miprimita.com

Vida Sana (2)

en Hetero: General

VIDA SANA II

Me había quedado sólo en calzoncillos y ella sa había alcanzado a poner sus bombachitas cuando se me volvió a poner dura al darme cuenta de la situación. Me senté a su lado sin saber si hablarle o no, y miré a sus ojos color miel. Ella notó mi erección y alargó un pie para comenzar a masajearme mientras me dedicaba una sonrisa pícara. Yo admiraba su cuerpo, sus senos brillantes por la transpiración y su ombliguito provocador.

Ella hacía un trabajo maravilloso con su pie y me tenía realmente loco, nuevamente loco. Me arrodillé frente a ella y comencé a bajarle nuevamente su calzoncito. No opuso mayor resistencia y empecé a besar el interior de sus muslos. Sentí como su respiración se agitaba y eso me dio ánimos para continuar. Mis besos se fueron acercando a su sexo hasta que alcancé su vulva que todavía chorreaba mi semen, besando suavemente su clítoris. Lamí su conchita y cada cierto rato ponía todo sus exo en mi boca y chupaba suavemente, llenándome de sus sabores. Me dediqué luego a lamer su clítoris mientras le metía un dedo por su vagina y presionaba su pared anterior, buscando el punto G. No sé si lo ubiqué, pero mi anónima pareja empezó a retorcerse y a gemir.

Seguí moviendo mi dedo en lo profundo de su conchita mientras lamía su clítoris. De reojo la miraba y la notaba perdida, su pelo revuelto tapándole la cara y sus pezones duros apuntando hacia arriba. Sus gemidos pasaron a convertirse en gritos hasta que, repentinamente, se arqueó y quedó tensa por un par de segundos sin emitir sonido alguno. Finalmente se derrumbó jadeando. Una lágrima corría por su mejilla y se mezclaba con su transpiración.

Muy ágilmente, y sin cambiar de posición, ella me comenzó a masturbar con sus pies, tomando mi pene con una suavidad y destreza que me maravilló. Ahora era yo el que gemía. Estuvimos así un buen rato mientras mi pico se me ponía cada vez más duro y chorreaba líquido preseminal, hasta que no resistí más y muchas gotitas salieron disparadas, mojando sus tobillos y sus pies.

Nos acomodamos en el sillón y estuvimos abrazados largo rato. Maravillado con sus pezones, se los comencé a chupar y pellizcar delicadamente mientras ella me manoseaba mi pene. No tengo idea como se me volvió a poner duro. Ella me echó hacia atrás y se quedó mirando mi falo un buen rato antes de comenzar a lamerlo. Allí se me terminó de poner dura y comencé a entrar y salir con velocidad de su boca. Cada cierto rato ella me dedicaba unas miradas calentonas que me alucinaban. Repentinamente, y para agradable sorpresa mía, ella dejó de chuparmelo y saltó arriba mío. Mi pene nuevamente encontró el calor de su interior y empezamos a tirar de nuevo. Yo hacía embestidas fuertes hacia arriba y ella, como era liviana saltaba y su pelo volaba por el aire, mientras gritaba su calentura. Finalmente, ambos nos apretamos, ella frotaba su concha con todo mi pico adentro mientras vivía su tercer orgasmo y yo entre apretadas convulsiones liberaba los últimos restos de semen que me quedaban.

Nos quedamos bañados en nuestro sudor, retozando durante largo rato antes de comenzar a poner orden en la casa.