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Cosas de consultorio

en No Consentido

Un día largo en quirófano… 4 cirugías, 20 pleitos con enfermeras, anestesiólogos, el jefe, el camillero… demasiado estrés en el sistema, necesitaba sacarlo. Crucé el transfer hacia el vestidor, no escuchaba nada realmente, voces alejadas de mi realidad… o mejor dicho, yo alejada de la realidad. Me quite el gorro de quirófano, perdiendo el look de lechera de la campiña holandesa… no es algo q realmente considere ‘sexy’, pero no se puede evitar mientras trabaje en esto. No sé en qué momento quise entrar a cirugía. La gente va y viene, las enfermeras con sus pláticas tan profundas, las anestesiólogas quejándose de todo y la otra cirujana… bueno, que puedo decir de ella? Simplemente quiero salir… pero aun tengo documentos que entregar. Me cambio el uniforme a la mitad del vestidor, dejando caer el pantalón azul al suelo y la filipina le hace compañía poco después, quedando en tanga y strapless blancos. Busco mi ropa en el casillero… no me he dado cuenta todavía que la puerta que da hacia el transfer está abierta hasta que me siento observada. Qué diablos pasa? Giro la cabeza en dirección opuesta a la fila de casilleros y lo veo… Con quien estuve peleando todo el día, ahí, parado, en pijama negra… follandome con la mirada. Levanto una ceja, que le sucede al sujeto? Odioso como siempre.

Entorno los ojos y meneo la cabeza. Me acerco a la puerta y me quedo ahí parada frente a él, ciertamente en posición retadora, reflejando que estoy a punto de golpearlo. El tipo solo sonríe de una manera ciertamente pervertida. Con una sonrisa algo cínica le digo “Te gusta lo que ves?”. Él sigue sonriendo y me recorre de arriba abajo. No puedo negar que me gusta como me observa…

Me acerco a la puerta, y coloco una mano extendida sobre el filo, el cuerpo pegado a ella, una rodilla doblada, le sonrío y… azoto la puerta en su nariz. Que imbécil… Regreso a mi casillero a buscar mi ropa. En menos de 5 minutos ya estoy vestida… pantalón de vestir café, halter azul cielo y el obligado saco blanco.

Salgo del vestidor hacia la oficina, caminando con una pesantez poco creíble… boto los papeles en el escritorio y me voy. Realmente no tengo ganas de discutir hoy con él. El jefe de enfermeras se queda con la palabra en la boca… todavía tengo que ir a seguir peleando con aquel idiota. Dios me ayude.

Recorro los ya desiertos pasillos de la clínica hacia el consultorio de él. Paso uno, dos, tres… 6 consultorios con las luces ya apagadas. Ya es algo tarde… porque justamente le tengo que estar reportando a él después de todo lo que paso? Toco en la puerta suavemente… con algo de suerte se fue y simplemente dejo la luz encendida. Pero hoy Fortuna no está conmigo… Oigo pasos que se dirigen hacia la puerta y el pomo girando. A los pocos segundos aparece su silueta dibujada contra la luz del consultorio. Con su típica sonrisa irónica me dice que pase… después de haberle cerrado la puerta en las narices no sé cómo hacer para que no me haga la vida imposible.

Me invita a pasar y tomar asiento frente a su escritorio lo cual hago de muy mala gana. Santiago solo sigue sonriendo mientras el mismo se sienta frente a mí. Tranquilamente saca el reporte, el expediente y el acta de defunción del paciente, poniéndolos frente a mí. Su sonrisa irónica continua mientras pregunta “Y bien?” Yo comienzo a alegar, todo fue un gran lio, nadie supo que paso o como, pero yo era el médico encargado de ese sector… simplemente había ido a fumar un cigarrillo… no tenia porque haber pasado nada en esos 20 minutos… pero extrañamente algo o alguien había desconectado el monitor… Recién había entrado al hospital cuando sonó mi celular: el paciente más grave había caído en paro, sin causa aparente, cuando ese mismo día en la mañana se había reportado estable… Todo era un desorden en el expediente, las indicaciones, las hojas de enfermería. Medicamentos que yo jamás indique aparecieron en las indicaciones, lo que es peor, medicamentos a los cuales el paciente era alérgico, datos que no tenían sentido alguno y ordenes de lo más inverosímiles escritas en las hojas de enfermería… además de reportes ajenos a mí, firmados por mi puño y letra…

Santiago no deja de sonreír con mucha ironía. Esto ya es más de lo que acostumbra. Para este entonces ya se encuentra de pie, caminando de un lado a otro del consultorio, aparentando estar pensando, pero realmente dudo que le importe lo que yo le diga. Sigo hablando al aire, Santiago esta en otro lado… De repente siento sus manos sobre mis hombros.

-Sabes que tengo el futuro de tu cedula profesional en mis manos, cierto?

Mi corazón empezó a latir a una velocidad exagerada. Su rostro cerca de mi cuello, su respiración sobre mi oído, sus palabras penetrando lentamente hasta mi inconsciente. Dios Cristo, que quería decir con eso. Miles de ideas pasaron por mi mente, pero todas se esfumaron dejando solo una idea latente y viable mientras sentí sus manos deslizándose por entre mi blusa. No podía ser posible

-…y sabes que si sigues conmigo como hasta ahora podre hacer de tu vida un infierno… o simplemente hacer q no puedas ejercer más…

Sentí como se me helaba el corazón. No podía ser cierto… sus manos subieron de mi pecho y comenzaron a jugar con mi pelo. El corazón casi se me salía… que hacer? Seguía sintiendo sus manos deslizándose entre mi cabello, su cara acercándose a olerlo… y al final, como enredaba mi cabello en su mano y lo jalaba hacia abajo, haciendo q mi cuello se extendiera y pudiera verlo.

-…y sabes que disfrutare por ello…

Vi la sonrisa más vil que jamás había visto en toda mi vida. Me levanto de la silla con un jalón y supe entonces que no me dejaría ir hasta que se divirtiera lo suficiente. Se me hizo un nudo en la garganta, pero no podía demostrarle mi pánico… aunque puedo asegurar que él lo olía

Me aventó contra la pared, colocando mis manos sobre mi cabeza, fácilmente sosteniéndolas con una de las de él, mientras que con la otra recorría delicadamente desde mi oreja hasta la cintura y aun por debajo de mi ombligo en dirección vertical. Respiro mi aroma dos o 3 veces más y me beso los labios suavemente. Lo observe con desconcierto y él me volvió a sonreír mientras me tomaba de la cintura con delicadeza… delicadeza que se vi perdida al girarme sobre mi eje y aplastarme nuevamente contra la pared, dejando caer su peso contra mí.

Volvió a respirar sobre mi oreja… aparentemente había algo que a él le gustaba acerca de mi aroma. Bajo su mano libre hacia mis nalgas, frotándolas y apretándolas como si fueran un par de melones maduros. Gemí con desagrado, lo cual no le gusto. Bruscamente deslizo su mano entre mis piernas y apretó mi sexo.

-Qué? No te gusta, puta?

-Claro que me gusta… pero no que lo hagas tu, imbécil…

Sonrió de nuevo mientras me envestía con la cadera y apretaba mi cuerpo hacia el suyo. Aun no sé cómo logro alcanzar la cinta adhesiva… o tal vez la traía en su bata, pero amarro mis manos con ella y me pego a la pared. Aun no he averiguado que cinta uso pues la normal no tiene esa fijación…

Una vez pegada a la pared, se las ingenio para bajar mi pantalón, dejando descubiertas mis piernas y el pequeño hilo blanco que llevaba ese día. Dio dos pasos para atrás, aparentemente para admirar lo que tenia frente a él. Me sentí como una res muerta, colgando en el refrigerador de la carnicería

Se acerco nuevamente y subió mi halter hasta mi cuello, tapando mi cabeza, impidiendo que lo mirara. Después solo pude sentir lo que hacía… sus manos recorrieron su camino por mi cuello hacia la espalda, desabrochando los broches del sostén, dejándolo caer al suelo. Recorrió mi espalda con su lengua afilada. Mi piel se erizo por completo e hizo que me retorciera un poco de mis ataduras. Me dio un codazo en la espalda y me puso más cinta en las manos

Sentí sus manos bajando por mis caderas y mis nalgas, seguidas de su boca. Mordió ambas con fuerza, haciendo que de mis labios saliera un gemido ahogado, dándome un par de nalgadas mientras hacía esto. Acto seguido, bajo el hilo dental con los dientes y pego su cuerpo al mío nuevamente, mientras sus dedos se deslizaban entre mis piernas hasta mi vagina. Comenzó a frotarse contra mí al mismo tiempo que frotaba mi clítoris con su dedo. Sentía su respiración agitada sobre mi cuello. Yo tenía un nudo en la garganta y un par de lágrimas bajaban por mi rostro cubierto.

De repente sentí como me penetraba… sus dedos entraron salvajemente en mi, haciendo que me sobresaltara y contrajera mis músculos. El pareció disfrutarlo, pues lo repitió en al menos 4 ocasiones más. Yo solo esperaba que en cualquier momento lo hiciera con su pene, lo cual no ocurrió. En su lugar me despegó de la pared y me llevo a la silla, donde me volvió a amarrar inclinada contra el respaldo, aun teniendo yo la cabeza cubierta.

Siguió una pausa durante la cual mantenía su mano sobre mi espalda para evitar que yo hiciera cualquier intento por incorporarme o moverme. No sabía que iba a pasar, pero no dudaba que esto apenas seria el comienzo.

Sorpresivamente abrió lo más que pudo mi compás y sentí su cabeza entre mis piernas. Su lengua se deslizo entre mis labios en busca de mi clítoris, el cual chupo, lamio y jugueteo con él. Sus chupetones llegaron a causarme más dolor que placer pero aun así no pude evitar sentir como se iba mojando lentamente mi entrepierna. Santiago también lo noto, porque siguió chupando y succionando aun más fuerte, mientras su dedo se introducía y frotaba la parte interna de mi vagina

Mi cuerpo se comenzó a estremecer, no sé si de dolor, miedo o placer. Las piernas me temblaban, mis pezones estaban duros como piedra, mi piel completamente erizada, mi mente confundida sin saber qué hacer, sentir, decir… El seguía entregado a su labor, mientras el pánico comenzaba a crecer no tanto por lo que él hacía, si no porque yo disfrutaba de lo que hacía. La verdad es que Santiago nunca me desagrado físicamente, en verdad me parecía atractivo… solo que era un patán… y mi jefe… y el hecho de violarme no le daba puntos… pero realmente era esto una violación?

Yo estaba intentando descifrar estas incógnitas cuando el señor tuvo a bien desamarrarme de la silla, pero claramente no me iba a poner en libertad, sino que me tomo de la mano y jalo hacia el suelo, dándole la vuelta a la silla y poniéndome de rodillas frente a él, que ya estaba sentado y con el pantalón abierto.

Jalo mi cabeza hacia su entrepierna, haciendo que abriera mi boca y obligándome a hacerle sexo oral. El marcaba el ritmo, habiendo tomado mi cabeza por las sienes la subía y la bajaba al ritmo que le complacía, sin que yo pudiera tomar un descanso y sintiendo como su pene pegaba en el fondo de mi garganta. Varias veces sentí la necesidad de volver el estomago pero cuando el presentía esto, detenía mi cabeza en algún punto que fuera capaz de dejar descansar mi garganta, pero sin sacar su pene de mi boca. Así mismo, varias veces estuvo él cerca del orgasmo e igualmente detenía el vaivén de mi cabeza sobre él

Cuando al parecer se aburrió de esto, me tomo por el cuello y me levanto, llevándome a la fuerza contra la mesa de exploración. Una vez ahí, volvió a poner mis manos de manera en que yo quedara inclinada sobre la superficie, sin poder moverme. Pensé que se repetiría la escena contra la silla, pero no fue así.

Santiago se puso contra mí de nuevo, pero esta vez ya tenía el pantalón desabrochado y su pija asomaba por el cierre abierto. Quise voltear a ver qué pasaba, pero solo sentí su mano en mi cabeza que me empujaba contra la mesa.

Separo mis piernas con la mano y de nuevo volvió a poner sus dedos en mi vagina, pero esta vez al parecer para calcular el espacio y de una sola embestida finalmente me penetro. Sentí todo su cuerpo contra el mío, su pene, fuerza, odio, y coraje contra de mi. Tenía una sensación horrible de presión en mi interior. Mis músculos se irritaban y comenzaban a pedir clemencia. Comencé a llorar, ya era demasiado la manera en que estaba entrando en mi. El parecía disfrutarlo y seguía haciéndolo cada vez con más coraje.

Antes de venirse se detuvo, dando tiempo a que su orgasmo se retrasara, realmente quería gozarlo el mayor tiempo posible pero aun así, no dejo que yo me moviera de donde estaba. No me dejo descansar ni un instante.

Después de 5 minutos que a mí me parecieron una eternidad, Santiago volvió a su trabajo anterior pero estaba vez no fue por mi vagina. Movió mi cadera para que mis nalgas estuvieran viendo completamente hacia él, ensalivo su pene de una manera casi automática, me tomó de la cadera y me penetro de una sola vez por el culo.

Sentí como todas mis paredes se abrían de manera brusca. Solté un grito de dolor. Él dejo caer su peso contra mi espalda por unos momentos mientras disfrutaba de la sensación de presión que ejercía sobre él. Me envistió de manera rápida y continua mientras que con una mano me penetraba también por la vagina. Era una sensación rara, pero de nuevo muy placentera. Yo misma me recriminaba por sentir placer, pero es que simplemente era tan bueno… como se sentía, como se movía, como me besaba con fuerza, como mordía mis labios y frotaba mi clítoris.

Sin quererlo, inconscientemente comencé a gemir, primero de manera ahogada, pero cada vez subía más la intensidad… y termine pidiéndole por más. Por la vitrina que teníamos de frente podía ver su cara de pervertido disfrutando como me daba por detrás y aun mas cuando me ocia gemir y rogar. Me siguió frotando mientras me penetraba y yo no pude más. Sentí como se iba acumulando el orgasmo en mi bajo vientre. Mis venas se dilataron, mi corazón latió mas rápido que nunca y en un solo grito deje salir todo lo que había acumulado.

Durante este grito mío, el me volvió a tomar de las muñecas y me doblo las rodillas, haciendo que nuevamente quedara arrodillada frente a él, mientras él seguía masturbándose en mi cara pero pocos segundos dure así, pues el termino eyaculando en mi cara junto con un gran gemido

Su semen me lleno por completo el rostro, los ojos, la boca, se deslizo por mi barbilla hacia mi cuello… y lo único q yo acerté a hacer al haber él terminado fue limpiar lo que había caído en mi boca con la lengua.

Santiago solo se rio al ver semejante escena. Camino hacia la vitrina y saco papel, que aventó a mi cara.

-Límpiate puta… sabia que lo ibas a disfrutar…

Mientras decía esto, se cerraba el pantalón. Yo permaneció quieta, impávida, arrodillada en el suelo, sin realmente saber que había sucedido. Él solo siguió riendo… Junto toda mi ropa y también la arrojó a mi rostro. Yo lo seguía con la mirada, todavía en el suelo. Él siguió tan tranquilo como siempre, caminando hacia la puerta y preparándose para salir. Se detuvo por unos cuantos momentos en ella, y me recorrió de nuevo de arriba abajo. Al final, solo apago la luz y cerró la puerta detrás de él, dejándome desnuda en penumbras aun tratando de entender que había sido eso

-Que bueno que te gusto… porque así será por el resto de mis días mientras te tenga bajo mi control