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Una perrita que da mucho placer, (1). Benito, el h

en Zoofilia

Había una vez una familia, que de una manera y otra, sabían cómo sacarse el gusto compartiendo sus prácticas sexuales, sobre todo en familia, y alguna que otra vez, a solas, o bien... con su perrita Mas, de raza yorhshire, ¿quién le puso el nombre a la perrita? La madre.

Esta familia, se componía del hijo mayor, que se llamaba Benito, adolescente cien por cien, sus pajas, polvetes y otras prácticas decoraban muchos rincones de la casa, por lo que había sido advertido por el resto de familiares, que fuera un poco más escrupuloso y limpiase sus restos seminales sobre todo.

Alba era la segunda hija, un poco más joven que Benito, y a la que también le gustaba alguna que otra vez darse excelentes sacudidas y sentir los éxtasis del placer, aunque a ella le gustaba más hacerlo en privado.

El padre y la madre, por supuesto que serán presentados en sus precisos momentos.

Lo que acontece en este relato que nos abarca, le sucede a Benito, el cual, se masturbaba cada vez que podía, intentando ser discreto pero que ya había sido observado en sus frenéticas sesiones por el resto de la familia, y al mismo tiempo que observaban, también aprovechaban el momento de excitación para darse un meneo en sus respectivos sexos y disfrutar en silencio con lo que veían y lo que se hacían.

Un día de estos, sucedió que estaba Benito, a solas, mirando a través de la ventana de su habitación, de pie, disfrutando de una noche que se presentaba pletórica, observando el pasar de la gente por la calle, meneándose su pija totalmente endurecida, deteniendo su mano de vez en cuando para que la eyaculación no sucediese hasta que llegara el ansiado momento de quedarse absolutamente a solas, y pensando en que no llegaba la hora de marcharse Alba, que se estaba arreglando en el aseo, acicalándose y poniéndose preciosa como siempre, para, seguramente, atender al chico que se le antojara en ese nocturno sábado...

Mientras miraba, vio que llegó la mejor amiga de su hermana, Lola, y se sentó en uno de los bancos de la calle mientras realizaba una llamada, seguramente a Alba.

Benito empezó a desnudarla con su imaginación, las imágenes pasaban a toda velocidad, como se iba quitando cada prenda, estaba que se salía con sus pensamientos, tanto que la vio en la postura de sentada abierta de piernas, bien expuesta mirando en su dirección y haciéndose un dedo, eso lo estaba volviendo loco... alguna vez pensó en hacer un orificio en la pared que ocupa esa ventana, para poder follárselo.

Estando así, en esos pensamientos, escuchó golpear la puerta de su habitación, hizo entrada Mas, la perrita, que se lanzó para sus piernas y empezó a jadear subida en sus pantorrillas, como si quisiera que la levantase, después metió un poco la cabeza su hermana, que estaba lista para salir y se despedía de su hermano.

Alba: ¿Benito? Me marcho, que Lola debe estar desesperada de tanto como la hago esperar, no te pajees mucho, que nos conocemos.

Con una risita traviesa le lanzó un beso y se largó, esa noche estaba guapísima, a saber cuantos disfrutarían de sexo con ella, o más bien de ella con ellos. Sabía perfectamente que se estaba haciendo una paja, al verlo con una mano oculta entre la pared y su cuerpo.

El siguió con sus menesteres placenteros y observó que se iban las dos amigas juntas, como vivían en un bajo, disfrutó con sus pensamientos tanto del cuerpo de una como del de la otra... en esto que un fuerte viento llegado desde cualquier lugar levantó la falda de su hermana y se percató que no llevaba ropa la interior, seguro que no era la primera vez.

Cuando las perdió de vista se acostó en su cama, y como siempre ocurría, Mas, se subió tras el, pero esta vez, como tenía intención de jugar, se puso a darle pequeños ladridos, a molestarlo, el estaba ansioso por correrse, y al tiempo, ansioso porque la paja que se hacía le durase una eternidad, sentía como pulsaban las venas de su miembro, la eyaculación se acercaba y al tiempo, se detenía cada vez, en una de estas veces que se detuvo, como llevaba bastante tiempo dándole al manubrio, dejó al descubierto el glande, que estaba lleno de líquido preseminal, que al parecer, Mas lo tomó como si fuera leche, no dudó un momento y acercó su pequeño hociquito, olfateó un instante y... comenzó a lamer, sin que Benito supiese sus intenciones, al sentir la lengua de la perra, se asustó en un primer momento, pero después, se relajó, dispuso su pene de manera que Mas lo pudiera lamer bien, y... se dejó hacer.

Benito: Mas... dame más... dame más... qué rico lo haces Mas... nunca había tenido una boca tan complaciente como la tuya...

Entre lamida y lamida, Benito, inconscientemente hacía como si se follara a alguien,  moviendo la pelvis, y la perra intentaba atrapar el caramelo que se le estaba ofreciendo, como la leche se le acababa, Mas también finalizaba, dejando al joven totalmente frenético, loco por correrse en esa boca tan prometedora, y dándole mil vueltas a su cabeza, pensó en la carne para animales que se le compraba a la mascota, así que totalmente desnudo, se acercó a la cocina, se embadurnó las pelotas y la punta de su pene, se trajo un vaso con dicha carne y se preparó de nuevo para la nueva experiencia que estaba empezando a disfrutar.

Tumbándose de nuevo en la cama, Mas empezó a disfrutar de esa merienda que se le ofrecía, con el miembro incluido, lamía los testículos del muchacho, que solía tenerlos afeitados y le ofrecía el glande totalmente liberado, lleno de grasa de la carne.

Benito: Qué buena eres... Mas, esto... ¿lo has aprendido de alguien? No me puedo creer... que yo sea el primero... en disfrutar de tu lengua...

Y bien que estaba disfrutando, sobre todo cuando la perra acertó a atinar con la parte del frenillo, eso casi vuelve loco al adolescente, Más iba y venía, subía y bajaba con su lengua allá donde había sabrosos restos de su carne, a veces, atinó al mismo agujero del culo, que también le dio bastante placer a Benito, pero lo que más le gustaba era la comida de frenillo que le hacía.

Estaba Mas en plena comida de frenillo, pues Benito no hacía más que llenarse la zona continuamente de grasa de la carne y restos sólidos, cuando ya no pudo aguantarse más, sintió que le subían litros de semen por el aparato, se agarró la base de su pene para que no saltasen muy lejos los chorros y, dejando salir poco a poco el semen, disfrutó a tope de la boca de Mas, que acertó a abarcar con su pequeña boca toda la cabeza del miembro y tragarse todo lo que iba saliendo de esa pequeña punta que tanto le agradaba chupar y lamer.

A Benito casi le da un ataque al corazón de tanto como le estaba haciendo disfrutar la perra de la casa, cuando se relajó completamente y con el pene fláccido, se acercó al aseo para traer un poco de papel con el que limpiar la boca de Mas, donde había quedado algún resto, tanto seminal como de carne, y se dio cuenta de algo que no estaba en su lugar, en un rincón del baño había una tapadera, donde habían restos parecido a la comida de la perra, se lo acercó a la nariz, para olerlos y... realmente eran restos de alimento de la perra... en ese momento pensó en su hermana Alba... y lo que solía tardar en salir del baño.

También en ese instante, Alba pensó “oh no... se me ha olvidado volver a guardar la lata de las cremas”...

Lo que había visto Benito de verdad, era una tapadera de una de las cremas que utilizaba Alba para acicalarse,... parecía ser que su hermana, era posible que fuera la que enseñara a Mas a formar parte de las placenteras jornadas sexuales de la casa, pero eso... es otra historia...

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