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La primera vez

en Lésbicos

Me impresionó desde la primera vez que la vi.

Entonces no sabía por que me sucedía; con el tiempo he ido comprendiendo y  aceptando.

Como digo, nos habíamos citado para una entrevista de trabajo. Yo buscaba una ayudante para mi floristería. El negocio funcionaba muy bien y era hora de buscar ayuda para poder disponer de un poco de tiempo para mi misma.

Hasta ahora y tras varias entrevistas, la búsqueda había resultado infructuosa.

Mi oferta era buena; buen sueldo, buen horario y contrato estable, pero…, los festivos y domingos también se trabaja, ya que no solo busco una dependiente, sino, que ha de ayudar en el vivero que perteneció a mi familia y que heredé recientemente.

Como digo, la cita era a las cinco de la tarde y al verla entrar con el cabello suelto, la blusa de gasa marcando un par de generosos pechos que un no menos generoso escote dejaba entre ver,  una falda negra corta pegada a sus caderas y unas sandalias negras de tacón me dejó sin respiración.

Entró directa a mi, con sus enormes ojos color miel mirándome fijamente y una sonrisa esplendida en la cara.

Recuerdo que pensé que era la mujer más hermosa con la que me había topado nunca y jamás hubiera imaginado que fuese la persona con la que había quedado.

“buenas tardes”_ me decía mientras se acercaba_”busco a ana”.

Su voz sonaba dulce, amable, sensual…lo que sin entender por qué, me perturbó en un primer momento, de igual modo que me sentí algo turbada al respirar el dulce aroma que emanaba de su cuerpo.

Nunca antes, en mis 35 años de vida, me había sentido así. Bueno, algo  parecido sentí en el primer año de instituto, con la profesora de francés, pero lo había olvidado hasta ese momento.

No me dí cuenta de que la miraba embelesada hasta que me volvió a hablar:

“soy lucía, tengo una cita a las cinco; vengo un poco pronto, si quiere me tomo un café y vuelvo mas tarde”

“no, por favor, disculpe……….eh….yo soy ana” contesté algo vacilante mientras le tendía la mano.

Noté que tenía la piel fina al estrecharla con la mía .unos dedos delicados y largos y una manicura perfecta.

Me sonrojé cuando involuntariamente imaginé como serían esas manos acariciando mi cuerpo.

Me sentí avergonzada por pensar semejante  cosa, y apenas me atreví a mirarla a los ojos.

Estaba totalmente desconcertada ante esta sensación y la sola idea de que se notara la fuerte atracción que sentía y el hecho de no poder explicarme a mi misma lo que me sucedía me incomodaba sobremanera. Me mantuve entera como pude, y con toda la normalidad de la que fui capaz, le pedí que pasáramos a la oficina para charlar un rato y proceder a la entrevista.

Una vez en el despacho, le ofrecí  café o un refresco.

Me tembló ligeramente el pulso al servirle el te helado que me había aceptado, y mientras me comentaba que a sus 30 años había trabajado los últimos cinco para una empresa de renombre de artículos de jardinería, y que había decidido darle un nuevo rumbo a su vida haciendo lo que mas le apasionaba, cuidar de las plantas y flores, yo no podía dejar de mirar sus labios y disimuladamente, de vez en cuando, observaba con las mismas ansias su generoso escote.

Sus pechos eran grandes, y cada vez que Lucia se inclinaba para dejar el vaso en la mesita, el escote de  la blusa dejaba asomar una parte muy generosa de ellos.

Desconozco si ella era consciente de lo perturbadora que era la visión que me ofrecía, pero en ningún momento la vi abrumada o incomoda en las ocasiones en las que me pilló mirándola  tímidamente.

Santo cielo, nunca antes me había sentido atraída por una mujer…!y aquí me encuentro, escuchando a esta mujer  y comiéndomela con los ojos.

Después de casi una hora de charla y sin querer comprometerme, le comenté a lucía tras asegurarme  de que estaba interesada en el puesto, que en unos días le llamaría para hacerle saber mi decisión, puesto que aun tenía pendiente un par de entrevistas mas.

Me sorprendió muchísimo cuando se despidió con un beso en la comisura de mis labios dándome las gracias.

Sentir sus labios cerca de mi boca me hizo estremecer de placer.

Durante varios días estuve sopesando contratar o no a lucía. Sabía que de hacerlo, terminaría ocurriendo algo, pero desconocía el qué.

 Me resistía a creer la fuerte atracción que sentía por aquella mujer. Todas mis relaciones habían sido con hombres y todas ellas bastante satisfactorias, y dada mi educación católica, jamás sopese la posibilidad de mantener otro tipo de relación, pero era clara la excitación que había despertado Lucia  en mi  y eso me tenia inquieta.

La verdad era, que de todas las personas entrevistadas, Lucía no solo se acercaba a lo que yo necesitaba si no, que era la única que no había negociado sueldo, horas o festivos, y eso era un punto a favor.

Por otro lado, desde el día de la entrevista, estuve varias veces tentada de llamarla con cualquier excusa para poder verla nuevamente.

El solo hecho de poder escucharla otra vez, de poder sentirla cerca, oler su aroma o incluso tocarla de algún modo aun siendo efímero, me producía un dulce cosquilleo en la entrepierna y he de reconocer con algo de pudor, que en alguna ocasión me masturbé recordando aquellas tetas firmes, aquel aroma suave que emanaba de su cuerpo, aquel timbre de voz y sobre todo, aquel roce en mis labios…

Toda ella me excitaba y fantaseaba en mis noches de soledad acariciándome donde desearía que lo hiciera ella, hasta quedar extasiada y rota.

Tardé una semana en sacar valor para llamarla y darle la noticia de que estaba contratada.

Comenzaría esa misma semana conmigo, hasta coger confianza suficiente para dejarla sola.

El domingo por la tarde mis nervios estaban ya a flor de piel. Al día siguiente la vería de nuevo y no sabía qué ponerme…quería llamar su atención, pero esta nueva sensación y deseo eran nuevos para mi y desconocía como se ha de proceder en la seducción  a  una mujer hermosa.

Busqué en mi armario algo hermoso que ponerme y encontré una camisetita muy ajustada que marcaba mis formas y me quedaba divina.

El color turquesa me favorecía y el escotazo que caía con gracia hasta el centro mismo de mis pechos, dejaba asomar una gran parte de ellos sin que resultara ordinario.

Una falda  del mismo color de volantitos que me llagaba a medio muslo  y unas sandalias de medio tacón me devolvieron una imagen  en el espejo de una mujer que no terminaba de reconocer en mi.

Estaba demasiado sexi para una jornada de trabajo, lo sabía, pero casi todo mi vestuario era demasiado  austero y necesitaba llamar la atención de lucía de alguna manera.

La noche del domingo, volví a masturbarme hasta la saciedad pensando en el reencuentro del día siguiente.

Aquel lunes estuve tentada mil veces de cambiar mi atuendo. Me miraba al espejo y unas veces me veía jovial y bonita y otras un puton  saliendo a la caza.

Me vestí con lo acordado, respiré hondo y salí de casa media hora antes.

El negocio estaba a diez minutos caminando, pero quería pasar por la pastelería  y comprar algún bollo y también hacer algo de café en la mini cocina que tenia instalada en la parte trasera de la floristería.

Apenas había gente en la calle pero noté como varios hombres se giraban a mi paso. Alguno me piropeó descaradamente, lo que me dio bastante confianza y la seguridad de que esa mañana estaba de infarto.

He de decir que no soy una mujer que destaque por algo concreto, pero en conjunto estoy bastante bien.

Mi estatura es poca. Apenas sobrepaso el metro y medio y estoy delgada; pero tengo curvas de mujer. Cadera pronunciada, pecho pequeño, muslos firmes y piernas bien formadas. Mi pelo es castaño y rizado, a media melena casi siempre. Mis ojos negros como azabaches y unas pestañas larguísimas que los hacen perfectos. Mis labios son rosados y carnosos y me cuido bastante la dentadura pues pienso que es la carta de presentación de cualquier persona, por lo que la  tengo perfecta y blanquísima.

Mi piel es de un tono dorado todo el año.

En fin, no estoy como para tirar cohetes, pero resulto atractiva en general.

Pero esa mañana necesitaba sentirme segura y bella, por que era lo que deseaba transmitirle a lucía.

Desconocía las inclinaciones sexuales de ella, pero  algo en mi interior me decía que  cabía la posibilidad de que fuese lesbiana y que yo debía intentar seducirla. Y en caso contrario…

En caso contrario haría el mas espantoso de los ridículos y me vería envuelta en un lio de tres pares!!!!

Las dudas me rondaban a cada instante. Al fin y al cabo? ¿Que sabía yo de sexo con mujeres?¿, que sabía yo de cómo seducirlas?¿, es mas…si llegaba el momento, que sabía yo de satisfacer a una mujer?¿.

Estaba preparando café en la trastienda intentando espantar mis miedos cuando oí su voz saludándome desde fuera.

Mi corazón se desbocó al instante. Me entró flojera y las piernas se me doblaban.

Mi voz, contestando al saludo apenas era audible.

Carraspeé para pedirle que entrara y al mirar hacia la puerta, la vi allí plantada,  radiante, hermosísima, sonriente…y mirándome  de arriba abajo sin ningún recato.

Sentí sus ojazos clavados en mis semidesnudos pechos y los pezones se me endurecieron de inmediato traspasando la ligera tela de la camiseta.

La vi acercarse a mí lentamente, recreándose la muy zorra en mi confusión y sin disimular que se había percatado de mi instintiva excitación.

Sin apartar su mirada de la mía hasta estar pegada a mi, me dio un ligero beso en los labios, a modo de saludo, sentía sus enormes tetas rozando las mías y  no pude reprimir un leve gemido de éxtasis.

Siguió pegada a mi lo que me pareció una eternidad. Veía sus labios jugosos, entreabiertos, insinuantes…y deseé más que nada en el mundo comerme su boca en ese instante.

Oí que me susurraba “estas preciosa esta mañana” y eso terminó de derretirme por dentro.

Mi sexo ardía, mi braguita estaba empapada y mi respiración se volvía cada vez mas agitada.

Los pezones amenazaban con romper la tela y salir disparados a esa boca tan sensual que tenia enfrente…

Era tan fuerte el deseo, que no pude mantenerle la mirada por miedo a lanzarme allí mismo y comer cada centímetro de su estupendo cuerpo.

Con gran esfuerzo, me separé un poco intentando recomponerme y salir airosa de este ambiente de deseo que se había creado, al menos por mi parte.

Mi sexo estaba húmedo, mis pezones duros como piedras, mis labios hinchados de deseo y mi respiración agitada, pero ella parecía ignorar todas aquellas señales que le indicaban que el camino hasta mi estaba allanado.

Con total normalidad me pidió que le dejara ayudarme a preparar el café.

Parecía tan calmada ella!

De vez en cuando nos rozábamos, ya que el habitáculo era pequeño, así, en algún momento la sentía tras de mi, su pubis en mi culito, ayudándome a coger de la estantería el azucarero…, o sus manos rozando alguna parte de mi cuerpo, como por descuido.

Incluso la muy puta se colocó frente a mí, con la excusa de volver a dejar el azucarero en su sitio, poniéndome sus tetas prácticamente en mi boca, y rozando su pubis descaradamente contra el mío.

Yo me derretía  mas y mas en cada segundo y si hubiera sabido como actuar, no lo hubiera dudado un segundo, pero el miedo a hacer algo indebido o a meter la pata, me tenían paralizada.

Comencé a notar que ella también respiraba con dificultad y aun así, mantenía el tipo sin perder los estribos.

Sin embargo yo, apenas me atrevía ahora a mirarla .eran tal las ganas de comérmela y que me comiera entera, que temía que se me notara demasiado y ella se echara a reír por ello.

Vi que se sentaba en el sofá biplaza de cuero que tengo en lo que hace las funciones de oficina-salita.

Me pidió que me sentara a su lado y que nos tomáramos el café con calma y deleite.

La obedecí sin mirarla  y sentí como nuestros muslos se rozaban al estar tan juntas.

Ella estaba realmente preciosa esa mañana.

La minifalda que traía era tan corta, que al sentarse dejaba asomar completamente el muslo hasta más allá de lo decente.

La blusita sin mangas, tenía varios botones sin abrochar  y desde mi posición, podía ver que no traía sujetador y que sus pezones sobresalían de la tela igual que los míos.

No podía dejar de mirar aquel par de tetas y desear metérmelas en la boca.

“Ana_ oí que me decía con voz ronca _te apetece...besarme?”.

Dios, me ofrecía su boca e irremediablemente me perdí en ella..

Su experta lengua jugaba con la mía, arrancándome gemidos de placer inimaginables.

Jugueteaba igualmente con la punta de su lengua en mis labios, dibujando el contorno y lamiéndolos como un perro sediento.

Note sus manos agarrar mis tetas delicadamente y se me escapó otro suspiro.

Decidí dejarme llevar  y sin soltarle la boca, torpemente fui desabrochándole la blusa.

Ella me quitó al mismo tiempo la camiseta, de modo que nuestros cuerpos estaban semi desnudos uno frente al otro.

“lucía_ le dije tímidamente_ yo  nunca…yo jamás…yo no se como va esto!!”.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente y después, con los ojos entornados me susurró que no tuviera miedo, que ella me guiaría en esta primera vez.

Lentamente me quitó la falda y la braguita, quedando al descubierto mi coñito totalmente rasurado y me ordenó tumbarme en la alfombra, mientras observaba como lentamente ella se despojaba igualmente de sus prendas.

Tenía un cuerpo increíblemente bien hecho.

Sus pezones eran rosados, al contrario que los oscuros míos. Al instante deseé saborearlos.

Como leyendo mis pensamientos, lucía me pedía tranquilidad y que me dejara hacer.

Se despojó de su falda y con asombro comprobé que no llevaba nada debajo.

Su sexo era precioso, semi  depiladito. Necesitaba saborearlo con urgencia. Lo había imaginado tantas veces!!

Ya desnudas ambas, se tumbó a mi lado, de manera que su boca quedó  a la altura de mis pezones.

Comenzó a lamerlos dulcemente, como si se tratara de un delicioso caramelo.

Lamía la aureola y el pezón con delicadeza y arrancaba interminables gemidos de placer de mi garganta.

Después succionaba los pezones y los mordisqueaba hasta ponerlos tremendamente duros  aumentando por tres su tamaño.

Me acariciaba el pubis con delicadeza, jugueteando por los alrededores de mi clítoris sin llegar siquiera a rozarlo.

Yo creía morir de placer.

La muy guarra, me introdujo la yema del dedo corazón para comprobar si estaba mojada, y después se lo lamió con deleite.

Una y otra vez introducía sus dedos en mi vagina para luego recrearse el lamerlos o hacérmelos lamer a mí.

Me introducía uno o dos dedos, mientras con el pulgar masajeaba mi clítoris y con la boca me comía las tetas.

Mis gemidos eran cada vez más fuertes y la respiración más dificultosa.

Creía que ya no podía haber nada mejor que aquello y me equivocaba.

La vi bajar hasta mi vulva  y sentí su cálida lengua lamiéndome toda.

La lentitud de sus lengudas, la suavidad y delicadeza de sus lamidas me hicieron  llegar al orgasmo con tales espasmos que creí romperme en mil pedazos.

Jamás había gozado de una intensidad tal y estaba realmente exhausta y jadeante, y sin embargo deseaba más y más…y más…

Era obvio que me tocaba a mi complacer a ese bellezon y aun que algo tímida al principio, después me fui soltando y excitando nuevamente.

Comencé comiéndole el coñito, pues me moría de ganas de conocer su sabor.

El clítoris de Lucia era grande y duro y los labios estaban hinchados de excitación.

El olor  de su sexo húmedo me excitó aun mas si cabe, introducía mi lengua en su agujerito y la sacaba solo para recorrer el trayecto desde el ano hasta el clítoris. Succionaba este con delicada suavidad y volvía por el mismo camino hasta el ano y vuelta a empezar.

Disfrutaba escuchando sus jadeos, comprobando como arqueaba su cuerpo  cada vez que la lamia.

Fui subiendo hasta sus enormes tetas, sin dejar de acariciar su sexo con mis dedos, introduciéndole  tres en su interior  y comprobando lo mojada que estaba.

Notaba  los espasmos  y las sacudidas que no podía controlar producidas por el intenso placer y la excitación al límite ya del orgasmo.

Fui directa a sus tetas y comencé a lamer con glotonería sus hermosos y sonrosados pezones, mi lengua traviesa recorría su aureola y terminaba succionándole el pezón y mordisqueándoselo  mientras seguía jugueteando con su coñito.

Ella mientras, también masajeaba mi clítoris, era evidente que la excitación llegaba a su máxima expresión.

Nuestras manos eran un ir y venir de un lado del cuerpo al otro.

Nuestras bocas se turnaban, ahora lamia mis tetas, ahora saboreaba su lengua..

Nuestras rajitas estaban chorreando flujos sin tregua, la humedad llegaba a nuestro olfato  agudizando aun más la excitación.

Éramos un nudo de piernas y brazos queriéndolo tocar todo, saborearlo todo, gozarlo todo entero.

Lucía se colocó encima de mi, de modo que nuestros coños quedaban a la par rozando nuestro clítoris con la fricción.

La visión de sus tetas golpeándome la cara con el movimiento, de sus pezones a la altura de mi boca me volvió loca de placer, los lamia y mordisqueaba y cuando ya no pude soportar tanta excitación exploté como nunca jamás lo había hecho.

Un orgasmo tras otro  llegaba a mí, mientras veía a Lucia correrse de igual modo.

Nuestros cuerpos parecían unidos por un mismo lugar, los espasmos eran tremendos, las contracciones de placer intensas y los jadeos nos acompañaron durante un buen rato.

Cuando ya mas relajadas, tumbadas una al lado de la otra, nos miramos a los ojos, comprendí que aquella mujer me haría disfrutar mil veces mas todavía. Yo estaba insaciable y la muy putilla lo sabía y quería exprimirme al máximo.

Pero no importaba, me levanté, coloqué en la puerta de la floristería el letrero de “hoy cerramos” y volví a su lado con hambre de más.

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