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¿Confías?

en Dominación

Mi Amo me había colocado una venda en los ojos al montar en su coche para impedir que viera hacia qué lugar nos dirigíamos. Hoy era el día en que quería probar hasta dónde estaba dispuesta a llegar; yo estaba algo inquieta, he de reconocerlo, pero absolutamente segura de cumplir su voluntad de cualquier forma... no iba a defraudarle ahora.

   Al cabo de diez minutos, el coche paró. Escuché cómo la puerta del conductor se abría y se cerraba, saliendo mi Amo del coche, y oí que recogía algo del maletero. Luego, abrió la puerta y con un ''Vamos, Zorra'' me hizo levantarme del asiento.

   Tomándome del brazo me guió primero por un camino cuya superficie parecía asfalto. A los pocos pasos, noté que se convertía en uno  de tierra. Bajamos alguna cuesta, atravesamos algunos arbustos y en un par de ocasiones noté ramas azotándome en los brazos. No había duda, nos estábamos adentrando en algún campo. Aquello me desconcertó.

 - Hemos llegado. - dijo, dejándome ver de nuevo.
Observé que, en efecto, estábamos rodeados de algunos árboles. A lo lejos aún se veía la carretera.
 - ¿Qué hacemos aquí, Señor? - me fijé en lo que había cogido del maletero... era una bolsa bastante grande, de la que desconocía su contenido.
 - Enseguida lo entenderás - sonrió, haciéndome sentir un cosquilleo.
Me mandó que me desvistiera. Eso no me supuso un problema, ya lo había hecho otras veces bajo órdenes de mi Amo en lugares peores. Mientras, él iba sacando unas esposas y una especie de barra con grilletes en cada extremo. Empezaba a olerme lo que pretendía hacer.
 - ¿Confías, Zorra? - me dijo. La anterior sonrisa había sido sustituida por una expresión de total seriedad.
Asentí. Me hizo colocarme debajo de una rama con los brazos extendidos hacia arriba, y me esposó a ella. Después puso uno de mis pies en un extremo de la barra, repitió el proceso con el otro... y lista, ya estaba a su merced.
 - Bien, ahora te colocaré esto y me iré - se sacó del bolsillo la venda -. En tres horas...
 - ¿Piensas dejarme aquí, Amo? - dije aterrorizada. 
Una cosa era hacer locuras de este tipo en su presencia, en la que me sentía segura y otra muy distinta quedarme inmovilizaba allí, donde cualquiera podría encontrarme. Su mirada soltaba chispas.
 - ¿Qué pasa, Zorra, no tenías confianza ciega en mí? - se serenó un poco y me dijo fríamente - Si quieres te suelto, y si te he visto no me acuerdo.
Eso me daba aún más miedo.
 - Perdóname, por favor... - dije al borde del llanto - sólo es que esto me ha pillado por sorpresa. Confío.
 - Entonces, como iba diciendo antes de que me interrumpieses, en tres horas volveré a por ti.
 - ¿Qué pasará si alguien me encuentra?
 - Te follará. Al menos yo lo haría - dijo riéndose.
Y dicho esto, me colocó la venda y me dejó allí, indefensa.
   No sabría decir cuánto tiempo pasó (podría ser media hora, podrían ser dos) hasta que escuché pasos. Por un momento me llené de esperanza pensando que sería el Amo, pero era pronto para que volviera. Cada músculo de mi cuerpo se tensó. Fuera quien fuese, se había parado a escasa distancia de mí y tras observarme durante unos minutos, se aproximó hasta que noté su aliento en mi nuca. Me rodeó desde atrás y noté cómo se pegaba a mi anatomía, a la vez que me recorría el vientre con unas manos cuyo tacto que nada tenía que ver con la suavidad de las de mi Amo.
   Al rato empezó a pellizcar mis pezones y sentí que restregaba su bulto (cada vez más pronunciado) contra mi culo. A esas alturas el miedo había sido sustituido por una leve excitación, que creció en cuanto deslizó una de sus manos a mi rajita mientras que con la otra seguía manoseándome las tetas. Cuando más había bajado la guardia, escuché que alguien más se aproximaba y empezaba a proporcionarme caricias similares. El primero cesó de tocarme y se bajó la cremallera del pantalón, o eso imaginé por lo que pasó a continuación.
   Separando mis nalgas, aproximó su polla a mi culo e intentó meterla torpemente. Yo gimoteé un poco, acostumbrada como estaba a la destreza del Amo. El tipo comprendió que no iba a entrar si no lubricada y dilataba un poco antes. Se agachó y empezó a ensalivar y estimular mi agujero primero con la lengua y luego, además, con los dedos.
   Me sentía excitadisíma teniendo a dos desconocidos sobándome por todas partes y necesitaba que me follasen ya. El último que llegó pareció leerme el pensamiento y se la sacó. Sin perder el tiempo, me metió primero la punta y luego el resto de golpe. No pude reprimir un gemido. Dándome a un ritmo bastante intenso y constante, me tenía en la gloria y casi había olvidado que el otro me estaba preparando el culito. Una vez que estimó que estaba listo, fue algo más delicado que su compañero y la fue metiendo poco a poco.
   Aunque ya había practicado antes sexo con más de una persona al mismo tiempo, nunca me habían penetrado doblemente el coño y el culo... y lo disfruté como una perra. Mientras que me daban, el de delante me comía las tetas y el de atrás me azotaba, volviéndome ambos loca de placer por lo que no tardé en alcanzar el orgasmo. Estaba allí, desmanejada, cuando el primero que me la metió, la sacó y se corrió en mi vientre. Simplemente se fue. El otro no aguantó mucho más, se corrió dentro de mí e hizo lo mismo.
   Pasado algún tiempo, volví a escuchar pasos. Me soltaron los pies y las manos y caí de rodillas; estaba bastante dolorida. Como pude me quité la venda... allí estaba el Amo, mirándome con una sonrisa de oreja a oreja. A pesar de haber disfrutado, me sentí aliviada.
 - Veo que no me equivocaba. ¿Lo has pasado bien?
 - Muy bien, Amo. Gracias.
 - Perfecto, pues ahora descansarás en el coche y cuando lleguemos me lo contarás con todo lujo de detalles, Zorra.