miprimita.com

Los Celos de Papá

en Otros Textos

Los Celos de Papá

Miguel, Felipe y yo somos una hermosa familia. Nos ha costado mucho salir adelante, con harto esfuerzo hemos construido nuestro humilde hogar. Miguel es mi esposo, un buen hombre, se recibió hace poco tiempo de Maestro de Básica y felizmente encontró un buen trabajo.

Felipe es mi pequeño angelito. Tiene un par de meses de vida, es mi alegría, mi tesoro. Me costó demasiado traerlo al mundo, constantemente las matronas me decían que no me ilusionara con él, porque venía con problemas.

Pase las 40 semanas casi en cama, me movía muy poco por miedo a volver a sangrar. Miguel se porto demasiado bien conmigo, me cuidaba y me traía todo lo que yo quería para poder satisfacer mis antojos.

Esa semana antes de dar a luz, la pasé en el hospital. Veía como lloraban las pobres chicas primerizas al dar a luz, el dolor era horrendo para ellas y sinceramente tenía demasiado miedo a que me hicieran una cesárea.

Al final, no fue necesario. Cuando empecé con las contracciones me llevaron de urgencia a pabellón para recibir a Felipe.

Puje con todas mis fuerzas, el dolor era mayúsculo, sentía como se me desgarraba el útero. Pero Felipe no lloraba. Me asusté bastante, pensé que algo no iba bien.

La enfermera me dijo que al parecer venía medio moradito. Y se lo llevaron.

Pasaron horas eternas, no pude tenerlo en brazos y estallé en llanto. No recuerdo bien después que pasó. Creo que me sedaron y me dejaron en mi cuarto.

Cuando desperté, Felipe aún no estaba conmigo. Todas las mamás tenían a sus bebes en brazos o al lado, en su cunita. Pero Felipe no estaba. La cuna vacía y mis pechos hirviendo en leche.

Decidí ir a ver qué ocurría. Y me levanté.

Ahí estaba mi niño, durmiendo en su cunita, con una marquita en la nariz, al parecer habían tratado de meterle unos tubos para hacerlo respirar. Pálido y dulce, suave y algo frío. Necesitaba a su mamá.

Así que me lo llevé, lo acosté a mi lado y lo amamanté. Nunca me han gustado los médicos, así que me lo llevé ese mismo día del hospital.

Hace dos meses que somos los mejores amigos, es parte de mi todo.

Pero las cosas últimamente han cambiado con Miguel. Se aleja de mí, a veces he llegado a creer que tiene una amante.

Me ignora y sobretodo, ignora a mi Felipe.

Leí en internet, que los hombres sienten celos de sus hijos, que hay que darles mucha atención también a ellos, pero Miguel no parece estar interesado en mí. Es más, cuando le pido que le cambie el pañal a Felipe, me ignora, se pone a ver televisión y sólo se limita a decir: “ya voy”. Al final nunca lo hace.

Tampoco lo baña, ni lo mece.

Al parecer simplemente, lo detesta.

Y mi Felipe es mi todo, me entiende, se ríe con mis tonteras, me entrega sus manitos en señal de aprobación.

Mi Felipe tan dulce, tan tierno, ¡no se qué voy a hacer cuando se case! Lloraré lagrimas infinitas por mi dulce angelito.

La matrona ya me ha dicho que mi útero se dañó. No podré tener más hijos. Me apenó mucho saber que Felipe no podrá tener hermanitos.

Pero él me consuela con esa sonrisa constante en su rostro pequeñito.

Hace poco, descubrí que Miguel me espía cuando estoy con Felipe. Me mira de reojo, a veces se que está tras de la puerta. Escuchándome. Espiándome. Parece un hombre enfermo. Un celópata.

Ayer tuvimos una enorme pelea. Me grito cosas horrendas. Que él no entendía por qué pasaba tanto tiempo con ese bebé, que por favor entendiera que las cosas iban mal, que ya no sabía qué hacer conmigo.

Lo veo cada día más enfermo, a veces hasta ha llegado a empujarme y decirme que le doy asco. Que tengo olor a podrido. Que no soporta el tenerme cerca. No entiendo por qué hace esto. Odia al bebé. Odia a nuestro angelito.

La cosa se ha vuelto insoportable estos días.

Ayer, mientras dormía con Felipe, se metió al cuarto  y lo arrojó al tarro de la basura.

Creí que me volvería loca. Le grité que era un enfermo, un psicópata, un mal padre, un hombre celoso y enfermo.

Pero él me grito algo peor…

-         ¿Hasta cuándo seguirás durmiendo con un feto muerto?