miprimita.com

Sometida. Historia de una puerca (1ª Parte)

en Sadomaso

SOMETIDA. Historia de una puerca (Primera parte)

Era una tarde de domingo ya avanzado el verano. Me disponía a ir al cine con mi novio y me arregle para la ocasión. Después de darme un baño relajante me vestí con la ropa que a él mas le gustaba,  una minifalda muy corta que casi se podía intuir el principio de mis nalgas, y una camiseta de tirantes bastante escotado y como prendas interiores solo un minúsculo tanga de color negro que me había regalado la semana anterior. No le gustaba que fuera con sujetador pues siempre le excitaba que mis pezones se marcasen en la camiseta. Me calcé mis zapatillas deportivas y Salí a su encuentro.

Yo era una chica del montón, con 18 años recién cumplidos,  bajita, de 1,60 de estatura, pelo moreno y largo que me llevaba hasta la cintura, no era muy delgada, quizás un poco rellenita, como solía comentar mi novio en broma y eran esas curvas las que decía gustarle y excitarle en demasía, cara redondita, boca pequeña y labios no muy gruesos. Mis senos altos y bien formados, siempre le gustaba decir que podía abarcar mis pechos con la palma de su mano. Mis pies pequeños pero muy bien formados. Mi culo redondo, turgente donde siempre iban a descansar sus manos y, por fin, mi coño, con una raja muy cerrada sin dejarse ver los labios genitales y siempre depilado pues era algo que le gustaba sobremanera.

Para llegar a la parada del bus, donde había quedado con Álvaro, mi novio, tenia que pasar por un descampado o hacer un rodeo en el cual perdía más de 20 minutos. La verdad que siempre me decía que no intentara acortar por el descampado que fuera por calles transitadas yo siempre le hacia caso salvo ese día, que me dijo;  “acorta por allí pues no tenemos mucho tiempo, la película empieza pronto y vamos mal de tiempo”.  Así lo hice…

Cuando más o menos había llegado a la mitad del trayecto, noté que  por la espalda me sujetaban fuertemente y acto seguido me introducían por la cabeza un especie de capucha que no me dejo ver nada, empecé a dar patadas y gritar desesperada pidiendo auxilio pero debían ser varios hombres ya que uno me sujeto por las piernas otro por los brazos y me introdujeron rápidamente en una especia de furgoneta o algo así. Una vez dentro con una velocidad endiablada ésta se puso en movimiento mientras que los demás ocupantes del vehículo me ataron las manos a la espalda con unas esposas que además apretaron bastante fuerte las muñecas haciéndome gritar de dolor, fue en el preciso momento que una voz me susurraba; “sino te callas, puta,  te apretaré mas fuerte los grilletes”.

Por unos momentos me quede bloqueada y empecé a llorar. Acto seguido me quitaron las deportivas y me ataron los tobillos con una cuerda bastante gruesa. Una vez atada me quitaron la capucha y me amordazaron la boca metiéndome en la misma una especie de pañuelo grasiento cerrándolo con cinta de embalar, una vez terminado me pusieron otra vez la capucha.

Me quede quieta, no se cuanto tiempo pase en ese estado quizás horas, o por lo menos eso me pareció. Al cabo del tiempo el coche paro y me sacaron a rastras y me agarro uno de ellos llevándome como si se tratara de un saco de patatas por encima de sus hombros. No podía ver nada pero me pareció que entrábamos en una especie de caserón, bajamos unas escaleras y me metieron en una habitación, allí me quitaron la capucha y una vez que mis ojos se acostumbraron me di cuenta que estábamos en una especie de sótano, bastante lúgubre solo iluminado por algunas velas. Allí estaban de frente cuatro personas de aspecto fuerte parecían camioneros y sin decir palabra, rápidamente,  me quitaron las esposas y desataron los tobillos. Dos me sujetaron las manos y los otros dos me quitaron la mini falda y la camiseta, tiraron del tanga y quede totalmente desnuda ante ellos. No parecieron impresionarse o quizás obedecían órdenes de alguien, puesto que se limitaron a ponerme unos grilletes en cada una de mis muñecas. Dichos artilugios estaban unidos cada uno de ellos a una cadena de un metro y medio más o menos de largo y unos dos centímetros de grosor, esas cadenas estaban ancladas a la pared a través de unas argollas. Quede pues totalmente desnuda y atada a esa cadena.

Una vez de esta guisa desaparecieron sin decir nada, cerrando la puerta con llave, ese ruido característico de los goznes de hierro que sujetan grandes portones del mismo material.

Y allí me quede sola, desnuda, atada y totalmente desamparada. Aún no sabia por qué estaba allí, quienes eran los que me habían secuestrado. No parecía que pudiera ser una simple violación, lo hubieran hecho ya, en el descampado o en la furgoneta pero no, me habían secuestrado y no sabia el por qué.

Yo no era de una familia adinerada, todo lo contrario, me había quedado sin padres desde muy pequeña y había sido educada por unos parientes lejanos que nunca me trataron con el cariño que se debe tratar a una hija por lo que desde que cumplí la mayoría de edad, hacia ya un par de meses,  me había ido a vivir con mi novio. No quería saber nada de esos parientes ni tan siquiera desde entonces había contactado con ellos.

Mi novio, empecé a preocuparme por él, cómo estaría de nervioso, habíamos quedado en la parada del bus ya que él se había adelantado unos minutos para ir a comprar tabaco, seguro habrá llamado a la policía, estará hecho polvo buscándome por todas partes… esos pensamientos me hicieron llorar, gritar, suplicar a quien estuviera al otro lado de la puerta para que me soltaran, por lo menos que me dejaran llamarle al móvil… Nadie respondía a mis súplicas. Estuve tiempo gritando hasta que el mismo cansancio y el frío que hacia en esas estancia hizo que me acurrucara como un ovillo en el suelo tensando todo lo que pude las cadenas y me quede dormida.

No se el tiempo que permanecí dormida, el caso es que desperté de repente, alguien me estaba  dando unas patadas en las piernas. Abrí los ojos y pude distinguir las siluetas de los que me habían traído y otra persona muy pulcramente vestida con traje y corbata, bien aseado y bastante alto. Estaba sentado en una especie de taburete traído para la ocasión. Me observaba en silencio. Yo, instintivamente, me tapé con mis manos como pude, intentando tapar mi desnudez y le suplique llorando que por favor me soltara y me dejara marchar que yo no había hecho nada y no tenía nada de dinero, que mi novio estaría preocupado por mi. Él me dejaba hablar, chillar, suplicar… pareciendo, por una mueca en su cara,  que se estaba divirtiendo con mis súplicas. De pronto hizo una señal con su mano derecha indicando que me calmara y que tomara asiento en otro taburete que habían traído. Tiré de las cadenas y pude tomar asiento frente a él. Los otros se mantenían detrás como si se tratara de simples esbirros a sueldo de ese hombre.

-          Mi nombre es Gonzalo pero a partir de ahora me llamaras “señor”. Estás aquí como pago de una deuda que había contraído con migo tu novio Álvaro. Hace tiempo le presté un dinero que debería habérmelo devuelto con los consiguientes intereses hace una semana y no cumplió. Mis hombres le hicieron una “visita” antes de ayer para recordarle que había cumplido el plazo de devolución del préstamo y no tenia constancia de su devolución. Él pidió una prórroga del plazo pactado pero no suelo a mis prestatarios conceder ninguna prorroga en sus obligaciones. No tenía más salida que darme una garantía que pudiera cancelar el pago o respondiera con su vida. El nos contó que vivía con una novia que bien podría darla como pago de la deuda, nos enseñó unas fotos tuyas y ayer estuvimos vigilándote para constatar que merecías algo la pena de cara a poder cancelar el préstamo. También hemos investigado tus antecedentes familiares y podemos constatar que nadie se preocupara por dar contigo.

-           En fin, continuo hablando,  no eres una belleza de pasarela pero bien puedes servirme para lo que tengo pensado; asíque esta mañana hable con tu novio y acordamos la cesión a perpetuidad de tu cuerpo a cambio de cancelar el préstamo en su totalidad con los interese correspondientes. Por eso simulamos el secuestro, no quería o mejor dicho, en palabras suyas, “no tenía estomago” para entregarte él, por eso salió esta tarde un poco antes y te indicó por donde debías ir para que mis hombres pudieran apresarte con total impunidad…

-          ¡Eso es mentira!, grite. Álvaro no puede hacerme esto. ¡Me quiere y nunca ha consentido ni tan siquiera que nadie me mirara mal…! Llamará a la policía, me buscarán y acabarás en prisión….

-          Mira, interrumpió, con un tono de voz que empezaba a impacientarse,  no tengo ganas de estar hablando por más tiempo de este asunto pero para que te quedes convencida lee este documento…

Me acerco el documento, un papel escrito en el que mi novio cedía mi cuerpo a perpetuidad a esta persona a cambio de la cancelación total del préstamo más los intereses correspondientes. Dicho documento estaba firmado y rubricado por las dos partes, es decir, aparecía la firma de mi novio que tan bien conocía. No había duda, el hijo puta me había vendido… Me puse roja de ira y empecé a llorar de impotencia empezando a comprender lo dura que empezaría a ser mi vida desde ahora…

Como leyendo mi pensamiento, exclamo;  “No debía quererte mucho, la deuda con intereses incluidos no asciende a mas de 10.000 euros jaja. Bueno, quizás piense que no vales mucho más…”

-          Terminemos con este asunto, concluyó, te explicare brevemente cómo será tu vida a partir de ahora; te trasformaré primero en una esclava sin voluntad, obedecerás todo lo que yo te ordene. Pero no pienses que estarás conmigo mucho tiempo, sólo lo indispensable para concluir tu transformación. Cómo no vales mucho, no serás una esclava cotizada y no podré venderte a amos selectos, te convertiré en un ser todo lo despreciable que pueda, una puerca para el placer de los mas depravados monstruos, por lo tanto serás vendida, no como esclava, sino como una puerca,  como un  excremento humano. Pero ya iras conociendo los detalles a medida que vayas completando el entrenamiento. De momento descansa esta noche, mañana empezaremos. En un par de meses no te conocerá nadie ni físicamente, ni psíquicamente puesto que no tendrás voluntad propia para nada que no sea complacer y obedecer…

Me dejaron un cubo vacío para mis necesidades, otro con agua tibia y un pedazo de pan por toda alimentación. Acto seguido se levanto, los cuatro hombres que le precedían cogieron el taburete y de un empujón me tiraron al suelo para llevarse el otro. Apagaron las velas quedando todo en oscuridad y desaparecieron cerrando el portón que daba acceso a la celda donde me encontraba asustada, desnuda y encadenada, quedando todo en silencio comencé a llorar implorando que alguien me pudiera despertar de esta pesadilla, pero no,  era todo real y macabro, al cabo de un rato el sueño por el cansancio acumulado por todas las “emociones” del día empezó a  surtir efecto y quede dormida hecha un ovillo sobre el frío suelo de la mazmorra donde estaba encadenada.

FIN DE LA PRIMERA PARTE.