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Café Cargado

en Hetero: General

UN CAFÉ CARGADO

Hacía meses que conocía a Marce, una chica que había trabajado en varios cafés del centro de la ciudad. Nos hicimos amigos cuando ella trabajaba en un café con piernas, pero luego se trasladó a uno menos sórdido y y yo también la seguí. Entre taza y taza charlábamos bastante y a veces me tocaba espantar a clientes un poco molestos que la invitaban a salir o se hacían los machitos con ella.

Esa tarde me comentaba de su novio, que finalmente había encontrado trabajo, pero con el resultado que andaba agotadísimo y los fines de semana sólo dormía y tenía mal humor.

-Eso afecta mucho a la relación -comenté, por decir algo.

-Bastante, se pone poco cariñoso -contestó ella, mirando hacia afuera con algo de pena.

-¿O sea, no...? -no me atreví a terminar de formular mi pregunta.

Marce se acercó a mí y habló en susurros para que no escucharan los clientes ni las otras chicas.

-Casi no tenemos sexo -me dijo-. De vez en cuando, pero él se tira encima mío y termina al tiro y yo me quedo mirando el techo.

Yo estaba algo sorprendido por la confesión. Además me daba algo de rabia porque Marce estaba muy buena.

-Pero hay soluciones prácticas al problema del deseo sexual -le dije. Ella se puso roja.

-Bueno, te tengo que confesar que empecé a masturbarme cada cierto tiempo -me dijo.

Mientras ella seguía inclinada hacia mí apoyada en la barra, miré su escote que se me ofrecía y junto con imaginármela dándose una buena paja, me calenté bastante.

-¿Y en qué piensas cuando lo haces?

-En mi pareja, cuando teníamos buen sexo. Y a veces en otros hombres.

-¿Y cuándo fue la última vez que lo hiciste?

-Ayer en la noche -me respondió y volvió a enrojecerse.

La miré fijo a los ojos y ella me sostuvo la mirada. Ojeando en el espejo admiré su culo que estaba maravilloso, apretado por la minifalda del uniforme y sus gruesas pantorrillas. Volví a su escote, dos pechos pequeños pero tentadores, apenas un pedacito de piel blanca asomándose entre la blusa.

-Es harto gil tu pololo , con lo guapa que estás.

Ella se rió y se acercó más a mí. Los clientes cercanos parecían ignorar lo que estaba pasando. Corrí a un lado mi taza de café y rocé suavemente sus tetitas.

-Está rico -le dije.

Un parroquiano nos interrumpió y pidió un café. Marce le sirvió con rapidez.

-Mejor no hablemos más de esto -me dijo al volver.

-Bueno, porque me estaba calentando mucho.

-Yo también -me susurró ella.

Nos quedamos callados, frente a frente. Yo vi como ella apretaba sus piernas y las frotaba. Yo intentaba ocultar mi erección apoyándome en la barra.

-Voy al baño -me dijo. Yo me quedé tranquilo, pero cuando se dirigó a la puerta, Marce se giró y me dio una mirada muy ardiente, con los ojos apenas entornados.

Aquella era una señal clara y la seguí. Me metí sin pedir permiso al baño de empleados y no vi a nadie. Repentinamente, detrás de una puerta se me apareció Marce y nos apretamos en un abrazo desesperado y un beso apretado. Nuestras lenguas luchaban por empujar a la otra y pasar a la boca del otro, ella me acariciaba el poto y yo la tomaba de la cintura y la apretaba hacia mí para que sintiera mi pico duro.

Le bajé los calzones y ella se subió la minifalda,dejándome ver un lindo triangulito de pelo rizado que no pude resistir en besasr, pero no duró mucho pues ella me tironeó hacia arriba mientras me desabrochaba el pantalón y mi pene saltaba libre y furioso hacia afuera. Comencé a frotar su vulva con mis dedos.

-¿Así hacías anoche? -le dije entre jadeos

-Sí, y te imaginaba a tí que me estabas culeando.

-Yo también me pajeé pensando en tí, que te lamía tu zorrita y tu me chupabas el pico y después tirábamos como cerdos.

-¿Así? -me dijo Marce y se agachó, zampándose de una todo mi pene en su boquita, chupando con rapidez, moviendo la cabeza hacia atrás y adelante, haciéndome sentir en el cielo. Ella subió y me besó en la bocamientras yo iba bajado y lamía su deliciosa conchita, su clítoris sobresalía claramente y ya estaban todos sus pelos bastante mojados con la masturbada que le había hecho.

Nos pusimos frente a frente y ella saltó sobre mí, rodeándoe con sus piernas y yo acomodé mi pene y la penetré disfrutando cada centímetro de su vagina. Comenzamos a hacerlo así parados, yo le daba empellones y ella saltaba, cada vez más rápido. Mis manos le apretaban su culo y ella me mordía el cuello.

En un momento paramos y ella se bajó, me dio la espalda abriéndose de piernas y se apoyó en la pared.

-Métemelo, que así me lo imaginé.

-Yo también te imaginé así.

-Culéame fuerte, para cumplir nuestros sueños.

Nuevamente la penetré y comencé a moverme ya de una manera bestial mientras ella ahogaba sus gritos mordiéndose la blusa. Yo le apretaba sus pechitos y tocaba sus pezones duros, mientras ella cada cierto rato giraba su cabeza hacia mí y me daba unas miradas calentonas que me volvían más loco.

-Dale, que ya me voy a ir -me decía ella.

-Yo también estoy cerca, gózala toda -le decía mientras se la metía hasta el fondo.

Finalmente Marce pegó un gritito y vi todo su cuerpo temblar además de sentir las ondulaciones en su concha. Segundos después, yo la llenaba de mi semen en un orgasmo eterno e intenso.

Nos quedamos jadeando unos momentos, yo todavía dentro de ella.

Finalmente nos separamos, Marce me dio un suave y dulce beso en mis labios mientras de su concha chorreaban sus líquidos y los míos.

Nos arreglamos y salimos y pedí otro café con leche.