miprimita.com

La Lágrima del Mal

en Grandes Relatos

LA LÁGRIMA DEL MAL:

Estoy aburrido. Sentado aquí, frente el profesor. Nada me motiva, no tengo nada que hacer. ¿Seré superdotado? Bueno... es más probable que lo sea de abajo que no de cabeza pero es una posibilidad existente. El profesor de matemáticas me está molestando de nuevo.

—Haber Dani. ¿Puedes decirme la matriz de 456 y 675?—.

Lo miro con cara de aburrido. La verdad, no sé porque estoy haciendo primero de bachillerato si lo odio. ¿Por qué me obligan mis padres? Tal vez... ¿Por qué no quiero defraudarles? Seguro... Mi padre es uno de los más importantes jueces de España y quiere que yo llegue a ser algún día tan grande cómo él.
No obstante... estoy harto de todo. No me apetece nada estudiar. ¿Será por el golpe de cabeza que me di al caer de la moto de Luís? La verdad no puedo responder. Pero se me está girando la cabeza y no veo tan lejos la idea de levantarme y propinarle una patada al profesor.
Se me ocurre una idea.

—¿670... Y cuanto? —pregunto.
—675 —repite el profesor.
—¡¡¡POR EL CULO TE LA HIIIIIIIIIIINCO!!!!.

Me ha salido que ni pintado. La clase empieza a reír. Y a mis 16 años, por una vez en la vida me siento orgulloso de ser quién soy. De borrar esa imagen de niño perfecto. Del hijo del honorable juez. Por una vez quiero ser "yo mismo".

— ¿C...Cómo has dicho? —reacciona el profesor tras mirarme con cara de tonto.

Las risas de la clase impiden que oiga bien el como. Oigo un alumno recién entrado en un ataque de tos. Realmente parece que se va a morir.
Decido ahorrarle la faena.
Me levanto de la silla y me yergo con nunca me he erguido. Con la cabeza bien alta. Y no porque mi padre pueda comprar la dignidad de cualquiera que haya en la clase, sino porque soy yo mismo y además, "creo", que he perdido la chaveta.
Me saco la pistola, me giro velozmente y apunto a la cabeza del chico con el ataque de tos. Apretó el gatillo.
Veo pasar ante mis ojos las imágenes de mis compañeros. Los que no me ven porqué están sujetándose el estómago o están riendo por el suelo ni se inmutan. Los que me ven...
Veo pánico en sus ojos, en esa décima de segundo lo veo. Veo al que está sentado al lado del chico con el ataque de tos. Tiene la mirada más temblorosa que haya visto en mi vida. Pienso que nunca más la volveré a ver, y tal vez sea verdad.
— ¡Pum! — se oye un fuerte estruendo.

Las paredes parecen temblar y tas centésimas de segundos se oye un silencio sepulcral. Ese silencio que todos ansiamos cuando estamos estudiando o concentrados leyendo, o tal vez ese silencio que nos irrita cuando estamos estudiando. Que hay tan silencio que hasta molesta.
Por momentos siento lo que todo ser humano ansia en la vida: "PODER". Me siento poderoso, la gente me tiene pánico. Puedo sentir el respeto que me tienen. Nadie osaría, en este preciso momento levantarse de la silla, ni tan siquiera mirarme. Este es mi momento yo tengo el poder.
— Supéralo padre —pienso para mis adentro— Nunca tendrás este tipo de poder. Tendrás muchos otros. Pero este… ¡jamás!.

Entonces se oye. Se oye el ruido tan esperado. Una gota cae al suelo. O lo que es mejor: "una lágrima". Pero no es una lágrima cualquiera.
Me da miedo.
Es una lágrima diferente. Irradia un calor extraño que embadurna la clase. Puedo sentir almas gritando, bosques quemándose y gente llorando.
Un escalofrío recorre mi cuerpo.
El chico con el ataque de tos me mira fijamente con los ojos entornados y la boca semiabierta. Es evidente que ha visto mi pistola apuntándole directamente a la cabeza. ¿Es él quien ha derramado la lágrima?
No.
Nadie osa hablar. A pesar de que ha sido un disparo de fogueo nadie habla.