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Locura (1)

en Zoofilia

Locura

Autor: Incestuosa

elkaschwartzman@hotmail.com

Cap. I

En aquellos días de estudiantes solíamos reunirnos en el bar que quedaba a dos cuadras de la Facultad de medicina para hacer tertulia. Salí de la escuela a eso de las diez de la noche y me metí en la cantina. Hacía un calor insoportable. El lugar estaba atestado y apestaba a sudor, tabaco y mierda. Busqué con la mirada alguna mesa vacía y descubrí entre el montón humano al grupo de amigos de siempre. Me acerqué, me hice de un asiento y me abrieron espacio.

-Hola Pollo –me dijo a modo de saludo el ojete de Marcos-

Yo no contesté. Me senté y le hice señas al mesero. Pedí cerveza fría. Me sirvieron y le bajé más de la mitad de un chingadazo.

-Vaya que estáis sediento –comentó Mina la culona-

Me le quedé mirando sin responderle y me volví a empinar la botella.

-¿Qué tal la escuela? –me preguntó Claudia, otra amiga del grupo-

-Sólo mierda –le contesté-

-Si, todo es una mierda –dijo ella-

-Hace un chingo de calor –volvió a decir Claudia, que era la más linda de todas-

-Si, y huele a mierda –le dije-

En eso reparé que entre el grupo se hallaba una mujer a la que no conocía. Tendría a lo sumo 30 ó quizás un poco más. Era rubia teñida, de grandes ojos claros e inteligentes, que despertaban interés. Se mantenía callada y a la expectativa. Sólo escuchaba y sonreía de vez en cuando. Su especial sonrisa llamaba la atención. Pedí otra cerveza y me la zampé en un dos por tres.

-Venga la otra –pedí-

La desconocida no dejaba de mirarme. Marcos trató de llevar la plática hacia su tema favorito. ¡Con una chingada! Las mismas pendejadas de siempre.

-¿Qué opinan ustedes de los fantasmas? –dijo-

-Opino que es una mierda. –dije yo de inmediato-

-Ay sí, mierda –terció Claudia la bonita-

-Eso son cuentos –dijo Mina la culona- Los fantasmas no existen.

La desconocida sonrió. Si. Había algo extraño y peculiar en su sonrisa que me llamaba la atención. Pero no decía una palabra. Marcos volvió a comentar:

-Pues yo tengo un amigo que me dijo que sí existen.

-Mierda...ya te he dicho que esas mamadas son puras mentiras –dijo Mina la culona-

-Si, es pura mierda. –dije yo-

-Ay sí, mierda –volvió a decir Claudia la bonita-

-Pero él ha tenido experiencias con eso –insistió Marcos-

-¡Si, pero todo es una pinche mierda! –le dije para callarlo de una vez por todas-

Marcos volteó para ver las reacciones de los otros. Vi que la desconocida seguía sonriendo en forma extraña y me miraba fijamente. Pero seguía callada. Sólo escuchaba y observaba. Marcos cerró la boca. ¡Al fin! Claudia se dirigió a la desconocida, que al parecer era su invitada.

-¿Linka, qué opinas tú de los viajes espaciales? –le preguntó directamente tratando de cambiar de tema-

La mujer se la quedó mirando y sonrió. Hizo una mueca y dijo:

-Que son inventos –contestó con simpleza-

-¿Qué son qué? –volvió a intervenir el ojete de Marcos.

Linka lo miró con recelo. Se removió en su silla y le dijo:

-¿Cómo sabes tú que esos imbéciles no nos han engañado con todo eso?

-¿Con los viajes espaciales? –respondió Marcos con una estupidez increíble-

-Si. ¿Qué más? –dijo Linka con sorna-

-¡Pero el viaje a la luna fue televisado a todo el mundo! –dijo Marcos-

-Bien podría ser un simulacro de filmación –contestó Linka-

-¿En serio? –dijo Marcos incrédulo-

-Mucha gente sabe eso. –respondió Linka-

-Pues yo no lo sabía.

-¡Mierda! ¡Tú nunca sabes nada! –dije yo-

La chica se rió con ganas mientras me miraba con sus ojos luminosos. Luego me preguntó:

-¿Tú crees en esas pendejadas?

-¿Yo? ¡Puta madre! La vida es como un pinche simulacro de filmación –le dije-

Linka volvió a sonreír. Después me inquirió:

-¿Y qué me dices de la locura?

-Oh, eso sí que es real. Todos estamos locos –afirmé-

-Yo no estoy loco –intervino Marcos-

-Tú también estás loco, pero tienes un ingrediente adicional –le dijo Claudia la bonita-

-¿De verdad? ¿Cuál?

-Que además de loco eres pendejo.

Todos reímos a carcajadas. Marcos se quedó callado mirando como un imbécil su vaso de cerveza. Linka agregó:

-En todos los seres humanos hay evidentes rasgos de locura. Eso es innegable.

-Si, es cierto –afirmé yo-

Mina la culona comentó:

-Pero entonces, si todos estamos locos ¿En dónde diablos están los cuerdos?

-La cordura no existe –dijo Linka-

-Si. Son puros cuentos de mierda –dije yo-

-Pero los sabios del mundo...todos esos tipos como Einstein, Von Braun, Newton... o como Dante, Cervantes; todos los inventores y otros más ¿Estaban locos? –preguntó Mina la culona con la boca abierta-

-Locos de remate –afirmé-

-Me parece que todos esos tíos estaban tan locos como cualquiera de nosotros –dijo Linka-

-Pero inventaron cosas...contribuyeron al bienestar de la humanidad... –agregó Mina la culona-

-¿Al bienestar de la humanidad? Mmmm...eso habría que cuestionarlo –dije yo-

Marcos seguía mirando su tarro de cerveza como un estúpido. Linka dijo:

-Bien chicos, esto ya no me está gustando.

-¿Qué cosa? –dijo Mina la culona-

-La plática –respondió Linka- No llegaremos a nada con todo esto.

-Si –dije yo- Todo es pura mierda.

-Ay sí, mierda –dijo Claudia la bonita-

-Hay cosas más emocionantes que se pueden hacer en este pinche mundo de locura –dijo Linka-

-¿Si? ¿Cómo cuáles? –preguntó Mina la culona-

-Muchas...muchas otras cosas.

-¿Pero cuáles? –intervino Claudia la bonita-

-Miren ustedes. Conozco un lugar donde suelo distraerme para olvidarme de la pinche locura del mundo–dijo Linka-

-Pues dilo –espetó con interés Mina la culona-

Linka se lo quedó pensando un rato. Después dijo:

-Yo suelo ir a un sitio donde se dan peleas...

-¿Peleas? Ay, mierda –dijo Claudia la bonita- ¿Qué clase de peleas?

-Peleas de perros, de caballos...de todo tipo de animales. –asintió Linka-

-Oh ¿Y eso te agrada? –preguntó Claudia la bonita-

-Prefiero eso a estar aquí como estúpida mirando mi cerveza y hablando pendejadas –dijo Linka mirando a Marcos-

Marcos ni siquiera se dio por aludido. Seguía con la mirada clavada en el vaso. Se hizo un largo silencio. Yo intervine:

-Si, qué mierda, estaría bien ir a ver.

Claudia la bonita y Mina la culona intercambiaron una mirada interrogativa. Mina la culona dijo:

-Si quieren vamos...qué más da.

-Si –se animó Claudia la bonita- me gustaría vivir esa emoción y olvidarme de toda esta mierda.

Linka sonrió de un modo extraño. Capté en su mirada un brillo fugaz que me sorprendió. Mina la culona llamó al mesero y pidió la cuenta. Nos cooperamos, pagamos los servicios y salimos del bar. Linka nos condujo a su automóvil, aparcado en un estacionamiento cercano. Subimos y agarramos camino. Marcos continuaba callado, como pensando si en verdad sería o no un loco. Yo pensaba que era un loco y un estúpido. Claudia la bonita tenía razón. Linka nos condujo por los barrios bajos de la ciudad hasta que llegamos a un bodegón perdido entre largas e inmensas calles oscuras. Después de estacionar el auto la seguimos hasta la puerta del lugar. Linka tocó la contraseña y la puerta se abrió. Un tipo apareció del otro lado y se nos quedó mirando con desconfianza, pero al ver a Linka nos abrió paso. Entramos. Era increíble. Para cualquier transeúnte despistado que pasara por allí, aquel sitio era solamente un barracón deshabitado. Sólo al estar adentro se podía comprobar el gentío que abarrotaba el sucio tugurio, bebiendo y apostando. Caminamos por entre la multitud apestosa a sudor, tratando de abrirnos paso hacia el centro, donde se encontraba una especie de cerco con tablas claveteadas unas con otras que hacía las veces de ring side. Todo mundo gritaba como loco. Era la locura.

La pelea era de perros. Los dos animales estaban trenzados en el centro de la arena aullando y gruñendo con locura. Claudia la bonita me abrazó estremecida. Sentí su mano caliente sobre mí. Mina la culona dijo:

-¡Dios mío!...¿Qué es ésto?

Era evidente que ninguno de nosotros había estado antes en un lugar semejante. Vi que el ojete de Marcos estaba temblando.

-Necesito un trago –dijo-

Reconocí que era lo menos estúpido que había dicho en toda la noche.

-Si, mierda. Creo que todos lo necesitamos –asentí-

-Ay si, mierda –dijo Claudia la bonita-

Linka nos hizo señas para que la siguiéramos. Con dificultad logramos llegar hasta la barra.

-Cerveza fría –dije yo-

Todos me secundaron. Botella en mano me fui hasta ring side. Quería ver la pelea. Uno de los animales, el más feroz, tenía cogido del cogote a su contrincante. El perro boqueaba con la cara llena de sangre. Los gritos de euforia al parecer animaban al rabioso can, que no dejaba de jalar con sus dientes el grueso cuello de su víctima. Sentí unas manos en mi espalda. Volteé y vi a Linka tras de mí. Ella me dijo:

-¿Qué opinas de toda esta locura?

-Que es pura mierda –respondí-

-Si, lo es. Pero es más emocionante que estar oyendo al pendejo de Marcos en el bar.

-Eso sí –dije yo-

-¿Sabes? Todos estos tipos no están menos locos que nosotros –dijo ella-

-Cierto.

-Pero aunque no lo creas, Pollo, en este lugar existe otra clase de diversiones.

-¿En serio? –dije en tono burlón-

-En serio –respondió Linka sin inmutarse-

Vi que Mina la culona, Claudia la bonita y el ojete de Marcos se acercaban abriéndose paso entre la multitud sudorosa y maloliente. Los gritos de los fanáticos aumentaron de tono. Volteamos a la arena. El pastor alemán acababa de matar al bulldog, que había caído en tierra convertido en una masa sanguinolenta. Los ríos de sangre corrían lentamente por el suelo. Claudia la bonita me agarró de los brazos. Linka dijo:

-Si no quieren ver eso, mejor busquemos otra cosa.

-¿Otra cosa? Ay, mierda –dijo Claudia la bonita.

-Tú no sabes nada, amiga. –respondió Linka-

-¿De qué hablas? –intervino Mina la culona.

-De cosas mucho más emocionantes –dijo Linka sonriendo-

-Pues ya dínoslo –habló por fin Marcos-

-¿De verdad? –dijo Linka mirándolo con burla-

-Si, de verdad. Queremos saber.

-Bien. En este lugar uno puede hacer otra clase de contactos. –dijo Linka-

-¿Contactos? –preguntó Claudia la bonita-

-Si, eso dije.

-Mmm...mierda –dije yo- Será mejor que desembuches-

-Ay si, mierda –dijo Claudia la bonita-

-Está bien. Pocos lo saben, pero aquí mismo se puede tener cierto tipo de contactos sexuales. Cosas prohibidas, ustedes saben –reveló Linka-

-Mierda –dije yo- ¿Y qué con eso?

-Me refiero a la zoofilia; a cosas sucias y perversas....pero con animales. –dijo Linka con tranquilidad pasmosa-

-¡Ay no! –dijo Mina la culona horrorizada-

-¿Por qué no? –dijo Linka- Acaso no sabes que eso es práctica común en mucha gente?

-No lo sabía –contestó Mina la culona-

-Mierda –dije yo-

-Ay si, mierda –dijo Claudia la Bonita-

Marcos miraba a Linka con ojos de estúpido. Linka siguió hablando.

-Como ya pueden suponer, este lugar es clandestino. Con todo, mucha gente sabe de las peleas, y vienen aquí a apostar y a beber; a saciar sus instintos de locura animal.

-Mierda –dije-

-Ay sí, mierda –dijo Claudia la bonita-

Linka siguió hablando:

-Pero muy pocos saben de lo otro.

Marcos al fin despertó de su estupidez y escupió:

-¿Y tú como lo supiste?

-Una amiga me invitó un día. Vinimos y me gustó. Pero no por las peleas, sino por lo otro que ya os dije.

-¿En serio? –dijo Claudia la bonita con extrañeza-

Linka no le contestó. Mina la culona intervino:

-¿Y nos puedes explicar con más detalle qué cosas se pueden hacer?

-Claro –respondió Linka- Detrás de aquél portón hay una barraca donde escoges el servicio que desees. Hay catálogos para todo. Tú los ves y sólo tienes que escoger.

-Pero...¿Dónde se hace todo eso? -preguntó Mina la culona-

-No allí. En la parte trasera hay varias habitaciones donde te encierras. Lo demás corre por tu cuenta –dijo Linka-

Todos nos quedamos callados. Miré a Linka con admiración. Lo cierto es que la condenada puta había logrado despertarme el interés.

-Ay, yo no me atrevería –dijo Claudia la bonita haciendo una mueca que la hacía más bonita-

-¿Y por qué no? –dijo Linka- Amiga mía, nunca deseches lo que no conoces.

Silencio. Nos miramos unos a otros indecisos. Linka me miraba fijamente. Se había dado cuenta de que lo que yo dijera sería aceptado por los demás. Entonces me dijo:

-¿Qué dices, Pollo? ¿Te animas?

No le contesté. Me encaminé hacia la barra y pedí otra cerveza. Me la zampé de un sorbo. Pronto sentí al grupo tras de mí. También pidieron lo mismo. Bebimos. Pedimos más. Volvimos a beber en silencio. Sólo escuchábamos el griterío de locos dentro de la arena. Otra pelea, pero sepa la madre de qué. Al fin me animé y le dije a Linka:

-Está bien. Yo voy.

Los demás voltearon a verme con los ojos abiertos.

-Ay Pollo, ya veo que estás loco de remate –me dijo Mina la culona-

-Si, mierda. Ya te lo dije. Todos estamos locos.

-Ay sí, mierda –dijo Claudia la bonita-

Marcos no hablaba. Estaba como petrificado. Linka le preguntó directamente:

-¿Y tú qué dices?

Marcos se la quedó mirando. Claudia la bonita dijo de pronto, quizás inducida por los efectos de la bebida:

-Está bien. Yo también voy.

Mina la culona volvió a abrir los ojos espantada. Linka la miraba en silencio. Marcos se tragó de un jalón lo que le quedaba en la botella. Silencio. Los gritos seguían oyéndose ensordecedores. Fue Mina quien se animó primero:

-Yo voy con ustedes.

Otro largo silencio. Todos mirábamos al pendejo de Marcos.

-Necesito otro trago –dijo-

Volvimos a pedir. Bebimos. Vi que el ojete de Marcos se lo tragó todo de un madrazo. Puso la botella vacía en la barra y dijo:

-Vamos.

Volteé a ver a Linka. Su clásica sonrisa seguía flotando entre sus hermosos labios. Sin proferir palabra sacó la billetera de su bolsa y pagó la cuenta. Luego caminó hacia el portón del fondo. Llegamos. Golpeó la puerta con la consabida clave. Abrieron. Linka entró y nosotros nos quedamos afuera. Pero la puerta seguía abierta. Me animé y entré. Un tipo se hallaba sentado tras un escritorio. Había varias sillas frente a él. Vi que los demás entraron tras de mí. Linka tenía razón. Lo que yo hiciera también lo hacían los otros. El tipo aquel nos indicó con una seña que nos sentáramos. Nos sentamos. Linka le dijo:

-Oye Toro, vengo con unos clientes.

-Ya veo –contestó el otro con un puro en la boca- ¿Son de fiar?

-Si. No habrá problemas –aseguró Linka-

-Mmm...está bien. ¿Ya les dijiste las reglas?

-No. Será mejor que tú mismo se las digas. –contestó Linka mirándome-

Toro se movió sobre su asiento, se sacó el puro apagado de la boca y dijo:

-Lo que aquí vean no debe saberse afuera. Será mejor para todos.

Nos quedamos mirando y el estúpido de Marcos dijo:

-Si, señor.

Toro se le quedó mirando, hizo una larga pausa, y continuó con su explicación:

-Aquí prestamos ciertos servicios que nadie más ofrece. El lugar es seguro, no hay cámaras ocultas ni nada de esas cosas que comprometan a los clientes. Tampoco complacemos peticiones que estén fuera de nuestros paquetes exclusivos. ¿De acuerdo?

Nadie respondió. Tomándose su tiempo el tipo nos miró uno por uno y continuó:

-Los servicios que ofrecemos son de voyerismo y zoofilia. Sólo eso.

Se hizo un largo silencio. Linka tuvo que intervenir.

-¿Por qué no les explicas cada cosa, Toro?

Toro no contestó. Vi que sus ojos no se apartaban de Claudia la bonita. La chica estaba ruborizada.

-Está bien –dijo al fin- Hablemos primero del voyerismo. Quien quiera puede admirar desde una habitación especialmente preparada para ello a un hombre o a una mujer en pleno acoplamiento con un animal. Se puede escoger al animal. Sólo hay perros o caballos. Podrán verlo todo de principio a fin solos o en grupo, como prefieran. Pero como es voyerismo no se permite tener participación. Lo que si se puede hacer es masturbarse las veces que quieran. Ese tiene un precio.

Nadie contestó nada. Toro volvió a mirar con desfachatez las piernas cruzadas de Claudia la bonita, quien seguía la explicación con el rostro colorado. El hombre siguió hablando:

-El segundo servicio es el de zoofilia. Sólo que éste es participativo. Pueden escoger al animal de su gusto. Tenemos catálogos para todo. En la caballeriza disponemos de diez ejemplares entrenados. Tenemos cerca de quince perros de distintas razas, todos muy bien dotados que son excelentes amantes. Lo hacen con una mujer o con un hombre, lo que prefieran. Este servicio puede ser igualmente en grupo o en single. Cada cual decide eso. ¿Cómo qué se les apetece?

Ninguno dijo nada. Sólo se escuchaba el barullo intenso de los gritos de los apostadores. Se hizo otro pesado silencio. Linka no dejaba de mirarme. Ella me dijo de pronto:

-¿Qué opinas Pollo? ¿No te gustaría probar?

Ni siquiera le contesté. Pensaba en lo caliente que podría ser ver cómo un perro se cogía a Claudia la Bonita. O tal vez, por que no, a Mina la culona. Pero Linka me gustaba también. Y a esa quería fallármela yo mismo. Pensando en esas cosas oí al pendejo de Marcos que dijo:

-Yo quiero el servicio de zoofilia.

Todos nos miramos asombrados.

CONTINUARÁ...

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