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Entre algodones...

en Confesiones

Me educaron vestida de rosa, de lazo en mis bucles, de paredes pintadas de lila y zapatitos de charol; me crié entre Barbie, cocinitas, clases de ballet y  ropitas de raso, sabanas con encaje y pañuelos de hilo con mis iniciales bordadas a mano.

Fui una niña educada y sumisa, obediente y callada…siempre acatando la voluntad de mis papas para no decepcionar.

Jamás oyendo un no en mi boca o una negativa en boca de mis papás.

Mientras el resto de niños jugaban en el parque entre arena y nocilla, yo disfrutaba de mis tardes sentada en el banco para no ensuciarme la ropa merendando bocadillos de jalea o mermelada, tan buena para mis huesos!

Un milagro- decía mi madre- por que después de once años intentando quedarse embarazada y cuando habían renunciado a ser padres, llegué yo.

Fui una adolescente complaciente; buena hija, buena estudiante y buena católica…algo de vital importancia en casa.

Adolescente de confirmación y voluntariado, de misa de domingo, de comunión obligada y confesión semanal.

De flores a María en el mes de Mayo, de juventudes marianas vicencianas, de introspección espiritual en semana santa y misa de gallo en navidad.

No tuve trato con el género masculino hasta cumplir los 18 y con la supervisión y el beneplácito de mis progenitores.

No me gustó, he de confesarlo.

La primera vez que un chico metió su lengua en mi boca casi vomito…

La primera vez que un chico metió  la mano bajo mi blusa estuve bajo el agua de la ducha casi una hora…

Yo conocía de oídas todas esas cosas que gustan a los chicos, pero saberlo y llevarlo a la práctica nada tenia que ver.

A los 19 años, un amigo de un amigo me presentó a Roque, un chico que nada tenía que ver con mi círculo de amistades.

Diez años mayor que yo y con pinta de pasota, de gesto obsceno y palabra grosera pero realmente guapo y bien formado.

Quizás por lo desconocido llamó mi atención; quizás por lo mojigato de mi aspecto supuse para el un reto.

Me enamoré de él como una boba.

Para disgusto-único  dado hasta  entonces –de mis padres, comencé un corto noviazgo con él que terminó en boda.

Roque se ganaba la vida como mecánico- poco adecuado para las aspiraciones que mis antecesores deseaban para mi- y he de confesar que pese a las dificultades económicas, descubrir  un mundo nuevo en la cama compensó con creces esas carencias!.

La manera que roque tenía de hacerme el amor…….tan pausadamente, con tanta delicadeza…era una verdadera delicia.

Pronto me hizo ver cuanto le gustaban mis súplicas; me acariciaba hasta la saciedad, lamia cada parte de mi cuerpo, introducía sus dedos en mi interior, para  que cuando ya no podía más exigirme::

-“suplícame que te folle, puta!”…-y hasta que no lo hacía, se negaba a satisfacerme de cualquier manera.

Al principio me creaba conflictos morales, pero fui superándolos

y  aprendiendo a disfrutar de esos momentos que roque me regalaba.

Más tarde dejó de hacerme el amor  a diario y ante mis requerimientos, se ponía un poco agresivo.

Así…si le insinuaba que quería hacer el amor, me llevaba a empujones suaves a la habitación…

- ¡arrodíllate, buscona!.- Y yo lo hacía por que sabía que tras el castigo, llegaba después  el premio.

Me ponía a cuatro patas y el me despojaba de mis prendas y con una suave cinta de piel comenzaba a sacudirme latigazos en mis delicadas posaderas.

-“eres una chica muy mala! una viciosa!!...no quiero repetirte de nuevo que soy yo quien decide cuando follar, cómo follar y donde follar!!!

Es cierto, me lo había repetido hasta la saciedad y había comenzado a entenderlo.

Lejos de adolecer sus humillaciones, descubrí que me excitaban; hasta el punto de que en alguna ocasión llegué a tener un tremendo orgasmo.

Eso enfurecía a mi marido y me despreciaba durante días, hasta que sumisa suplicaba que dejara de lado esa indiferencia.

Para recibir su perdón y su atención, solía bajarse el pantalón sin mediar palabra y me miraba fijamente tras decir en tono seco:

-“ya sabes lo que tienes que hacer para que te perdone, puta!”.

Y si…lo sabía.

Yo me arrodillaba complaciente ante su preciosa verga, y comenzaba a lamerla como a él le gustaba…con lentitud y atención máxima.

Veía su polla crecer y crecer frente a mis ojos en cada chupada y seguía esmerándome sabiendo que si él quedaba contento, quizás me premiase esa noche con una buena follada.

-“eso es Martita…cométela toda. Quiero que tragues toda mi leche, ¿está claro?.No derrames una sola gota!”

Follaba mi boca e impulsaba su verga hasta lo más profundo de mi garganta, asfixiándome y provocándome arcadas y  yo obedecía con una mezcla de asco y placer….de odio y amor…

Sentía mi boca llena del cálido líquido y tragaba mientras el gemía y gemía y yo me empapaba de excitación.

Después  con mi lengua repasaba su cipote, para asegurarme de que quedaba como a él le gustaba: limpia para terminar guardándola de nuevo en su slip.

-“prepárame la cena…me ha entrado apetito”.

Y así me quedaba yo, empapada en deseo y desdicha; corría complaciente a satisfacer cada uno de sus deseos sin explicarme muy bien por qué.

Otras veces, me pedía que me colocara una braga vibradora que el, con el mando inalámbrico manejaba a su antojo.

Disfrutaba en especial los sábados de familia, donde acostumbrábamos a cenar con mis padres.

Potenciaba al máximo la vibración cuando mantenía, por ejemplo, una interesante conversación con mi padre; sabía por un lado que no podía correrme, ni tan siquiera poner cara de perra caliente ante él, y por otro, tampoco lo podía hacer ante roque ya que  se sentiría defraudado con mi comportamiento y  me dejaría sin “premio” esa noche.

Me costaba horrores sentir las salvajes descargas en mi chochito y contenerme para no tener una corrida allí, frente a todos.

También roque se excitaba, lo veía en sus ojos!.Además…aprovechaba cualquier excusa para alejarme de la estancia donde estábamos todos (ayudarle a quitar una mancha de la camisa, coserle un botón o preparar el café, por ejemplo), para insistir en tener sexo o una buena mamada.

Yo me negaba, alegando que en casa de mis padres no podía hacerlo y entonces el me sacudía una cachetada en las nalgas y me amenazaba con enfadarse y yo sentía una mezcla extraña de excitación y temor y abría mis piernas para que su polla me invadiera entera o me agachaba para comérsela ante el peligro de ser sorprendidos, lo  que aumentaba aun mas la fogosidad y ardor del momento.

Si mis padres sospecharon en algún momento algo, lo  desconozco.

Después llegaron sus caprichitos –como los denominaba él- como el de pedirme salir sin bragas a la calle, o sin sujetador.

Me fastidiaban esas cosas y a la vez me gustaban; yo sólo quería complacer a Roque, y si a él le excitaba saberme sin ropa interior, a mi me excitaba de igual manera saberme sin ella.

O por ejemplo, me pedía que me pintara en exceso, con exageración, me pusiera una minifalda y un top ajustado y unos zapatos altísimos de tacón de aguja.

Le gustaba dejarme en algún punto de la ciudad bajo la orden de esperarlo allí, pasara lo que pasar…

-“me enteraré si te largas, entendido?”

Y pasaba, claro!!

Pasaba que los hombres me tomaban por una puta y me hacían peticiones groseras…

Pasaba que otras prostitutas me amenazaban con rajarme por robarles la zona.

Pasaba que me excitaba todo ello y me empapaba y me entraba ansia de sexo, necesidad de sexo!! y a veces lloraba de rabia por necesitarlo tanto.

Si hacía todo lo que mi marido me solicitaba, me hacía el amor varias veces al día; unas ,dulcemente y otras rozando la humillación……!y me encantaba!.

Sentir la cinta de cuero en mi piel, quemándome, sus pellizcos en mis hipersensibles pezones, sus dentadas en mi espalda…sus azotes en mis nalgas o sus tirones de cabello me hacían llegar al delirio.

Notar su gruesa polla invadiendo mi culo de un solo envite, o ser invadida en mi intimidad por cualquier objeto que pudiera ocurrírsele me causaba pavor y calentura a la vez.

Me gustaba estar sometida a el, a sus caprichos…me gustaba sentirme sucia y puta…yo, la niña de rosa y pañuelos de hilo bordados, disfrutaba del látex y los azotes…y cada vez necesitaba mas, suplicaba mas…ansiaba más…

Roque estaba haciendo de mi una zorra sumisa, pero  no lo hacía por mi…si no por él.

Mi placer le importaba bien poco, pero el que le prorcionaba saberme sometida a sus antojos era suficiente para creerse con derecho a mantenerme así…

Yo quería un amo…un dominante que me supiera domar y para ello estaba dispuesta a todo….incluso a renunciar a roque.

Necesitaba ser humillada, denigrada, sometida…por que era la única manera de tener orgasmos y por que ya no concebía otra manera de sentirme amada  si no era sometida o de amar si no había entrega.

Tuve que alejarme por que no me daba lo que necesitaba….

Lo abandoné, por que no era los suficientemente salvaje conmigo..

Lo dejé por que  roque aún me respetaba lo suficiente como para no humillarme con saña.

Ahora trabajo en un club privado…donde el cliente busca sumisa para ser sometida y donde me siento feliz y plena con cada azote.

A veces echo la vista atrás y recuerdo a esa niña criada entre algodones y me pregunto qué me llevó hasta donde estoy ahora…donde perdí el rumbo o donde encontré el camino….

La mente es un misterio, no creeis?.

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