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Vida Sana

en Hetero: General

VIDA SANA

Había tomado la costumbre de salir a trotar al parque cercano a mi casa, para estar en forma y no criar esa guata que tan mal se ve. Una de las tardes ví trotando a una linda trigueña, viniendo en sentido contrario a mí. Era de tez blanca y un cuerpo bien formado de piernas firmes, cintura y caderas bien definidas y pechos pequeños pero decididos. Le miré de reojo cuando pasaba y rogué por volvérmela a encontrar.

Pasaron varios días sin que la viera y ya estaba algo arrepentido de no haberla abordado de inmediato cuando la vi de nuevo, trotando como siempre. Se veía preciosa la transpiración resbalando por su largo cuello haciendo brillar su piel blanca. Su polera estaba mojada de sudor pero lamentablemente no se le traslucía nada. El pequeño detalle era que ahora andaba acompañada de un gil de aspecto desagradable que se nota que apenas le podía llevar el ritmo pero que hacía el esfuerzo sólo por poder comerse ese pedazo de culo.

No quise verla con tan desagradable compañía, pero de allí en adelante me la topaba cada vez que salía a trotar. Ella cada vez más deliciosa con su buzo apretadito, su trasero duro, sus piernas deliciosas, y con poleras que a veces delataban los pezones paraditos de sus deliciosas tetitas. Y el gil al lado, como siempre, al borde del infarto.

Hasta que ocurrió lo esperado. Tras varias semanas de esos desagradables encuentros, la pillo trotando sola. Me acerqué a ella con cierto esfuerzo, pues tenía buen estado físico y trotaba muy rápido. Ella mantuvo la mirada fija hacia delante. Me mantuve a su altura y ritmo, con bastante más dignidad que el otro tarado que seguramente se habría muerto, por eso no estaba ahora. Repentinamente me miró de reojo. Entornó apenas sus ojos color miel y volvió a mirar adelante, pero esta vez sonreía. Repentinamente dobló y me dio una palmada en mi trasero, como invitación a seguirla. Siempre trotando llegamos a su casa, que estaba bastante cerca de allí y entró. Yo me quedé afuera, dudando. Ella salió de nuevo bajándose uno de los tirantes de su camiseta.

La visión de ese hombro desnudo me enloqueció, dejé todos mis temores de lado y entré. Allí estaba ella de pie, su carita colorada, toda transpirada, aún con la respiración agitada. Me acerqué y besé ese hombro desnudo.Luego ella me besó en la boca y sentí alegremente su lengua jugar con la mía. La abracé haciéndole sentir la erección que comenzaba a tener. Ella se apretó a mí y comenzó a mover su pubis en círculos, de manera que se me puso cada vez más dura. Yo le agarré sus maravillosas nalgas y era una maravilla sentirlas en mis manos, firmes y redonditas. Ella se dio vuelta y puso su culo contra mi paquete y empezó a frotarse. Yo la empujaba y le apretaba las tetas y le mordía el lóbulo de las orejas. Ella empezó a gemir. Acaricié luego su ombligo y luego mis manos fueron subiendo, sacándole su camiseta. Abajo tenía un sostén pero lo dejé allí por mientras. Ella me tironeó mi polera y me la sacó mientras yo le bajaba sus pantalones.

Juro que nunca en mi vida había visto un culo más delicioso. Tenía puesto un calzoncito floreado y su piel suave y brillante por la transpiración lo hacían verse maravilloso. Ella giró su cabeza para ver qué pasaba y me vio con cara de idiota admirando su trasero. Se rió y nuevemente se apegó a mí, siempre de espaldas. Copmenzamos a frotarnos de nuevo, yo le desabroché su sostén liberando unas tetas redondas, no muy grandes pero del tamaño justo. Tiré suavemente de sus pezones mientras mordía su cuello y ella gemía. Ella me bajó los pantalones y mi calzoncillo no podía contener mi erección. Metió su mano adentro para sentirla y volvió a apretarse contra mí. Yo también estaba jadeando ya y le apretaba las tetas. Su pelo largo caía sobre mi cara y su olor me alucinaba.

No aguanté más y le bajé sus calzoncitos, pese a lo lindo que se veían en ese culo. Pero el trasero desnudo de ella seguía siendo de una perfección inigualable, blanquito y brillante, como que fuera de mármol. Ella me bajó mis calzoncillos y mi pene saltó por fin libre. Me sorprendió el tamaño que tenía. Yo no soy un super dotado, pero esa vez la calentura hizo que mi pico creciera más de lo normal.

Siempre de espaldas a mí, ella puso mi pene a lo largo de su conchita y comenzó a frotar, moviéndose hacia atrás y adelante. Sus gemidos eran casi gritos, al igual que los míos. Sentía sus jugos calientes frotarse en mi pene y mi excitación aumentaba. No aguanté más y la tomé del vientre, obligándola a agacharse. Ella se puso en cuatro patas y me miró a los ojos conforme me ofrecía su concha. Froté la cabeza de mi pico contra su vulva un rato y luego la fui penetrando lentamente. Ardía por dentro. Empezamos así, a lo perrito, sus nalgas sonaban con cada embestida que le daba y ella emitía ruidos casi animales. Yo también. Intentaba resistir mi eyaculación lo más posible, y ella se dio cuenta de esto. Se detuvo un momento, se alejó de mí y se sentó en un sofá, de frente y con las piernas abiertas. Yo me sumergí en esa matita de pelo rojizo y sentí el sabor de su conchita. Le lamía el clítoris y le chupaba toda su vulva mientras ella gritaba. Ambos chorreábamos transpiración por tanto ejercicio y nuestros cuerpos brillaban.

Me incorporé y la penetré violentamente, comenzando a moverme con fuerza mientras ella me miraba con calentura. El sillón crujía y de tantos empellones ella comenzó a irse a un lado y cayó al suelo, yo seguí dentro de ella, esta vez arriba y ella chillaba. Agarró el mantel de una mesa cercana y lo tiró, botando unos vasos al suelo mientras ella se paraba y ponía sobre la mesa, y yo me arrojaba sobre ella y se lo metía de nuevo. Me apretó con brazos y piernas y luego yo me puse de pie y comenzamos a movernos así, ella saltando aferrada a mí. Caímos nuevamente en el sillón y ya no pude resistir más y le llené toda su concha de semen mientras gritaba mi orgasmo y ella chillaba el suyo. Nos quedamos un rato jadeando. Comencé a mirar la destrucción que habíamos causado y ella también lo notó y reímos. Comencé a vestirme y ella también, pero al admirarla en ropa interior se me puso dura de nuevo… (CONTINUARÁ)