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Claudia

en Transexuales

Escribo este relato, con el objetivo de haceros participes de mi transformación como sumisa que empezó a muy tempranita edad.

Mi nombre es Claudia tengo 22 años, nací en un pequeño pueblo cerca de la ciudad de Barcelona, ahora vivo en la capital.

Por decisión de mi Amo y señor, no he trabajado nuca ni tampoco tengo formación académica ya que él me saco de los estudios en segundo d’ ESO.

Todo empieza en la adolescencia  cuando  mi cuerpo  empieza a desarrollarse inversamente en relación al sexo con el que nací, en poco tiempo deje de ser  un niño debilucho y aniñado, para convertirse  en un cuerpecito harmónico, lleno de las curvas propias de  una fémina.

Mis caderas adquirieron volumen  al igual que  mi trasero, crecí hasta el 170 y mi peso se quedo  en 57 kilitos, también aumentaron considerablemente mis pechos, mi espalda al igual que mi cinturita, se estrecho y mi fisonomía cada vez era más aniñada.

Debido a mi corta edad no podía hacer un análisis de lo que me ocurría, pero instintivamente me comportaba como una verdadera mujer y en consecuencia vestir como tal.

Mis padre desde muy temprana edad ya se percato de mi feminidad, intento cambiarme para que fuera un niño a su entender normal.

Al tener 4 hermanas mayores mi papa, no  quería renunciar al que entendía como su hijo varón. No obstante cualquier intento fracaso, en  gran parte por ellas, enseguida entendieron que tenían que tratarme como su hermanita.

En este sentido tuve suerte porque siempre me ayudaron a no hacer caso de la gente que me miraba con recelo. En cuanto a mi mama se poquita cosa porque se fue de casa después de que yo naciera dejándonos a cargo de mi papa.

Un buen día con le excusa de que empezaba el instituto y necesitaba ropa nueva,  fui de compras con ellas en unos grandes almacenes, después de unas pequeñas discusiones de lo que me podría comprar, conseguí que me dejaran escoger algunas prendas que realzaban y mostraban sin reparo gran parte de mi anatomía.

Solo llegar a casa me encerré en mi habitación y me la  probé,  se trataba de camisetas ajustadas, y vestidos  con mucho escote que dejaba ver gran parte de mis pechos, mayormente los escogí  abiertos por la espalda  por que creía que así eran sexys y a la vez elegantes.

También me compre un sinfín de minifaldas que se zarandeaban al ritmo de mis andares, dibujando en cada paso el contorno de mi culito. Me ilusione aun mas  cuando me puse los zapatos de tacón los más altos tenían de 10 cm los cuales encumbraban mis esbeltas piernas, me sentía como una bonita y frágil escultura de cristal.

Recuerdo que mis hermanas tenían envidia sana de mi anatomía, reconociendo que era la que mejor cuerpo tenia.  Me instruyeron con los primeros consejos de maquillaje, me dijeron que a mi corta edad solo me pintara los ojos, me pusiera un poquito de rímel y el pinta-labios para realzar lo que ya eran unos gruesos labios, de este modo potenciaría mi carita angelical.

Todos estos cambios se produjeron en el verano por lo que se avecinaba un nuevo curso muy diferente a los anteriores.  Además empezaba en otro instituto por que como en casa nos habíamos mudado ninguno de los antiguos compañeros estarían, por lo que podía empezar de nuevo sin dar explicaciones a nadie.

Los primeros días de instituto  tenía miedo de lo que pudiera pensar la gente, pero enseguida hice amigas y sobretodo amigos que se peleaban para sentarse a mi lado. 

Se trataba de un instituto religioso, por lo que tuve que disminuir la sensualidad de mis prendas, no obstante poco podían decirme ya que muchas de mis amigas vestían igual o más sexys que yo.

Un día en tono rebelde decidí ponerme las prendas que mas me gustaban, yo me veía preciosa con ella pero ahora puedo decir que era excesivamente explosiva para una niña de mi edad.

Cuando salí a la calle de camino al instituto me di cuenta de que no resultaba difícil andar con esos altos tacones, era como si estuviera  hecha para llevarlos, buscaba que los pasos fueran naturales y a la vez sensuales, incitando  que los chicos me siguieran con la mirada a cada paso realizado, lo que provocaba  piropos de lo más osados.

Todo eso me encantaba, sentía que gustaba a los hombres, mucho más que las chicas de mi edad, aun no sabía muy bien las consecuencias que todo esto podía conllevar, mi mente empezó a creerse que estaba hecha para gustar y que muchos me ansiaban.

Pero aun me faltaba muchísimo para aprender y en clase de matemáticas que empecé ese mismo día, fue el lugar donde comprendí mucho más de lo esperado.

Al sentarme en las  silla  de mi pupitre cruce mis piernas para que no se viera nada, pero inconscientemente me incline ligeramente hacia adelante, hecho que hizo que se visualizara por detrás mis braguillas, me di cuenta al oír los murmullos de los chicos de detrás.

Muy pronto me  percate que esa no sería la única reacción que provocaría. Aquel  hombre que se presentaba como profesor  también me estaba observando. Recuerdo que en ese preciso momento el poder que yo creía tener sobre  los machos, se desvaneció. En el preciso momento que  mis ojos se cruzaron con los suyos, algo cambió en mi interior, Su mirada fija  reflejaba seguridad, arrogancia y virilidad.

Su voz gruesa y entrecortada, manifestaba una gran adición el tabaco, no obstante solo podía sentir su tono, era totalmente incapaz de entender lo que nos contaba. Fue como si estuviera desagradablemente hipnotizada, concentrada en sus gestos, movimiento y mirada que inconscientemente sabía que algo malo me estaba diciendo.

Yo no lo encontraba para nada atractivo, es más, me resultaba repugnante, era un hombre muy mayor de unos 60 años, con sobrepeso de unos 100 kg o más, sobre todo por la enorme barriga, llevaba una barba espesa que se juntaba con el poco pelo lateral que aún le quedaba en la cabeza, además se notaba que no se preocupaba por su aspecto porque sudaba abundantemente y no utilizaba nada para evitar su penetrante olor.  

Termino la clase y debido a mi estado hipnótico, fui  la ultima en levantarme, nerviosa me dirigí hacia la salida y es cuando sentí su grave voz dirigiéndose a mi espalda.

-       Perdona chica, cómo te llamas? Entiende que no he podido memorizar aun vuestros nombres.

Me llamo Claudia. Conteste con una leve voz temblorosa.

  

-       Muy bien Claudia, me pareció ver que no prestabas mucha atención en mi clase y claro acabamos de empezar entenderás que me has dado una mala impresión.

No supe que decir…  dándome  cuenta de que le tenía un poco de miedo.

-       Bueno todo tiene arreglo (dijo sin esperar mi respuesta)  a lo mejor incluso estas a tiempo de cambiar esa primera impresión. A partir de hoy tendrás que ser buena y aplicarte mucho, desacuerdo?

Yo ascendí con la cabeza buscando mi propia sonrisa, con la intención de caerle mejor.

Posteriormente sin hacer mucho caso de mi respuesta, miro a sus  alrededores para asegurarse de que todos mis compañeros se habían ido. Apresurándose a cerrar la puerta. Al ver que me quedaba sola ante el me asuste mucho mas.

Después corrió todas  las cortinas quedándonos solo con la luz artificial,  me miro otra vez, yo desvíe la mirada no podía seguir mirándole porque me estremecía.  Al ver mi reacción se río descaradamente. Yo no entendía nada.

Después de esa risa burlesca recuerdo que surgieron de sus labios las primeras palabras que cambiarían mi vida.

Lo que dijo fue algo así como que con sus 58 años tenía mucha experiencia en descubrir zorritas, que le gusta exhibirse delante de los demás, que era la típica puta que con solo 14 años estaba harta de follar con cualquier niñato, pero que con el aprendería a comportarme como la nena obediente que tenía que ser.

Supongo que como habéis podido deducir lo de hacer el amor era mentida por que debido a mi edad era virgen y aunque mi sexualidad si estaba despierta  mi mente no estaba preparado por el sexo, o eso yo creía.

Con su enorme mano rápidamente me agarro del brazo con fuerza y prosiguió diciéndome que estaba demasiado buena como para no follarme, con la otra me cubrió  la cabeza y presiono hacia abajo hasta arrodillarme contra el suelo.

Yo estaba atónita, no me creía lo que estaba pasando, y de golpe me pego en la cara para hacerme reacción.

-       Hazme lo que te toca. grito! 

Me puse a llorar le dije que no entendía lo que quería, le dije que si me dejaba seria buena y obedecería en todo.  Se volvió a reír y sin inmutarse me volvió a pegar, se desabrocho los pantalones pudiendo observar a trabes de sus calzoncillos un bulto enorme y grueso que apartaba considerablemente el calzoncillo de su cintura.

Sin más dilación, me agarro la mano con la intención  de que la sacara de allí dentro.

-       Sácame  la polla, putita! Exclamo.

Yo asustada obedecí y note todo su pene en mi mano, estaba caliente y muy duro, me llego su olor era penetrante,  sus venas se marcaban entorno a ese miembro erecto, me pareció realmente monstruosa, No tenía nada que ver con las dimensiones que yo creía que tenían.

Aquel entonces la encontraba horrible aunque no podía dejar de mirarla, todo sucedía demasiado rápido como para asimilar mis reacciones. No podría creerme que mi profesor me estuviera tocando, pero poco tenía que hacer porque sin pensárselo, me agarro de la cabeza y introdujo de un solo golpe su polla en mi boca hasta el hondo de mi garganta, me dolió, el lo noto provocando sus risas seguidas de insultos y que aun no entendía muy bien.

Empecé a tener arcadas pero eso para nada hizo detenerle, mientras olía su sexo notaba como si se partieran las comisuras de mis labios.

Apretó sus manos contra mi cabeza, como si fuera una muñeca que podía destrozar, empezó a moverse cada vez más, mi cabeza se balanceaba entre sus manos y el espacio recorrido por sus  envestidas, creo que si no fuera porque me agarraba me hubiera roto el cuello.

Yo estaba mareada, no podía ver nada, pero escuche como balbuceaba frases salteadas como, perrita inmunda, putita inocente, si, si ha,  Joder me voy….

Al decir eso note como un líquido caliente salía a toda presión impactando en mi faringe, este era pastoso y llenaba el poco espacio que quedaba libre. Me quede sin respiración salió tanta cantidad que no pude contenerlo, escapándoseme por las comisuras de los labios.

Lentamente disminuyendo la fuerza de sus manos realizando al mismo tiempo un suspiro de alivio.

Suavemente retrocedió su miembro de mí y pude descubrir que mi boca aun estaba llena del líquido que me dio.  Me observó detalladamente y con la autoridad de un profesor me ordeno que lo tragara, después que con mi lengua le limpiase a él y finalmente todos los restos que quedaran en el suelo o pupitre.

Atemorizada  sin haber recuperado una buena respiración tanto por horripilante abuso como por el principio de unas lágrimas que querían volver a salir, lo tragué costosamente, sentí su desagradable  sabor y textura entrando hacia mi estomago, ayudándome exclusivamente de mi propia saliva para conseguirlo.

Volvió a coger mi cabeza, esta vez con solo una mano y con un seco empujón marco la dirección donde tenía que limpiar, Temblorosa con las lágrimas ya saliendo a borbotones saque mi lengua para lamer restos de líquido en su piel, por mi propia supervivencia tenía que obedecer. El me observaba sonriente la realización de mi tarea. Cuando creí haber terminado me pare, sin mirarle como si así, pudiera desvanecerse ese monstruo de profesor.     

Al ver que estaba quieta me agarro de la mandíbula con la intención de que lo viera.. Y replico:

-       Ya veo que eres un completo desastre, ni limpiar sabes hacer, no te dicho que después de mi, te tocaba el suelo o qué? O bien quieres dejar alguna prueba de lo puta que eres para los demás?

Al mirar, vi que al mis alrededores, estaba lleno de restos, no podía parar de temblar, el pánico se apoderaba cada vez mas de mi y solo se me ocurría hacer lo que decía para salir de esa situación.

Me incline en dirección al suelo, y empecé a limpiar note de mientras como se ponía los pantalones y se abrochaba el cinturón. Yo no apartaba la mirada del trabajo encomendado, pero escuche como sus pasos se alejaban, mientras me decía:

-        Bueno termina tu trabajo que por hoy ya está bien,  creo que ya me escucharas con más atención, es más si te esfuerzas llegaras muy lejos! Sonrío y se fue cerrando la puerta.

Sin saber muy bien porque seguí limpiando el suelo, pensaba que en parte tenía razón en no dejar constancia de lo ocurrido.

Yo no percibí cuanto tiempo me quede sola de rodillas limpiando, pero lentamente mi mente volvió hacia mi dándome poder para decidir.  Pare y observe que mi cara estaba seca por el liquido blanco que me había dado el profesor, que se había deslizado lentamente por mis senos hasta secarse por el calor que desprendió mi piel.

Me levante con dificultades al tener las  piernas totalmente dormidas, me peine como pude y me vestí con aquellas ropas que tantos problemas me habían dado.

Corrí aun cojeando en dirección a mi casa para asearme con la ilusa intención de sacarme el abuso que acababa de recibir.

Pensé muchísimo en lo ocurrido  y al final  decidí no contarlo a mi papa, me dije mi misma que era para que no me cambiaran de colegio perdiendo los amigos i la popularidad. Pero algo más se estaba desatando en mi cerebro, el trauma recibido por ese hombre a mi corta edad, provoco un sinfín de trastornos psicológicos que con el tiempo iría descubriendo aunque de momento no era consciente de ellos.

Así que decidí seguir como si nada hubiera sucedido, Inevitablemente  dos días después volvió  la hora de las matemáticas, pensé en decir que estaba mala, pero decidí  luchar, pensé que ese energúmeno no afectaría mas en mi vida, afrontándome a él.

Entre en clase con la intención de  hacerme respetar, por lo que fui directa a su mesa y delante de todos le dije que teníamos que hablar. Reacciono  clavándome su  característica mirada que automáticamente hizo que bajara los ojos asustada.

-       Bien Claudia, después hablaremos, pero ahora sienta tu culito a la silla y atiende mis explicaciones si lo que quieres es aprobar.

Eso provoco las risas de los demás, termino la clase quedándome sentada esperando que se fueran todos. Después me  acerque nerviosa ya sin ningún tupo de agresividad,  apenas articular mis primeras palabras, me  llego una bofetada tan fuerte que me tiro al suelo.

-       Quien cojones te ha dado permiso para dirigirme la palabra !  no te quedo claro que comportamiento tienes que tener ante de mí?

El miedo se volvió apoderar de mi cuerpo, no podía hacer nada, no era capaz de enfrentarme a él ni física , pero mucho menos psicológicamente. No podía mirarle solo me salió un perdón de mis labios.

-       No es suficiente, ahora vas a escucharme  atentamente.  Quiero que me llames  AMO, y siempre que te pregunte tendrás que responder con este nombre.

-       Ahora vuelve a pedirme perdón.

Perdón mi AMO,  Respondí automáticamente desde l suelo i llorando.

-       Bien, en clase delante de los demás no te es permitido hablar,   no digas ni hagas nada a no ser que yo te lo ordene, olvídate de hacer los deberes y ejercicio de clase etc. Tu solo te sientas y esperas, sé que tu inteligencia es la de una perra y para lo que sirves no te hacen falta las matemáticas, ahora levántate y sígueme.

Como pude me levante me dolía muchísimo la cara, pero aun más el corazón de oír esas cosas.

No dejaba de Llorar eso si bajito para que no me volviera a pegar, lo seguía sin más,  tenía miedo de hacer lo contrario.

Me llevo hasta la sala de profesores y cerro con llave,  ordeno que  apoyara  las manos en su mesa, estas temblaron solo ponerlas encima. Metió su pie entre mis piernas y con una enérgica patada las separo, si no fuera porque estaba apoyada me abría hecho caer precipitadamente.

Seguí llorando por dentro, pero para nada se detenía, cogió unas tijeras de encima la mesa, mi corazón palpito enérgicamente, pero nada podía hacer mi mente, no reaccionaba.

Dirigió la mano hacia  mi trasero levantándome la falda, acerco las tijeras hasta sentir el frio del metal en mi piel, con un rápido movimiento, corto el hilo de mi tanga, el cual se deslizo entre mis piernas  hasta caer al suelo. Note el aire fresco de un ventilador entre ellas, Me cogió de la cabeza apretándola hacia la mesa, dándome a entender que me quedara quieta.

Escuche como se desabrocho el cinturón, con el ya entre sus fuertes manos, se acerco balanceando sus brazos por encima de mi cabeza, hasta llegar a la altura de mi boca

De un fuerte tirón apretó el cinturón entre mis labios en forma de mordaza. Apretó forzosamente entre mis dientes, quedándome sin habla y dificultando mi respiración.

                                                                                                                               

Totalmente inmovilizada su miembro aun con ropa se refregó entre mis nalgas, Note como crecía entre ellas, se aparto por un instante, el justo para bajarse toda la ropa y proseguir con la tarea.

El calor que desprendía me recordó que días antes ese mástil ya me había destrozado. 

Pero al apoyarlo  ante mi agujero, yo deje de recordar, no quería ni pensar sobre lo que estaba a punto  de suceder, note como sus manos se apoyaban presionando las mías, para incorporarse detrás de mi espalda.

Notaba su glande presionando contra mí, por un instante mi profesor se quedo inmóvil y susurro: Te va a doler niña…

De un potente golpe apretó todo su mástil contra mí, fue un movimiento rápido, pero sentí un dolor intenso en cada milímetro de introducción. La agonía que mi cuerpo experimento me llevo al borde del desmayo. Recuerdo que supe que estaba totalmente empalada cuando su barriga se deposito encima mi espalda y de la inercia de su embestida me tambalee contra la mesa.  

Inmovilizada por su descomunal  fuerza me quede tendida sobre ella, presionada debajo de 100 kg de peso.

Continúo el infierno cuando retrocedió,  presiono las muñecas  clavo la barbilla en mi espalda y con sus rodillas utilizo mis piernas como apoyo para incorporarse.

Lentamente saco su miembro con la intención que sintiera toda la carne que estaba llenándome.

Siguieron sus acometidas y posteriores retrocesos, sin importarle una pizca el horror que yo sentía en mis entrañas. Mi mente solo quería escaparse y volar hacia otra parte, pero cada uno de sus  movimientos me recordaban donde estava.  

No sé cuánto tiempo estuvo usándome,  perdí la noción del tiempo, solo recuerdo que en un punto acelero encarecidamente hasta notar como una presión me inundaba. Se corría dentro de mí creo que su liquido caliente  me alivio el dolor por un segundo.

Coloco las manos sobre mi espalda y apretó con la intención de incorporarse, solo utilizaba mi cuerpo por su interés, ya fuera para violarme como para levantarse. Al apartarse de mi note como su regalo resbalaba entre mis piernas.       

-       Joder como te has puesto, eres una cerdita que asco que me das estas meando sangre.

No me sorprendió porque sabía que estaba rota por dentro, pero si  me ruborice con sus palabras, no lo podía creer yo era la que estaba avergonzada ante el,  no lo entendía.

-       Perdón mi señor siento lo sucedido por no poderme aguantar.

Respondí automáticamente,  después pensé lo que acababa de decir, porque me disculpaba?

.

-       Ahora tendré que limpiarte quédate quietita, que voy a mearme encima de ti, para higienizar este desastre.

Note como sus calientes meados me mojaban  las piernas, el culo la espalda,

-       Gírate y arrodíllate ante mí y quítate el cinturón que te hace de mordaza. que de paso limpiare la carita para sacarte el maquillaje que de tanto lloriqueo has quedado echa una piltrafa.

Prosiguió,( no hace falta decir que obedecí automáticamente),  mojándome el pelo  los ojos para terminar en mi boca que por iniciativa ya tenía abierta .

Limpio  los residuos de semen y orina, restregándome la polla en la  frente como si fuera un pañuelo,  guardo el miembro se puso los pantalones con total tranquilidad, y con un gesto autoritario, me señalo la salida.

Me levante  como pude,  sin bragas, toda adolorida con su cinturón ahora en mi cuello, mojada  y sucia, me dirigí tambaleando hacia la salida.

-       Estúpida perra despistada que voy hacer contigo, te dejas tus bragas en el suelo, ahora a  cogerlas con la boca venga.

Volví hacia a ellas, me arrodille cogí las bragas con los dientes como la perra que tantas veces me recordó que era.

 Al levantarme se acerco y con sus dedos apretó las bragas en mi garganta. Con sus manos me giro enérgicamente  en dirección a la puerta y con un fuerte bofetón  me empujo, recordándome que la cerrara antes de salir.

Al salir obedecí una vez más, quedándome apoyada totalmente exhausta en ella por el otro lado, en este justo instante fue cuando  descubrí embobada que estaba excitada.

Aquí es cuando descubrir que esto era solo el principio, y que a lo mejor mi Amo  tenía razón en que bien podría ser que había nacido para ser usada.