miprimita.com

Mi estancia con la familia

en Sexo con maduras

LA FAMILIA

La verdad es que se podría decir que es hasta idílico vivir así, sino fuera porque estoy en la cama medio paralítico, pues solo muevo un poco los pies y el cuerpo, el resto está inútil, eso si cada día más vigoroso y con más salud, la polla y el cerebro. Lo demás de puta pena.

Lo idílico es el sitio en que me hallo recluido: amplio, confortable, y además últimamente muchas personas se ocupan de mantener mi espíritu y mi polla en formidable estado de salud y de uso: Que más se podría pedir en mis condiciones.

Os cuento en un santiamén mi situación: un padre joven, y viudo, que tras un complicado accidente me tuvieron que apuntar parte de mis brazos, y me he quedado como les decía medio paralítico. A causa de ese estado me llevaron a vivir al amplio chalet de mi hijo, donde en un principio me cuidaba la joven y rellenita esposa de mi hijo, como yo requería algún cuidado que otro añadido y más íntimo, y puesto que una joven no se iba a esclavizar a un tullido como yo, pues se contrató a una buena mujer experta en estas lides para que se ocupara no solo para esas faenas más comprometidas, sino también me hiciera compañía algunas horas al día; y que por caridad también se ocupaba de mi polla a la cual dedicaba alguna buena felatio, o algún que otro refriego de tetas por mi pollón, todo ello " de pascua en ramos", aunque no era para quejarse.

Ante tal situación y queriendo mis queridos anfitriones regalarse con algún que otro homenaje, acordaron traer a vivir hasta esta fabulosa casa a la madre de Lola, mi nuera, así podría tambien cuidarme y hacerme compañía, ya que también estaba viuda, y ellos de paso podían vender su gran piso en Madrid y hacerse de paso con unos cuántos millones para hacer la piscina, ampliar la casa y cambiar los BMW por Mercedes....etc.

Y así comenzó esta historia, lo cierto es que tenía todo el día a tres mujeres encima mío, a lo cual no era ni ajeno mi sensible pollón, que a la mínima se ponía en posición de "tentetieso" sin que pudiera hacer nada por disimular aquél crecimiento espontáneo, en cuanto unas tetas o un culito de aquellos se me acercara, aunque fuera mi propia familia.

Lola y su madre, hacían la vista gorda, aunque estaba seguro que las impresionaba aquél súbito bulto, pero no se atrevían a ir más allá de subirme el embozo o arreglarme la almohada, aunque en aquellas maniobras yo absorbía cada olor y fragancia de sus cuerpos, y me perdía en aquellas anatomías de redondeces y mayúsculas carnes. El resto de maniobras tanto de Lola, como su madre, se las dejaban a Eutimia, que cada día me manejaba con más soltura.

Cuando a juicio de aquella buena mujer, creía que el semen se iba agriar o salirme por las orejas, pronto se inclinaba sobre el pollón y con suaves lamidas que iban desde el ombligo hasta los huevos, para poner a ciento por hora, lo que ya se salía de madre, abría aquella boquita de piñón capaz de meterse un salchichón y allí la tenía sobre el eje de mi cuerpo, cuando embragando el frenillo, cuando lameteando el cabezón, mientras con una mano subía eje arriba, y eje abajo; estoy convencido de que con la otra se hacía un buen pajote.

El caso es que con aquellas maniobras hacía que yo me fuera por los cerros de úbeda, y la leche de mi polla subiera casi a la lámpara, como alguna vez sucedió, por lo cual ante tal estropicio, optó por sorber aquel efervescente manantial, hasta dejarlo como una patena lo que para mí constituyó todo un sumun; a base de ruegos alguna vez conseguí que me dejara ver sus enormes tetazas y me pajerara con ellas cuando la ebullición de mi polla estaba a punto de explotar. Pero éstas ocasiones eran muy contadas, y un tanto apresuradas dado el personal que había por casa.

Pero quien más adelante se ocupó de mí y hizo realidad todas mis fantasías, fue mi nuera Lola.

Yo notaba que algunas mañanas mi hijo se quedaba en casa para acabar algún proyecto, y cuyas estancias coincidían más con la madre de Lola, que con ésta, y que después de aquellas estancias mañaneras la Viudita, rejuvenecía y tenía un buen semblante, además de estar más locuaz y más proclive a ínfimos toqueteos más mentales por mi parte que físicos.

Alguna tarde mi compañía me dejaba ver alguna que otra esquina de sus braga, con el pretexto de agacharse para limpiar, o cuando me sacaba al borde de la piscina a tomar el sol, ella como si mosquita muerta me mostraba algún que otro recodo o pelillo de su abultado chochazo que amenazaba salirse del traje de baño.

Que yo supiera no tenía novio o amante , y sí yo estaba así , ella que era más joven y que hacía tiempo que no probaba polla, tenía que estar que se subía por las paredes. Y sin embargo nada de ello sucedía, aunque alguien más se hacía esas mismas reflexiones.

No había pasado mucho tiempo, cuando una mañana sentí que alguien en medio de la oscuridad de la habitación, tiraba de la finas sábanas y con buen tiento buscaba mi polla, la mano no era grande y era suave, me alarmé porque pronto reconocí por el fru fru de sus ropas, y su olor que era Lola, quien se preparaba para el festín de mi polla, a cuyo potro no tardó en subirse, en la oscuridad la imaginé echa una fiera, pues así eran los asaltos sobre mi pobre polla, ecalomándose en un estrechito chocho que lo sentí calarse como un estrecho guante de goma como vaselina, y adaptarse a las formas y curvas, hasta sentir el chof, chof, de que se lo había metido hasta la misma base, es más le debió parecer que no era bastante el ariete, lo cierto es que mi hijo no está tampoco muy desarmado, me retorcía los huevos para que aquello subiera más y más..., cuando ya se hubo satisfecho, y dulcemente yo me iba corriendo dentro de ella, se dejó caer sobre mi pecho llorando, y entre hipido e hipido y me enteré de lo sucedido, a la vez que tales suspiros iban exprimiendo en dulces retorcijones mi amadísimo ariete.

Lola que ya sospechaba algo, había instalado algunas cámaras en el estudio de mi hijo, y así fue como el cabronazo se beneficiaba a la desconsolada viudita de las abultadas carnes, que no se cortaba un pelo, según me mostró en el vídeo mi nuera, la Viudita en cuanto quedaban a solas, se ponía un liguero negro y una diminuta faldita de criada y una cofia, y así se iba rebozando por el cuarto hasta que mi hijo la doblaba en dos sobre el cabezal del sofá y la empitonaba cuando por arriba cuando por abajo, y le iba dando fieros plumazos con quitapolvos, a la vez que la muy condenada echaba las manos atrás para abrirse más y mejor.

En señal de despecho y en venganza de que su marido se beneficiaba a su madre, Lola se echó sobre mí aquella mañana que os he contado. Lo que me puso aún más cañero no era tanto el ir beneficiándome a la nuera, que me hacía un buen tilín , y más cuando descubrí sus encantos y su docilidad para cumplir mis fantasías, sino cuando comprobé que estaba dispuesta a humillar a su madre y en cuyos planes entraba yo mismo.

Así fue como introdujimos en la casa una serie de utensilios que nos servirían para nuestro desenfreno, y una mañana hicimos creer que mi hijo vendría a visitarla, a lo cual ella respondió poniéndose su imaginativo y provocador disfraz, se estaba toqueteando en el sofá , cuando entramos yo en silla de ruedas tapado don una manta y mi Lola en albornoz, ambos saludando, quedó perpleja y más cuando Lola le enseño el vídeo grabado, la amenazamos de nadie se enteraría si se prestaba a una sesión con nosotros en la cual sería dulcemente humillada, para empezar Lola la hizo cambiarse allí desnuda ante mí , para que pusiera unas apretadas ropas de plástico, que le dejaban aún más expuestas sus redondeces nalgatorias y mamales, la obligó a mamarme la polla que tras la manta ya amenazaba a explotar, la señora se resistía pero unos cuántos latigazos propinados por Lola la hicieron entrar en razones, y pronto se amodorró al martillo pilón, que termino embadurnándola como un sanbenito.

No contenta con ello, Lola se subió a mi ariete a la vez que hacía que su madre nos chupase a ella el ojete y a mí los huevos en un larga lamida a la vez que lubricaba mi polla en continuo vaivén era exquisito sentir tanto placer y más cuando Lola me levantaba la cabeza y me daba a chupar sus dulce tetas coronadas con inmensos pezones; Tras un descanso Lola que ya estaba en plena perfidia, volvió a encalomarse un mi polla pero estaba vez por su puerta trasera, que era la que más le gustaba a mi hijo y que la tenía realmente entrenada para tales maniobras, por lo cual nada le costó ensartarse en la estaca, a si madre la puso a nuestro lado mientras le iba encalomando consoladores de gran talla, para cuando estuviera bien lubricada darle todo un revolcón aquella Viudita.

Lo cierto es que estábamos fuera de sí, cuando Lola colocándome adecuadamente obligó a su madre ponerse encima de mí , ella creyó en un principio que era para follármela con mi polla, luego cuando su hija la obligó a deslizarse más hacia delante creyó que tendría que dejarse chupar la almeja, pero su sorpresa fue mayúscula cuando Lola empezó a chupar uno de los muñones de mi brazo, a la vez que lo embadurnaba de vaselina, con la intención de que la bruja de su madre se lo tragará hasta el fondo ya que le gustaban las grandes pollas, ésta se resistía pese a la serie de latigazos que le propinaba su hija y que le iban poniendo el cuerpo rojo de verdugones, aún así se resistía, no sé si le daba miedo el enorme muñón o asco, aunque a mí me hacía cantidad de ilusión verla a ella precisamente encalomarse en él, como su chocho se iba abriendo y abriendo hasta entrar hasta el tope y todo en primer plano a escasos centímetros de mis ojos.

El vocerío fue en aumento, lo cual atrajo a Eutimia hasta el estudio, y a la cual a golpe de latigazo también Lola obligó a dejar sus estrechas maneras y empitonarse a mi ariete a la vez que colaboraba en obligar a la Viudita , ha tragarse el muñón, y así fue como tuve uno de mis mejores orgasmos sentir como un chocho que nunca había probado polla como la Eutimia, ya con casi tantos años como nosotros, iba culebreando por mi ariete y cogiéndose a los hombros de la Viudita para no desfallecer en el intento, y obligando con ello a la renuente Viudita a meter un centímetro tras otro aquél muñón en la abundantísima raja de mi consuegra, fue algo que casi me lleva la hospital de medio infarto que me dio y que vino fenomenal para explotar aquel harén que las crueles circunstancias me habían puesto ante los ojos y mi polla.

Y así fue como por mi habitación y mi cama y fueron desfilando escenas de tríos, bondaje, lluvias y el más puro estilo bizarre que tanto Lola como yo planificábamos para el resto del grupo y en el cual iban participando un variado mosaico de hombres y mujeres de diversas características: lesbianas, embarazadas, golfas, amas de casa, etc, ante la ignorancia de mi hijo que seguía aferrado de vez en cuando al culito de su mujer, y a la mina sin fondo de su suegra. Sin más imaginación y sin muchas ganas de ir más allá

ã Abelardo de leyre