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Mi Hermana

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Mi Hermana

"El día que vine al mundo, por poco pierdo la vida.

Mi madre y sus constantes problemas emocionales, casi me llevan a desaparecer antes de llegar. Irónico, pero muy cierto.

Me llaman Magdalena, porque mi madre dice que vivía llorando. En este momento tengo tan solo 21 años de edad, pero la gente dice que parezco una vieja. Me llaman señora cuando voy a comprar el pan. Tengo largas ojeras y al caminar, mi pierna se dobla constantemente.

Hay una marca que tengo de nacimiento en la cadera. Le pregunte en reiteradas ocasiones a mamá el por que de esa cicatriz. Dice que es lo que me salvo la vida y no quiere hablar mas del tema."

Magdalena escribía en su cuaderno la breve historia de su vida, tarea que le indico el profesor de lenguaje. La educación de adultos era la alternativa que le quedaba para poder sacar la enseñanza media.

Si bien, Magdalena al nacer fue una niña muy débil y enfermiza, cumplió su enseñanza básica completa. Pero un extraño mal se apodero de su cuerpo, al cumplir los 15 años. Su cuerpo parecía contorsionarse simulando un ataque de epilepsia, pero los médicos no le encontraban nada.

Paso varios años en cama, y cada vez su cojera se hacia mayor.

Una tarde, la enfermedad de la niña comenzó a decrecer. Sin explicación alguna, el extraño mal abandono su cuerpo tal como apareció. Así que la joven decidió volver a las clases regulares.

+

Magdalena, ya puedes irte a tu casa – dijo el profesor.

La joven, con dificultad se levanto del pupitre y tomo sus cosas para salir. Pero, antes de cerrar la puerta, oyó la voz de alguien que la llamaba.

Magdalena…

Se giro pero no había nadie.

¿Algún problema? –preguntó el profesor.

No. Sólo que creí que alguien me llamaba.

Es imposible. Sólo estamos tú y yo en la sala, y yo no te he llamado.

Discúlpeme… - dijo avergonzada, y abandono la sala.

Quizás el cansancio la estaba haciendo oír cosas.

El baño y el refresco del agua en la cara de seguro la haría sentir mejor. Con dificultad, avanzo por el largo pasillo, llegando hasta el baño de mujeres.

Era tarde, y las clases nocturnas ya habían finalizado, así que difícilmente se encontraba alguien mas por esos pasillos.

Entro al baño y se sentó en uno de los retretes, para descansar. Pero un ruido, la hizo sobresaltarse.

Alguien entro corriendo al baño y comenzó a patear puerta tras puerta.

El pánico la invadió de golpe. Puso pestillo al baño y se aferro de su mochila. ¿Quién podría estar golpeando así las puertas?

Cada vez sentía que el causante de tanto alboroto se acercaba mas hacia ella. Y el sudor frió corría por su frente.

El agresor, se paro frente a su puerta y le dio una patada fuerte, derribando el pestillo.

Magdalena palideció. Curiosamente no había nadie.

Asustada, comenzó a correr, tropezando por culpa de su pierna mala, por los pasillos del colegio, tratando de salir, buscando como fuera alguna salida, pero alguien había puesto cerradura en todas las puertas.

- No puede ser, no puede ser – comenzó a decir, entre lagrimas – ¡Déjenme salir, por favor!

Un eco, repitiendo su nombre se oía desde el pasillo que conducía al baño.

¡Basta…! –dijo, llorando – Por qué me hacen esto… ¡Por qué!

De pronto, tras la reja de la cual se sujetaba, apareció una niña de apenas 6 años, vestida con camisa de dormir. Sus rasgos eran similares a los de Magdalena. Pero, su rostro enfermo, y su notoria palidez, la hacían parecer un cadáver.

No quiero estar sola. Te extraño. –dijo la niña, metiendo su delgadísima mano entre la reja, tratando de alcanzar a Magdalena, quien estaba presa del pánico- Mírame. Me quieren separar de ti. ¡No los dejes hermana, no los dejes!

Magdalena sintió que se desmayaba. No entendía nada. Cayó al piso, entre lágrimas y desesperación, resignada a morir entre esos barrotes.

Mírame, tenemos las mismas marcas. – una marca en la cadera desnuda de la niña, se marcaba notoriamente- Me separaron de ti. Te hicieron vivir a ti. ¡Y a mi me dejaron morir!

La boca de la niña comenzó a deformarse, transformándose solo en una mueca diabólica, la cual se acercaba mas y mas a los barrotes de la puerta.

Magdalena, presa del pánico, trataba de escapar, pero aquel ser, parecía poseerla lentamente.

Comenzó a sentir su cuerpo frió, como si alguien la poseyera completamente, su cuerpo ya no le pertenecía.

Mi nombre… es María… -dijo el espectro deforme, mientras se acercaba mas y mas a la joven, provocándole un desmayo.

+

Hija, ¿eres tú? –dijo la señora Marta al sentir una llave en la puerta. Pero al ver pasar un cuerpo distinto al de su hija, sintió un escalofrió.- ¿Quién anda ahí? ¿Magdalena?

No…mi nombre es Maria… -dijo un ser que se encontraba frente a ella, de rostro cadavérico, enfermizo, sonriente, pegado por una cadera al cuerpo de su hija Magdalena, la cual yacía completamente deformada en el suelo, ya sin vida.