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Enriqueta la más pura, inocente y candorosa esposa

en No Consentido

Ginela llamó.

Formamos una peña de cuatro amigos, nos reunimos casi todos los días, en un bar después del trabajo, para tomar unas copas y charlar.

Los temas principales, son los de la mayoría de los hombres: deportes y mujeres.

En cuanto a estas últimas hablamos de las ajenas y las nuestras, desde luego conocemos como se comporta en la cama cada una de ellas, pues nos lo comentamos todo.

Físicamente tengo la suerte de tener la más agraciada, pero también la más inocente, más recatada y menos ardiente.

Y precisamente comentando una vez más, esta circunstancia, ya conocida por todos, Andrés propuso un juego, que nos pareció en principio, maravilloso.

Él conocía a un amigo enfermero que se hacía pasar por ginecólogo, quien disponía de un piso, con material médico, incluida camilla ginecológica, para sus ligues, comentaba que había desvirgado a un montón de nenas y follado a muchas más., presumía de que la nena que entraba virgen en su consulta no salía como tal.

El juego consistiría en llevar a una de nuestras mujeres al enfermero para que la follara él y todo el resto de los amigos.

Después de la explicación todos volvieron sus ojos hacia mí, pues Enriqueta reunía todas las condiciones: guapa, tonta, inocente. . que más se podía pedir

La idea me super excitaba y a la vez se. me pasó por la cabeza, desde mis luchas en el noviazgo para intentar tocarla hasta los ascos por mamarme la polla, el culo virgen sin dejarse abrirle. . era mi venganza a todas mis frustraciones sexuales, aunque había que conservar el tipo e insinué un sorteo, pero fue rechazado de inmediato.

Acepte pues la verdad la idea me excitaba lo suficiente como para no oponerme a nada.

Dicho y hecho, Andrés llamó a su amigo, y nos fuimos a su casa.

Nos citó en su "picadero" particular, un piso en las afueras de la Ciudad, en un bloque semivacío, un salón grande con la camilla, una mesa y un buen equipo de aparatos ginecológicos, un reservado con una cortina, otra pieza desde donde se podían esconder los "invitados" y el cuarto de baño.

Nos recibió Enrique, rubio de mediana edad, no muy alto pero con una cara de libidinoso que no podía con ella.

Le comentamos nuestro propósito, que inmediatamente aceptó, máxime después de enseñarle la foto de mi esposa.

Al comentarle su infertilidad decidió que era ese el mejor motivo, que intentaríamos preñarla y luego si no deseaba parir se la garantizaba un aborto gratuito realizado por él mismo.

Para las explotaciones y pruebas comentó que acostumbraba a sedar a sus clientas, aunque luego acabo comentando que la sedación no era otra que drogarla con un preparado que por un lado la activaría el libido y por otro el de anular su voluntad.

En principio todo perfecto, máxime teniendo en cuenta que Enriqueta no probaba mi verga desde hacía casi tres semanas, cosa que tampoco era tan extraña dada su pasiva forma de ser y nuestro distanciamiento en el sexo.

Le comenté a mi mujer, sin mas aclaraciones, y dándole por hecho, que el próximo sábado la llevaría a un médico especialista para unas pruebas de fertilidad.

Yo en el fondo no sabía por donde me iba a salir y cual no fue mi sorpresa cuando me dio las gracias, diciendo que había soñado con acudir a un médico.

Me tuve que ocultar en el baño para llamar por el celular a mis amigos a fin de darles la buena nueva y a su vez pajearme como pocas veces había hecho en mi vida.

Se me hizo eterna la semana, estaba empalmado continuamente.

Llamaba a todas las horas a mis amigos, pero con mi mujer no quise ni volver a tocar el tema, no fuera que se arrepintiera.

Por fin, llegó el sábado, yo ni dormí aquella noche, Enriqueta estaba nerviosísima, esa día casi ni comimos, lógicamente le dije que no sería nada, y dolor ninguno, pues creo que para esas pruebas sedan al paciente.

..Enriqueta se pasó la mañana en el baño, duchándose, depilándose, peinándose. . .le recomendé ropa interior blanca, pues me daba morbo que fuera como una novia, con un vestidito ajustado, la verdad estaba guapísima.

Ya eran las siete de la tarde y habíamos quedado a las ocho, pedí un taxi, pues con la excusa que no sabia donde estaba el consultorio, aproveche para no llevar mi coche.

Cuando llegamos al portal, Enriqueta me comentó, que la parecía raro la cita en sábado y a esa hora, asi como que el sitio era un poco cutre, a lo que tuve que contestar que estos sabios actuales no dan importancia a estos detalles y que nos recibía como un gran favor, por lo que debería dejar a un lado sus mojigaterías y sus vergüenzas. . . pues conociéndola el hecho de desnudarse delante de un hombre aunque fuera médico, le parecía inimaginable.

Llamamos a la puerta y nos abrió Enrique, con su bata blanca, y unos ojos que se salían de las órbitas al ver el monumento que le llevaba.

Por favor siéntense.

Ya me comentó su marido, el problema, y esperamos resolverle.

Como el sistema patentado por mi, es muy revolucionario, yo le pido no haga comentarios y simplemente se deje hacer y obedezca, pues todo lo que se haga es por su bien.

Póngase de pié.

Enrique dio la vuelta alrededor de mi mujer mirándola de arriba abajo.

Es fuerte y se la ve sana, una hembra ideal para reproducir, sólo precisará un buen semental, y no quiero decir que Vd. no sirva.

Por favor, suba la falda de su esposa.

Es importante que la hembra tenga esos muslos poderosos, anchura de caderas, forman el arco idóneo para parir y tiene también buenas ubres para dar leche abundante.

Dicho esto, y como yo sostenía levantada la falda, con una mano abarcó la vulva entera de mi mujer.

Una buena vulva debe de ser como una fruta, un limón, jugoso, tierno, esponjoso y a la vez consistente, que se pueda exprimir bien con una mano

Noté que la proporcionaba un buen apretón estrujándola mientras ella permanecía inmóvil.

Mis pacientes siempre recuerdan de mi, este apretón de vulva, es como mi firma en su cuerpo. Les gusta a ellas y a mí también, aunque las trato como hembras nunca como mujeres.

Nunca hubiera imaginado que mi mujer hubiera aceptado que la agarraran de esa forma sus castas partes púdicas, pero lo aceptó sin inmutarse.

Creo que fue el comienzo del examen del experto falso ginecólogo y mi asombro por la conducta de mi esposa.

Esta situación me volvía loco, pues sabía que cinco hombres estaban viendo a mi mujer, enseñando sus intimidades y dejándose estrujar su sexo.

..Nunca había estado tan excitado, ni me podía imaginar tanto placer, hasta las piernas me temblaban.

. - Siéntese, casi ordenó a mi mujer, mientras se dirigió a mi.

Estamos de enhorabuena pues físicamente por lo que he podido ver su mujer es válida para el tratamiento y esto es lo más importante.

El tratamiento es complicado, calcule que hoy necesitaré trabajar con su esposa, un mínimo de cuatro horas, aunque el ideal sería toda la noche, por lo que si lo desea puede marchar y llamarme luego para ver si hemos terminado.

Ella se quedó como muy extrañada, pero no dijo absolutamente nada, era el segundo aviso, el primero fue el apretón de vulva y el segundo tan dilatada sesión.

Para mí también pues comprobé que aquel hombre era un verdadero experto e iba paso a `paso, estudiando a la victima para comprobar hasta donde debía de llegar sin fallos.

Si tiene que quedarse toda la noche, no tenga reparos, pues lo primero es lo primero.

No lo sé, ya veremos como responde.

Siendo así, me iré a ver a mis amigos.

Te parece bien amor?.

Sí prefiero pues si te quedas me vas a poner más nerviosa de lo que estoy.

Di un beso a mi mujer, le pregunte si estaba tranquila y al decirme que sí.

Obedece al Doctor amor que como te ha dicho todo es por tu bien.

Me fui hacia la puerta, la cual lógicamente no traspasé, sino que cerré para que mi mujer escuchara el ruido.

Inmediatamente me reuní con mis amigos en la habitación de al lado, para escuchar la conversación y observar por las mirillas que había instaladas.

Como tengo que hacer una revisión profunda, prefiero sedarla un poco, pues las que no han parido siempre son un poco más estrechas.

Póngase de espaldas y recostada en la camilla, sólo es un pinchazo, suba la falda y baje las bragas.

Sin miedo, conmigo necesita tener casi más confianza que con su marido.

Ya está.

Es una inyección que la preparará para el tratamiento.

En dos minutos le hará efecto.

La ha dolido?

No Doctor, casi ni me he enterado.

Permanezca así recostada hasta que la avise.

Comprobamos desde nuestro escondite, como Enrique estaba babeando entusiasmado, la verga se salía del pantalón, y mis compañeros no daban crédito al ver el culo de mi mujer en pompa, recostada en la camilla, con las bragas bajadas.

Doctor me siento mareada.

Esa es la coca que la ha metido, decían mis compañeros.

Podrá desnudarse sola?. Tiene que quedarse como vino al mundo.

Si me ayuda mejor, Doctor, no se que me pasa.

Entonces vimos como Enrique presto la desabrochaba la blusa blanca que llevaba puesta, dejando ver el sujetador del mismo color, que guardaba sus grandes tetas, la soltó la falda escocesa que cayo al suelo, dejando a la vista unos redondos, potentes y torneados muslos, una braga blanca cubria sus interioridades, que al bajarla Enrique dejó ver un conejo peludo y negro como el azabache, que a mi no me gustaba pero ella jamás quiso afeitarlo.

Soltó el sujetador de aro, que formaba dos maravillosos redondos globos, y aparecieron dos tetas muy grandes, pero duras, altas, bien formadas y con buen pezón.

Mis compañeros saltaban de emoción y lujuria.

Ya está, ahora suba a la camilla.

Enrique se dirigió al extremo de la camilla, muy amablemente le ayudó a subir los pies sobre los soportes de la camilla ginecológica, con lo cual sus piernas quedaron levantadas y muy separadas, y su vagina totalmente al descubierto, separo a tope los soportes mientras que con una cinta ató los tobillos a los estribos e hizo lo mismo con las muñecas sujetándola a la camilla.

Estará mejor inmovilizada pues si se mueve se puede lastimar

Se encuentra bien?

Un poco mareada pero bien.

Vd. puede gritar o sollozar no la escucharan pero si fuera necesario la colocaré una mordaza.

Ahora la quiero bien relajada, que voy a empezar.

Enrique con ambas manos abarcó un pecho y empezó a masajearlo enérgicamente, agarrándole de la base y retorciéndole.

Va bien verdad?.

Si Doctor.

Prosiguió con el otro.

Seguidamente comenzó a apretar los pezones, cada vez con más fuerza, hasta pellizcarles y estirarles, lo que provocó el primer quejido de Enriqueta, sin duda mezcla de placer y de dolor.

Silencio que todavía ni hemos empezado.

Dicho esto, le soltó un bofetón en plena cara, que sin duda sirvió para saber lo que se debía de hacer y lo que no, así como dejar sentado el camino a seguir.

Para mi que fue el definitivo y tercer aviso.

Tenía vía libre por parte de ella, le obedecería en todo.

Yo no salía de mi asombro, no esperaba que mi mujer iba a reaccionar de aquella manera.

Le bajan ya los picores?

No sé Doctor.

Lo voy a saber yo?.

Ya tiene picores en el sexo.?

Siente deseos ya?.

Voy a comprobarlo y no perderemos tiempo con preguntas. Comenzaremos la exploración:

Acercó una banqueta entre la piernas de Enriqueta y se sentó para comenzar con la revisión vaginal.

Con los dedos de su mano izquierda separó un poco los labios vaginales, mientras que con el dedo medio de su mano derecha comenzó a recorrer el borde de ellos, primero a la derecha de arriba hacia abajo, luego lo hizo de igual forma con el lado izquierdo,

Introdujo primero un dedo dentro de su argolla, comprobando que ya estaba húmeda.

Abrió aún mas la labios en la parte superior comenzó a frotar el dedo mayor de la mano derecha contra el clítoris.

Entonces el falso doctor comenzó a tocar sus labios mayores los cuales estaban abultados por la excitación, revisó el clítoris, tocó sus labios menores e introdujo un espejo vaginal en donde observó que había excitación por el flujo y le introdujo sus dedos para realizar el tacto vaginal.

Tenemos una muy buena lubricación vaginal, las tetas ya se han agrandado por la acumulación de sangre igual que los genitales, los pezones erguidos, la aureola hinchada y el clítoris salido, el cuerpo ya tiene buena temperatura, el color de los pechos y los genitales han cambiado, comprobó como abriendo los labios mayores y examinado los menores, que habían aumentado su espesor dos o tres, conservando el previsto color rojo brillante, de las mujeres que no han parido, pues en las que lo han hecho se delata un tono morado oscuro.

Tenemos los músculos tensos, la miotonía.

Enrique recogió de la mesa, un especulo el más grande y lo introdujo en la vagina, abriéndole en su interior.

Esto duele verdad, pues es por mentir

Cuando tenga picores debe decírmelo.

Si, Doctor.

Tiene deseo?.

Si Doctor.

En un momento lo arreglaremos, pues Enriqueta ya estaba más que a punto para recibir.

Estaba en una pose muy erótica, con su vagina medio entreabierta por efecto del especulo, y lubricada por el gel.

Enrique se bajó los pantalones y colocó la cabeza de su miembro justo hacia la entrada de la vagina, apuntado la raja de su victima, mientras sus poderosas manos sujetaban con fuerza la cintura de mi esposa, a fin de que tenerla bien fija y clavársela lo más hondo posible, en aquel cuerpo ya tenso de la excitación.

Los labios ya separados, y una vagina relajada y bien dilatada recibieron al miembro del supuesto médico, que entró como un cuchillo caliente en un pan de manteca, lento pero sin parar.

Sólo quedaron fuera los huevos.

Enrique experto en desvirgar jovencitas, empleó la misma táctica, y dejó su verga totalmente quieta en el interior del útero de mi mujer, para que la vagina se amoldara a su polla.

Ella ya suspiraba, jadeaba fuertemente hasta el punto de que hizo señas a Andrés para que con sigilo tapara los ojos de mi mujer con un paño y a su vez colocara una mordaza con pelota de goma en su boca.

Ella seguía levantando su estómago y moviéndose como una posesa, lo que hizo que Enrique tuviera que propinarle la segunda bofetada, esta vez con más contundencia.

Si estas caliente te aguantas.

Vas a recibir hasta decir basta.

Ahora Enrique metía y sacaba su polla dulcemente, hasta que comenzó un mete y saca enloquecido, en menos de 10 minutos, Enriqueta recibió una fuerte descarga que le inundó de semen toda la matriz, mientras ella gritaba, lloraba, sudaba, echaba jugos.

El falso Doctor, se tomó un minuto más en dar las últimas contracciones de su poya, con el fin de depositar hasta la última gota de líquido seminal.

Casi sin sacarla ya colocó la polla de Andrés dentro de la vagina de mi mujer.

Ella estaba ya descontrolada.

Tuvo su segundo orgasmo, acompañado de fuertes gritos y sollozos.

Y Andrés la volvió a inundar, mientras Enrique apretaba los labios para que no se saliera el preciado semen.

Nueva polla, más semen, nuevo orgasmo. Uno a uno fueron pasando todos los amigos e incluso casi todos repitieron.

Eran las doce de la noche y uno a uno se fueron todos. Nos quedamos mi mujer, Enrique y yo.

Enriqueta estás bien, pregunto Enrique, separando los muslos y agarrando su vulva con toda la mano como al principio.

Ella sonrió y con la cabeza afirmó.

Ahora estás relajada y tranquila? Y mientras esto decía le daba un buen apretón, al que ella respondía con una sonrisa, de aceptación y placer.

Enriqueta volvió a sonreír y afirmar con la cabeza.

Quieres más?.

Lo que Vd. disponga Doctor.

Yo creo que sí, lo noto en tu cara, conozco a las hembras y tu necesitas más, aunque tienes todo el coño irritado.

Vas a venir por aquí muchas veces, te necesito todas las semanas, me encantará preñarte y más abortarte.

Soltó la vulva.

Ahora te taponaré bien y te quedarás recostada una media hora.

Le colocó un tampax en la vagina con el fin de que no perdiera el preciado semen y la dejó descansar bien estirada, pues es sabido que para una buena inseminación, después de recibir la leche, la hembra debe permanecer inmóvil al menos media hora.

Enrique me comentó:

Si quieres la meto otra dosis, tienes una mujer que es una máquina de follar, ella no tiene conciencia de lo que ha pasado sólo que ha gozado como nunca lo había hecho.

Hasta el lunes tenemos tiempo y yo tengo voluntarios que la darían caña muy a gusto, la noche acaba de empezar, ella no se va a enterar si es uno o son seis.

Piénsatelo tu decides.

Nota. La decisión de seguir el autor la cede al lector.

Espero sus opiniones y deseos.