El primer contacto con mi sexualidad, lo tuve a muy temprana edad.

Sucedió en el cine. EN clase hicimos una salida para ver una película. Todo un grupo de colegialas de primer grado de instituto, con coleta, polo blanco y falda escocesa parloteando estridentemente en el tren de camino al centro comercial donde se proyectaba el film.

El colegio tenía muy buena fama por ser exclusivo y privado.

Todas, las 12 alumnas, con nuestras medias de lana a la altura de la rodilla y nuestro zapatito negro.

En esta ocasión nos acompañaba el profesor de gimnasia. Un tipo del que todas las alumnas de las clases se sentían platónicamente enamoradas.

Desde la distancia en el tiempo, tomo conciencia de que lo que nos enamoró fue su espléndida melena rubia y lo que entonces creíamos "madurez" ya que por entonces, para nosotras, un chico de 24 años era todo un adulto!

Recuerdo que se decidió tomar asiento en las dos ultimas filas, y según se fueron acomodando todas, y pese a que todas queríamos estar al lado del profe, yo fui la escogida para sentarme en la silla contigua a la suya, en la última fila y que daba a la pared. A modo de protesta, para demostrar disconformidad, el resto de alumnas fueron colocando abrigos y mochilas en el tercer butacón, formando asi una barrera entre mi asiento y el siguiente butacón ocupado y separándonos al profe y a mí del resto.

-no te preocupes cielo,- me decía el profesor_ solo lo hacen por envidia..

Al poco se apagaron las luces y comenzó la película. El profe y yo compartíamos palomitas, asi que, no me extrañó que nuestras manos coincidieran dentro del bool. de papel ,y el confundiera mis dedos con alguna, intentando llevárselos en mas de una ocasión a sus labios.

Me hacía gracia tal despiste, asi que quise tomarle el pelo y en uno de esos momentos, dejé mi mano muerta y el comenzó a lamer mis deditos.

El seguía absorto en la película, o al menos eso me parecía, pero no dejó de introducir mis dedos en su boca y succionarlos lentamente.

La sensación de cálida humedad y el tacto de su lengua en ellos, despertó en mí un cosquilleo desconocido. Decidí que el contacto me gustaba cuando sentí un cosquilleo en algún lugar de mi conejito e instintivamente, comencé a apretar mis muslos, avivando asi esa sensación.

No sé en que momento el dejó mi mano reposando entre sus muslos, pero lo cierto es que sentí un bulto grande y me asusté ,asi que la aparté, pero no pude evitar llevarme los dedos a la boca y saborear los restos de saliva que en ella me había dejado.

_ perdona bebé si te he incomodado_ me susurró el Profe en mi oído_ no quiero que te asustes, no es nada malo.....en serio.

Me pareció que su voz era diferente y su respiración muy agitada, pero sin darle importancia, intenté centrarme de nuevo en la peli.

Al poco, noté que una mano se deslizaba por entre mis muslos. Se me escapó un gritito, un poco por temor y un mucho de placer.

Oí que mis compañeras se reían, creyendo que el grito era por la secuencia de susto que se estaba proyectando.

Aun asi, la mano no paraba de subir y bajar por mi entrepierna, y el cosquilleo se hacía más latente en ella.

Sentí como un dedo frotaba mi conejito e involuntariamente, abrí las piernas para facilitar el roce.

Al hacerlo, también noté un calorcillo allí, que jamás antes había sentido y que provocaba que mi pubis empujara fuerte hacia el dedo.

El profe cogió mi mano nuevamente para posarla en su bulto.

Y con la suya encima, oprimía mis dedos en el, para que apretara. Sentí una cosa larga y dura dentro del pantalón.

Quise averiguar que escondía en el, pero no atinaba a meter mi mano dentro, por lo que en un movimiento rápido oí como se desabrochaba los pantalones del vaquero y dejaba que mi mano descubriera el gran secreto que cubría bajo el slip.

Tal era mi excitación, que mis muslos se abrían y cerraban al contacto de sus caricias, proporcionándome un placer jamás imaginado.

Con el pulgar jugueteaba en algún punto de mi raja, formando círculos en el y para no gritar de placer tenía que morderme los labios.

Sentí que se acercaba a mi oreja y me susurraba:

-te estas portando muy bien ,nenita,¿ te gusta lo que te hago?.

Las palabras no me salían, pero afirmé con la cabeza y le agarré la mano para que no la apartara de mi sexo.

Oí su risita muy bajito,y noté como apartaba mi braguita de algodón para introducir el dedo .

Yo respiraba entrecortada, y ahogaba mis suspiros y gemidos como podía, pero estaba llegando a un límite en el que creía morir de gusto.

El dedo del profe resbalaba por mi conejo con facilidad y su destreza logró, que en un momento e involuntariamente, mi cuerpo se pusiera rígido, estirando cada músculo y sintiendo un calor sofocante recorriéndolo por cada milímetro de el.

Abrí todo lo que pude las piernas y noté que metía un poquito de su dedo en mi agujerito. La sacudida fue tremenda!

Me pareció una eternidad aquel placentero momento. Semi recostada en el butacón y rígida, disfruté del primer orgasmo de mi vida.

Cuando hube terminado, me recompuse en el asiento y vi que el profe se lamía el dedo que había estado masajeándome en la entrepierna.

-buena chica_ me decía _ ahora quieres darme el mismo gustito que has sentido?.

Mientras yo volvía a asentir con la cabeza, el se sacaba la polla del slip y colocaba mi mano de forma que pudiera masturbarlo.

Me iba guiando en los movimientos, con su mano junto a la mía.

Su verga me parecía enorme y no podía cerrar mi mano para asirla toda, pero eso no parecía importarle al profe.

Con la voz jadeante, y entre suspiros, me preguntó si quería ver su polla más de cerca.

Yo sentía una gran curiosidad por saber como era eso que tan escondido estaba y me sentía tan agradecida por el placer que me había proporcionado, que quise satisfacerle en todas sus demandas.

Igualmente cauta, le dije que me encantaría verla.

Como he dicho anteriormente, la butaca de al lado estaba llena de mochilas y abrigos que formaban una montaña que impedían ver lo que allí se estaba haciendo, y el asiento del profesor era el ultimo antes de la pared, por lo que me arrodillé a su lado sin miedo a ser pillada y me acerqué para ver un precioso cipote duro y alargado que desprendía un atrayente olor que yo desconocía pero que me empujaba a querer saborear.

Como leyéndome el pensamiento, el profe agarró mi cabeza y me guió hasta su polla.

Con la mano entreabrió mis labios, para indicarme que tenía vía libre para saborearla.

Comencé muy despacito, por temor a hacerle daño, noté con mi lengua, como la punta estaba suave, muy tersa y algo mojada, asi que me la introduje en la boca, y comencé a chuparla como si se tratara de uno de mis caramelos.

Supe que le gustaba lo que le hacía, cuando quiso, a empujones, metermela entera. Pero no me cabía.

Hice lo que pude y me trague gran parte de ella, hasta el punto de creer que me asfixiaba .el guiaba mis movimientos sujetándome la cabeza y moviéndose a igual ritmo con la cintura y la pelvis.

Sentí que la polla se contraía varias veces y noté que se llenaba mi boca de un liquito caliente.

Tal era la cantidad, que tuve que tragarme parte de el para poder respirar y no ahogarme l.

Yo no sabía que era aquello, pero el sabor y el olor me excitaban y lamí su verga hasta dejarla limpia.

Después, cuando sus piernas se relajaron y sus movimientos pararon, entendí que había conseguido llevarlo al mismo punto de placer del que minutos antes había disfrutado yo.

Nos terminábamos de acomodar y componer cuando las luces se encendieron dando fin a la película.

Mis mejillas se sonrojaron al mirar a un profesor sonriente, que acogiéndome me preguntaba si la película me había gustado.

Le contesté que muchísimo, y me prometió volver alguna otra vez al cine y ver películas aun mejores que esta.

Asi fue como gracias al profe de gimnasia, descubrí cuanto placer puede proporcionarme mi cuerpo.