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Las andanzas de mi esposa vi

en Grandes Relatos

LAS ANDANZAS DE MI ESPOSA VI

Viaje a Bogotá

Los viajes de trabajo generalmente son tediosos, entre reuniones, comidas apresuradas y traslados de un lugar a otro se te va el tiempo y no disfruta en lo más mínimo del viaje, excepto por el éxito que logre en tu trabajo. Mi último viaje a Bogotá estaba en eso, más por el hecho de que me había llevado mi mujer con la finalidad de divertirnos un poco, lo que lógicamente no sucedió, yo el día entero en reuniones y ella de la habitación a la piscina del hotel.

Bogotá es una ciudad hermosa,  más para lo que saben apreciar el arte, es una ciudad con una arquitectura de la época de la colonización, con calles estrechas, gente cálidas que te quieren hacer sentir que esta en tu casa, ciertamente no ha avanzado mucho en la arquitectura y en mi creencia los vehículos  no son tan modernos como en otros países, pero esto es lo que la hace una ciudad especial.

Nosotros nos habíamos apedado en el Hotel América, ubicado en la calle 66, de ahí sólo salía en la mañana a mis reuniones y de vuelta al hotel, ya era sábado y el domingo a las 9:30 debía estar en el avión de regreso a mi país, cuando culminó la última reunión recibí un mensaje de mi mujer donde me decía que si su viaje era a estar presa en una habitación de Bogotá, lógicamente que esto me preocupo, mi mujer reclama muy poco, de echo ella se procura su diversión y en esta ocasión no fue así.

Ya pasaban de las 8:00 cuando llame al taxista que me daba servicio, le pedí que nos llevara a un lugar donde hubiera diversión,  nos recogió justamente a las 9:45 PM y no llevo a dos esquinas o cuadras, en menos de tres minutos estábamos en la calle 64 un edificio antiguo donde está la Discoteca Rumba,  entramos y la primera impresión fue bastante agradable, al parecer había una actividad privada, celebraban un cumpleaños o algo así, habían decorado parte de la discoteca con alusión a la música de los 60, la vieja ola, los parroquianos vestían de jipi, pelucas con afro, pantalones ajustados y con campana, pastillas a los Franco Nero y camisas con muchas flores, la verdad es que somos admiradores de ese género, pero ahí no estaba lo interesante.

Como la mayoría de las mesas estaban llena, fuimos directamente al bar donde pedimos unos tragos, desde allí podíamos ver las personas disfrutar y bailar aquel género, a nuestro lado había un joven que también miraba, él no era invitado del cumpleaños, igual que nosotros llego por casualidad, así nos lo hizo saber luego, resulta que entre las carcajadas y los movimientos de mi mujer en una lo rozo y ella se disculpó con él, y aprovecharon para presentarse y desde ahí comenzaron a conversar.

El joven de unos 28 años, se llama Pablo, es sobrino del administrador de la discoteca,  le acompaño para  que no regresara sólo a la casa en la madrugada, después de cerrar la discoteca, por eso estaba en el bar tomando cervezas de máquina. Pablo era un muchacho agradable, con buen tamaño y un cuerpo atlético, usaba un tícher ajustado que dejaba ver sus cuadros pectorales. Entre las cosas que mi mujer le contó  además de donde éramos, le confeso lo mal que la había pasado en Bogotá, sola en la habitación de aquel hotel, que no conocía la ciudad, que no había salido y bla bla bla.

A las 10:30 culmino la actividad de los jipis, por lo que la discoteca quedó a medio llenar, comenzaron a poner música actualizada, salsa, merengue, ballenato, bachatas, boleros y algo de música americana, como lo esperaba, mi mujer no perdió tiempo y saco a Pablo a la pista donde bailaron unas cuatro canciones y luego regresaron al bar, pero mi mujer no se sentó, simplemente recogió su baso y me dijo que nos fuéramos a una mesa, también invito a Pablo. Ocupamos una mesa en el ala izquierda de la pista, justamente donde estaba el pasillo que da a los baños, un lugar discreto y con poca iluminación, ya sentado mi mujer me pregunto si iba a bailar, pues ella sabía lo cansado que estaba, por lo que acordamos que bailara con Pablo, se fueran una vez más a la pista.

En principio todo iba normal, un baile común, pero luego la vi pegarse a él  y deduje que las cosas iban a cambiar, así fue, cuando ellos regresaron  a la mesa, ella se pegó a mi oído y me comento:

-Estoy caliente y tu sabés lo que hago para enfriarme, luego rio.

Pablo estaba sentado justamente frente a nosotros, ella le invito a sentarse más cerca, por lo que quedamos juntos con ella en medio, y la conversación giraban sobre la vida cotidiana de Bogotá, pero en eso se me ocurrió meter la mano entre sus piernas hasta tocar su concha, por encima del panti, con la única intención de medir su temperatura, y efectivamente estaba caliente, muy caliente, ella volvió a reír y me guiñó un ojo, con la picardía que la caracteriza, por fin, me dije, veo a mi mujer feliz de nuevo.

Ella se paró y fue al baño, tardo unos tres minutos y regreso, entro su mano en un bolsillo de la camisa guayabera que usaba, halo por el brazo a Pablo y se fueron a la pista de baile,   tan pronto se fue busque lo que había dejado en mi bolsillo, bien envuelta, me había dejado la diminuta tanga que usaba, de una tela suave  y fina, con la parte de abajo reforzada en algodón mojada por los flujos de ella.

En la pista ya todo era un espectáculo, prácticamente no estaban bailando, los movimientos  que hacían eran más que un baile, de esto se habían dado cuenta algunos de los presentes, que lo miraban extrañado, otros comentaban, es por eso que Pablo dejo en la pista a Jackie, fue y hablo con el encargado de la barra y este con alguien más, volvió a la pista y continuo su baile, fue entonces cuando las luces de la pista se apagaron, solo una luz laizel roja que recorría la pista, los que estaban allí sólo se podían ver siluetas.

Después de unas 8 o más piezas, llegaron a la mesa, mi mujer se aló la silla y levanto su falda un poco para posar su nalga desnuda directamente en el cuero de la silla, Pablo tomo el vaso  y fue a la barra a buscar  más cerveza, ella me beso la mejilla y tomo mi mano izquierda, la llevo a su entrepiernas hasta tocar su concha, waoo, aquello era un pozo, Pablo se había corrido dentro de ella en la pista y por estar de pies, el semen se había chorreado por su muslo, por eso ella levanto la falda al sentarse, así evitaba que se mojara de semen.

Pablo llego a la mesa y yo me pare para ir al baño, mi mujer en broma, me dijo que no me masturbe en el baño, sólo reí, y me fui, cuando estaba de vuelta pablo tenía una mano sobre el cuello de ella, la besaba con pasión, como lo hago yo, sólo cuando me senté se aparto un poco, pero su mano se poso entre sus piernas, entre su concha, mi mujer cogió la mía y la volvió a llevar, ahí se juntaron los dedos de Pablo y los míos, pero sólo unos segundos, por primera vez Pablo dijo dirigiéndose a mí:

-Ve como la llene de semen.

Mi mujer interrumpió para decir que nos íbamos, Pablo le había propuesto dar una vuelta en la ciudad, lo que me pareció bien, salimos y abordamos un carro Toyota modelo viejo pero en buen estado, propiedad del tío de Pablo,  ellos se sentaron delante y yo ocupe el asiento trasero, tan pronto como arrancamos mi mujer le saco el pene y se lo iba mamando hasta llegar a nuestro hotel, pues yo le dije que se fueran ellos, yo estaba muy cansado, así lo hicieron.

No se cuándo me dormí, mucho menos cuando llegaron, pero cuando desperté, ella estaba con Pablo en la otra cama, acostada boca arriba, con su espalda apoyada en el pecho de Pablo, con sus piernas entrelazada con la de él que la tenía penetrada por detrás, ella hacía un movimiento rítmico buscando que la penetración fuera más profunda, no se dieron cuenta que desperté, pero yo tampoco hice ruido, solo me arrope y deje una abertura por donde pudiera observarlo como lo hacían, ella tenía los ojos cerrados, la nalgas abierta y por la pasión que lo hacía sabia cuanto lo estaba gozando, así lo hizo saber cuándo sin ningún tipo de inhibición comenzó a gritar al mundo su gran orgasmo, luego de tanto ruido y movimiento quedo tranquila, es como si se durmiera, Pablo fue girando lentamente, sin sacársela, hasta ponerla boca abajo sobre la cama, entonces logra arrodillarse sin que su pene saliera de ella, comienza acariciar sus nalgas y a clavarla, esto lo hacía sin que ella se moviera, se inclinaba y la besaba en la espalda, cuello, y brazos, se arrodillaba de nuevo y la clavó con rapidez hasta se acostó tendido sobre ella, sin ruido, pero el movimientos de sus músculos indicaba que se corría una vez más dentro de ella, hasta que se quedaron dormidos, eso supongo, pues al rato yo también me dormí.

Eran las 8:15 a.m. cuando volví a despertar, mi mujer estaba acostada junto a mí, metida debajo de mi brazo izquierdo, dormía plácidamente, pero muy a mi pesar tuve que despertarla, debíamos estar en el aeropuerto a más tardar a las 9:30, la ventaja es que nos quedaba cerca y teníamos los bultos preparados.

Ya en el avión me conto que Bogotá se quedaba con su récor,  lo cual no entendí, pero luego me aclaro que Pablo es el primer hombre que le hecha 5 polvos y que se la saca 18 veces, lo cual le hice saber que me pareció una exageración de parte de ella, pero luego me dio los detalles y efectivamente, él se le corrió en la pista de baile, cuando me dejaron, ella se la chupaba y llegaron  una parte alta donde había una vista hermosa de la ciudad, esto por la calle 57, donde la puso sobre el bonete del carro y se le corrió de nuevo, de ahí fueron a la plaza tomaron unas cervezas y lo hicieron en la banqueta donde después de mucho machacar ella se la chupo y se corrió en la boca de ella, finalmente en la habitación, la cogió en la cama de espalda y se corrió tranquilamente dentro, este último lo vi, la verdad que ese chico nos dará una gran calentura siempre que le recordemos.

El Llanero Solitario

jeencruz @hotmail.com