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La iniciacion de Berta por parte de su madre

en Dominación

BERTA

Me llamo Berta, ahora tengo 32 años, vivo en pareja con Alfonso, no tenemos hijos y nos llevamos, ni bien ni mal, quizá un poco cansados de la rutina de tantos años.

De pequeña no conocí a mi padre, quien se fue de casa, siendo yo muy niña. Me educó mi madre, que fue una mujer sumamente exigente, autoritaria y creo que sádica conmigo, como más tarde veremos.

. Físicamente mamá era una mujerona, grande, con mucho de todo, ese tipo de mujer que excita a los hombres.

Ella tenía varios amigos, que no nos mantenían, pienso yo, pero si nos ayudaban.

Mi madre, como he indicado, era sumamente severa conmigo, y desde que tengo memoria recuerdo que todo lo que no le gustaba de mi, lo arreglaba a base de castigos físicos.

Los tirones de pelo, pellizcos y azotainas estaban a la orden del día.

Había cosas que ella no soportaba, una era que después de arreglarme para salir le dijera ya en la calle: tengo pipí.

Yo sabía que pronunciar esa frase suponía o hacérmelo en las bragas o subir a casa a empujones, llevarme a su habitación, cerrar la puerta, encender la música a toda potencia, colocarme tumbada boca a bajo, encima de sus piernas, subirme la falda, bajarme las bragas hasta medio muslo, sujetarme fijamente con el brazo izquierdo e iniciar una interminable azotaina en el culo, hasta dejarle rojo como un tomate.

Pero lo bueno o lo malo, es que una vez finalizado, a mi me gustaba contemplarme en el espejo del baño y sentía cierto placer, hasta el punto de que había veces que fingía una maldad, para sufrir el supuesto castigo.

Pero en una primavera, sin darme cuenta, mi cuerpo cambió y todo mi entorno también.

Los amigos de mi mamá que cuando venían a casa no me hacían caso, ahora empezaron a decir:

-Es una mujercita.

- Qué guapa está.

- Qué cuerpazo va a tener.

Y también, en lugar de echarme a mi cuarto, empezaron a palpar mi culo, a acariciar mis mini-tetas, a meter un dedo en mi boca, a intentar que me sentara en sus rodillas. . .mientras que mi madre en lugar de decir que ya estaba bien, todo lo contrario.

" Dale un besito a mi amigo, pero con la boquita abierta, que a él le gusta así"

" Ahora como hace mamá, metiendo la lengua".

" Berta en casa cuando te sientes abre bien las piernas, que mi amigo no se asusta".

" Súbete la falda que vea que culito más lindo tiene mi niña".

" No te gusta sentarse en sus rodillas?. Estarás más cómoda que en el sillón y notarás una cosita".

" No te muevas que sólo quiere ver tus braguitas nuevas y acariciarte el culito"

Hasta que llegó un día, que pudo ser clave, mi madre no recuerdo el porqué, me llevó a su habitación, como siempre cerro la puerta con llave, puso la música, pero el lugar de colocarme encima de sus piernas, dijo:

Eres mayor y pesas te voy a atar a la cama, quítate la falda y las bragas.

Me colocó unas abrazaderas en muñecas y tobillos y quede atada a la cama, con brazos y piernas totalmente abiertos.

Recibí el primer azote y seguido una caricia en el carrillo del culo, un segundo, tercero siempre acompañado de la caricia, que se agradece mucho, después del escozor del golpe.

Mi madre me soltó, me puso de pié, me dejó totalmente desnuda, y comenzó a girarme en redondo, como si me exhibiera.

Cuando estaba en plena faena escuché como un clic de una foto, o al menos me pareció

Me colocó sobre la cama, esta vez sólo inclinada, y seguidamente, noté como una mano, que no era de la mi madre seguro, una mano más fuerte, más grande, más recia, subía por la parte interna de los muslos hasta llegar al final, la paraba mi ingle, luego tocó el turno a la parte exterma de mis muslos, que delicia, notaba un inmenso placer, como no había sentido en mi vida, hasta que volví a notar la mano de mi madre, que en este caso, apretaba toda mi vulva estrujándola como si de un limón se tratara.

Un nuevo palmetazo.

En tanto, la mano que me parecía masculina, recorría mi rajita, recorriendo con un dedo lentamente los labios vaginales, poco a poco, muy lentamente, los dedos iban abriéndose paso entre los labios y uno de ellos se quedó quieto en el botoncito, que primero apretó y luego inició giros en redondo.

Me estaban volviendo loca.

Ahora estaba segura que la mano de mi madre la que recorría la rajita, mientras tapó mi cara, algo extraño, una tela con cremallera, un pantalón. . .y dentro de él, algo puntiagudo y duro.

Restregó la tela o el pantalón por mi cara.

Mi madre me quitó la venda y quedé muda frente a ella.

Miré de reojo y estábamos solas.

Vístete.

La verdad me pareció todo un sueño, pero cuando me escondí en el baño para mirarme el culo, comprobé que estaba totalmente rojo y que por delante era como si me hubiera meado.

Escuché que mi madre me llamaba.

Berta escucha.

Una buena noticia

Mañana por la tarde no irás al colegio.

Vendrá, Antoine, un amigo de mamá, que tu no conoces, y pasaremos la tarde los tres juntos.

Es un señor mayor muy bueno, pues le va a hacer un buen regalo a mamá y a ti también si todo va bien, te dará dinero para tu hucha.

Estaremos en mi dormitorio, como siempre, y tu solo tienes que ser cariñosa con él y hacer todo lo que él te diga, cuando llegue, le das un beso con la boca abierta, de esos que gustan a los amigos de mami.

Se obediente pues tendrás dinero y gozarás como hoy, que ya he visto que movías el culito y cuando una chica hace eso, es que está gozando.

Si no te portas bien, él te va a pegar, y no es como mamá, pues el ya me ha dicho que pega fuerte, y yo no lo voy a impedir. Así que atenta. Se obediente

Esa noche, por vez primera en mi vida, no podía dormir, nerviosa pensaba en como podía pegar aquel señor.

Mi madre por la mañana, me bañó a fondo, me frotó a base de bien la rajita y el culo, mientras repitió una y mil veces las recomendaciones de obediencia y la amenaza de un duro castigo.

Pasaron las horas lentamente, hasta que puntualmente sonó el timbre, me empezaron a temblar las piernas.

Apareció un señor mayor, con el pelo blanco, muy alto y fuerte y muy bien vestido, besó a mi madre en la boca, y rápidamente se dirigió hacia mi.

La verdad es igual que en la foto. Me gusta

Yo no sabía nada de fotos, pero me limite a abrir la boca, como me habían ordenado, y él no hizo ni caso, sólo dijo de forma autoritaria:

Vamos que hay que aprovechar el tiempo.

Entramos en el dormitorio y sin más preámbulos me empezó a desnudar.

Una vez totalmente desnuda, me dijo:

Colócate en la cama a cuatro patas.

Casi darme cuenta me soltó un tremendo azote con la mano abierta en pleno culo, que casi me tira de frente.

Sin querer solté un quejido o más bien un alarido.

Sujétale bien, que va a cobrar, dijo a mi madre.

Quieres que la ate?.

Sí y ponle esta mordaza, pues aunque prefiero escucharla, estamos en un piso, otro día lo haremos en un lugar mío más tranquilo, donde podrá gritar sin ser oída, me excita escuchar lloros y quejidos.

Miré con el rabillo del ojo y comprobé con estupor como mi madre sacaba de su cómoda una vara y se la ofrecía.

Bambú, me gusta. Es una pena no tengas preparada la habitación para colgarla.

El próximo dia.

Sujétala fuerte.

Una vez inmovilizada y amordazada, inició a darme con la vara en el culo, cada latigazo veía las estrellas, me escocía, me ardía, cada vez más fuerte, pensé que me iba a desmayar del dolor.

Gritaba y lloraba mientras mi madre apenas podía inmovilizarme, hasta que el señor me dio un fuerte golpe en la espalda y me tiró en la cama boca abajo.

Una vez allí empezó a acariciar mi culo, mi espalda, mis muslos, todo por donde la vara de bambú se había estrellado y había mordido.

Pronto su mano separó mis muslos y acarició mi sexo, pasando sus dedos por mis labios vaginales.

Abrí ligeramente los ojos y comprobé que él estaba sentado en la cama, con los pantalones bajados, y mi madre chupando su cosa.

El señor me agarró del pelo y me llevó la cara a su cosa, que metió en mi boca.

Mama gritó mi madre, chupa fuerte.

Yo intentaba hacerlo, pero como me empujaba la cabeza, me daban arcadas pues me la ponía dentro de la garganta y no podía respirar.

Respira por la nariz imbecil.

Aquel enorme trozo de carne, entraba y salía de mi boca, hasta que noté un líquido amargo, caliente que se derramaba en el interior de mi garganta.

Traga, traga, traga la leche de tu amo.

Me soltaron y me mandaron fuera del dormitorio, lo que aproveché para comprobar en el espejo del baño la enorme paliza que me había dado aquel asqueroso tío, tenía todo el culo amoratado y con sangre.

La verdad es que al menos habia sido mucho más corto de lo que yo suponía y en el fondo aunque había visto la estrellas, ahora todo había pasado.

Me daría dinero?.

Berta, mi amigo se marcha, dale un beso.

Salí corriendo, desnuda aún, y esta vez si que dio un beso con lengua bastante largo, que la verdad me hizo notarle en mis partes íntimas. Le abracé fuerte y eso le gustó.

Nena nos volvemos a ver la semana próxima, me has gustado, te llevaré a mi refugio.

Vuélvete y enséñame el culo.

Está perfecto, ahora te curará mamá, pues sangras un poco, pero las marcas te durarán hasta el próximo día que estemos juntos.

Aunque te duela quiero darte una palmada con la mano.

Lo que Vd. quiera señor.

Me coloqué instintivamente de espaldas y con las manos apoyadas en la pared, Me soltó un bofetón en pleno culo, sin demasiada fuerza, en mis doloridas nalgas, pero supo apreciar mi buena disposición, hasta el punto que dijo:

Te he dado 200 € para ella sola, pero me ha gustado tanto que toma otros 200.

Loca de alegría me lancé a sus brazos y le llené de besos, recorriendo con mi lengua toda su boca, tal como él me había hecho a mi.

Bertita no te vas a arrepentir de haberme conocido.

Verdad que disfrutas cuando te pego?.

Te gusta el dolor?

Sí Señor Antoine.

Mentí, pero quizá no del todo.

El próximo día probarás cosas nuevas, tendrás mayor castigo, estarás bien inmovilizada en mi casa del bosque, sueño con verte bien colgadita de una viga, con un separador de piernas y yo frente a ti gozando de tu dolor.

Me excitas tanto que te llevaría ahora mismo, vas a ser mi perdición.

Me dio otro beso con lengua, mientras decía:

Ni en sueños había soñado tener una esclava como tú, hoy ya me tengo que ir, pero ya estoy soñando con volver a verte.

De rodillas, Berta, dijo mi madre.

Bésale los pies es tu amo

Así lo hice, mientras él decía

Déjala es muy joven ya la domaremos adecuadamente.

Me levantó sujetándome de los brazos y una vez frente a él me abrazó con fuerza, sacó un pañuelo, lo pasó por mi culo lleno de sangre, y lo guardó diciendo:

Es un recuerdo de tu primera sangre derramada para mí, espero que me vas a dar mucha más.

Asentí con la cabeza mientras el amo salió por la puerta.

Una vez que se había marchado, mi madre me miró sonriente.

Te has portado muy bien, pues te ha zurrado fuerte y has resistido. A mi ni me ha hecho caso, sólo te ha besado a ti, pero no importa.

El te quiere para él sólo, pero eso no puede ser, hay muchos esperando.

Yo no entendía nada, luego con el tiempo, comprendí el alcance de las palabras de mi madre y lo que significaba hay muchos esperando.