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Buesa, siempre mi favorito

en Confesiones

Poema del desencanto

Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora

como dos fugitivos de la misma condena.

Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:

No valías la pena.

Ya llegaba el otoño, y ardía el mediodía.

Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,

pero acerqué mis labios y la encontré vacía.

No valías la pena.

Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,

o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.

Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:

No valías la pena.

Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,

y el eslabón amable que es más que una cadena.

Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho:

No valías la pena.

Me alegré con tu risa; me apené con tu llanto,

sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.

Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,

no valías la pena.

Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,

o acaso el desaliento del que sembró en la arena.

Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:

No valías la pena.

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