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Danza del vientre

en Lésbicos

-“vamos chicas….un poco más de carácter…hay que ponerle más brío”.

Las chicas de atrás cuchicheaban entre risas haciendo caso omiso.

Irina, la profesora, se giró impaciente apagando el equipo y  con el semblante serio nos miró una a una.

En sus ojos almendrados color miel, podía verse reflejado su enojo!estaba realmente enfadada!

Inmediatamente se hizo el silencio en la sala.

-“hoy estamos perdiendo el tiempo; estáis descentradas y me lo hacéis perder a mi…recoged vuestras cosas, la clase ha terminado!”.

En realidad quedaba algo más de una hora, pero nadie se atrevió a replicarle.

Cabizbajas y avergonzadas nos dirigimos todas al vestuario. El silencio era sepulcral.

Sin duda, era una mujer con carácter fuerte y además muy bella; morena de tez, de pelo negro largo y ondulado, carita alargada, boca perfecta, cuerpazo de infarto, pecho generoso, culito prieto…

Una delicia de mujer.

 Es profesora de danza oriental y  amiga desde hace algunos  años.

Nos conocimos en la universidad; ella estudiaba económicas y yo diseño, ambas compartíamos habitación en la residencia de estudiantes y la verdad, congeniamos enseguida!.

Irina es de  origen árabe, aun que se ha criado en el país desde los 3 años, cuando su madre consiguió escapar de Argelia y los malos tratos con ayuda de un catalán que se enamoró de ella y se la trajo.

Es enérgica e  inagotable y no sé de donde saca fuerza para trabajar y bailar todos los días.

Yo he comenzado este año con las clases de danza, más animada por ella que convencida de mis dotes ¡!

El primer día de clase nos hizo un baile…!!dios mío!!! Quedé impresionada al verla mover la cintura con esa delicadeza; era  como si una ligera brisa dominara sus músculos y articulaciones.

Fue un momento sensual y mágico que me cautivo de inmediato!.

-“jamás conseguiré moverme de esa manera, Irina!” –afirmé protestona.

-“eso ya lo veremos –contestó ella - ….se necesita tiempo y práctica…poco a poco….ok?”

Casi un año después, yo seguía siendo igual de torpe en mis movimientos y ella igual de paciente conmigo.

El grupo de chicas fueron despidiéndose y quedamos Irina y yo solas en el vestuario.

Estaba preciosa vestida con su malla negra y su top de igual color.

Comenzaba a desnudarme para cambiarme de ropa, cuando me preguntó:

-¿qué haces?. Nosotras nos quedamos…vamos a bailar.

En tono jocoso le repliqué:

- qué quieres, descargar tu mala leche conmigo?.

-haber……tienes que reconocer que hoy no se tenia ganas de trabajar, es normal que me enfade…os he pedido por activa y por pasiva que me prestarais atención sin éxito; pero tranquila…prometo no gritarte mucho!!!!

Nos dirigimos de nuevo a la amplia sala de baile.

La pared frontal estaba cubierta por un espejo enorme, el suelo forrado de caucho, para proteger los pies de golpes y frío y estaba bien iluminada y ventilada.

Cogió el mando a distancia del equipo musical, se  colocó delante de mí dándome la espalda y frente al espejo y puso la melodía.

Se supone que yo debía imitar sus movimientos, pero era tanto el placer de verla moverse al compás, que me quedé embelesada.

Esa mujer era poesía pura en movimiento!!!!..........sensual, erótica, sexi, dulce, salvaje….una mezcla de lo más excitante.

Desafiaba a la física moviendo cada músculo de su cuerpo en la manera que lo hacía sin sufrir daño alguno.

Ella parecía estar en trance mientras bailaba, como si nada más existiese en el mundo.

Agitaba sus brazos  de manera ondulante con tanta delicadeza, que me recordaba a una frágil mariposa una mañana de primavera.

Contoneaba su cadera haciendo sonar rítmicamente las monedas de su pañuelo; sólo cuando la música cesó, pareció darse cuenta de que yo estaba allí con ella.

Me sonrió dulcemente, se colocó tras de mí, volvió a poner la música y me pidió que la siguiera.

-“Irina….jamás conseguiré moverme como lo haces tú…!!me das una envidia!!!”

Por respuesta  sujetaba mi cadera y con sus manos la subía y bajaba haciendo fuerza de un lado primero y después del otro al compás del tambor.

-“eso es, niña –me decía complacida.-sigue el ritmo….sube….baja….sube….baja…….ahora más deprisa!, sube –baja…sube-baja…muy bien!!!”.

Después colocó mis brazos en posición extendiéndolos, colocó su mano abierta en mi vientre para que lo metiera hacia adentro, posicionó correctamente  mis hombros y comencé a moverme como hacía ella.

Un pudor inexplicable se apoderó de mí cuando pegó su cuerpo al mío. Estábamos frente al espejo y podía verla tras de mi, sujetándome con delicadeza el vientre desnudo mientras giraban nuestras caderas al unísono haciendo círculos.

Su pelvis chocaba con mis nalgas y sentía sus mullidos pechos reposando en mi espalda y la verdad…de pronto me sentí excitada ante esa hembra que emanaba sensualidad por cada poro de su piel.

Instintivamente cerré los ojos y me dejé envolver por el erotismo del momento, conjugando música, movimiento y compañía.

Podía sentir su cálido aliento en mi nuca y su pecho subir y bajar agitado.

Sentía su cadera subir y bajar golpeando la mía, sentía su palma en mi vientre atrayéndome hacia su cuerpo como un imán y yo me iba excitando más y más hasta sentir que mi respiración se agitaba no por el ritmo del baile, si no, por tener tan presente su presencia.

Que me sentía atraída por Irina lo había descubierto años atrás…que me atraían las mujeres era algo que pocas personas sabían; me costaba romper ciertos tabús  y este era uno de ellos… ella era una buena  amiga y temía confesárselo y espantarla….

Para mi desdicha, la música cesó y ella se apartó de mí.

Cogió la botella de agua, me ofreció un trago y ambas bebimos de morro.

Con la mejor de las sonrisas  me dijo:

-“lo has hecho genial, Olga…pero has de aprender a desinhibirte más. Vamos a hacer una cosa: imagina que soy un sultán y que de mis doce esposas he de elegir a una que pase la noche conmigo. Quiero que me seduzcas para que te escoja a ti”.

Me desconcertó al principio, no sabía muy bien cómo debía hacerlo…

Accionó la música y comenzó a sonar una lenta melodía llena de sonidos envolventes.

Frente a mi, a cierta distancia y apoyada en la pared del espejo estaba ella, esperándome…

Al ritmo de tambores me iba acercando mientras mi cadera subía y bajaba y mis manos seguían igualmente el compás.

Me costaba un mundo mantener mi mirada en la suya..

Ella se contoneaba de un modo casi impúdico y eso me cortaba bastante.

Ya frente a ella, comencé a moverme lo más coquetamente que pude o supe, pero la verdad es que me sentía torpe y algo ridícula.

Mi pequeño cuerpo intentaba moverse como una serpiente, movía mi  pelirroja melena de uno a otro lado, mi  blanco cuerpo se perlaba de una fina capa de sudor ante el movimiento, y frente a mí, la imagen del espejo me devolvía una pecosa cara, de rosadas mejillas más fruto de la vergüenza que del ejercicio.

A dos milímetros de Irina paré en seco, clavando mis verdes ojos en ella y después pasé primero mi respingona naricita por su cuello, aspirando ese dulce aroma tan conocido ya y después dejando mi boca entreabierta rozando la suya, de manera que nuestros alientos se transformaron en uno solo.

Me pareció una eternidad estar tan cerca de sus labios y no engullirlos con ansia.

Así su cintura con suavidad y comencé a moverme al compás de la lenta música, obligándola a ella a seguir mi ritmo.

Fue sin duda un momento mágico; la música sonaba de fondo y sin embargo, creí que el palpitar de mi corazón retumbaba en toda la estancia.

Quedé atrapada en esos ojos color miel que no se apartaban de los míos, apenas a unos milímetros de sus labios sentía igualmente los suyos, nuestros cuerpos se rozaban y yo era incapaz de separarme de ella y ella no hacía ademán de querer separarse de mi.

No sé qué sucedió…creo que fue ella quien juntó nuestras bocas, pero quizás  fui yo, no lo tengo claro.

Solo sé que me encontré bebiendo de ella con sed atrasada.

Fue un beso sin prisa, sin la urgencia que realmente me invadía; simplemente abrimos nuestras bocas y dulcemente juntamos nuestras lenguas para jugar.

Ya no hubo música, danza, luces…sólo ella y su sabor…sólo ella y su boca…e igual que comenzó, terminó.

Separándose ligeramente de mí, la oí decir:

-“sin duda, serías la esposa elegida para acompañar mi noche”.

Al volver a la realidad me sentí fatal; avergonzada, abrumada, cortada….

Quise salir corriendo de allí. Era incapaz de mirarla a los ojos…había sido tan evidente mi atracción por ella…tan inconsciente en mis actos…

Salí apresuradamente de la sala mientras escuchaba cómo mencionaba mi nombre…

Corrí hacia el vestuario y me metí en la ducha, con la estúpida esperanza de que el agua borrara esta sensación de ridículo que se había tatuado no solo en mi piel, si no en mi cabeza.

Bajo el chorro de agua caliente intentaba calmarme, pero un sollozo invadió primero mi garganta y después toda mi alma.

La había fastidiado! Qué iba a pensar Irina de mi?. Seguramente no querría saber ya más nada y si no la tenía cerca en mi vida, me moriría!!!

Dios mío…que tonta….temblaba y lloraba como una niña!!!!

La puerta de la ducha se abrió de pronto, dejándome desnuda frente a una Irina que parecía un tanto enojada!.

-“qué….qué haces? –pregunté sorprendida y llorosa.

-¡no!,qué haces tú!. ¿Cuándo vas a dejar de salir corriendo, dime..?

Ante  mi desconcierto y mi sorpresa, ella se desprendía del atuendo y se metía en la ducha….!conmigo!.

No me dio tiempo a más.

Prácticamente se abalanzó sobre mí y comenzó a buscar mi boca con premura.

Yo estaba realmente confundida….

-“espera…espera!- exigía yo, apartándola un poco de mi – que diablos estás haciendo?.

Mi  cuerpo estaba empapado de agua y deseo, pero no entendía nada de nada.

-“caramba Olga!...con lo inteligente que eres, por dios!..y lo tonta que pareces a veces….”

Hizo ademán de besarme de nuevo, pero yo rehusé aun cuando me moría por esa boca.

-“no te entiendo Irina…no sé que crees..o que quieres…o qué…”

No me dejó continuar…

-“me muero por ti, idiota, acaso no lo sabes  aún?.

Abrí desmesuradamente los ojos y ella iluminó mi corazón con una amplia sonrisa.

-“llevo no sé cuanto esperando a que te decidas a dar el siguiente paso….pero chica! Se ve que necesitas un empujoncito!...hoy cuando bailabas conmigo y terminaste besándome, creí por fin que ya te habías decidido…¿no sentiste cómo me derretía en tu boca?”.

Me había dejado muda de pronto, que me estaba diciendo?.

-“quieres decir que tu sabes que yo….? Que a mi…?...

Jesús! no acertaba a terminar la frase.

-“siempre lo he sabido Olga…no me preguntes cómo…quizás por cómo miras a las mujeres…o por como me miras  a mi, que se yo!.

-¿pero tu….? – preguntaba algo cortada…

-¡si, chica!!....yo también!..Que hay que dártelo masticado;.puedo besarte ya?o me vas a tener a remojo toda la santa tarde…

Fui yo quien esta vez se abalanzó sobre ella.

Ansiaba esos labios preñados de deseo…tocar esa piel de seda y saborear cada rincón de su cuerpo.

Su boca sabía a miel y primavera…su lengua tenía el tacto de terciopelo y sus manos la delicadeza que sólo una mujer entiende.

Presa entre la pared y yo, me dejaba capturar cada gota que resbalaba por su cuerpo con mi boca; sentía celos de ellas…de la desvergüenza que mostraban al bajar sigilosas por su piel, de pasearse sin pudor por cada rincón…yo quería ser gota en ella, agua que mojara cada milímetro que perteneciera a Irina…

Beber de sus pechos, tomar sus pezones y derretirlos en mi boca.

Cobijarme en su sexo aspirando su aroma, ser para ella y de ella….

-“mi pequeña pecosa…hazme el amor…”.

Y comencé a beberla a sorbitos sabiendo que nada hay más grande que sentirse plena y correspondida.

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