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Llueve

en Erotismo y Amor

Llueve

Llueve... el viento mueve los árboles y la noche cubre mi corazón. Las gotas de lluvia golpean mi ventana. Escucho como los bloques de vidrio del tragaluz son atacados por pequeñas perlas incoloras.

Las lágrimas cubren mi rostro. No puedo más, no se que hacer sin ti. Te extraño y aun así se que jamás podré volver a verte. Te fuiste sin decir palabra y dejaste mi corazón lastimado.

Cada vez que te veo tiemblo, no se si de rabia o dolor y quisiera correr, huir, perderme en el medio de la gente, desaparecer de este mundo mientras tu estés en él. Me hiciste tanto daño pero yo aun te amo. No lo puedo entender.

Quisiera poder dejar de ver en el espejo un rostro demacrado, gris, sin luz de vida, que solo se golpea contra las paredes y que desea regresar al lado del ser amado.

Te necesito... necesito tus caricias, tus besos, tus labios....

Necesito sentir tus manos recorriendo mis muslos desnudos, acariciando mi abdomen, haciéndome estremecer bajo tu toque. Tu lengua recorriendo mi cuello, bajando hasta mi pecho desnudo. El perfume de tu cuerpo llenando mi nariz...

 

Recuerdo la primera vez que se dio todo. Estábamos en una fiesta de tu fraternidad. Yo era nueva en el lugar y me sentía perdida, pero tu llegaste a rescatarme, con una sonrisa como sol, llena de calor y amabilidad. Después de las primeras palabras, supe que no podría separarme después de ti.

 

Pasaron las horas, platicamos tanto y de tantas cosas. Al final de la velada estábamos fuera en uno de los balcones. Yo recargué mi cabeza sobre tu hombro. Tu sonreíste y no dijiste nada, solo pasaste tu brazo alrededor de mi hombro.

Al fondo se podían escuchar los murmullos de la fiesta, de la gente que todavia quedaba y que queria disfrutar de su libertad antes de los exámenes, pero para mi parecia q no habia nada mas... si tan solo hubiera sabido que clase de mal nacido eras...

La noche empezaba a enfriar. Retire mi cabeza de tu hombro e hice el intento de caminar hacia dentro, pero me detuviste con una mano y tu sonrisa que me derretia.

Me llevaste hacia ti y despues de mirarme fijamente, posaste tus labios sobre los mios. En ese momento, me hiciste tuya. No se como, pero el mundo dejo de existir y solo eras tu...

Me pediste disculpas pero te respondi jalando tu rostro hacia mi y volviendote a besar. Me rodeaste con tus manos y despues... me encontre a mi misma en un cuarto casi hundido en penumbras, donde la unica luz que entraba era por las rendijas de las persianas.

La luz del farol de la calle se introducia muy timidamente a nuestro refugio mientras la ropa caia lentamente.

Los cordones de mi vestido rojo sangre fueron desamarrados poco a poco, entre caricias y besos, sin palabra alguna de por medio.

 

Primero quedaron desnudos mis hombros y el satín del vestido se fue deslizando lentamente sobre mi cuerpo hacia el suelo. El cabello me cubria la espalda. Lo acariciabas mientras besabas mi cuello y hombros.

Poco a poco me fuiste inclinando sobre la cama y bajaste besando mi pecho y abdomen hasta llegar a mis piernas; las cubriste de dulzura mientras bajabas por ellas y al llegar al final, volviste a subir.

Apartaste la ligera prenda de ropa interior de encaje y seda roja que aun me cubria y delicadamente introdujiste tu lengua entre mis piernas.

Un escalofrio me recorrio y detuve mi respiracion, mientras mi espalda se arqueaba y yo sentia como movias tu lengua de arriba a abajo dentro mio.

Trate de incorporarme pero tu me lo impediste, colocando tu mano sobre mi abdomen e impulsandome hacia abajo.

Mi respiración comenzó a agitarse y no pude evitar gemir, aun cuando fuera muy suavemente. Mordia mis labios y trataba de permanecer quieta, pero me era imposible.

Mis manos comenzaron a jugar con tu cabello mientras tu seguias abajo, entre mis piernas. No resistí mas tiempo y empuje tu frente con mis manos para alejarte de mi

Me miraste extrañado y creo que pensabas retirarte, cuando sorpresivamente tome tu cara entre mis manos y acerque mi rostro al tuyo para besarte. Aun tenias mi sabor en la boca, pude saber que es lo que parecia disfrutabas tanto.

Rompi el beso para jalarte hacia la cama. Te sentaste en la orilla y yo me coloque sobre ti mientras te seguia besando.

 

Saque mi lengua de tu boca y me incline sobre tu hombro. Comencé a besar tu oreja y a introducir ligeramente mi lengua en ella. Después baje por tu cuello y comencé a besar tus hombros mientras retiraba la camisa negra que llevabas sobre ellos.

Te fuiste reclinando sobre la cama, mientras yo también te empujaba sobre ella lentamente.

Hice lo mismo que tú hiciste conmigo: comencé a bajar lentamente por tu cuerpo hasta llegar a tu cintura. Descorrí el cinturón y abrí lentamente el cierre del pantalón.

Deslice mis manos por entre tu piel y el pantaloncillo ajustado que llevabas debajo del pantalón. Comencé a frotar tu sexo entre la yema de mis dedos mientras yo me inclinaba sobre ti y te besaba

Tus manos comenzaron a acariciar mi espalda mientras yo hacia esto. La recorrías de arriba abajo y de vez en cuando te detenías en un punto específico al mismo tiempo que soltabas un ligero gemido.

Me detuve y e incorporé mi espalda nuevamente sobre mis piernas. Comencé a deslizarme hacia atrás sobre mis rodillas hasta bajar de la cama mientras llevaba conmigo tus pantalones y boxer.

Pude ver tu excitación frente a mí. Tú comenzaste a retroceder sobre la cama hasta llegar a la cabecera al tiempo que yo gateaba hacia ti sobre la cama.

Fue mi turno de colocar mi cabeza entre tus piernas. Lentamente recorrí tu pene con la lengua y después lo fui introduciendo en mi boca, dándome el tiempo de disfrutar lo que hacía, y que tú también lo hicieras.

 

Degusté el sabor amargo, y a la vez salado, que percibía mi lengua. Llevé mi lengua en tantas direcciones como me fue posible, a la vez que succionaba de vez en cuando y cada vez más fuerte para hacerte emitir algún sonido de placer.

Después de un rato, en el que te pague con la misma moneda con la que tú lo habías hecho minutos antes, y en el que sentí tu respiración hacerse un poco mas profunda y tus manos jugando con mi cabello, pude llegar a ver como hacías el cuello hacia atrás, y me detuve.

Alargaste la mano para tomarme, mientras elevabas tu torso hacia mí. Me acerqué hacia tu mano extendida y deje que me colocaras de bruces sobre la cama.

Tú seguías recostado a mi lado, pero tus dedos recorrían mi espina dorsal apenas haciendo contacto con mi piel, causando que ésta se erizara cada vez más y, cuando yo no lo noté, cambiaste tus dedos por tu lengua.

Sentía como recorría un temblor desde la base de mi espalda hasta la punta de mi cabeza, como si una corriente eléctrica ligera hubiera entrado en mi cuerpo. Mi espalda se movió en tu dirección, buscando librarse de aquel estimulo tan extraño pero placentero a la vez. Mis manos estaban sobre mi boca mientras me mantenía sobre mis codos.

Respiré profundamente para tratar de bajar mi respiración, haciéndola más lenta y profunda. Finalmente, logré hacer que mi cuerpo yaciera completamente sobre mi vientre, con un dedo dentro de mi boca y la otra mano extendida a un costado.

Lentamente comencé a sentir tu peso sobre mí. Era una sensación agradable, de seguridad y calidez.

Tomaste una de mis caderas con una mano, mientras que con la otra buscabas mi vagina, ya húmeda y caliente. Introdujiste un dedo con delicadeza y comenzaste a moverlos de la misma manera que habías hecho con tu lengua. Podía sentir como buscabas mi punto más sensible y al encontrarlo, no dejaste de frotarlo, haciendo que yo perdiera mi recién encontrada tranquilidad otra vez.

Traté de girarme, pero de nuevo no me lo permitiste. Estuviste jugando así por unos cuantos segundos más antes de que yo pudiera colocarme sobre mis rodillas y recargar mi cuerpo contra el tuyo.

Mi espalda contra tu pecho y mi cabeza sobre tus hombros, podía así morder el lóbulo de tu oreja y lamer tu cuello. Tus manos sobre mis pechos y dentro de mi sexo, las mías tomándote por arriba del hombro y por detrás de la cintura. La temperatura de nuestros cuerpos se había elevado ya, haciéndonos sudar. Sentía como mi piel se pegaba a la tuya y como latía tu corazón.

Muy despacio fue que sacaste tus dedos de mi interior y me tomaste con ambas manos por la cintura. Las llevaste hacia arriba, dándome a entender que tenía que levantarme un poco. Al hacerlo, las moviste hacia atrás y las descendiste nuevamente, haciéndome quedar sentada sobre tus piernas.

Fue con calma y sin prisa que me penetraste, buscando la manera de hacer más duradero el momento.

Cuando ya éramos uno, comenzamos una cadencia suave de adelante a atrás, llevando tu el compás con una mano sobre mi vientre y poniendo las mías contra tu espalda, no permitiendo así que perdiera el ritmo.

 

Mi cabello seguía cubriéndome la espalda. Lo apartaste y comenzaste a besar y morder mis hombros, mientras frotabas mi clítoris con tu mano libre. El momento me pareció eterno y completamente gozoso. Mi corazón latía tan rápidamente como jamás lo había hecho y mi voz era ya tan fuerte que nada podía acallarla. Mi vida ya era tuya, para jamás abandonarte.

Llegó un momento en el que sentí como si una estrella explotará dentro de mí. Mi respiración se detuvo nuevamente y cada célula de mi cuerpo lo hizo también. El universo dio vueltas dentro mío mientras escuchaba tu placer revelarse sobre mi oído.

Besaste mi hombro delicadamente y me apartaste de ti suavemente. Yo quede tirada sobre la cama, encogida sobre mi misma, no queriendo que mi respiración regresara a la normalidad.

No supe cuando quedé dormida, pero cuando sentí un rayo de calor sobre mi piel desperté. Tomé una de las sábanas de la cama de caoba y con ella cubrí mi cuerpo. Te busque alrededor de la habitación, pero tu habías desaparecido ya. En su lugar, una orquídea y una tarjeta que solo decía "·Gracias"

Sentí como mi sangre hervía, no como la noche anterior, sino por ira y frustración. Traté de calmarme dándome un baño

Regresé a mi habitación después de dos horas de haber despertado. Había vagado por la facultad después de haberme bañado y puesto el mismo vestido de la noche anterior. Mi corazón para entonces estaba apunto de estallar en mil pedazos. La ira me invadía y lo primero q hice fue golpear una pared.

Mi nudillo comenzó a sangrar tanto que tuve que correr al baño a colocarlo bajo el chorro de agua en el lavamanos. La sangre combinaba con el agua del grifo y las lágrimas que se escapaban de mis ojos. No podía creer lo que había visto.

Al estar caminando entre los jardines tratando de aclarar mi mente llegué, sin querer, a una de las terrazas de la cafetería del club campestre de la universidad. Había un grupo de gente ahí reunida, charlando y riendo, al igual que la noche anterior. Entre todo, destacaba una rubia con atuendo rojo, extrañamente, del mismo color que mi vestido de baile. No le di importancia y traté de seguir caminando, pero algo me decía que debía detenerme a ver algo más.

La chica se desembarazo de todo el grupo de muchachos que la seguían y se fue a sentar a la mesa de un sujeto con lentes oscuros y traje para tenis. Ella sonreía con gracia y dulzura. El tipo rió con ella y comenzaron a platicar. Nada extraño para mí hasta ahora.

 

Pretendí dar la media vuelta en ese momento, pero entonces otra figura se acercó a la mesa. Una figura que yo ya conocía bien. Me quedé boquiabierta y ya no supe si la ira fue porque fue tan desagradable relacionar dos imágenes contrarias completamente o porque en ese momento me sentí completamente estúpida.

 

La figura que se acercó y se sentó a la mesa, de buen porte, presencia, espalda ancha, pecho y abdomen perfectos… la misma que yo misma había tenido entre mis brazos hacia no muchas horas, besó a ambos interlocutores en los labios. Bisexual??? Casi muero ahí mismo.

 

Giré sobre mis talones para poder alejarme de ahí. Comencé a caminar, aun en shock sobre lo que había visto, pero asumo que habré caminado muy lentamente porque en cuestión de lo que me parecieron segundos, una mano firme me tomó por el brazo y me giró

 

Eras tu, con tu sonrisa iluminada de oreja a oreja, y esa mirada tan dulce que no se puede resistir… pero que ocultaba el veneno que tenías dentro

 

-Hola! Quisieras conocer a mi prometida y a mi novio?

-Pe… pe… perdón???

-Sí!... no habrás pensado que realmente me interesabas, verdad? Yo solo quería tirarte porque… bueno… tú sabes…

 

Me miraste de arriba abajo con una mirada que pocas veces había conocido y que jamás había visto en ti. Me desnudaste con la mirada, y casi puedo jurar que me estabas violando con ella.

 

Di un gran suspiro mientras agitaba mi cabeza, y mi mano se fue a estrellar contra su mejilla. Fue entonces cuando me dirigí a mi habitación. Me sentía utilizada y tonta… y aun más tonta porque me enamoré de un perfecto extraño en menos de una noche.

 

Ahora no puedo evitar tener sentimientos contradictorios en mi corazón, pues te amo y te detesto al mismo tiempo. Cada vez que lo veo, tiemblo, más aun cuando sonríes, pero a la vez, ardo en ira cuando me miras. Quisiera regresar el tiempo y borrar todo aquello que pasó