miprimita.com

Ven aquí, peque (5)

en Hetero: General


 

 
     Esa misma tarde, llego a la ciudad. El autobús me dejó hace poco en la estación y ahora me tengo que buscar la vida para llegar a su tienda... Ángel no sabe que estoy aquí. Para la ocasión, me he puesto una minifalda blanca con algo de vuelo, una camisa negra y unas cuñas que le he cogido ''prestadas'' a mi hermana. También me he pintado la raya con lápiz de ojos y los labios de un rojo suave para quitarle algo de aniñado a mi rostro. Al ir a pie tardo bastante, como media hora.
 
 
 
     Una vez en la entrada, echo una ojeada a través de la puerta de cristal con cuidado de que no se me vea desde dentro. Ahí está y parece que además de él, sólo hay una mujer algo mayor. Respiro hondo y entro.
 
 
 - Hola. - digo con aire distraído, como si sólo fuera una clienta más.
 
 
Su cara es un poema. Una vez que la mujer abandona la tienda, le da la vuelta al cartel de 'Abierto' y me apremia para que me acerque.
 
 
 - ¿Qué haces aquí? - su mirada se pasea nerviosamente en dirección a mi escote y luego me mira a los ojos. - Estás preciosa.
 
 - Necesitaba verte. Mi madre cree que estoy con mis amigas, así que no te preocupes.
 
 - ¿No hay peligro?
 
 - No.
 
 - Bien... pero la próxima vez avísame de que vienes. - parece tranquilizarse y ahora me examina más detenidamente. - Me gusta tu faldita, pero ese maquillaje no te hace justicia. Hace que parezcas mayor.
 
 
Coge mi mano y me conduce a un cuarto de baño que hay en la trastienda. Con ayuda de unas toallitas húmedas se dedica a quitarme el pintalabios y el lápiz de ojos.
 
 
 - Ya está, mejor así. Me gustan las chicas guapas al natural. ¿Quieres que volvamos a la tienda? Allí tendremos más sitio para... nuestras cosas.
 
 
 
     De vuelta, cierra las persianas y me atrae hacia sí. Yo estoy un poco ida, como en una nube por lo bien que me ha salido todo y aliviada de que no se haya enfadado. Quiero perderme de nuevo en su perfume, abandonarme a su voluntad... Abrazándome por detrás, besa mi cuello y mis orejas a las vez que sus manos ya han pasado debajo de mi camisa. Gimo mientras endurece mis pezones con suaves pellizcos a la vez que su paquete se restriega contra mí. Me guía hasta que estoy contra el mostrador.
 
 
 
     Levanta mi falda y siento sus ojos clavados en mi culo, sólo cubierto por unas braguitas. Las he elegido especialmente para él, son estampadas de corazones y un tanto infantiles.
 
 
 - Dios, cielo, me alegro tanto de que hayas venido... - dice mientras se agacha y reparte unos besos suaves en la cara interna de mis muslos antes de comenzar a bajarlas - llevo tantos días pensando en esto...
 
 
Un dedo un tanto tímido entra por el único orificio virgen que me queda sin demasiada dificultad por lo mojada que estoy y comienza un vaivén lento. Con su lengua comienza a jugar con mi clítoris, hasta que de repente, para y se levanta. Me doy la vuelta para besarle y veo que se ha bajado los pantalones. Creo haber pillado el mensaje y lo cierto es que se me antoja la mar de apetecible... pero cuando me dispongo a agacharme, me para.
 
 
 - No, pequeña. Vamos a hacer otra cosa si te parece. - su polla se cuela entre mis piernas pero sin llegar a penetrarme, sólo rozándome por fuera - ¿Te gusta?
 
 - Me encanta...
 
 
Y es la verdad, pero quiero ir algo más lejos. Me contó que hace tiempo se sometió a una vasectomía, así que sin miedo agarro la cabecita y la pongo en la entrada de mi coño. Él no sigue.
 
 
 - Marthina... ¿estás segura de que quieres esto?
 
 - Sí, quiero que tú seas el primero.
 
 - ¿De verdad? ¿No preferirías que fuera alguien a quien tú quisieras? Un novio, por ejemplo. Mira que si luego te arrepientes...
 
 - Ángel, - dudo un poco antes de decirlo - yo te quiero.
 
 
Sale de mí por completo. Me mira de forma extraña y parece que en vez de por centímetros estemos separados por cientos de kilómetros.
 
 
 - A ver, pequeña, vamos a aclarar las cosas. - dice a la vez que se pone los pantalones - Vístete.
 
 - ¿Qué hay que aclarar? - pregunto inocentemente mientras me subo las braguitas y me bajo la falda, aunque sé perfectamente a lo que se refiere.
 
 - Yo no puedo darte lo que tú quieres; la diferencia de edad es abisal y además estoy casado... pero si hasta tengo una niña casi de tu edad...
 
 
Por su mirada parece que acabe de volver a la consciencia, igual que alguien sometido a hipnosis tras escuchar las palabras clave. Me da la sensación de que no conocernos de nada. De hecho, no nos conocemos.
 
 
 - Es mejor que te vayas, pequeña...
 
 
Dudo un poco antes de salir. ¿Ya está, así de fácil? ¿No importa una mierda todo lo que me he sacrificado, lo que he arriesgado, ni las mentiras que he contado? Miro una vez más atrás. Observa cómo me marcho con la mirada perdida en un punto infinito. Una vez fuera, le dedico un corte de mangas que me sale del alma sin poder evitar echarme a llorar inmediatamente después. 
 
 
 
     Comienzo a andar sin rumbo y sin importarme no recordar luego el camino de vuelta a la estación. Por lo menos se ha quedado con el calentón igual que yo... que se joda. Miro la hora en el móvil al rato de estar caminando. Son las nueve y el último autobús sale en media hora. No quiero volver a casa esta noche, ya me inventaré una excusa. O que me pillen, me da igual.
 
 
 
     Veo un bar en el que apenas hay gente y decido entrar; música suave y luz tenue, el sitio es agradable. Antes de nada, decido ir al baño a pintarme de nuevo. No sé si será por despecho, pero esta noche, frente al espejo de estos baños, me juro a mí misma que no vuelvo a casa sin dejar mi virginidad atrás.