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Claudia, Mi primera violación grupal. II

en No Consentido

En un último arrebato de dignidad sacudí mi cabeza para expulsar esas barbaridades de mi mente y articulé impulsivamente las palabras que pretendían mi liberación:

-      Qui quiii, Quiero…  Hacerle contento y servirle Amo, no sabía si lo estaba haciendo bien y si aún está enfadado, perdone por no ser digna de su virilidad mi señor.

Justo después me di cuenta de lo que realmente había dicho, ero como si otra persona hablara por mí, me acababa de ofrecer como el denigrante ser que MI AMO tantas veces había dicho que llevaba dentro.   

Mi sumisa intervención provoco todo tipo de comentario y aplausos machistas de esos 5 machos.  Mi Amo con una sonrisa, asentó con la cabeza y me respondió:

-      Bien “cosa”, tú no tienes de esperar mi aprobación, solo tienes que obedecer, ¡sin más! aun necesitas mucho adiestramiento, pero veo que empiezas a entender cuál es tu papel como objeto de mi propiedad.

-      Venga ahora a satisfacer todas las exigencias de mis invitados hasta que decidan terminar con tu uso.   

De este modo se reanudo mi violación. El conductor que anteriormente me lleno la boca, se retiró traspasándole la correa al compañero de los tatuajes, el cual este estaba tan fogoso que eyaculo rápidamente en mi rostro. El macho al cual estaba masturbando con mi mano derecha se cambió de sitio para situarse entre mis piernas, de las cuales continuaba rebrotando esperma, justo en ese momento mi Amo intervino preguntando:

- ¿Así no hace falta que os limpie mi cerdita?

Este respondió un simple NO entrecortado por la excitación, mientras de golpe me introducía su polla, seguidamente se escucharon sus huevos impactando contra mis nalgas mientras siguió perforándome una y otra vez.

El macho que quedaba y que aún no había tomado partido se acercó para ocupar el sito que el chico de los tatuajes había dejado, tampoco pude verlo por el esperma que tenía impregnado en mis ojos, este recogió la correa y tiro de ella arrastrando mi cabeza hasta que su glande se refregó entre mis labios, noté un desagradable olor que surgía de ese anónimo pene.

Mientras tanto mi ano recibía otra tanda de envestidas que me provocaban una inevitable excitación, era evidente que mi cuerpo se estremecía en cada acometida y que mi agujero dilatado se abría gustosamente a él.  Este tenía la peculiaridad de acompañar cada uno de sus movimientos con dolorosos cachetes en mis nalgas que provocaron un pequeño suspiró que reflejaba esta dualidad de sensaciones.  

En ese momento escuche a mi profesor:

-      ¡shhhh No te he dado permiso para berrear “cosa”!

En ese preciso instante el que jugaba con mis labios me la metió rápidamente para posteriormente responder por mí al profesor: 

-      Tranquilo amigo, así con la boca llena no va a berrear más.  

Sentí las risas de todos los machos de la sala incluida la de mi profesor.

Así pues, siguieron los bofetones cada vez más plausibles hasta que finalmente, note como estrujo mis nalgas con sus dos manos para realizar una última estocada precipitando caudales de esperma en mí, mientras sucedía las agarro bruscamente y las separo para que su polla expulsara las últimas gotas de su caliente esperma en lo más profundo de mis entrañas. Finalmente aparto sus garras de ellas para marcarme un último bofetón. 

En este preciso instante es cuando también por el otro lado, mi lengua empezó a recoger otro caudal inundando mi faringe. Este verbalizaba todo tipo de humillaciones a mi persona, mientras mi cabeza se balanceaba brutalmente entre sus manos, las comisuras de mis labios no daban abasto por lo que no pude evitar que por ellas se escurriera parte de ese espeso líquido, el cual resbalo por mis mejillas para finalmente caer en la mesa.

Me preocupaba no poder impedir que la mesa se ensuciara y tampoco pude evitar que siguiera rebrotando esperma de mi dilatado ano, parecía una fuente de flujos que se deslizaban por mis piernas hasta caer en el suelo.

En ese momento una vez retirados todos mis violadores, mi Amo rodeo la mesa para desatar una por una las ligaduras que me tenían presa, con su enorme mano recogió mi larga melena y tiro de ella pare levantarme.

Al quedarme de pie mis piernas se tambalearon encima de esos altos tacones, no me caí porque me tenía fuertemente sujeta por el pelo, después tiro de mi cabellera a modo que mi espalda se apoyase contra su envergadura, la hombría que percibí dentro sus pantalones me sofoco irremediablemente.

Pude comprobar esta vez por comparativa que era la más grande y robusta de todas las que me habían utilizado hasta el momento. También recordaba perfectamente que me había dicho que yo tarde o temprano desearía ser usada perdiendo cualquier indicio de dignidad.

Resignadamente empecé a considerar que todo lo que él había visto en mi podía ser verdad.

Seguidamente sin tiempo a mas consideraciones cogió la cadena que aún no había sacado de mi cuello y tiro de ella ayudándose con la mano que me sujetaba de la melena, provocando así mi genuflexión, aguanto unos instantes mi cuerpo para que no perdiera el equilibrio y dejarme en esa posición.

-      Aunque ya pudieses abrir los parpados no se te ocurra hacerlo. (Ordeno mi Amo.)

Obedecí quedando arrodillada delante de esos 6 machos, escuchaba sus comentarios, se reían de como su leche se reparta por todo en mi cuerpo, volví a escuchar los inconfundibles pasos de mi Amo acercarse hacia mi cara, lo supe al escuchar como tiraba de la cremallera de su pantalón.

Se desabrocho los pantalones para finalmente sacar su monumental masculinidad ante mí, olí ese penetrante e inconfundible aroma que le caracterizaba, seguidamente un líquido caliente impacto en mí.

 Eran sus orines recorriendo mi frente para después redirigirlos hacia a mis ojos y fijarse allí. Mientras lo hacía se dirigió hacia los demás:

-      ¡Como podéis ver este es el mejor modo para limpiar esta putita, cuando yo termine, si queréis podéis utilizarla como orinal! Eso provoco la estupefacción de todos los hombres de la sala que acompañaron de comentarios humillantes hacia lo que estaban viendo.

-      Abre la boca “servicio” exclamo dirigiéndose esta vez a mí.

Obedecí tal y como sabía que quería que lo hiciera, por lo que saque toda mi lengua a modo de pasarela para ayudar el flujo a depositarse en mi garganta

Una vez más tuve el vergonzoso y denigrante pensamiento de estar orgullosa de recibir al menos alguna cosa de mi señor.

A cavo de una larga meada, vacío hasta las últimas gotas de su orina en mí.  

Sin tocarme en ningún momento con su voluptuoso miembro, volvió a introducírselo en los pantalones, para tranquilamente retirarse dando turno a todos los demás:

-      ¡Si alguno más quiere ir al servicio este funciona por voz, solo tenéis que ordenarle su obertura y este mismo se encargara de ir tirando de la cadena!

Eso provoco las carcajadas de los demás hombres, mientras se reían de mí, yo seguí pensando el porque me dejaba vejar hasta ese delirante punto, estaba siendo tratada como si fuera un roñoso orinal de los que hay en los servicios masculinos. Era libre para hablar, pero la cruda realidad es que incomprensiblemente estaba obsesionada en agradar al que estaca convirtiendo mi vida en una pesadilla. Poco después de que se apaciguaran las carcajadas escuche su voz dirigirse hacia a mí:

-      Ahora puedes abrir la luz.

Me quedé parada unes instantes hasta que comprendí que se refería a mi como orinal, así que deduje que me daba permiso para abrir los ojos.

Al hacerlo tímidamente pude ver por primera vez toda la situación, lo primero de lo que me percate era de la mirada sonriente de desprecio de esos seis machos hacia mi persona.

Poco a poco cuando pude fijarme en cada uno de los violadores, me di cuenta que los más agraciados eran justamente los dos chicos del coche, los otros tres eran hombres de su misma etnia, pero más maduros, de más o menos la edad de mi papa, eso provocó un fuerte escalofrió en mí, eran más jóvenes que mi señor, pero estaban muy demacrados, con barriga y arrugas, con muchos tatuajes los cuales no comprendí su significado, -yo no entendía de eso- pero parecían sacados de una cárcel del más alto nivel o de los barrios más peligrosos de la cuidad.

Mientras seguía mirando asustada a todos ellos escuché como los dos más jóvenes comentaban que ya se sentían satisfechos, vi en sus miradas un cierto grado de compasión. Supongo que, aunque yo hacia todo lo que me pedían ellos detectaron que tampoco estaba disfrutando al menos con lo de tragar orines, por lo que decidieron retirarse. No me dirigieron ni una sola palabra y salieron por la puerta.

Me quede arrodillada esperando que esos maduros demacrados y con arrugas me utilizasen como servicio, quería que todo aquello terminase de una vez, al ver que el primero se desabrochaba los pantalones yo ya abrí la boca para tomar lo que quería darme, una vez más provoco la risa de esos degenerados, este procedimiento se repitió por cada uno de ellos, intente deducir quien era quien, según el tamaño y forma de sus miembros, pero no lo conseguí me estaban meando y haciéndomelos tragar, unos barriobajeros sin saber por dónde me habían follado.

Al terminar todas sus meadas, fueron saliendo gradualmente de la habitación, Pero antes, el más viejo, me dio un zapatazo en el hombro a modo de que me cayera.  Finalmente, se despidieron de mi Amo y preguntarle cuando podrían repetir.

Este les respondió que no se preocuparan porque yo tenía de trabajar para pagar mi comida. 

Una vez completamente sola con mi Amo, aun en el suelo sin levantarme por no tener orden alguna, se acercó hacia un armario del cual saco un cubo y fregona que había dentro.  

-      ¡Primero quiero que recojas con tu lengua los restos de esperma que dejaste caer en la mesa! Después una vez esté limpia te dejare que uses estos utensilios de sirvienta, cuando termines de limpiarlo absolutamente todo, te dejare un vaso con una botella de medicamento dentro de la jaula, te lo tendrás que ir tomando si quieres eliminar tanto orín de tu estómago. También tienes un comedero con tu comida, tómatelo como un adelanto de tu deuda, espero que te esfuerces a llegar a categoría de perra y sepas esperar tus turnos de paseo para hacer tus necesidades.   - Ahora a limpiar “cosa”.

Después salió sin más de la habitación cerrándola con llave.

Aun dolorida, destrozada y llena de flujos masculinos, limpie sumisamente la mesa con mi lengua tragando cada uno de los restos que deje escapar en su momento.

Con la fregona friegue el suelo de esos orines, en cierto modo agradecí que Mi Señor me dejara que utilizara esos utensilios de sirvienta y que supuestamente me diera algo para mi estómago.

Finalmente, yo misma entre a gatas dentro de esa jaula con los tacones puestos el vestido empapado, las braguitas medio rotas de tanto ajetreo y llena de esperma por toda mi anatomía. Cerré la puerta tal y como me había ordenado y me quedé esperando que mi Amo volviera a aparecer en algún momento.