miprimita.com

Claudia, Mi primera violación grupal. I

en No Consentido

Recuerdo que después de leer esa nota me quedé perpleja en la cama, no quería levantarme por miedo a que el contenido de ese recipiente se vaciara, no entendía como pudo llenarlo de orines masculinos y metérmelo bruscamente sin piedad.

Mi incredulidad hizo que releyera la parte final de esa nota que decía:

Verás que llevas una tanguita de castidad. No podrás sacártelo hasta que yo te lo quite, en la última sesión te introduje una cosita muy especial, (te lo quería contar el mismo día, pero eres tan penosa que se me desmayaste) se trata de un recipiente de 30 cm de largo por 9 de espesor que anteriormente deposite en el urinario de hombres que queda enfrente de tu clase, de tal modo que tus compañeros masculinos mearon dentro de este hasta llenarlo... Después lo tape y aun empapado te lo endose de un solo golpe en tu interior. Por lo que tienes que ser muy consciente que llevas dentro los orines de los machos de tu clase, el cual por una perrita sumisa como tú no deja de ser un gran honor.

PD: A las siete de esta misma tarde quiero que te presentes, a mi consulta de psicología, Hasta ahora “cosa.

Al mirar el reloj desde la cama observé que eran las 6 de la tarde, aunque tenía tan solo unos 10 minutos de viaje decidí salir hacia allí por miedo en hacer tarde y recibir otro castigo, estaba atada psicológicamente a él por sus maquiavelismos, era consciente que ese energúmeno podía hacer conmigo lo que quisiera. Tenía que reconocer que era un hombre con recursos y capacidad para convencer, de echo ese era el verdadero motivo por lo cual no podía hacer nada al respecto, convenció a mi papa con solo unas palabras que yo era una guarrilla que se ofrecía a los chicos más gamberros del instituto y que mentiría por tal de poder seguir haciendo lo que quisiese. Le convenció que parte de sus clases como profesor de instituto, también como psicólogo podía ofrecerme terapia para reconducir mis impulsos.

Así pues, después de pensar con ese callejón sin salida unos minutos, me levanté para realizar los primeros pasos con aquellos altos tacones de aguja, sentí un ligero alivio al ver que quizá podía andar sin provocar su derrame.  

En el espejo me fije en aquel vestido negro que según la nota ese miserable profesor eligió a su gusto, consistía en un vestidito con transparencias en la parte superior que dejaba ver mis pechos, solo una especie de sujetador incorporado en el con dos tiras estratégicamente situadas en los aros tapaban mis rosados pezones, estas trasparencias recorrían toda mi silueta hasta llegar a mi cintura donde terminaba con una falda con dos largas entallas laterales que dejaban el descubierto gran parte de mis piernas.

Por ultimo me percate que llevaba una especie de collar metálico con una agarradera. -Ese degenerado me vistió como una prostituta de lujo en el tiempo que quedé inconsciente- Con resignación y siguiendo su “terapia” decidí maquillarme en sintonía a esa indumentaria. Por lo que me pinté los labios de intenso rojo seguido por un perfilador de ojos y rímel de alto volumen para potenciar mí ya largas pestañas.

Una vez preparada salí andando por las escaleras que están entre mi habitación y la entrada de mi casa, donde me encontré a mi papa el cual al verme con esas pintas exclamo:

-      Madre mía Claudia, en que te has convertido…. ¡Vete directa a la consulta de tu director, tienes suerte que él entiende mucho de psicología adolescente y me ha convencido que no sirve de nada regañarte por tus vestimentas… Sal de mi vista rápido!

Agaché la cabeza entristecida sin decir ni una palabra dirigiéndome hacía la puerta de salida, empecé andar con esos altos tacones notando entre mis nalgas ese monstruoso recipiente metálico, era como si en cada paso recibiera una pequeña envestida en mi interior.

Ya en la calle, a unos cinco minutos de viaje, escuche música reggaetón saliendo de la ventana de un vehículo, el conductor redujo la velocidad para posicionarse a mi lado, la música se intensifico al bajar la ventanilla por la cual gritaron: 

-      ¿Te has perdido nena?

Miré de reojo y vi que eran dos chicos de procedencia latina, no le respondí y seguí andando.

-      ¿Estas sorda bomboncito? (Jajajaja, rieron ambos dentro el coche)

Redujeron la velocidad hasta que se situaron unos metros detrás de mí, para poco después acelerar y situarse otra vez a mi lado.

-      ¿Cómo meneas ese rico culo, te gusta provocar con este cuerpazo, no nenita? Jajajaja volvieron a reír con mucha más fuerza.

Yo seguí andando sin hacerles caso, estaba asustada y avergonzada por si intuían que tenía algo metido dentro, crucé mis brazos por tal de tapar mis pechos ya que con la luz natural aún se visualizaban más las trasparencias, no quería darle pie a ninguna mala interpretación, aunque la ropa que llevaba no ayudaba nada.

-      Dónde vas putita, venga sube en el coche que te lo vas a pasar bien.

En ese preciso instante escuche el claxon de otro coche mucho más grande y lujoso, con una contundente voz dirigiéndose hacia a mí: 

     -Claudia! súbete a la parte trasera del coche.

¡Era el!  mi violador, el que decía que se consideraba mi Amo.

Subí sin pensar fue un acto reflejo, la verdad es que por una parte me sentí protegida, pero por otra totalmente expuesta otra vez a sus demencias, una vez situada en la parte trasera me miro por el retrovisor con esos penetrantes ojos y con un gesto me ordeno callar.

Se bajó del coche dirección a los chicos que me increparon, hablo con ellos unos minutos y volvió a entrar, no me atreví a mirar para saber lo que les decía, posteriormente encendió el motor del coche y nos fuimos dirección a su vivienda.

Una vez en el destino entro directamente a su garaje donde paro definitivamente el motor.     

-      ¡Bájate y dirígete hacia aquella mesa de herramientas sin rechistar, pon las dos manos encima y separa las piernas!

Obedecí presa del miedo, me dirigí sin soltar palabra hasta la mesa indicada, una vez situada con la posición ordenada se acercó para levantarme el vestido, dejando  mis nalgas a la intemperie, posteriormente traslado un brazo entre mis dos piernas y con una llave abrió el candado del cinturón de castidad, note como se desabrocho al dejar de presionar mi piel, a continuación  apoyo su mano derecha en mi espalda y con la otra tiro de golpe hasta sacarme el artefacto, -me dolió- pero no fue comparable a su violenta introducción.

-      ¡Ahora arrodíllate ante tu Amo! Que te quedo muy claro que no tienes permiso para hablar ni murmurar pase lo que pase. ¿Entendido “cosa”?

Respondí con la cabeza un sí.

-      Bien ahora sácate el vestido y los tacones de puta que te compre.

Empecé a temblar arrodillada, mientras me dispuse a desnudarme ante él, esa posición me hizo recordar las anteriores veces que me obligo a mamar el que me parecía un descomunal pene. Digo que me parecía porque no tenía como comparar, ya que por mi corta edad solo había albergado en mi garganta el mástil de ese desalmado.

No entendía que quería exactamente ya que era la primera vez que me hacía desnudar entera, sin querer ya con el vestido y tacones en mis manos cruce instintivamente mi mirada hacia mi abusador el cual pronuncio unas palabras inesperadas:

-      ¡No perra no, No te mereces el premio de tener otra vez mi polla entre tus labios ni mucho menos el enorme honor de ser penetrada por tu señor, me desobedeciste y poco a poco iras pagando las consecuencias.

Recogió los tacones y el vestido y los deposito sobre la mesa del taller, posteriormente agarro el recipiente que poco antes permanecía en mi interior y desenrosco la parte superior para acabar inclinando la parte llena hacia mí persona:

-      Levanta la cara y cierra los ojos, ¡voy a empaparte de los orines de los compañeros de tu clase!

No lo podía creer, ese enfermo iba a echarme los meados de los niños de mi clase, era verdaderamente repugnante pero no sabía qué hacer para evitarlo. A si pues arrodillada a sus pies me incorpore y cerré los ojos esperando que vaciara su contenido en mí, note como ese repugnante olor se esparcía por todo mi cuerpo mojándome completamente mi rostro y parte de mi cuerpo, consecutivamente sin querer se llenó ligeramente mi boquita de los meados de mis amigos de clase.

-      ¡No escupas y aprovecha los restos que entraron en tu boca de “cosa”!

Trague con desgana y mucho repelo descubriendo por primera vez el desagradable sabor salado del orín. El resto de contenido fue desliándose por mi cuerpo hasta caer en el suelo, donde pude ver como se escurría por un sumidero situada en el fondo del taller. 

-      No pongas cara de asco y enorgullécete del regalo te tus compañeros.   Tu aun no llegas ni a perra y un macho por joven que sea siempre será tu superior, de echo actualmente en el escalafón de “cosa” un perro caballo o asno es superior a ti.

Esas palabras se clavaban como espadas a mi dignidad, quería decirle que me dejara en paz y desistiera de tal abuso. No obstante, tenía claro que era capaz de cualquier cosa si le contradecía. 

-      Ahora quiero que vayas a gatas hacia allí. (Señalándome el sumidero)

Una vez situada en el sitio y posición ordenada, observe como sacaba una manguera apuntándola hacia a mí, posteriormente me tiro con desprecio un bote de jabón líquido y con un gesto me ordeno usarlo, empecé con la tarea percatándome que se trataba de un champú para perros, no obstante, con conformismo pensé que al menos podía sacarme todo ese orín. Una vez refregué por todo mi cuerpo ese jabón abrió el grifo donde salió agua a toda presión hasta quedar perfectamente limpia.

-      Bien, quédate de rodillas que es la posición natural que quiero que tengas siempre en mi presencia. No se te ocurra desobedecer porque lo sabré, tengo cámaras en toda la casa.

 Cuando estés seca quiero que vayas andando a gatas a por tu ropa, donde también he dejado maquillaje. Recuerda que a gatas es la única forma que te permito desplazar hasta el momento, puedes levantarte mientras te vistes y te pones guapa, pero automáticamente hayas terminado vuelve a tu posición.

Una vez vestida subí por las escaleras que tienes en frente y esperas allí. Yo voy a hacer unas llamadas y a descansar un poco ya que me das mucho trabajo.

Después de oír todos sus comentarios he indicaciones, me quede sola, estaba desnuda a cuatro patas esperando que el ambiente secara mi la piel, al hacer calor solo necesite unos minutos, aunque el pelo ya tardo bastante más, de mientras miraba disimuladamente salidas por donde pudiera escapar, pero todo estaba cerrado.

Una vez tuve el pelo más o menos seco, me acerque a cuatro patas hacia mi ropa y maquillaje, siguiendo al pie de la letra sus indicaciones, me levante para ponerme el vestido y tacones, observe que se había llevado el cinturón de castidad y el recipiente. Posteriormente mirándome una un espejo que tenía en la pared volví a pintarme los labios del intenso rojo que a él le gustaba, seguido por el perfilador de ojos y rímel de alto volumen para potenciar mis pestañas.

Una vez termine rápidamente volví a desplazarme a gatas, dirección a esas escaleras que subir con dificultar ya que los escalones se clavaban en mis rodillas.  Una vez arriba, descubrí una fría habitación sin yeso en las paredes con un solo armario, en el centro una extraña mesa que consistía en un cubículo con la superficie de madera recubierto de una reja y una pequeña puerta.

Poco después escuche como ya subía esas mismas escaleras hasta llegar a la habitación y comentarme:

-      Quiero que sepas que esta jaula es a partir de ahora tu casa, quiero que cuando haya terminado tu uso te metas dentro y cierres la puerta hasta nueva orden. No obstante, no vayas aun porque no creas ni por un momento que tu castigo a finalizado, de echo solo acaba de empezar, ahora ponte estas braguitas de encaje especiales para ti.

Me estremecí aún más de miedo al ver que nada había terminado, me levanté para ponerme las braguitas que me había dado, tal y como entendí que me había dicho. No obstante, enseguida descubrí que algo no había hecho bien, porque me pego fuertemente hasta hacerme caer en el suelo con las bragas aun medio puestas.

-      He dicho que te podías levantar para vestirte mientras estabas sola, pero nunca he dicho que lo pudieras hacer en mi presencia. Vaya mierda zorra esta echa. ¡Venga! ¡Obedece rápido ponte las bragas de una puta vez!

Cuando pensé que mi decencia había tocado fondo los comentarios de ese desdichado me hicieron aún más desgraciada. Al verlo tan enfadado el terror subió de nivel, obedecí rápidamente y me puse en el suelo las braguitas que me había dado, las cuales eran rojas con encaje, diseñadas de tal modo que dejaba en la intemperie todas mis nalgas. Sin ni siquiera espera, encadeno con la siguiente orden:

-      ¡Ahora si puedes levantarte para incorporarte encima de esta jaula! Quiero tus piernas separadas y el torso encima del tablero, con el culo a mi disposición. 

Calladita me situé en la posición indicada formando un ángulo de noventa grados con vértice en mi cintura y culo a su disposición, cogió mis muñecas las cuales amarro con unas ataderas ya incorporadas en el cubículo, hizo lo mismo con mis piernas las cuales utilizo las rejillas de la reja para atar a mis tobillos, posteriormente puso una especie de cojín atado a mi cintura provocando el arqueamiento de mi espalda.

Una vez estuve presa, él se refregó entre mis piernas sin quitarse los pantalones, me levanto el vestido por lo que las braguitas abiertas dejaron que mis nalgas fueran abriéndose paso a su monumental pene, posteriormente aposento su grande barriga encima de mí, para acercase hacia mí oreja y susurrar esta vez tranquilamente en ella:

-      ¡Ya casi estas listas! Aquí bien atada y deseosa de mi polla estarás perfecta para ser usada, para los dos chicos que calentaste anteriormente, ya sé que ahora tu naturaleza está anhelando que te use, ¡Pero aun no te lo mereces “cosa”!

Una vez dichas estas palabras se incorporó apretando su mano hacia mi espalda con todo su peso.  Posteriormente e dirijo hacia la puerta de salida para dirigir su voz hacia las escaleras:  

-      ¡Subid chicos! ¡Lo prometido es deuda! Aquí tenéis a mi putita preparada para vuestro disfrute, merece una lección por calentar braguetas por la calle como si tuvieras derechos.

Me estremecí, mi pánico supero todo limite jamás imaginado, entendí que mi raptor me había ofrecido a los dos chicos que me increparon con el coche, no solo no me había protegido si no que todo indicaba a que les había dado derecho a que me violaran. Me encontraba atada de brazos y piernas, con el culo en pompa, con esas braguitas abiertas de encaje que dejaban mi agujero a la intemperie. 

Empecé a escuchar pasos y murmullos para finalmente oír a mi abusador dirigirse hacia a ellos:

-      ¡Al final cuantos sois pregunto extrañado?

Bueno Como usted dijo que podía traer amigos, se lo he dicho a mi tío y sus camaradas.  (Respondió el que llevaba el coche entre risas).

Una vez más me quede estupefacta, mis ojos se abrieron como platos, un acto reflejo hizo zarandear mis muñecas mientras lloriqueaba sutilmente con la intención de escapar de esa vulnerable situación. Escuche como se reían los machos de esa sala mientas mi abusador se dirigió hacia a ellos como si no existiera:

-      Bien, me parece genial, el precio de mi putita es de solo 2 euros por persona, este precio incluye sexo oral y anal con o sin preservativo vosotros elegís, podéis correros dentro o fuera, como más os guste, tenéis derecho a insultarla, pegarla, tirarla del pelo lo que sea, una vez todos satisfechos podéis orinarle encima si os apetece…  yo estaré observando sin tomar partido, tenéis alguna pregunta?

Escuche como comentaban la jugada con mi Amo como si yo no fuera una persona, se reían de lo barata que salía, mientras hablaban de si me usarían con o sin goma. Mi abusador les respondió que podían vaciarse dentro de mi culo o boca sin preocupación, ya que tan solo tenía 18 años y él había sido el único macho que me había usado sin ni tan solo darme el honor de desvirgarme. Extrañados por ese último comentario, el conductor del vehículo comento:

-      ¿Así no le importa que nosotros la desvirguemos antes que usted?

En esos momentos presa del miedo mi mente realizo un giro inesperado, fue como si mis pensamientos apuñalaran repetidamente mí ya dudosa dignidad, estaba horrorizada por lo que me esperaba, sentía rabia y a la vez terror por ese profesor, pero tampoco quería ser violada por todos esos desconocidos, pensé que al menos a él ya lo concia y no quería ser cedida como si fuera una simple mercancía, en el fondo ante tal situación de vulnerabilidad mi cerebro ¡lo prefería el!  Inevitablemente prefería ¡Un hombre 45 años mayor que yo, con muchas entradas, muy velludo de cuerpo, de constitución obesa y de enorme barriga! ¡Un ser despreciable que me tenía aterrorizada y esclavizada!  En esos momentos vinieron a mi cabeza aquellos comentarios tan desagradables que me dijo al primer día:

Naciste para ser sumisa, con el tiempo perderás cualquier síntoma de rebelión, no aprenderás ni entenderás nada más que las órdenes de tu Amo, Señor o Dios. Llegará el momento que desearas obedecerme y servirme, harás todo lo posible para que no me canse de ti y te abandone en cualquier cuneta, preferirás estar muerta antes de no estar conmigo. Sé que en estos momentos todavía no te crees lo que te estoy contando porque eres muy joven y te falta educación, pero créeme, pronto lo entenderás.

Aun cavilando todo aquello, escuché la respuesta de mi abusador hacia esos latinos:

-      Tranquilos chicos, vosotros os la vais a follar, pero mientras lo la hacéis   estará deseando que el pene de su Amo fuese el que la está partiendo en dos, además pronto la llevare a que le entallen una vagina a mi medida lo que ahora tiene no me termina de convencer, pero una vez operada me la reservo exclusivamente para mí.

Después de esas duras palabras, dejé de reflexionar, ya no fui capaz de pensar en nada más. Mi cerebro se colapsó por completo resignándome a la espera de que esos hombres me usaran. Atada de manos y piernas no podía ver nada de lo que sucedía, escuche un replicar de monedas para que posteriormente alguien se situara entre mis dos piernas. Supe que era mi abusador al susurrarme a la oreja:

-      Bien perrita como te dije a partir de hoy vivirás en esta jaula, con estos diez euros que me han pagado, te comprare un paquete de pienso barato, tendrás comida para un mes, pero cuando se termine tendrás que satisfacer a mucho macho para subsistir, además tendrás que pagar toda la ropa que compre, no te preocupes por tu papa, ya lo convenceré para que te quedes a vivir aquí hasta terminar tu terapia.  

Yo me quedé callada, no podía hablarle, por lo que solo asentí con la cabeza con resignación.  Era terrorífico pensar que a partir de aquel momento mi vida sería peor a la de esas prostitutas de carretera que tienen que trabajar por mafias, de echo me alimentaria como si fuera una perra y quería venderme a los machos por precios irrisorios para que yo pagara la supuesta deuda.

Se situó de tal modo que pudiera verle y sonrió despectivamente hacia mi persona mientras encendió un cigarrillo, realizo un par de caladas y posteriormente dirigió su robusta mano hacia mis nalgas para apagarlo contra mi piel, me estremecí de dolor agitando las cadenas que me tenían presa.

Seguidamente saco de un ancho bolsillo de sus pantalones una cadena para pasear a perros, la cual agarro al aro que llevaba en el cuello.

-      ¡Bien, la aprendiz de perra está preparada para vuestro disfrute, adelante chicos!

Se apartó para acercarle la asadera de la correa al chico que conducía el coche  para que este llevara las riendas, este le dio varias vueltas enrocándola a su propio brazo por tal de acortar su largura y cogerla con firmeza, se acercó a mi rostro por el otro lado de la mesa y tiro de la correa para levantar mi cabeza a la altura de su entrepierna, pude ver como su pene se marcaba entre sus pantalones de chándal de la típica marca deportiva que llevan los jóvenes de su entorno, introdujo su otra mano dentro de estos separando la goma que lo sujeta en la cintura, posteriormente saco de este su ya erecta masculinidad para pegarme con ella en la mejilla, note su calor en mi piel mientras se escuchaban los golpeos de ese mástil contra mí mejilla, cuando decidió parar con ese humillante tamborileo se dirigió hacia a mí para decirme:

-      Abre la boquita monada que le daré lo que estás buscando:

No le respondí, solo obedecí, mi cabecita instantáneamente cavilo esas palabras, pensé que lo de llamarme monada era de lo más agradable que me habían dicho últimamente, de mi profesor solo recibida insultos y vejaciones, quizá el momento en que me dijo que tenía un cuerpo pensado para calentar braguetas se podía considerar como algo positivo, estaba hecha de contradicciones, sentía vergüenza de mi misma de pensar esas cosas, pero no podía evitarlo. 

De todos modos, esos pensamientos se desvanecieron cuando note su pene adentrándose enérgicamente entre mis labios hasta impactar al fondo de mi garganta, rápidamente tiro hacia atrás de la correa para retroceder y poder realizar otra envestida, la utilizaba para que mi cuello hiciera todo el ejercicio, con orto golpe de masculinidad se adentró aún más bruscamente hasta que mi boca quedo completamente llena.

En esa situación con sus testículos en mi barbilla e intentando respirar por la nariz, es cuando le escuche llamar a los demás:

-      ¡Venga pendejos! ¡Poneros de acuerdo para quien va a metérsela por el culo, otros dos pueden utilizar sus manos aquí ataditas para que os vaya pajeando! Yo me quedo con estos labios tan jugosos hasta hacerle tragar mi leche.

Era humillante escuchar cómo esos machos se repartían el orden de violación mientras ya una enorme polla perforaba mi garganta, amarrada de ese modo solo podía ver enfrente y el lateral izquierdo de la mesa. Tras sortearse las partes de mi cuerpo a papel tijeras, se acercó uno de ellos, era el que quedaba de los dos chicos del coche.

Este era alto y delgado, con un gran nombre de tatuajes recubriendo su cuerpo, su pene era bastante largo, recubierto de venas, aunque quizá más delgado que el que tenía entre mis labios, al ver que lo estaba mirando comento:

-      Cógelo pequeña y mastúrbame con tu manita hasta que me toque el turno.

Obedecí sin más, se la cogí con mi muñeca atada y empecé el movimiento pedido, de mientras el conductor seguía arrimando el suyo a mi rostro mientras tiraba de la cadena, posteriormente percibí como otro pene se depositaba en mi otra mano, se la agarre y seguí pajeando del mismo modo esas dos pollas como tarea de obligada ejecución.

En ese mismo momento un cuarto cuerpo se incorporó entre mis piernas, para posteriormente notar en mi expuesto agujero un glande que lo presionaba. Entendí que ese era el ganador ya que pregunto en voz alta a mi profesor 

-      ¿Puedo romperle el culo o se la meto con dulzura?

El cual le respondió:

-      Ya dije que sois libres de hacerle lo que queráis, pero estaría bien que todos viéramos cómo le rompes el culo a esta “cosa”.

No tuve tiempo ni de escuchar sus risas que su pene ya entro perforando las paredes de mi ano, note el dolor en cada milímetro de introducción, la fuerte envestida impulsó mi cuerpo hacia adelante alojando de rebote aún más adentro la polla albergada en mi garganta. Sentía un terrible escozor en las paredes anales, esa desconocida masculinidad me había partido en dos, y mancillado analmente por primera vez, me sentía literalmente empalada por esa enorme polla que me perforaba hasta lo más hondo de mi ser.    

Por el otro lado en cada enérgica empalada recibía aún más adentro la polla del conductor en mi faringe, por lo que este al sentirse retado respondió acoplándose con la misma fuerza al ritmo de las arremetidas. Así pues, yo me convertí en un simple objeto de placer para esas dos pollas que me trajinaban de un lado a otro sin compasión. Los otros dos chicos a los que tenía que masturbar me pegaban cada uno en una nalga mientras me pedían que siguiera con el movimiento.

Me sentía abrumada con tanta masculinidad a mi alrededor, escuchaba todo tipo de comentarios machistas y humillantes que me repetían contantemente la zorra que estaba hecha, en sus comentarios se apreciaba excitación hacia mi físico, y se notaba el placer que les proporcionaba, entre otras muchas vejaciones se comentaba el hecho de cómo siendo tan joven y estando tan buena me dejaba usar de esa manera. Me despreciaban a mí por ello, pero en cambio se distinguía admiración hacia mi amo por tenerme como esclava.

Estaba claro que este me había ofrecido como su esclava sexual, pero no fue hasta ese momento que caí en el hecho, que todo podía terminar si les hacía entender a los demás que todo eso era contra mi voluntad.

Estratégicamente pensé a que era mejor esperar a que el conductor sacara su polla de mi boca, dado a que era imposible articular palabra y a la vez preferible no cortarle la excitación al chico. 

A si pues siguieron las envestidas de las cuales descubrí que si las acompañaba con mi cuerpo el dolor disminuía, por lo que colaborare tímidamente a mi propia violación, el calor que transmitían esas duras pollas desplazándose violentamente por mis agujeros empezó a servir como calmante al dolor al que estaba sometida. 

Posteriormente el que me sodomizaba al notar mi pequeña contribución incorporo sus manos en mis caderas para acelerar aún más el movimiento, lo que una vez más provoco una respuesta impetuosa de la polla que tenía entre mis labios, obligándome a colaborar con mi lengua ensalivada por tal de facilitar la felación.

En ese momento el líder acelero sus movimientos hasta gritar impetuosamente:

-      ¡Me corro, mmmm me corro en tu boquita! ¡Traga putita!

Noté su semen salir del orificio de ese glande mientras mi lengua velaba la recepción del viscoso líquido, pensé en hacerlo bien para no enojarle. Gradualmente mi boca fue llenándose hasta provocar sutiles arcadas que conseguí controlar sin desechar gota entre mis labios.

Aun realizando esa tarea el desconocido enculador apretó mis nalgas con mucha fuerza para posteriormente comentar en voz alta:

-      ¡Hay lo tienes perra, si, así me gusta monada, recibe toda mi lefa, mmmm te voy a preñar ese rico culo zorrita!

Cabalgándome con sus manos en mis caderas finalmente ejerció una última y fuerte envestida que levántalo por completo mis tacones del suelo, para seguidamente vaciar su espeso semen dentro de mí, note como me llenaba entera con su caliente hombría. No pude evitar percibirlo como un premio final para mitigar el dolor ejercido en toda mi violación. Finalmente retiro su mástil de mi interior, me note llena del esperma que poco a poco fue precipitándose hacia fuera resbalando entre mis piernas.

Aun medio atolondrada por la sodomización, tuve la capacidad de velar por la mamada hasta que su flujo remitió para finalmente refregar las ultimas gotas entre mis abatidos labios.

¡Una vez me soltaron esos dos machos era libre de hablar, era la ocasión perfecta para denunciar esa barbarie a la que me tenía sometida mi profesor!  

Por lo que dejé de masturbar las pollas restantes, provocando la extrañeza de todos y automáticamente un comentario tosco de mi profesor:

-      Te permito responder a esta sola pregunta “cosa” ¿A caso te he dado permiso para que pares? (La pregunta provoco la expectación de todos los hombres de la sala.)    

¡Era mi momento, era ahora o nunca!  por lo que me armé de valor para responder y argumentar esa degradada situación, no obstante, irremediablemente mis piernas abiertas empezaron a temblar del miedo, mis tacones retemblaban modestamente en el suelo provocando que volviera a rebrotar esperma. Eso me ruborizo, pero no podía desaprovechar ese momento, mi lengua aun medio embadurnada de semen empezó a tartamudear y articular las primeras palabras: 

Quiero que… 

-      ¡Que quieres “cosa”! ¡Te doy permiso para que digas lo que te apetezca, tomate tu tiempo, sea lo que sea no te castigare! Exclamo mi violador.

Fue en esos momentos de miedo y confusión cuando cada uno de las situaciones, pensamientos, frases, vejaciones y violaciones que durante esos días había recibido de ese depravado retumbaron en mi cabeza, no entendía porque esta vez su tono era distinto, me pareció distinguir sinceridad en sus palabras, aunque era perfectamente consiente que muy bien podía estar haciendo un papel para que no lo delatara.

En ese momento no entendía mis dudas, no tenía claro si todo era producto de mis miedos o es que después de todo aun pudiera tener cierta empatía hacia ese desgraciado. También tuve de reconocer avergonzadamente que mi cuerpo me había traicionado ya que en cierto modo toda esa hombría perforándome me había excitado.

Pero en realidad lo que definitivamente me hizo deshacer fui yo a mí misma, cuando en lo más lo más profundo de mis entrañas no pude frenar el sentimiento de despecho hacia mi profesor por no ser digna de su uso. Eso derribo por completo mi cordura, intuí que una parte desconocida de mi ser había brotado en mí.

En un último arrebato de dignidad sacudí mi cabeza a modo de expulsar esas barbaridades de mi mente y articulé impulsivamente las palabras que pretendían mi liberación:

-      Qui quiii, Quiero…

Continuara …..