Eres imposible. Porque pareces más hermosa.
¿Qué se podía hacer en los baños de un instituto en el tiempo que dura un recreo? Claro eso.
De rodillas en el suelo, las manos atadas a la espalda, la cabeza gacha, un collar en el cuello, y desnudo y erecto, Joan la esperaba. Él era su regalo de cumpleaños.
¿Tú te imaginas cómo sería la serie si estuviéramos nosotras?- comenzó Niña Lucía.
Perdió la cuenta de sus orgasmos entre la intensa nube de marihuana que parecía flotar en la sala y el almizclado olor a sexo. Sexo puro y duro. Sexo con los cuatro componentes de un grupo de rock que la follaban de mil maneras.
Noto que a mi chico le gustaría verme atada, y he visto en internet que es una variante del bondage muy mmm placentera.- explicó Niña Lucía...
Cariño, estoy diciendo que si quieres volver a ver eso que has visto, te vestirás de mujer y me acompañarás como una mujer más. Tu carita de niño nos vendrá de perlas para hacerte pasar por chica.
Y no estabas allí para salvar mis muslos de sus dientes, mis pechos de sus garras, mis besos de sus fauces... mi sexo de su sexo.
Se consumen versos, sueños, tragos, musas, y el último cigarrillo que me fumé.
Guapo, listo, rico, fuerte ¿Mejor que Joan? En ese momento, con la vista resbalando por su piel brillante de sudor, y las piernas abiertas esperando la primera invasión, Niña Lucía lo tuvo claro. Mucho mejor que Joan.
Joder creo que está muy claro Cuéntame, Ángela. ¿Cómo fue tu mejor polvo?- Repitió Niña Lucía. Pero ¿Aquí? ¿Ahora?- se alarmó Ángela.
Más te vale, cariño porque te tengo una sorpresa - rió Niña Lucía.
En el horizonte, las olas tienen nombre.
El suspiro se le escapó a Niña Lucía sin poder y casi ni querer evitarlo. Igual que Misbeth, la princesa de su historia, ella había ido acelerando sus movimientos sobre Joan...
Porque me prometió olvidarte...
- ¿Cómo fue tu primera vez? - Un fracaso.- rió él, agarrando de las caderas a la joven y empujando para favorecer la penetración. - Cuéntame cómo fue.
La chica comenzó a gemir. Su respiración estaba incontrolada. No era sólo el placer. Era algo más. Algo que podía superarlo. Morbo. El morbo de lo prohibido. Sexo anal, acto contra natura, propio de putas, y no de señoritas...
La puerta de la calle... estaba abierta. Niña Lucía se quedó petrificada. Allí estaba ella, vestida única y exclusivamente con una camiseta que moría poco antes del final de sus nalgas. Tragó saliva. ¿Cómo podía estar la puerta abierta? La respiración se le aceleró, convirtiendo en un fuerte vaivén su torso de pechos niños, la piel se le puso de gallina y el miedo se mudó a vivir en su corazoncito.
Soñó con otras cosas. Soñó que no se estaba masturbando con un tigre. Soñó que era ella quien estaba siendo grabada y que era Joan quien se la follaba. Soñó que Joan era su padre y que ella era su madre y en su sueño tenía los grandes pechos que siempre había deseado.
Tras la puerta, de cuclillas, y con la mano dentro de las bragas, Ángela se masturbaba mirándolos.
Joan podía ver cómo su polla entraba y salía del coñito adolescente de Lucía. La imagen de la joven, tan puta, tan niña, cabalgando sobre su verga...
¿Cómo había sido tan tonta? Se preguntaba Niña Lucía. ¿Cómo había cometido ése error que le había dado ese mal giro a su venganza?
Tequila, limón, sal... mal remedio para una herida que no ha cerrado.
La mano de Lucía se posó en el vientre de Ángela y comenzó a bajar. Ángela enloquecía, ya no sabía dónde ir, dónde clavar sus ojos.