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Regreso al Viejo Almacén

en Gays

Segunda parte de mi anterior relato "En el Viejo Almacén". Leerlo antes

 

Volví. Volví una y otra vez. Me despreciaba por ello y cada vez que lo hacía me juraba que sería la última. Pero al pasar de los días una calentura morbosa e irreprimible me asaltaba de nuevo. Mi culo palpitaba pidiendo polla y yo sumiso me abandonaba a su morboso deseo y me encaminaba ansioso de nuevo al viejo almacén.

Luego cuando apagaba el fuego de mi interior retornaba a mi vida cotidiana con la vergüenza de reconocer mi debilidad. Para mi desgracia estaba poseído por aquel diablo que me mancillaba en cada encuentro.

Intentaba continuar con mi vida tal como era antes de que la polla de Igor me convirtiera en  una puta sumisa, que corría presurosa y anhelante en su búsqueda, fustigada por el ardiente deseo. Seguía saliendo con mi grupo de amigos. Ligaba con alguna chica, con la que me pegaba el lote y a veces, cuando tenía la oportunidad, me la follaba. Pero ya nada era lo mismo. Cuando se la clavaba no podía de dejar de pensar en Igor taladrandome con fiereza. Tras el orgasmo siempre me faltaba algo. No me sentía plenamente satisfecho y buscaba más. Era por ello que al poco regresaba anhelante al Viejo Almacén para apagar plenamente mi calentura.

A veces veía a Igor paseando por la ciudad. Nunca nos hablábamos. Cuando iba con una chica me guiñaba un ojo y me dirigía una mirada obscena mientras se tocaba disimuladamente el paquete. Yo me sonrojaba y me escabullía presuroso alejándome de su presencia.

Aquel día cuando entré en el Almacén estaba super caliente. La noche anterior intenté follarme a una guarrilla que había conocido en un bar pero fui incapaz. No se me levantó.

En realidad no quería follarmela, lo que ansiaba era que Igor me diese por el culo.

Era verano y un intenso calor vaporoso invadía el interior. El olor característico del almacén, a humedad y suciedad, hizo que mi polla saltara. En la esquina donde Igor tenía su guarida, por encima de un  desvencijado sillón orejero, se elevaba un hillilo de humo gris. Igor asomó la cabeza por un lateral con un cigarrilo en la boca. Sonrió mientras en sus ojos se dibujaba aquella mirada de desprecio y poder que sabía me humillaba pero a la vez me excitaba.

  • Otrrra vez esta caliente. ¿Eh zorrrra?. Te pica el culo de nuevo verrrrdad.

Caminé contoneándose como una puta barata hacia él. Me puse delante de su persona y me quede ansioso esperando a ver lo que hacía. Ni se levantó. Permaneció espatarrado con las piernas abiertas y luciendo aquel portentoso paquete que yo bien sabía lo que escondía, Mientras me miraba despreciativo de arriba a abajo.

  • Voy a empezarrr a cobrrrrarte. Te crrees que soy un semental al que puedes orrdeñarrr a tu antojo.

Me temí que hoy no me iba a follar. De hecho no siempre lo hacía. A veces me tenia de rodillas chupándole la polla durante horas mientras se corría una y otra vez. sin dejarme siquiera que yo me tocase

  • Hoy me vas a darrr gusto solo a mi. So marrricon. No te quejes que estas bien alimentado con la leche que te doy, chupapollas. Eso es lo que tu errres un chupapollas. Es lo que mejorrr se te da - Me decía entonces

En otras ocasiones se masturbaba el solo en una paja rápida y embadurnaba con su semen mi cara, mi pelo y mi ropa. Para sin dilación  echarme a cajas destempladas del almacén

O me vejaba metiendome algún trasto viejo en el culo y dejándolo dentro mientras se reía. Si me corria me castigaba. En definitiva era un cerdo sádico y asqueroso pero yo había caído bajo su hechizo y era esclavo de sus deseos.

  • Acerrrrcate. Hoy me la vas a mamarrr. - me dijo al fin.

Corrí a su lado y me arrodilé entre sus piernas. Ansioso le desabroché la bragueta y le saque la polla y los huevos. Siempre que la veía me asombraba de semejante aparato. Me la metí en la boca y empece a chuparsela goloso mientras le miraba fijamente a los ojos con una mirada de vicio. Tenía la esperanza de calentarlo lo suficiente para que al final se decidiese a darme por el culo.

Su polla creció en mi boca. y yo me deleitaba con la suave piel de su capullo. Igor ni me tocaba. Seguía ansioso con mi tarea mientras lo pajeaba. El sabor de su liquido preseminal me inundó la boca y percibí el fuerte olor almizclado de su entrepierna Yo estaba totalmente empalmado.

De repente oí como se abría la puerta y unos pasos acercandose. Me levanté como un resorte con las babas resbalando de mis labios y vi como tres figuras se acercaban a nosotros en la penumbra.

  • Pasarrr pasarrr camarradas. Estais en vuestrra casa. - dijo Igor sin volver la cabeza

Le miré desconcertado. ¿Que estaba pasando? No se había sorprendido de su llegada. Parecía estar aguardandolos. El permanecía con el cipote fuera brillando con la humedad de mi mamada.

Cuando llegaron a nuestro lado uno de ellos dijo.

  • ¿ Has empezado sin nosotros? ¿Ya te lo estás follando?

  • No solo estaba manteniéndolo caliente para vosotrrros. Hoy esta arrrdiente como el fuego. Yo lo se bien ¿ Verdad Rrrreina Morrrra?. Os va a dejarrr bien satisfechos. Os lo prrrometo. Ese culo necesita mucha polla.

 

Le miré asqueado  mientras me apartaba. Se levantó despacio apoyándose en los brazos del sillón y se acercó a mí con el rabo tieso. Me estrechó contra su cuerpo y me besó metiéndome obscenamente la lengua en la boca. Le aparté y le escupí en la cara furioso.

  • Te crees que soy una puta barata a la que puedes ofrecer a tus amigos. Hijo de puta - le dije

Con parsimonia se limpió el escupitajo con el dorso de una mano y luego de un revés me dio tal bofetada que me arrojó al suelo. Puso un pie sobre mi pecho y señalándome con el índice  dijo

  • Ya te dije que tú serrras lo que yo quierrro que seas. Tu errres mi marricón y ahora serrras mi rrramerrra.

Se dio la vuelta y a espatarrarse pesadamente en el sofá

  • Y ahora ya lo podeis follarrr como querrais y cuanto querrais. Yo mirrarre ya conozco bien la merrrcancía.

Yo temblando en el suelo vi como los tres desconocidos se me acercaban merodeando como hienas. Uno de ellos era un joven africano altísimo y muy delgado Otro un hombre no muy alto de mediana edad gordo y fuerte. Vestía una asquerosa camiseta de tirantes llena de manchas de grasa. La  enorme barriga estiraba el sucio tejido que alguna vez debió de ser blanco. Una abundante pelambrera cubría su pecho .En la cara una espesa barba contrastaba con su brillante calvicie. El tercero parecía un cíclope. Enorme. Unos hombros gigantesco y un pecho voluminoso como el de un toro. En la cara, la nariz torcida y su poblado entrecejo que convertían sus cejas en una línea continua sobre sus diminutos ojos, casi juntos en mitad del semblante; contribuían a acrecentar su imagen ciclópea.

Salté como un gamo poniéndome  de pie y oteé buscando la escapatoria . Rápidamente los tres me rodearon formando un círculo. Nos quedamos tanteandonos. Mas era inútil. Estaba acorralado por aquella manada de lobos hambrientos.

El gordo se acercó corriendo e intentó cogerme pero yo veloz le arañé la cara.

  • Ay. Zorra. Me ha arañado la muy puta - se lamentó mientras se echaba una mano a su sebosa mejilla sobre la que brotaron tres lineas de un intenso carmesí.

El cíclope se acercó a mí y me dio un tremendo puñetazo en la boca del estomago. Me doble perdiendo la respiración, ocasión que aprovechó el negro para aprisionarme por detrás y alzame en el aire. Entonces el cíclope empezó a despojarme la ropa. Rasgó la camiseta de arriba abajo y luego de un solo tirón me arrancó calzado y pantalones Una vez que acabaron el negro me depositó en el suelo.

Yo asustado me tape con mis manos el rabo y permanecí expectante mientras ellos me devoraban con sus miradas libidinosas.

  • Que os la mame un poco. Es un auténtico porrrtento chupando pollas. - oia que decia Igor desde el sillón.

  • ¿No mordera, verdad? - Dijo el gordo.

  • No que va. Al principio es un poco arrrisca. Pero luego, cuando tiene una polla bien clavada en el culo, gime como una gata en celo  - le contestó Igor entre risas.

Se comenzaron a desabrochar los pantalones y los dejaron caer al suelo. Ante mi se mostró un verdadero muestrario de rabos. Aun permanecían morcillones pero ya se podía uno imaginar lo que daría cada uno de sí.

El negro tenia una polla fina y larga como una trompa que colgaba hasta casi medio muslo. En su saco estirado como una pequeña odre se se descolgaban dos bolas prietas que se perfilaban a la perfección tras la piel. Una verga negra como el azabache con un capullo de un oscuro tono granate.

El gordo exhibía una polla tirando a chica, pero lo que asombraba era el ancho de la herramienta en estado de semi erección. Era ya más ancha que su antebrazo. Una boscosa mata de pelos poblaba su entrepierna y sus cojones eran gordos y peludos como cocos.

El cíclope calzaba una garrota de proporciones considerables que colgaba flácida. No se veía ni un pelo, ni en ella ni en las pelotas redondas y apretadas que la acompañaban. Tenia mas polla aun que Igor y eso era ya mucho rabo. Me empecé a calentar al ver tanto manubrio a mi disposición

  • Hala Rrreina Morrrra no seas zafia. Agasaja a mis invitados. Hazles una buena mamada, como tu sabes. Venga Kahlil  tu prrrimerrro. Enchufale la manguerrra

El moreno se acabó de quitar los pantalones y se puso ante mi. Se desabrochó la camisa de colorido estampado y la arrojó al suelo quedando totalmente desnudo.  Una blanca sonrisa iluminó su cara y me guiño cómplice un ojo.

  • ¿Tu querer hacer? - me dijo amablemente

Durante unos instantes  miré al sonriente africano, luego bajé la vista hacia aquel vergajo de ébano que le colgaba entre las piernas. El deseo irrefrenable se volvió a apoderar de mi. Se la cogí con una mano y luego alzando la vista consentí con la cabeza y me agache a sus pies.

Con las dos manos le cogí aquel larguísimo rabo dormido y lo levanté hacia mis ojos . Era como una hermosa e inquietante  mamba negra. Por un momento temí que de su agujero, semejante a una pequeña boca, saliese silbeante su lengua bífida. Le alcé el rabo y baje mi lengua lamiendo el tronco hasta llegar a las pendulantes bolas  que meti una tras otra en la boca. Estaban duras como piedras. Las sorbí con fruición. Volví a lamer, ahora hacia arriba, el largo palo para acabar sorbiendo su pico suavemente. El negro soltó un suspiro.

Le descapulle y mientras le miraba me metí el glande en la boca. Lo estrujaba con mi lengua mientras  me deleitaba observando aquel escultural cuerpo de ébano. Tenía la estructura de un atleta. Músculos elásticos y marcados, pero de volumen contenido. Las piernas fuertes y torneadas de un corredor. En los poderosos pectorales que lucia su pecho se veían empitonados los oscuros botones de sus pezones. Y en su vientre la marcada anatomía de sus abdominales. Unos caracolillos dispersos adornaban su pubis. Sus grandes manos alborotaron mi pelo.

Me costó mucho que se empalmase. Era mucha la sangre necesaria para llenar aquel largo rabo. Pero al fin se inflamó. No llego a erguirse del todo, pues era físicamente imposible que aquello venciese por completo la fuerza de la gravedad. No obstante su piel era de tal suavidad que era un auténtico placer rozarla con mi lengua y mis labios.  Kahlil suspiraba profundamente mientras no cesaba de chuparle la polla y masturbarle. A pesar que la introduje en lo más hondo de mi garganta apenas pude tragar la mitad del rabo.

De un empujón, impaciente, el cíclope apartó al africano y colocó su rabaco ante mis ojos

  • Ahora me toca a mi. Venga chupamela muchacho - dijo con un vozarrón atronador

Un enorme cipote circuncidado se erguía desafiante. Como todo su cuerpo parecía a punto de reventar y en él sus venas se abultaban al igual que en toda su figura. Era un exceso de músculos. A través de su abierta camisa pude ver unos brazos poderosos y unos pectorales que semejaban dos pelotas de rugby. El cuello de un toro. Un tórax voluminoso que descansaba sobre unas piernas hercúleas. Su pecho moreno contrastaba con la blancura de su piel de cintura para abajo.

Sin darme tiempo a reaccionar pasó de los preliminares. Me abrió la boca con su mano encallecida y me metió la polla sin contemplaciones. Me agarró la cabeza y comenzó a literalmente a follarme. Pensé que me descoyuntaba las mandíbulas. A punto estaba de vomitar cuando con furia me enterraba aquel monstruoso cipote profundamente en la garganta. Yo braceaba intentando librarme de aquel violento asalto pero él no cejaba en su empeño de clavármela en lo más hondo.

Alguien cogió mi mano y la puso en un pedazo de carne enorme. Por un momento pensé que era un salami de los extra gordos que se ven en las tiendas de delicatessen.Torné los ojos y vi el carajo del gordo.

Bajo su enorme barriga aquel barrote chato pugnaba por ocupar el espacio con dos cojones gordos e hinchados como pequeñas calabazas. Nunca había visto sexo semejante. Lo describiría como lo más voluminoso que se podía uno imaginar. Su polla, aunque no muy larga, era de un grosor inusitado. Aquello no iba a caber en mi boca y menos en mi culo pensé espantado..

Mientras mi mente cavilaba con los ojos clavados en aquella visión, sentí que el cipote que alojaba en la boca comenzaba a hincharse súbitamente. Comenzó  entonces a descargar toda su leche en mi interior en inagotables trallazos que acabaron desbordandose por la comisura de mis labios.

  • Joder que gusto. Que boca. Que tragaderas tiene este maricón - gritó el gigante, a la vez que gemía de gozo mientras me estrujaba la cabeza contra su pubis.

Al fin sacó su cipote y me quedé con la boca desencajada, incapaz de cerrarla, intentando recuperar la respiración, en tanto la portentosa corrida se deslizaba por mi barbilla.

El gordo inmediatamente intentó ocupar la plaza que había quedado libre. Pero lo frene con mis manos y le dije.

  • Para, para. Eso no me cabe en la boca

  • Veras como si - Me dijo y cogiéndome de la cabeza aproximó aquel enorme pedazo  de carne a mi boca tratando de meterla dentro

Resultó infructuoso su intento. Aquel carajo monstruoso no entraba por mucho que mi boca se abriera. Era humanamente imposible. Al fin desistió.

  • Bueno esta bien. Lámeme la punta por lo menos - me dijo

Comencé a chuparle la mota del capullo como si fuera un enorme mamelón. Con la lengua le acariciaba toda la polla. Pero por mucho que lo intentase fue incapaz de meterme el glande en la boca.

Por detrás alguien  me cogió de las caderas y me obligó a incorporarme. El gordo impidió que levantase la cabeza de su ingle. Me agarré a sus caderas y me quedé de pie, doblado sobre mi cintura, mientras le lamía por doquier al barrigón.

Unas manos separaron las cachas de mi trasero y sentí algo suave y húmedo deslizándose por la raja hasta alcanzar mi ano. Alguien estaba chupándome el ojete. Al ver al gigante al lado del gordo comprendí que era el africano quien me daba el beso negro.

  • Joder que gusto- Exclamé cuando aquella boca carnosa chupo el esfínter.

Luego una lengua firme y cimbreante comenzó a meterse por el agujero . La metia y la sacaba con la maestría de un colibrí libando en mi flor. Me estaba proporcionando tanto placer que mi polla empezó a empinarse, poniéndose rígida como un hierro

Cuando me tuvo bien mojado empezó a jugar con sus largos dedos introduciendolos en mi interior. Cuando entró el primero suspiré mientras se deslizaba. Luego los otros se fueron añadiéndose a la partida dilatándome a la vez que rozaba mi próstata. Me produjo tal placer que descargas eléctricas recorrieron mi espinazo.

Al fin sentí su glande en mi entrada. Con suavidad empujó y entró sin dificultad en mi. Le estruje gustoso con los músculos de mi esfínter. El rabo respondió agradecido latiendo repetidas veces. Presionó  entonces y fue deslizándose como una aspid cada vez más adentro. Aquello parecía interminable. De hecho noté, como tras traspasar mi segundo esfínter, se internaba hasta penetrar hasta donde nada había entrado hasta la fecha. Estaba  tan dentro, tan dentro de mí, que parecía imposible. Al fin su pubis se pegó a mi trasero.

Empezó entonces a follarme calmadamente. Cuando la sacaba hasta solo dejar su capullo dentro parecía como si me vaciase completamente. Luego cuando me la clavaba de un golpe hasta el fondo creía morir de gozo. Me recordaba al éxtasis de Santa Teresa. Lanceado por aquella larga pica de fuego. Todo mi interior ardía. Pero no sentía dolor. Su verga tenía la dureza justa y el ancho suficiente como para hacerme gozar sin molestia alguna. Placer sin dolor que gozada. El tiempo que antes había tardado en que aquella larga vara se empalmara fue un instante fugaz comparándolo con el tiempo que me estuvo follando. Alteraba los ritmos, modulaba las penetraciones, removía la polla dentro de mi. Realizaba  una danza exótica con el portentoso dominio de sus caderas. Yo gemía como una perra.

  • Dios que gusto. Que bien lo haces . - le decía mientras dejaba de lamer la polla del gordo.

  • Gustar como lo hace  Kahlil - me pregunto solicitó.

  • Si mucho. Jodes como los ángeles, cabrón. Sigue dandole que me estas matando de gusto - le decía mientras suspiraba.

  • Tu tienes un culo bien bueno. Me gustar follar a ti. - me respondió agradecido

  • No se si he hecho bien al dejar que te monte Kahlil -  Oí decir a Igor desde el sillón en el que permanecía sentado observando la escena.

  • Folla mejor que tú, cabrón-  le contesté retador

  • Dicen que el que prrrrueba la polla de un negro ya no quierrre otra cosa. Esperrro que no sea cierrrto - añadió rompiendo a reir.

El gigantón apartó al gordo y ocupó su lugar.

  • Chupamela mientras acaba este que me aburro. Y tú, hijo de mala madre, a ver si te corres ya que quiero probar ese agujero de una puta vez -  nos conminó.

Con una polla en la boca y la otra metida en el culo estaba en la gloria. Era la primera vez que experimentaba tal situación y estaba lleno de gozo. El ritmo del negro automatizaba el de mi mamada y parecíamos un juguete mecánico moviéndonos al compás.

Kahlil incrementó el ritmo. Su polla empezó a hincharse y ponerse mas rigida ahora semejaba una auténtica estaca.  Le extrajo y, cuando solo su capullo estaba dentro, empezó a correrse. Fue una portentosa e interminable descarga. Su capullo latía dentro de mí con cada trallazo de leche y mi esfínter lo apretaba con gusto. Mi rabo se comenzó a hinchar a su vez y alcance el orgasmo mientras eyaculaba mansamente sobre el suelo.

  • Me corro. me corro - gritaba yo mientras oía bufar al africano

No había acabado de correrme aun, cuando el cíclope corrió hacia donde el negro se hallaba. Sin pensarlo dos veces lo retiró de un empujón y me clavo su cipote hasta las entrañas.

  • Ayyyyyyyyyyy. - grité desesperado.

  • Animal me vas reventar. Ve con cuidado.- añadí

Haciendo caso omiso a mis quejas empezó a follarme salvajemente. Culeaba como un poseso y yo sin punto de apoyo casi me caigo al suelo. El negro corrió solicito para que me pudiese apoyar sobre el.

El hércules me seguía taladrando sin piedad. Yo le suplicaba que se detuviese. Pero solo conseguía que se incrementase su furor.

  • Callate maricona. Y abre bien el culo para Paco. Que este agujero ya ha tragado más polla que la ramera de Babilonia. So guarra. No te hagas la estrecha. - Y me palmeaba con fuerza las posaderas

La trompa del negro colgaba morcillona ante mi. Goteando aún su néctar. La di un tierno beso mientras intentaba olvidarme de la brutal monta que me estaban procurando. Kahlil me acariciaba la cabeza y los hombros tiernamente.

Eran dos sensaciones totalmente distintas las que estaba experimentando. Tras la sedosa y cimbreante polla del negro haciéndome gozar. Ahora el cipote venoso de Paco se restregaba dentro de mi dilatandome y lacerándome. Tras el éxtasis de nuevo el martirio. Pero a pesar del dolor que me infería no puedo decir que no gozase. Me estaba calentando otra vez.

Miré entonces hacia el espejo roto del armario y me quedé extasiado mirando como aquel animal me taladraba violentamente. Aplastandome contra el fibrado cuerpo de Kahlil. Aquella sensación morbosa de estar entre dos hombres. Descansando sobre el que me había follado y siendo porculizado por el siguiente de la lista. Unos goterones empezaron a escurrirse de mi frente . Mire hacia arriba y clavé los ojos en el africano que me acarició la cara mientras me lanzaba una dulce sonrisa.

  • Relajate y gozar. - me dijo quedamente.

Dios en qué oscuro mundo me había arrojado el hijo de puta de Igor. Allí estaba,siendo sodomizado sin tregua y a la espera de aquel monstruo del gordo  que aguardaba su turno. Me había convertido en una puta barata esclava de su sucios manejos, Poniendo el culo como una zorra para aquel grupo de hombres. Me asqueé de mi degradación. Pero a mi pesar gozaba como una guarra con sus vejaciones.

  • No te quejarrras Rrreina Morrra. Tienes buenos rrrabos a tu serrrvicio. Igor sabe bien lo que te gusta no lo olvides. - me dijo Igor que observaba mis expresiones.

El titan se salio de mi  sin avisar y dándome una fuerte palmada en las posaderas me dijo

  • Ponte a cuatro patas que quiero follarte como la perra que eres

Obediente me agaché y le ofrecí  el culo en pompa. Se puso tras de mí y de nuevo de una embestida me la enterró hasta la empuñadura. Si hasta el momento su monta había sido violenta ahora desató toda su rabia empezando a taladrarme frenéticamente.

Mi polla volvía a responder. Ahora estaba gozando de nuevo como una perra con aquel toro dandome por el culo.

  • Joder que gusto. Que gusto- Exclamé sin poder reprimirme

  • Sabía que te iba a satisfacer más que la espindarga del negrito. Tu tienes el agujero muy abierto para disfrutar con esa vara. Tu necesitas una buena tranca que te colme. So maricón. Que razon tenia Igor. Nunca conocí a nadie que le gustase más que le diesen por el culo  Y eso que yo ya he catado traseros por millares.- Me dijo mientras no cesaba de empalarme con su garrota..

Mi culo sentía aquel cipote restregarse en mi interior y de nuevo el ardor se apoderó de todo mi ser. Escalofríos de placer me recorrían todo el cuerpo y sin poder evitarlo me empecé a correr de nuevo.

  • Me corro, me corro - Comencé a gritar mientras alcanzaba el clímax

Paco al sentir mis alaridos de placer y mi esfínter estrujándole el rabo también arribó a la recta final. Me la espetó tan dentro que pensé que me iba a meter los cojones y empezó a gritar.

  • Toma polla so puta. Mariconazo te voy a dejar bien preñado. Como gozas eh zorra.

  • Si si - le respondía yo mientras se descargaba mi polla.

Sentí entonces como se venía dentro de mi. Si la corrida del negro eran de las que hacen historia, la del cíclope fue aún mayor. No paraba de inyectar leche en mi interior. Mientras nuestros cuerpos se agitaban,  su polla y mi culo latían al compás.

Al fin exhausto se desplomó sobre mí aplastandome con su corpachón. Yo con mi culo estrujaba el cipote extrayendo hasta la última gota de su interior. Sin esperar, una vez que acabó, se incorporó y se apartó de mí.

Un mar de fluidos inundaban en mi interior. Contraje fuertemente el esfínter para no desperdiciar de néctar allí depositado. El morboso pensamiento de tener el semen de dos machos y en tal cantidad, dentro de mi,  incrementó mi satisfacción. Lo atesoré con avaricia impidiendo que se derramara como si fuera un portentoso elixir.

  • Ahora es mi turno - Oí decir al gordo.

Le miré con cara de espanto.