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Mi historia erotico-sado-masoquista (3)

en Dominación

Final

Continuaba sobre la mesa totalmente inmovilizada y aún con los restos de esperma de las velas en mis tetas.

Observé como el verdugo pedía permiso al sádico para quitarme la polla de goma que introdujeron en mi boca y que me la sellaba de tal forma que no podía ni casi respirar.

Noté que se acercaba por ese olor a sudor de hombre, que siempre emanaba, y que tanto nos atrae.

La retiró, levantó su capucha, descubrió su boca y me dio lengua.

Nunca habían recorrido el interior de mi boca de aquella manera.

Me estaba volviendo loca.

Qué sensación tan extraña le tenía terror y a la vez le necesitaba.

Lo noté en el momento en que me dio el primer latigazo, me dolió pero me agradó.

Empecé sentir con su lengua en mi boca, que quería ser suya, ahora si que me empezaba a excitar

Se rompió el encanto y el placer cuando el cliente, gritó.

Suéltala, de pies, los brazos en la espalda, sujetos con esposas.

.Busca una soga y ata sus tetas por la base.

Mi verdugo así lo hizo.

Ya se están poniendo moradas.

Ahora con la palmeta de cuero un buen golpe.

En ese momento vi las estrellas, como era posible el que me estaba dando lengua, fuera tan cruel.

Solté un alarido y me caí al suelo.

El verdugo quería continuar, menos mal que el sádico le paró.

Ahora me dí cuenta que me adoraba pero que su amor era verme sufrir y torturarme y mi atracción hacia él, también era masoquista por lo que su dolor se convertía en excitación y deseo, era su forma de quererme.

Me levantaron entre los dos y por deseo del cliente me colgaron con cadenas del techo.

Así no te caes, pues ahora vas a sufrir.

En ese momento vi como el sádico se acercaba a mi con unas agujas

Qué preciosos pezones, ya tienes los globos morados, y en el centro esos pezones erguidos, que sólo les falta dar leche, pero a lo mejor te voy a inseminar hasta dejarte preñada.

Ahora empezamos el juego de verdad.

Le pidió al verdugo como dos maderas unidas, que el cliente me colocó, apretando los pechos, mientras con unas pinzas metálicas apretaban mis pezones.

A mi verdugo se le salían los ojos de las órbitas hasta el punto que pidió permiso al cliente, para sacarse la polla, y echarme toda su leche en mi cara, lo que fue acogido con una gran risotada del cliente.

Dado que los pezones estaban a punto de estallar, cuando me quise dar cuenta el cliente me clavó en cada uno de ellos, sendas agujas que los atravesaron, dejando un surco de sangre.

Mientras esto hacía, el verdugo se me pegó a mi espalda, restregando su enorme polla por mi trasero.

Fue como un momento de relax, pues las agujas al tener las tetas tan apretadas y machacadas, no las noté demasiado y por otro lado el verdugo me estaba acariciando el culo con su polla.

Pero duró poco la tranquilidad..

Esa espalda debería estar ya cruzada por el látigo grande.

El látigo no puede parar.

El verdugo se dirigió en busca de un látigo enorme, larguísimo, con terminación metálica, comentó el apropiado para una superficie amplia como la espalda.

Empezó su trabajo, yo sólo oía el silbido del látigo, el ruido al estrellarse en mi espalda, el escozor producido y la especie de quemadura que supone un latigazo.

No podía resistir tanto dolor, hasta que providencialmente, el cliente levantó la mano y el verdugo paró su castigo.

Me descolgaron, quitaron las cuerdas y agujas de mis tetas lo que me produjo un dolor tremendo, al circular la sangre nuevamente, allí sentada se acercó el cliente y me meó en plena cara, y al resbalar por el pecho, me produjo un intenso dolor.

Cuando pensaba que me dejarian descansar un rato.

Verdugo estas tetas cuando son grandes como las de nuestra esclava admiten una cosa maravillosa, como atarlas bien y suspenderla de ellas, con una sorpresa abajo.

Pensé nunca más presumiré de tetas pues van a ser mi perdición, efectivamente el verdugo procedió a atarme `por la base de las tetas y colocó la cuerda en el techo, y mediante la polea, me alzó un poco, colgada con un dolor tremendo, pero el cliente en tanto fue a por el brasero que colocó encendido a mis piés, lo que suponía que si dejaba caer mi cuerpo al suelo me abrasaría.

Asi me mantuvieron un tiempo, que me resultó interminable.

Seguidamente me ataron sobre una mesa bien abierta, en cruz, y así comenzaron a trabajar mi concha, clavando decenas de alfileres en los labios vaginales.

Grite de dolor, con todas mis fuerzas, pero a la vez me mojé, tanto que se veía escurrir el jugo.

Mira la zorra como goza.

Vamos a calentar un poco más.

Con una varilla fina puesta al rojo en el brasero me van quemando con pequeños toques mi sexo y mis tetas.

Ya no resisto y vuelvo a rogar que se detengan.

. Si paramos pero comunicaremos a tu amo que fallaste, piénsatelo bien.

Por pedir eso seremos más duros aún.

Si acepto, continúen hasta donde deseen, soy toda suya

No hay nada como las nenas comprensivas.

Mis tetas estaban atadas al máximo traspasadas por los alfileres, seguían dando azotes hasta que perdí el conocimiento, que recobre cuando me arrojaron un balde de agua fria.

Más tarde me volvieron a colgar de las tetas, colocaron un separador de hierro, entre mis tobillos para que mis piernas pudieran estar abiertas al máximo, y con un látigo de dos o tres terminales finas, especial para castigar chochitos, como un látigo de nueve colas, empezaron su trabajo, con certeros golpes justo entre la raja, creo que si buscan el clítoris con este látigo tan fino seguro que le encuentran, hasta que el cliente comentó:

El coño ya le tiene preparado, como has trabajado muy bien, puedes follarla.

No había terminado de pronunciar la frase, cuando noté la enorme polla del verdugo, dentro de mis entrañas, entraba y salía, como una máquina, rozaba mi clítoris, y me empezaba a mojar dentro de mi dolor, cada embestida que me daba, notaba un dolor al final, pues se nota que una polla tan grande te atraviesa entera, gritando como un loco, me echó su leche caliente que inundó mi matriz.

La sacó y sin darme cuenta tenía dentro la del cliente, que aunque voluminosa noté que entraba sin ninguna dificultad, siguió insistiendo hasta que tuve un enorme orgasmo, que fue el placer de todos, mientras él también me echaba la leche.

Mientras el verdugo metió su polla en mi boca, más que en la boca, en el final de la garganta, hasta que volvió a depositar su semen en lo más profundo de mi interior.

Grito, grito con todas mis fuerzas, aún no sé si es por dolor o por placer o por ambas cosas.

Asi pasamos toda la noche, hasta entrada la madrugada, donde terminé llena de sudor, sangre de los latigazos, esperma y orina.

Luego me entregaron a Nora quien me cuidará hasta que me recupere..