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Universitaria es desvirgada por su perro Lucifer

en Zoofilia

Era el primer día de la universidad, Claudia regresaba después de disfrutar de unas vacaciones estupendas en las que no hizo más que tostarse vuelta y vuelta al calor del sol en su piscina de la sierra donde vivía junto a sus padres, su hermano y su mascota, un pastor alemán de nombre Lucifer, pues cuando lo recogieron tenía cara de malo.

Como carecía de amigas, su único entretenimiento era la lectura y la consulta a todas las páginas web que le permitía la conexión que tenía a esas alturas serranas.

De vez en cuando incordiaba a su hermano para relajar la tensión que le daba la soledad, no era de mucho masturbarse, aunque conocía bien del bienestar de dicha tarea, por lo que era su hermano el pobre que se llevaba todos los golpes cuando la señorita se encontraba en sus días del mes o algo la tenía alterada.

Hoy era uno de esos días, llegó alterada de clases, ya que, a pesar del ser el primer día el profesor quería conocer cuál era el nivel de inglés de la clase en general, asignatura que a Claudia le resultaba como... una lengua muerta, no le terminaba de entrar el idioma en la cabeza.

Cuando llegó a la casa, después de tratar de encontrar infructuosamente a su hermano, que ya conocía el estado de su hermana tras las múltiples somantas a las que se veía obligado cuando ella entraba llamándolo a grito pelado, y que se había escondido para no sufrir otra más, y viendo que nadie daba señales de vida, se imaginó que estaba sola, así que, con el calor que hacía y los pensamientos que le rondaban en la cabeza, se desnudó por completo y se acercó a la piscina a gozar de la tranquila soledad para tratar de relajarse mientras pensaba en el nuevo chico que había acudido a la escuela, que según su parecer tenía un cuerpo escultural.

Así que se dejó caer en su mullida y preferida tumbona, dejó sus piernas a un lado cada una, se puso sus gafas de sol y cerró sus verdes ojos, después de unos minutos en los que estaba pensando en el nuevo ejemplar que había acudido a clases, sus pezones empezaron a tomar forma, se estaban poniendo erectos, se dejó llevar y su mano empezó a moverse por su bronceado y depilado cuerpo, su vagina estaba dispuesta a lo que fuera en ese momento, se dejaría penetrar por lo que fuera, y su mano estaba muy cerca del objetivo, sabía bien como tenía que darse placer, también sabía muy bien que sus padres no volverían pronto y sabía muy bien que si su mano no alcanzaba pronto su clítoris, su hermano lo iba a pasar muy mal esa noche, y su mano no tardó en alcanzar el clítoris, que se encontraba levemente mojado y levantado, a esperas de que los dedos que siempre lo recorrían con dulzura volvieran a repetir dicha acción, recorrerlo.

No tardó mucho en empezar a temblar, en cuanto sus dedos acariciaron la fundita que cubría su clítoris comenzó a sentir el gustito que tanto anhelaba, no pudo aguantar mucho más y empezó a menear sus dedos con fruición, la respiración se aceleró, sus piernas abiertas no se cerraban, lo impedía la tumbona, y su dedo no se detenía, tanto fue así que tuvo un fuerte orgasmo, se quedó levemente dormida tras el relajante orgasmo.

Después de un rato, sintió algo fresquito que golpeaba su vagina, como chorros de agua, por una parte le agradaba pero por otra parte se preguntaba de donde venía dicho fresquito.

Claudia: Uauu, que rico, que sensación más agradable para mi acalorado chocho, es como si alguien se estuviese orinando... espero que  no sea Lucifer.

Levantó un poco las gafas de sol y no vio a nadie entre sus piernas, se alivió al ver que uno de los chorros de los aspersores había terminado de pasar cerca de su cuerpo, por lo que pensó que fue el aspersor el objeto que “le refrescó” su recalentada vagina.

No lo sabía todavía, pero su hermano había salido de su escondite, tomó una pistola de agua para incordiar a su hermana y ubicándose entre sus piernas y observando al mismo tiempo el chorro del aspersor para no ser pillado, le disparó en varias ocasiones haciendo ver que era el aspersor el culpable de dichos chorritos, no se podía aguantar la risa al ver como Claudia abría cada vez más los sonrosados labios vaginales, y como tenía un par de años menos que su hermana y nunca había visto más que en revistas verdes los depilados chochos de las actrices pornos, empezó a excitarse, su pene se estaba endureciendo con la visión que le estaba ofreciendo Claudia, que se empezó a meter nuevamente el dedo, muy despacio, disfrutando de los chorros que le llegaban, Bruno, que así se llamaba el hermano no aguantó más, se levantó con la polla tiesa y se fue a hacerse la paja del día, abandonó la pistola mientras Claudia seguía con sus dedos entrando y saliendo del culpable de su calentura y se marchó al aseo a aliviarse.

Claudia escuchó el ruido pero su clímax le impidió mirar a ver qué ocurría, volvió a pensar si sería el perro que andaba cerca.

Claudia: Oooh... Lucifer... ven... bonito... Lucifer... oooh oooh oooh...

Nuevamente consiguió lo que se busca cuando se trastea en el sitio más sabroso de las damas, una nueva corriente de placer la dejó derrumbada sobre su tumbona, se sorprendió al no sentir más los chorros del aspersor, cuando pudo, se incorporó un poco para observar que ningún aspersor apuntaba a su muy muy mojado chocho, había tenido un orgasmo sintiendo chorros de agua entrando en su vagina abierta por sus dedos y sus propios dedos entrando y saliendo de dicha cueva.

Lo que si encontró a cambio fue la pistola de agua de su hermano, intuyó que estuvo allí, dándole la lata con la pistolita, una pistola que tenía la forma apropiada para darse mucho gusto.

Claudia: Qué pedazo de cabrón está hecho, el maldito seguro que ha ido a hacerse una paja, después de mirar el espectáculo que le he estado ofreciendo, porque seguro que ha sido quien ha estado emitiendo estos chorros tan placenteros, como lo agarre se va a enterar...

Pero no tenía ganas de moverse, más bien, no podía después de esos dos orgasmos que había encontrado casi inesperadamente, aún así, su calentura no terminaba de bajar, era más la que tenía después de saber que su hermano podría estar haciendo de voyeur.

No lo dudó un instante y quiso regalar a Bruno el olor que le sale a la mujer cuando se acaricia con algún objeto su conejo, así que tomó la pistola, cuyo calibre era el adecuado para entrar en el lugar que ella tenía más que abierto tras manipulárselo y comenzó a penetrarse, aún a pesar de seguir siendo virgen.

Claudia: Ufff, qué gustito... me da, sigue así... Bertín (era el nombre del nuevo estudiante), fóllame, sigue... metiéndome la polla, que... quiero sentir bien adentro tus chorros seminales...

Y cuando la tenía un par de centímetros adentro, apretaba el gatillo que a continuación le expulsaba un fuerte chorro en el interior de su vagina, sintiendo como si se hubiera corrido realmente una polla en su interior.

Claudia: Aaahhh, siii, déjame preñada... siii... –los chorros eran cada vez más continuados– siii, que me muero de placer...

Cada vez estaba más nerviosa, tanto que no dudó en dar un apretón a la pistola y penetrarse más de la cuenta, sintiendo el leve dolor de la desfloración, elevó las piernas para cerrarlas a continuación con la pistola dentro de su cuerpo, en ese momento apretó el gatillo a tope y el chorro que expelió con toda la fuerza la llenó por completo.

Claudia: Ooohhh, ooohhh, ooohhh... –su cuerpo tembló como nunca–, siii que bien... así... así... que gustooo –su voz era un susurro, no quería que su hermano la escuchase aunque la estuviera viendo–.

Tardó unos segundos en desocupar su vagina, la pistola estaba rozando sus paredes vaginales, y la fue extrayendo poco a poco, para así poder seguir sintiendo el placer que le daba su nuevo objeto de contento.

Y Lucifer hizo aparición, aunque realmente no hizo aparición, también hizo de voyeur durante todo el tiempo, y sabía muy bien de los tejemanejes que su ama tenía entre manos, debido a que era un semental, y... a decir verdad... no sólo había follado a hembras perrunas, sino también a alguna dueña de esas hembras.

El perro se acercó a saludar a su extasiada dueña, le dio un lametón en las gafas de sol que se las quitó de lo fuerte que fue el chupetón, a Claudia no le importaba nada ya.

Claudia: Hola Lucifer... ¿has visto como ha gozado tu dueña? Estoy que no me puedo mover, de lo bien que me encuentro.

Como no hizo ningún movimiento, se quedó en la postura que le permitió ese último orgasmo con las rodillas casi pegadas a sus pezones casi en posición fetal, su hermano, que había terminado su paja y estaba a punto de iniciarse otra, la llamó con toda la mala idea desde la ventana donde había terminado de correrse.

Bruno: ¡¡¡Claudia!!! Pero qué cerda eres, jajaja.

Se reía evidentemente porque había visto todo el espectáculo con la pistola de agua, aunque también se alegraba y su pene también pues empezó a endurecerse de nuevo.

Claudia se puso nerviosa, se giró bruscamente cayéndosele la pistola a continuación, ya la tenía fuera de su vagina, pero no pudo verlo durante unos instantes, porque no tenía sus gafas de sol y le molestaba.

Así que se preocupó un poco en buscar la pistola, pues no quería que el perro lamiese sus jugos, el perro estaba a su alrededor, sin ella saberlo le intentó apoyar sus patas delanteras sobre su cuerpo, con la intención que van todos los perros cuando tienen una hembra caliente y preparada para la acción.

Cuando por fin la encontró se quedó bajo la tumbona, Claudia, en vez de mover la tumbona, lo que se le ocurrió fue meter las manos para alcanzarla, como no podía metió un poco más de su cuerpo, en este caso, la cabeza, abrió un poco más las piernas para sentirse cómoda, apoyándose de rodillas, y el perro, a ver como se encontraba su dueña, no se lo pensó dos veces, acudió a su trasero, puso sus patas sobre la cintura de Claudia, que sintió el añarazo y... empujó...

Claudia: Lucifer... ¿qué haces? Ayúdame a coger la pistola... ayúdame que me estás arañando...

El perro no atendía a su llamada, estaba en otra tarea más agradable, dio un primer impulso, con lo que le salió su pene, que no terminó de alcanzar nada, Claudia todavía no sabía qué hacía Lucifer...

Claudia: Ahí está la jodida pistola, con la que voy a joder a este pedazo de mamón de mi hermano... ¡¡¡Lucifer!!! Bájate que me arañas, joder, no me jodas... oh...

Ya era tarde... Lucifer había atinado, la penetración se había producido... empezó a menearse... su pene estaba tomando dimensiones increíbles... la vagina de Claudia, dilatada por el meneo a la que la había sometido con sus dedeadas... le habían permitido que tuviera el tamaño adecuado para que el perro la penetrara sin piedad.

Claudia: ¡¡¡Nooo... nooo!!! –Lagrimeó un poco, pero no era posible hacer nada, su perro se la estaba follando–.

Bruno, que salía nuevamente a la ventana a ver como estaba su caliente hermana, no se lo podía creer tampoco.

Claudia: Hostias Lucifer... ¿qué has hecho? Hostias... ufff...

Ella no lo quería tener en cuenta pero estaba empezando a sentir placer, el perro se la follaba sin parar, no se detenía un instante, su polla entraba y salía, y cada vez parecía más y más grande...

Claudia: Ahora no vayas... a detenerte... perro asqueroso..., dame el placer... que le das a las perras, joder...

Lucifer... que ya estaba a tope, no le hizo caso, dio un fuerte empujón que hizo gritar a Claudia, el dolor se le hizo insoportable por segunda vez, eso que le había metido el perro no lo esperaba, a continuación se giró bruscamente, quedó pegado a su dueña, que no sabía como iba a hacer para separarse del macho que la estaba follando.

Bruno corrió hacia donde estaba el inesperado espectáculo.

Bruno: Uauuu, hermana, pero que perra más puta eres... jajaja, cuando venga mamá se va a enterar, y verá papá lo que va a decir...

Claudia: Nooo, maldito, no digas nada, y te haré una paja, hostias que gusto que me está dando, y qué dolor me está produciendo a la vez... ufff qué caliente la tiene Lucifer, como si hubiera venido del infierno y me lo está echando a mí.

Bruno, se acercó a la agrandada vagina de su hermana, que solo se quejaba de lo que podía durar aquello, el sabía bien que no duraría mucho y se apresuró a hacer lo que siempre había deseado, tocar una vagina, aunque estuviera llena de polla de perro.

Bruno: Ahora me vas a dejar hacer lo que me de la gana, se tumbó presentando su pene a la boca de su hermana, y mientras se hacía una paja, metió sus dedos exactamente en el sitio donde la bestial cópula se estaba produciendo, acarició el muy maltratado por ese clítoris, ese contacto lo agradeció Claudia, pues el dolor se estaba haciendo cada vez más insoportable, aunque no podía decir lo mismo de lo que estaba sintiendo en su interior, se sentía totalmente llena del semen animal.

Claudia: Bruno... no me hagas eso ahora... nooo... nooo... no pares... no te detengas... oooh... sigue... que me gusta...

Con las manos apoyadas para no caer de cara al suelo, observaba la polla de su hermano que la tenía totalmente tiesa, y a punto de explotar en su cara de viciosa, no la podía alcanzar con la boca, sino, le haría un favor a Bruno...

En esa postura, el perro empezó a tirar hacia el, pronto se saldría, Bruno no dejaba de darle al clítoris de su hermana, que volvía a sentir sus labios abrirse y cerrarse, se volvía a correr de nuevo, y la polla del hermano reventó del todo, sus chorros alcanzaron la boca de Claudia que los recibió con agradecimiento.

Lucifer por fin se salió del abierto coño de la universitaria y dos grandes chorros inundaron el rostro de Bruno que echó mil maldiciones al tiempo que veía como Claudia se volvía a derrumbar de placer...

Y así quedaron un rato más, “tomando el sol”, cada uno a su manera...

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