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Antonio, todo un animal sexual

en Zoofilia

Úrsula entró al laboratorio y cerró la puerta con llave, venía ansiosa, excitada para ser más preciso; adentro la esperaba Antonio, su compañero de experimentos desde hacía varios meses; estaba en la pequeña piscina que tenían dispuesta dentro de aquel espacio para realizar experimentos con diferentes especies marinas.

Ella levaba cinco años como encargada del área de estudios marinos del centro de investigación para el cual trabajaba; era una morena espectacular; quien la veía circular por los pasillos, fácilmente podía imaginar, al detallar su aspecto y vestimenta, que se trataba de alguna relacionista pública del instituto. Siempre vestida con las mejores y más novedosas ropas, su cabello, aunque nunca lo peinaba artificiosamente, denotaba los cuidados permanentes que le prodigaban los profesionales a quienes ella le confiaba uno de sus tesoros corporales.; sus pies, generalmente iban desnudos en altas zapatillas que hacía que sus piernas se tornaran más esbeltas, en fin, todo un espectáculo en un mundo, donde generalmente, imaginamos encontrar solamente Nerds, envueltos en batas blancas, con gafas muy singulares y aspectos realmente decepcionantes.

Antonio había llegado cinco meses atrás y apenas se lo presentaron a ella, quedó prendada de su hermosura; casi dos metros de músculos, cabeza totalmente calva, lo que hacía que a pesar de su juventud, se viese más atractivo, al menos para el gusto de Úrsula, su único defecto, y esto, desde el punto de vista femenino, puede llegar a ser una virtud en cualquier macho, es que era mudo, no podía articular palabra alguna, pero su inteligencia, y su lenguaje corporal, le permitieron a ambos comunicarse desde los primeros momentos. Muchos pensaban que también era sordo, pero ella estaba segura que él podía oírla pues, cada vez que ella le sugería algo, aun cuando él no podía ver su rostro, inmediatamente iniciaba la acción encomendada por su superiora que, a fuerza de nunca pronunciar palabra, no debía llamarla "jefa" o "doctora", como le decían casi todos en el oceanográfico.

"Hoy lo vamos a hacer como tanto hemos deseado desde el primer día", dijo Úrsula sin ver todavía donde estaba Antonio; él, por toda respuesta, salió de la piscina totalmente desnudo y la esperó apoyado en el borde. Ella al verlo así, en todo su esplendor, le faltó tiempo para quedar en igualdad de condiciones. Su deliciosa humanidad quedó a expensas de lo que él quisiera hacer con ella.

Apenas se sumergió en el agua, Antonio se dejó deslizar al interior y en solo dos impulsos, la tuvo entre sus brazos rodeándola completamente; ella sujeto su cabeza contra su pecho en medio de aquellas rotundas tetas y él de inmediato se sació en sus pezones, literalmente, succionó sus labios con una fuerza impresionante para luego penetrar su boca y hacer que la lengua de ella experimentara por primera vez el placer de un beso intenso y penetrante como jamás le habían dado en sus 28 años de vida.

Mientras tanto, a Antonio le sobraban brazos y le faltaba el tiempo para acariciarla por todos los rincones de su cuerpo; desde los dedos de sus pies, hasta el más recóndito rincón de su cuerpo, fueron expuestos a roces, chupones y penetraciones que, en algún momento fueron simultáneas, toda vez que él la tenía penetrada vaginalmente con casi veinticinco centímetros de carne, su boca permanecía llena con uno de los dedos que él hábilmente le introducía, mientras tanto, haciendo alarde de mucha destreza, con el brazo que rodeaba su cintura, se encargaba de penetrar su trasero, multiplicando así las sensaciones que inundaban el cuerpo y la mente de aquella circunspecta científica marina que sentía las caricias al mismo tiempo por todas partes.

Los orgasmos de Úrsula no se hicieron esperar, Antonio sabía muy bien lo que hacía, administraba cada caricia en el lugar y momentos precisos, logrando mantenerla en un casi permanente orgasmo desde los primeros momentos. Eran infinidad de orgasmos, pero se sucedían tan seguidos, que parecía que la curva de intensidad se había tornado horizontal en el gráfico de registro; no había picos, no había depresiones, el placer era intenso y sostenido por espacio de casi veinte minutos.

Cuando Úrsula sintió que la vida se le escapaba de tanto placer, solo pudo medio articular una frase casi inaudible: "Basta tesoro, me matas de tanto placer!!", aquello sirvió para demostrarle a Úrsula, que Antonio, no solo era más inteligente de lo que muchos suponían, además de incansable y buen amante, también podía oír, incluso aquel susurro pronunciado sin aliento.

La dejó que se aferrara al borde del estanque y con una sensualidad de movimientos, la fue liberando de aquel delicioso abrazo, lanzó un chorro de tinta al momento de alejarse de ella y se puso a girar en círculos demostrando que, los pulpos gigantes, además de una inteligencia superior a la de sus primos pequeños, poseen emociones, algo que Úrsula se encargó de anotar en la bitácora del experimento que Antonio le había ayudado a realizar.

Antonio permanecería mucho tiempo en aquel centro de investigaciones, ya que, como de todos es sabido, ningún experimento científico puede darse por terminado hasta que no cuenta con el "Aval del Tiempo".

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