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Adolescentes gemelo y gemela (16) follan a menudo

en Amor filial

El sábado se estaba caldeando por momento, y no solamente porque estuvieran en la estación estival, sino porque el ambiente creado hacía subir la temperatura en el salón donde esta vez, Diana, que estaba encantada de acariciar tan tremendo pene, no cesaba su tarea, y al tiempo que meneaba con dulzura su mano a lo largo de la carne de Andrés, que se mantenía enhiesta, seguía enseñando las páginas de los enormes dildos y consoladores que ofrecía el muestrario, que utilizaba con su clientela, pero en este caso con sus amistades, que sobra decir que cada una se acariciaba de manera distinta, Rosa acercaba sus dedos a sus duritos pezoncitos, Patricia tenía un dedo dentro de su mojada vagina y Sandra se acariciaba con círculos su pequeño y tan placentero botón...

Diana: ¿Sabéis que si se acaricia lentamente cualquier miembro viril, sea del tamaño que sea, podéis llevaros horas y horas si queréis sin que pierda fuelle? Eso sí, hay que acariciarlo correctamente, dejando que gotas de sus fluidos lubricantes salgan de su agujerito para que siga resbalando sin problema la piel sobre la carne, eso se consigue deteniendo este meneo durante unos segundos y dejar que la gota lubricante aparezca y se disperse, o bien, hacer esto otro.

Tardó sólo dos segundos, el tiempo de posicionarse, para sacar la lengua y aproximarse al largo miembro, que saboreó primero por la parte del frenillo, dándole el consiguiente deleite a Andrés, para después, ir haciéndolo desaparecer dentro de su boca y menearse una vez que estaba acomodado allí, sintiendo como le llegaba a la campanilla, Andrés sintió como que le arrancaban la vida, de lo que estaba sintiendo, casi se quedó sin respiración, Diana continuó y se dejaba traspasar ese umbral, para después volverlo a hacer aparecer, siguiendo ese movimiento a la inversa, como tenía ganas de enseñar al resto de chicas que podían ir más allá, y darle completo placer a todo el pene, recuperó fuerzas tomándose un breve descanso, respiró y...

D: Prepárate Andrés, porque de nuevo es tu turno... pero me tienes que prometer que aguantarás lo máximo posible.

Andrés: No sé qué vas a hacer, pero te prometo que aguantaré hasta que tu me des las órdenes para llegar hasta donde quieras, Diana.

De nuevo, Diana, acercó ese largo pene, de nuevo hizo que desapareciera, y esta vez, si que superó la barrera de la campanilla, y continuó hacia sus entrañas, haciéndolo llegar a lugares donde sólo alcanzan los alimentos, así que con tanta carne dentro, le dio una pequeña arcada, con la que se le saltaron las lágrimas, pero un poco por ahogo, que consiguió calmar una vez que todo había vuelto a su lugar, sus lágrimas desaparecieron de sus ojos irritados, su boca parece que se acomodó al cipote y Andrés estaba más a gusto que quería, colocó sus manos en la nuca de Diana, para ayudar a que su carne penetrara bien adentro de la garganta que tan profunda era y empezó a follársela como si de una vagina se tratara.

Las otras tres chicas, mientras tanto, cambiaban de posturas cada dos por tres, había quien cerraba sus piernas por lo que sentía que iba a venirle de un momento a otro, había quien lamía el pezón tieso de otra, y había quien agarraba los pezones de las otras dos, constantemente cambiaban, de repente se intercambiaban las manos de un chochito a otro para darse mutuo placer mientras su mismo chochito sufría la misma placentera invasión, y todo, observando lo bien que lo pasaban tanto Diana como Andrés.

Diana observaba la cara del muchacho, Andrés cerraba los ojos extasiado, y ella empezó a tragarse la verga más lentamente, notaba que cada vez la tenía más y más dura, y cada vez le costaba más tenerla dentro, sentía que le iba a partir la traquea, pero no dejaba de tragarse toda la carne que podía, hasta que, después de unos minutos, cesó esa mamada tan espectacular que le estaba ofreciendo a su semental, se sacó todo el miembro, acariciándolo nuevamente con la mano para que no perdiera la consistencia y...

D: Patricia... –su respiración un poco acelerada le impedía hablar bien del todo–, tu... que eres la que todavía andas fresca..., alcánzame, por favor, esa maleta que tengo unas compras que realicé para esta muestra que os ofrezco hoy, pero no la abras, ya lo hago yo.

Sacándose el mojado dedo de su propio sexo, se levantó y muy alegremente se acercó al lugar, dobló su torso, mostrando su también depilada vagina y oscuro ojete, haciendo un movimiento sensual, sabiendo que Andrés y las chicas le observaban, y la puso al alcance de Diana, abrió el sistema de cierre para que la anfitriona no se molestase y se alejó, sentándose comodamente y volviendo a colocar el dedo en lugar tan rico y lleno de placer.

Diana rebuscó un poco entre los bultos que escondía dicha maleta y sacó un lápiz redondo, y bien grueso, como de cuatro centímetros de diámetro y treinta de largo, una inmensidad de objeto.

D: He comprado esto, para regalároslo y que disfrutéis con ello, y cuando no lo hagáis, lo tengáis como recuerdo y a la vez como simpático adorno en algún rincón de vuestra habitación.

Al tiempo que sacaba uno de los objetos, puesto que tenía varios, uno para cada una, seguía acariciando el pene de Andrés, consiguiendo su propósito de que no perdiera la firmeza que seguía teniendo, y por supuesto, no solo no la perdía, sino que le daba más fuerza, el observar el lápiz gigantesco y lo que imaginaba que iba a hacer con ello.

Tomó el lápiz, y casi de un bocado a la punta con su recién liberada boca, sacó la mina, dejando un canalillo que atravesaba todo el lápiz, ya que por dentro estaba hueco, la mina con la que se traza apenas si medía dos centímeros, y se podía ver perfectamente el otro extremo del lápiz si se miraba por su interior, ahora tenía que prepararlo para mostrar a sus compañeras cómo poder conseguir placer con ese objeto tan enorme.

Sandra: Esooo... no será para utilizarlo como consolador, ¿verdad?

D: Si, Sandra –decía mientras continuaba masajeando el pene de Andrés–, y se puede utilizar tanto de manera individual, como compartirlo con otra persona, si os lo voy a enseñar a manejar, guapa, pero necesito tu ayuda primero.

Le mandó a que tomara unas gruesas gomillas elásticas, para hacer una forma de relieve en el liso lápiz, indicándole que a distintas distancias de la punta, como a tres, a cinco y a siete centímetros, colocara dichas gomas y las liara como si estuviera terminando de recoger un moño de pelo, Sandra así lo hizo y quedó una forma circular en relieve, como había predicho Diana, bien ajustada, bien apretada, para que no se soltase una vez liada y reliada, después le dijo que, como precaución colocara un preservativo a ese cipote, pues aparentaba eso, un cipote, de treinta centímetros y con relieve, Sandra sabía bien que lo tenía que cerrar bien lo que había hecho en el lápiz, le puso el preservativo y parecía lo que esperaba Diana que aparentara.

Durante la tarea de construcción de este “consolador barato”, Diana les comentó:

D: Como los consoladores que vendo suelen ser muy caros y “dan mucho cante”, porque después no sabríais donde guardarlo-esconderlo, he pensado en algo que podíais tener más a mano y pasar con más disimulo, así que me acerqué a uno de esos bazares de los chinos, y encontré éstos lápices tan largos, gruesos y baratos, pensé que era el objeto ideal y... se me ocurrió utilizarlo de la manera que os estoy pidiendo...

Una vez construido su pene artificial, cuyo coste había sido de un precio irrisorio, lo tomó en la mano que tenía libre, se sentó al borde del sillón, muslos bien abiertos, y comenzó a introducírselo dentro de su propia vagina.

Las otras tres chicas observaban y cada vez se sentían más nerviosas, sus dedos y sus manos se movían a distintas velocidades, sabiendo que el placer se avecinaba como un rayo, pero la que sentía en esta ocasión más que ninguna era Diana, pues ya había introducido más de quince centímetros de lápiz en su interior, y lo mismo que lo introducía, lo volvía a sacar, y cuando contactaba el relieve recién creado por Sandra atravesar sus distintos labios y también le pasaba la punta del lápiz por su mismo clítoris, cada vez sentía más y más placer, lo sacaba, lo meneaba, lo sacaba y metía, todo, en parte, recibía el contacto de las gomillas en sus labios, la punta del lápiz de nuevo contactaba con su clítoris, se sentía frenética, no podía parar, tampoco se detenía a la hora de pajear a Andrés, que aguantaba como un jabato, todo lo que le echaban.

Patricia fue la primera que no podía más, puesto que todavía no había disfrutado de nada, sólo de una visión de sus amigas teniendo un tremendo orgasmo, así que se levantó, apartó la mano de Diana del miembro de su primo y le hizo acercarse donde estaba sentada, hizo lo mismo que Diana, acercó su pubis tan abierto como pudo al borde de su asiento, arrodilló a Andrés y...

Patricia: Métemela primo, dame todo lo que no ha querido sentir Rosa, pero dámelo por el conducto que más placer puedes darme, tienes toda mi vagina para ti, aprovecha machote.

A: Mmmm prima... qué ganas tenía de sentir tu chochito caliente...

D: Andrés... fóllatela... –Diana hizo una pausa en su rico movimiento masturbatorio para indicar a Andrés algo–, pero no tengas prisas en dejarle dentro tu simiente... quiero que sea para mí... o... no...

Y Andrés, comenzó a darle placer a su prima, que andaba como loca porque le metieran algo de carne caliente en su interior, en cuanto sintió que la punta atravesaba sus labios hinchados por la reciente dedeada que se había dado, puso los ojos en blanco, comenzó a disfrutar de la dura verga que la estaba penetrando.

P: Ooohhh, primooo, ufff..., sigue, sigue..., no te detengas, ooohhh, que bien..., como la siento, rozándome los labios... ooohhh, que me vengo yaaa...

Tan caliente estaba que no aguantó más de dos minutos y el orgasmo que tuvo fue espectacular, Andrés, que no quería quedarse a medias y todavía continuaba en pleno estado de euforia, se acercó andando de rodillas a su hermana, que tumbada como estaba, se abrió para dar paso a la polla que tan bien conocía tanto por fuera como por sus adentros, también se encontraba nuevamente ardiendo...

S: Andrés... guarrete... semental... de verdad que lo eres... ¿aguantarás dentro de mi chochito que está loco por recibir tu leche?

El muchacho no respondió, se limitó a meterle todo el trozo de carne de un empujón tal y como hizo hacía un tiempo con Rosa, la dejó dentro de su hermana, que se incorporó un poco para darle un morreo inmenso, casi asfixiante, se abrazó a su hermano y entrecruzó sus piernas por las del macho que se la follaba, le entró toda la verga, y se movió como una loca, a la vez que lo hacía su hermano, estaban follando como desesperados nuevamente, el trataba de no correrse, aprendió de las palabras de Diana, y de vez en cuando sacaba su ariete para darle unos segundos de descanso, lo suficiente como para Sandra alcanzarlo con la mano y volver a introducirlo en su interior, la pasión le sobrepasaba, lo sentía también como le llegaba al fondo de su vagina, imaginaba que estaba golpeando su estómago de lo que sentía por dentro, no aguantó tampoco mucho más, a pesar del orgasmo que tuvo también hacía breve tiempo, apretó sus muslos, afianzó su chocho, que se movía por cuenta propia, y el orgasmo le hizo relajar a continuación todas sus extremidades, en cuanto se salió Andrés del cuerpo de su hermana, observó como se seguían abriendo y cerrando los labios vaginales.

Entretanto, Patricia, a la que le había dado otro lápiz-consolador Diana, hizo lo mismo que antes había hecho Sandra, se fabricó otro consolador para su propio deleite y comenzaba a introducírselo en su de nuevo caliente vagina, disfrutanto a tope con su nuevo juguete.

Diana había alcanzado a estas alturas, dos orgasmos con el lápiz dentro de su cuerpo, pero estaba preparada, puesto que era su turno de darle placer y darse placer a Andrés y a su propio cuerpo, así que, colocando sus espaldas en el asiento del sofá y sus piernas donde debería estar su espalda, abrió sus labios vaginales, y le presentó a Andrés cual sería su siguiente tarea...

D: ¿A que nunca te follaste a una chica de esta forma? Dale semental, que todo es empezar.

Y visto y no visto, Andrés se acercó, apuntó un poco con dificultad, por la postura en que se encontraban ambos y empujando el pene que andaba mirando al cielo, lo incrustó despacio en el chocho que estaba abierto para su disfrute, empezó a meterle la verga con la visión del ano de Diana en sus narices, mientras todo se perdía en el interior de la anfitriona, que gritaba de puro placer, Andrés, se mojó los dedos y empezó a investigar el interior de ese culito que tenía a su disposición, esa acción casi vuelve loca a Diana, que no se lo esperaba.

Andrés la penetraba lentamente, y como empujaba en dirección a la espalda, que no en dirección a la barriga, y como tenía los dedos dentro del ano de la joven, podía palpar su propia polla con sus dedos, al tiempo que estaba sintiendo un tremendo placer al follársela de esa manera, para terminar del todo, Rosa, se incorporó, y quiso conocer cómo besaba ese chico que la había porculizado de manera tan inesperada.

Rosa se puso frente al muchacho, que se follaba a Diana como loco, Diana gritaba de manera que parecía que era la primera vez que follaba correctamente, Andrés, se tocaba su propio pene con los dedos de la mano que tenía dentro del ano de Diana, Patricia y Sandra, disfrutaban con sus consoladores recién “creados”, todos disfrutaban mientras Rosa descansaba, pero no paraban de surcarle ideas también, así que acercó sus labios a Andrés y prácticamente le comió los labios, este abrió los suyos para sacar una lengua que antes había estado en el ano de Rosa y se la comió por dentro, de forma apasionada, mientras seguía empujando dentro del chocho de Diana, que no paraba de jadear, gritar y respirar rápidamente...

Todos estaban ocupados, todos jadeaban, Rosa tomó la mano que tenía libre Andrés y la colocó en sus tetas, sus pezones se endurecieron en un abrir y cerrar de ojos, volvía a sentirse caliente, después de unos segundos, de todos tipos de movimientos de todos hacia todos los lados, agarró la mano de Andrés, y la hizo bajar hasta su chochito virgen, virgen pero chorreando y pidiendo casi en silencio que la desflorara, Andrés, estaba a punto de reventar, con su verga haciendo disfrutar como loca a Diana, que gritaba que estaba cerca del éxtasis, su orgasmo se prometía inminente, Patricia y Sandra, se encontraban en pleno morreo tras haber disfrutado de su propio orgasmo con los consoladores-lápiz y Rosa perdía fuerzas en las piernas mientras también preveía muy cercano otro orgasmo con la mano libre de Andrés, el único que no terminaba de correrse, porque se lo había prometido a Diana, era el semental... Andrés...

Rosa, no pudo más y entre temblores, se derrumbó, disfrutando del orgasmo que estaba por llegar y le llegó, Diana, con un pequeño esfuerzo, se sacó de su culito los dedos que la estaban porculizando, y con un gesto imposible, se liberó de la verga que había hecho que consiguiera tocar el cielo con las manos, Andrés seguía con su pene tieso, enhiesto como nunca, y hasta parecía que había cobrado un tamaño un poco mayor a lo que estaba acostumbrado a ver... y todos en esas agradables posturas, respiraban como desesperados... Andrés esperaba la orden de Diana, la orden estaba cerca, muy cerca... pero eso... es otra historia.

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