Los tenía en mi boca, que estaba completamente llena y se los succioné.
Lo primero que vi, fue a mi primo con su miembro en la mano. Quedó completamente paralizado, ni siquiera, pudo decir una palabra, se me quedó mirando, con una cara de desconcierto, su cara completamente roja. Pasaron los segundos y seguía con su mano ocupada.
Me pidió que me incline hacia adelante sin doblar las piernas y que toque con mis manos, las puntas de mis pies. En esa posición pude ver al viejo pervertido, como se estaba masturbando, mirando fijo hacia mi, sentado en su silla, no podía ver su miembro, pero si el movimiento de su brazo.
Era una persona alta, de casi 1.90 metros, morocho, una espalda amplia, se lo veía extremadamente masculino. Me sonrojé de solo verlo. Miré hacia su cintura y vi un bulto importante, que se marcaba perfectamente, debajo de la sabana, era hipnótico, me quedé mirándolo, perdiendo la noción del tiempo.
Era una persona alta, de casi 1.90 metros, morocho, una espalda amplia, se lo veía extremadamente masculino. Me sonrojé de solo verlo. Miré hacia su cintura y vi un bulto importante, que se marcaba perfectamente, debajo de la sábana, era hipnótico, me quedé mirándolo, perdiendo la noción del tiempo.
La verdad, es que no lo hacía solo como un favor. Siempre me gustaron los maduros, desde chica. Mas si tenían hijas de mi edad, me daba mucho morbo la idea.
Era el muchacho del delivery. Apenas me vio, me miró de arriba a abajo, fue mi culpa, el short me quedaba bastante apretado al igual que el top, sumado a que no tenía puesta mi ropa interior, de haberme dado cuenta me hubiera puesto algo mas discreto, pero con lo de mi sobrino, tenía la cabeza en otro lado, no parecía real la situación.
No paraba de pensar en mi sobrino masturbándose conmigo. Me excitaba y me daba morbo la idea. Sumado a que por temas laborales, no había tenido tiempo para tener relaciones en casi 2 meses, me hizo mojar de solo imaginarlo en su habitación, con su miembro en la mano pensando en su tía.