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La nueva vida de Xenia (parte 4)

en No Consentido

La nueva vida de Xenia (parte 4)

 

Xenia despertó aturdida a la mañana siguiente y como siempre fue recordando poco a poco todo lo que había sucedido la noche anterior. Sentía cierto escozor en su culo pero se encontraba bien, relajada e incluso feliz. Y más feliz se sintió cuando vio el billete de 500 euros que había dejado sobre la mesa del salón la noche anterior. Aquel dinero le venía de maravilla pero también le hizo recordar que esa misma noche tenía una cita para hacer no sabía muy bien que ni con quien. Eso la intranquilizaba pero no podía negar que también le daba cierto morbo volver a prostituirse con unos desconocidos.

Pasó la mañana entre los quehaceres del hogar y por la tarde volvió al Drago’s donde comenzó a servir alcohol a la clientela habitual. Estaba algo nerviosa e intranquila.

Don Marcos y Borja volvían a formar pareja en la barra y pronto comenzaron con la cantinela habitual, siendo el viejo quien se lanzó esta vez.

 

-         Rubia, con lo buena que estás no se que haces trabajando aquí.

-         Las rubias también comemos, don Marcos.

-         Si, tu tenías que comer pero lo que yo te diga.

-         ¿Otra vez con eso?

-         Es que no se porque os empeñáis en querer trabajar las chicas guapas como tú. Lo que tienes que hacer es echarle el guante a un tipo con dinero y vivir de él. Eso si, a un macho con dinero hay que complacerle en la cama.

-         Yo prefiero ganarme la vida honradamente y no tener que complacer a nadie por obligación.

-         Yo te dejo que me complazcas todo lo que quieras – intervino Borja - jajaja

-         Mira, para tener alguna opción conmigo primero tienes que dejar de beber y arreglarte un poco, afeitarte, ducharte por la mañana y presentarte como una persona.

-         Ya, claro, seguro que me visto como un gilipollas, vengo afeitado y perfumado y luego me mandas a tomar por culo por manco, como todas.

-         Ya te he dicho que puedes ser hasta guapo si te adecentas y que lo de la mano no me importa pero como comprenderás no me siento atraída por un hombre que se pasa la vida borracho y vive prácticamente en la inmundicia.

-         ¿Y tu qué cojones sabes como vivo yo?

-         ¿Es que no te acuerdas de quien te llevó a casa el otro día?

-         ¿Estuviste en mi casa?

-         Si, te vomitaste encima y toda la cama y tuve que bañarte y meterte en otra cama pero con la borrachera que llevabas es normal que no te acuerdes.

-         Si me acuerdo….

 

El manco se quedó un rato pensativo, como haciendo memoria.

 

-         No creo que recuerdes mucho.

-         Si, tengo algún recuerdo, pero creía que lo había soñado.

 

Xenia se puso roja de vergüenza pensando en lo que podría recordar aquel tullido.

 

-         Tú te metiste en la bañera conmigo y…. follamos

-         Jajaja, si, estabas tú como para follar. Eso si que lo soñaste.

-         Vaya, vaya, así que la rubia te lleva a casa y te da baños gratis. Pues yo también quiero, a ver cuando me llevas a mi – dijo don Marcos.

Borja seguía intentando recordar aunque estaba confuso y no dijo nada más.

 

-         Don Marcos, fue una emergencia, no podía dejarlo allí durmiendo entre vómitos.

-         Entonces ¿le desnudaste y le jabonaste la polla también?

-         No sea usted pervertido. Le lavé con la ducha, le sequé y le acosté en un colchón que estaba por allí.

-         Pero ¿le viste desnudo? ¿le viste la escopeta?

-         Por si no lo recuerda, esa misma tarde ya le había visto desnudo aquí mismo.

-         Y por lo que veo te gustó su pistolón y te metiste en su casa a verlo más de cerca.

-         No diga tonterías, lo hice porque estaba muy mal y no quería que le pasase nada.

 

Borja volvió en si y entró en la conversación.

 

-         Así que te preocupas por mi.

-         Bueno, son muchas tardes aquí juntos, es inevitable cogeros cariño.

-         Si, lo mismo me pasa a mi con tus tetas, rubia, les he cogido cariño – agregó entre carcajadas don Marcos al que el vino se le había subido más de la cuenta esa tarde.

-         No sea usted vulgar.

-         Bueno, Xeni – retomó Borja – entonces si me cuido y bebo menos ¿saldrías conmigo?

-         No se, tendría que ver un cambio de verdad para empezar a considerarlo. Otra actitud, pero no lo hagas por mi, hazlo por ti.

-         Pues tal vez te sorprenda un día de estos y te pida una cita.

-         A ver si es verdad – le retó la rubia no creyendo que aquel triste desgraciado fuese a cambiar.

-         Pero te advierto que aunque solo tengo una mano soy muy pegajoso.

-         Jajaja, bueno, en la primera cita uno va al cine, a cenar y poco más.

-         Anda, calla, a nuestra edad no tenemos tiempo que perder, en la primera cita ya se folla.

-         Jajajaja, bueno, tú de momento cuídate un poco y luego ya veremos.

 

La conversación siguió y las horas se le fueron pasando a la espectacular rubia a toda velocidad. Antes de las 12 apareció Ramón y desde un principio Xenia lo notó raro, la miraba de una forma diferente a su habitual lascivia. Cuando todo el mundo se hubo marchado y el bar quedó recogido Xenia se metió en la cocina y comenzó a vestirse para la cita que la esperaba. Se puso unas botas altas de color negro sin medias, a pesar del frío, falda negra muy corta y ajustada que realzaba sus preciosas nalgas y en la parte de arriba un ajustadísimo top rojo sin sujetador y muy escotado que dejaba a la vista más carne de la que tapaba. Xenia sabía a lo que iba y se vistió para la ocasión, se maquilló ligeramente ya que su perfecta piel no necesitaba de retoques y se perfumó de forma leve también. Con ese atuendo salió de la zona de cocina caminando como una diosa, con sus perfectos pechos subiendo y bajando al son de sus pasos lo que hizo que Ramón quedase inmediatamente prendado.

 

-         ¿A donde vas así vestida?

-         No es asunto tuyo.

-         Otra vez te vas con el hijo de puta de Agustín ¿no?

-         ¿Cómo?

-         Si, ayer te vi marcharte con él.

-         Como ya te he dicho, eso no es asunto tuyo.

-         No se que negocio te traes con él aunque me lo puedo imaginar. Entre una chica como tú y un hombre como ese no hay más que una opción, así que dime ¿Cuánto te paga por que le chupes la polla?

-         ¿Me estás llamando puta? – preguntó Xenia haciéndose falsamente la ofendida

-         Vamos rubia, que no nací ayer. Se que necesitas pasta y ese gilipollas te la puede dar.

-         Bueno, lo que haga o deje de hacer con él es problema mío.

-         Mira, guapa, ya sabes que yo no soy ningún santo pero tengo mundo y de putas se un rato. Solo dime una cosa, ¿Vas a estar solo con él o vas a una de sus reuniones de negocios?

-         No se de que me hablas.

-         Mira Xeni, lo creas o no te estoy preguntando esto por tu bien.

-         No es que tenga que darte explicaciones pero como veo que sabes de que va el asunto te lo cuento, voy a una reunión de Agustín con unos socios.

-         Lo que me temía. Mira, no se cuanto te habrá pagado pero te recomiendo que no vayas. Yo he estado en alguna de esas reuniones y las cosas que pasan allí no te van a agradar.

-         Bueno, eso es problema mío, además ya no me puedo echar atrás.

-         Solo te digo que tengas cuidado y que te marches de allí en cuanto puedas.

-         Tomo nota de tu consejo, gracias.

-         Y otra cosa. Mantente alejada de Agustín, por tu propio bien. Si quieres ganar dinero así ven conmigo, soy un hijo de puta pero ya me conoces y nunca te he dejado nada a deber ¿verdad?

-         Bueno, me tengo que ir, ya seguiremos hablando otro día.

 

La rubia dejó ahí la conversación un poco preocupada por las palabras de su jefe, cogió su abrigo y salió a la calle donde la esperaba un BMW azul metalizado. El conductor bajó del coche y abrió la puerta a Xenia. Era un tipo negro vestido impecablemente de traje y con gafas de sol, alto y fornido, parecía más un guardaespaldas que un conductor. Durante el camino no intercambiaron ni una palabra. Xenia iba nerviosa viendo como se alejaban de la ciudad para adentrarse en la sierra madrileña. Tras 45 minutos de carreteras secundarias y caminos de tierra por fin llegaron a la entrada de una inmensa finca. El negro abrió la puerta con un mando y aparcó el coche en la misma entrada de la casa. Era una mansión muy lujosa con una enorme jardín rodeándola y una gran piscina en el exterior. El conductor le hizo un gesto a la rubia para que se bajase y la condujo al interior de la casa. Dentro todo era lujoso, con los mejores acabados, cuadros y obras de arte por todas partes. Fueron caminando por un largo pasillo acercándose al salón. Cuando llegaron el negro se detuvo en la puerta y le indicó a Xenia que pasara recogiendo antes su abrigo. La rubia entró en el salón e inspeccionó rápidamente la situación. Alrededor de una mesa de poker se repartían Agustín y otros cuatro hombres, todos ellos de avanzada edad. Un tipo canoso y extremadamente delgado con aspecto de enfermo terminal, un tipo bajito, gordo, calvo y con bigote, un mulato enorme con la cabeza totalmente afeitada y un señor mayor de al menos 70 años, delgado y con cara de malo de película que estremeció a Xenia. Todos estaban concentrados en la partida y no prestaron atención a la rubia. El ambiente era tenso, nadie decía nada. Además había otro negro vestido exactamente igual que el conductor con una bandeja apostado en la puerta que daba a la cocina. La rubia, nerviosa, no sabía que hacer y fue Agustín quien se dirigió a ella de forma seca.

 

-         Siéntate en el sofá mientras terminamos la partida.

 

Xenia accedió y se sentó en un carísimo sofá de cuero. Estaba nerviosa y excitada al mismo tiempo aunque la situación le parecía extraña. Bajó el foco de la lámpara que colgaba sobre la mesa se distinguía una espesa nube de humo, producto de los puros que todos los jugadores fumaban. Los negros parecían estatuas, no movían ni un músculo. En un momento dado el mulato de la mesa levantó su vaso vacío e hizo tintinear los hielos. El negro de la bandeja se acercó automáticamente y rellenó su vaso con whisky.

La partida siguió con la misma tensión por más de dos horas, movimientos de fichas, fajos de billetes y palabras cortas. Xenia se estaba impacientando, seguía estando nerviosa, quería hacer su trabajo y marcharse con el dinero para casa pero aquello se estaba haciendo interminable. Finalmente la partida terminó, el tipo mayor con cara de malo ganó según pudo intuir la rubia, y fue Agustín quien intervino después rompiendo el hielo.

 

-         Bueno señores, pasemos a la habitación contigua para proceder a la segunda parte de la reunión.

-         Si, si, hay que descargar tensiones – dijo el mulato.

 

Agustín le hizo un gesto a Xenia para que les siguiese y el corazón de la rubia se aceleró. Pasaron a un cuarto contiguo y al entrar Xenia se estremeció. La habitación era amplia y tenía una inmensa cama circular en el centro, espejos en el techo y unas cuantas sillas repartidas alrededor, pero lo que llamó la atención de Xenia fue lo que había encima de la cama. Todo tipo de objetos sexuales, consoladores y plugs de todos los tamaños imaginables, lubricantes, esposas, un pequeño látigo, una mordaza y un sinfín de cosas que ni siquiera sabía lo que eran. De repente su corazón se aceleró y empezó a darse cuenta del terrible error que había cometido. Sin tiempo para pensar más Agustín la tomó de un brazo y la habló.

 

-         Vamos puta, súbete a la cama y desnúdate.

-         Pero todo esto ¿qué es?

-         Ya lo irás comprobando.

-         No se, no estoy segura.

-         No me toques los cojones, rubia, que esto no es un juego.

 

Xenia, atemorizada se subió a la cama y tímidamente comenzó a quitarse el top dejando al descubierto sus preciosos pechos. Después se quitó la falda y las botas quedando cubierta únicamente por su diminuto tanga que finalmente también retiró. Estaba muerta de vergüenza ante las fijas miradas de los tipos que ya se habían sentado en las sillas. Xenia no sabía que hacer, los tipos no hacían nada, solo la miraban con cara de viciosos hasta que el canoso le hizo una seña a Agustín que salió y de la sala y volvió a entrar seguido de los dos negros. El tipo calvo de bigote se dirigió entonces a ellos.

 

-         Como siempre, chicos.

 

Los negros asintieron con la cabeza y comenzaron a desnudarse ante la mirada atónita de Xenia, descubriendo dos cuerpos perfectamente trabajados en el gimnasio y lo que más asustó a la nena, dos enormes pollas de ébano que colgaban aún flácidas y que no quería imaginar que tamaño tendrían excitadas. Una vez desnudos subieron a la cama, uno por cada lado y comenzó el espectáculo. El primero en atacar a la rubia fue el más alto de los dos y el que tenía la polla más grande. Sin mediar palabra agarró a Xenia de sus preciosos tirabuzones y la atrajo hacia si encajándole la polla en la boca. La nena la tragó como pudo mientras notaba como por detrás un par de gruesos dedos invadían su coño, pero ella estaba atareada intentando tragar tanto rabo como podía porque enseguida aquella polla fue creciendo hasta alcanzar unas dimensiones grotescas que se le hacían imposibles de aguantar. Mientras todo esto sucedía Xenia pudo ver de reojo como los tipos alrededor de la mesa se habían sacado las pollas del pantalón y comenzaban a masturbarse con el espectáculo a la par que decían obscenidades.

 

-         Vamos negro, métele la tranca hasta la garganta, hasta que vomite.

-         Puta, traga polla negra.

-         Vamos, reviéntala.

 

Xenia luchaba por no asfixiarse mientras la enorme polla que tenía en la boca se abría paso por su garganta, pero el grosor era tal que sentía un tremendo dolor cuando la polla iba entrando. Desde fuera se podía distinguir la punta del enorme trabuco penetrando en la garganta de Xenia que estaba al límite del vómito. Mientras por detrás el otro negro metió sin previo aviso toda su polla en el coño de la rubia que no pudo quejarse ante la invasión. Con un rabo encajado en la garganta y otro dando fuertes estacazos por detrás Xenia estaba sufriendo mucho pero aquello apenas empezaba y en un momento los negros comenzaron a follarla rítmicamente para mayor dicha de los espectadores. Se coordinaban para dar sus golpes de cadera a la vez de forma que al mismo tiempo todo aquel enorme trabuco se encajaba en su garganta y el otro inmenso rabo casi se hundía por completo en su coño que a pesar de todo empezaba a estar mojado.

Los asistentes seguían jaleando a los negros que aumentaban la velocidad de sus estocadas como dos auténticos profesionales.

 

-         Vamos negro, gánate el sueldo.

-         Si la reventáis os damos un plus jajaja

 

Apenas llevaban 5 minutos así y Xenia no aguantaba más así que se sintió aliviada cuando los negros sin mediar palabra ni gesto se salieron de su interior para intercambiar sus posiciones. La polla que ahora se le ofrecía en su boca era ligeramente más pequeña y pronto la tuvo metida en su garganta también, pudiendo degustar los flujos vaginales de los que estaba impregnada. Notó como el otro negro escupía en su culo y acto seguido dirigía su tremenda polla a la entrada posterior de su agujero pero las dimensiones de la misma y la falta de lubricación hacían difícil la penetración así que el negro optó por tomar un bote de lubricante y untar bien el ano de la rubia que seguía sufriendo con la follada de boca que estaba recibiendo y no le prestaba atención a lo que pasaba en su parte posterior. Ya con el lubricante esparcido el negro apunto su lanza y de un golpe le clavó la mitad en el culo. Xenia quiso gritar por el dolor que sintió pero no pudo al tener la boca llena de carne negra pero sus ojos casi se salen de las órbitas ante semejante ataque. El negro lejos de parar siguió empujando y empujando sin ningún cuidado mientras Xenia se sentía desvanecer ante aquel dolor. El espectáculo era grandioso, digno de la mejor película porno, dos negros superdotados sodomizando a una espectacular rubia. El negro que enculaba a la nena empezó a azotar sus nalgas al ritmo de sus estocadas que se clavaban en el interior del recto de la rubia sin compasión. Era increíble pero el culo de Xenia ya había conseguido tragarse toda aquella inmensa polla para asombro del público.

 

-         Como traga ese culo, Agustín, es increíble.

-         Ayer le metí casi 40 centímetros entrenando, esta puta puede con todo.

 

Los negros volvieron a cambiar de posición dándole una tregua a la rubia pero la continuación fue peor. El que estaba follándole la boca se tumbó en la cama y obligó a Xenia a encajarse su polla en el coño mientras el otro, sin aviso, nuevamente le clavó todo su trabuco en el ya dilatado ano. Xenia comenzó a gritar como una loca al ritmo de las estocadas. Aquellos dos negros eran unos auténticos profesionales, follaban como robots y les daba igual todo.

 

-         Ahhhh, ahhhhh, ahhhh, más despacio por favoooooooor, me estáis mataaaaandoooooo.

 

El negro de abajo la abofeteó por el comentario y acto seguido ambos incrementaron el ritmo de su follada. Aquello era un espectáculo inigualable. Xenia luchaba por amoldarse a aquellos dos animales pero el tremendo ritmo que imprimían no se lo hacía fácil, era un suplicio y apenas acaba de empezar. Los negros follaban como máquinas, totalmente sincronizados pero el privilegiado cuerpo de la nena poco a poco iba acogiendo con más facilidad las enormes trancas que hacían rebotar sus pelotas contra el blanquecino trasero de la rubia.

 

-         Ahhhh, cabrones, me vais a matar.

 

El negro de abajo la volvió a abofetear de forma contundente para acto seguido estrujar sus pechos como si fueran de goma y llevárselos a la boca succionando con fuerza de forma alterna. Xenia se empezaba a calentar, aquellos dos gorilas la tenían empalada y su fuego interior empezaba a arder como tantas otras veces, comenzaba a gozar como una perra entre aquellas dos estacas y todo la excitaba. Las poderosas manos del negro que la agarraban por la cintura y la atraía hacia él, los duros pectorales del otro negro sobre los que estaba apoyada, aquellas dos inmensas estacas penetrándola hasta el fondo de sus agujeros, el sudor que caía sobre su espalda y hasta los azotes en las nalgas y las bofetadas la estaban sacando de nuevo de si hasta el punto de que no pudo reprimir sus palabras previas al terrible orgasmo que se avecinaba.

 

-         Vamos negros de mierda, quiero más.

 

Los hombres alrededor de la mesa vieron con sorpresa como la cara de dolor de la rubia había a cambiado y ahora era de puro vicio.

 

-         Vamos chicos, que esta puta quiere que la reventéis.

-         rompedla el culo – gritaba el bajito de bigote.

 

Xenia estaba nuevamente fuera de si deseando saciarse de polla y los negros seguían bombeando, azotándola, abofeteándola. La excitaba aquel trato vejatorio al que era sometida y no aguantó más explotando en un brutal orgasmo que la hizo perder por momentos el sentido. De su coño emanaban chorros de flujo que aún excitaron más a los negros que parecían tener energías ilimitadas porque seguían atacando con la misma fuerza que al principio.

A la rubia ya todo le daba igual, había entrado en el estado máximo de excitación y ni siquiera era consciente de las palabras que fluían de su boca.

 

- Más, necesito más, negros de mierda.

 

Aquello debió herir el orgullo de aquellos dos bestias que se salieron dejando a la rubia tendida en la cama para cambiar posiciones. El de la polla más grande se tumbó en la cama y colocó boca arriba sobre el a Xenia empalándola sobre su polla que pronto desapareció por completo en el recto de la rubia. El otro tipo se colocó de frente a ella con su mástil en la mano pero para sorpresa de la nena no lo abocó a su coño sino que lo intentó meter en su apretadísimo culo en lo que pretendía ser una doble penetración anal, pero aquellos dos inmensos volúmenes eran demasiado y el ano de la rubia los rechazaba haciendo imposible la penetración. Desde fuera los espectadores les jaleaban.

 

-         Vamos negro, métesela por el culo también.

 

El negro lo intentaba mientras Xenia no era capaz de oponer resistencia alguna pero la tarea parecía imposible, era inhumano. El tipo canoso le tiró un bote de lubricante al negro que seguía intentándolo. Lo cogió y se embadurno su terrible miembro para volver a la carga sin conseguirlo. Pero las palabras que venían desde su espalda le dieron un nuevo impulso.

 

-         1000 euros más si le claváis las dos pollas en el culo.

 

El negro reaccionó como si le hubiesen dado una inyección de EPO y sin pensar en las consecuencias apretó su polla al máximo contra la de su compañero de batalla y empujó con todas sus fuerzas consiguiendo colar un tercio de su herramienta en el culo de Xenia que se sintió morir. Su esfínter cedió definitivamente y la segunda polla entró como un obús en su recto. Entró en trance al mismo tiempo en que los negros comenzaban a bombear. Su culo estaba dado de si y parecía que ya nunca más fuese a cerrarse pero le daba igual, solo quería más carne.

 

-         Vamos cabrones, rompedme el culo, hasta el fondo, más, más.

 

El negro que estaba arriba la abofeteó de nuevo pero Xenia no se callaba.

 

-         Vamos, maricones, subid, quiero más polla – dijo dirigiéndose a los espectadores.

-         Menuda puta que nos has traído, esta no sabe lo que la espera hoy – dijo el canoso mientras se seguía masturbando.

 

La follada era espectacular, parecía imposible que aquellos dos rabos pudiesen entrar en el delicado culo de la rubia pero ya se los había tragado. Durante más de 10 minutos los incansables negros estuvieron bombeando como autómatas programados entre los alaridos de dolor y placer de la rubia que se iba calentando más y más hasta terminar estallando en un nuevo orgasmo brutal que la hizo perder el sentido por momentos.

Ante aquel espectáculo intervino el viejo de cara perversa.

 

-         Vamos, negros, abajo, que nos toca subir a nosotros.

 

Ante esta orden los negros reaccionaron como máquinas, saliéndose del culo de la rubia y bajando de la cama para quedar nuevamente como estatuas en un segundo plano.

Xenia quedó tirada en medio de la cama tratando de recuperarse de los efectos del brutal orgasmo que acababa de tener. Su culo permanecía entreabierto y completamente rojo por el duro castigo que había sufrido. Pronto todos los espectadores salvo Agustín comenzaron a subir a la cama y a acercarse a la rubia que era ajena a todo. Durante las siguientes 2 horas Xenia sufrió un terrible castigo, consoladores de todos los tipos y tamaños imaginables le fueron introducidos en sus orificios, bolas chinas y plugs. Aquellos tipos eran unos sádicos y la trataban como si fuese una muñeca de plástico lo cual no impidió que la rubia tuviese 3 intensos orgasmos más mientras aquellos sujetos la metían sus pollas en la boca. Xenia perdió la noción del tiempo y del lugar. Ya solo se limitaba a chupar pollas y acomodarse tal y como la pedían aquellos tipos para practicar sus perversiones, notaba sus orificios extremadamente dilatados y ya no era consciente de lo que le metían en ellos. A cuatro patas sobre la cama con sus manos esposadas en la espalda y la rechoncha polla del mulato en la boca notó como un contundente objeto se intentaba abrir paso en su ano pero en la situación en la que estaba le era imposible saber lo que era, solo notaba la inmensidad del mismo. Era demasiado grande y la estaba destrozando su ya maltrecho culo entre la algarabía de los otros tres tipos que vociferaban en su espalda.

 

-         Vamos, más fuerte, empuja que ya entra.

-         Esta zorra no tiene límites.

 

Xenia profundamente dolorida intentaba girarse para mirar que era lo que la estaban metiendo pero con la polla del mulato en la garganta y sus manos haciendo presión le era imposible. Después de varios minutos ya notaba aquel inmenso trabuco alojado en su culo y su cuerpo comenzaba a reaccionar con pequeños espasmos, pidiendo más. El mulato la dio entonces un respiro y pudo girar levemente la cabeza viendo como a su espalda aquellos depravados la estaban introduciendo un bate de béisbol en su culo. Ya había al menos 15 centímetros dentro y seguían empujando haciéndola desvanecerse por momentos. Estaba inmovilizada pero poco a poco comenzó a hacer pequeños movimientos de cadera, no era ella, sino su cuerpo quien lo hacía, como pidiendo más, lo cual fue recibido con júbilo entre los pervertidos que la acosaban aumentando el ritmo de las penetraciones. El cuerpo de Xenia estaba al límite, agotada por las horas de sexo y por los 5 orgasmos que acumulaba, se retorcía y estaba a punto de caer rendida. No tenía fuerzas ni para hablar, solo exhalaba pequeños gemidos mezcla de placer y dolor mientras por detrás aquellos tipos empujaban como animales hasta que la rubia no aguantó más y explotó en un inmenso orgasmo, mayor aún que el del día anterior convulsionándose, arqueando su cuerpo, gritando y retorciéndose como si la estuviesen electrocutando. Tampoco pudo contener el torrente de flujos y orines y se descargó en la cama quedando en un estado de relajación total en el que nada le importaba.

La dulce nena no fue muy consciente del final de lo que ocurrió a partir de entonces. Tumbada boca arriba ya sin las esposas aquellos cuatro sádicos comenzaron a correrse en su bello rostro cubriéndolo de espeso semen. Cuando terminaron fueron los dos negros quienes volvieron a subir a la cama descargando inmensas cantidades de leche sobre el rostro de la rubia que quedó con el rostro completamente cubierto de la blanca máscara.

A partir de ese momento todo fue como un sueño para Xenia, con imágenes entrecortadas, Agustín limpiándola primero, metiéndola en su coche después, la carretera, el viaje, hasta que llegó a su casa y comenzó a recobrar el conocimiento. Agustín la había subido hasta su apartamento y viendo que volvía en si le habló.

 

-         Bueno, guarra, ya casi te has ganado el sueldo.

-         Por favor, dame el dinero y vete, quiero descansar - balbuceo la rubia

-         Es que con el espectáculo que has dado me he puesto muy caliente y necesito vaciar las pelotas.

-         Eso no era parte del trato, por favor, no puedo más – lloriqueaba Xenia

-         Bueno, tú verás, pero te quedas sin los 500 euros que faltan.

-         No, por favor, ya no aguanto.

-         Tú decides, guapa.

 

El gordo se giró y se dirigió a la puerta mientras la nena, al borde de sus fuerzas, acabó cediendo.

 

-         Espera, está bien, tú ganas.

 

La rubia exhausta y resignada a su suerte, se puso a cuatro patas en el suelo y se subió la falda dejando expuesto su dolorido culo para que aquel gordo hiciese lo que le viniese en gana con él. Agustín, ante aquel manjar que se le ofrecía no perdió el tiempo y bajándose los pantalones se acomodó sobre la nena y dejó ir su envarado miembro en el culo de Xenia que lo recibió sin problemas. El gordo estaba excitadísimo y bombeaba con fuerza chocando contra las maltrechas nalgas de la rubia que encajaba como podía aquel último castigo.

 

-         Ah, puta, este culo está demasiado abierto, casi ni me entero. Abre la boca que voy para allá.

 

Xenia obedeció sumisa y comenzó a chuparle la polla al gordo que estaba gozando como un cerdo en el barro.

 

-         Eres la mayor puta que he conocido en mi vida, y he estado con cientos.

-         Mmmmgggg, mggggg, mmmmmmgggg.

-         Te hemos metido un bate por culo, dos pollones negros, te hemos llenado la cara de leche y ayer hasta te mee encima, no se que más me queda por hacerte.

 

Xenia, no prestaba atención a lo que escuchaba, solo quería terminar con aquello cuanto antes, ducharse y dormir mucho, pero el gordo estaba lejos de terminar. Eran las 6 de la mañana y no tenía prisa alguna. Agarrando a la rubia de su preciosa cabellera la obligó a chuparle su asqueroso culo mientras bufaba como un loco.

 

-         Ahhh, que bien me comes el culo, puta, te voy a contratar a jornada completa.

 

La nena ya no pensaba, era como un objeto inerte en manos de aquel sádico, dispuesta a hacer todo lo que le pidiese con tal de acabar con aquel suplicio de noche. Una vez saciado de las lamidas en su ano tumbó a la rubia en el suelo y subiéndose sobre ella apresó su polla entre las preciosas tetas de la nena y comenzó a frotarse con ellas mientras se divertía escupiendo en la cara de Xenia que aguantaba las vejaciones con resignación.

 

-         ¿Quieres ser mi puta particular?

-         Si, lo que sea, pero acaba ya.

-         No guarra, quiero terminar de reventarte esta noche – dijo el gordo mientras se levantaba

 

Xenia, tenía ganas de llorar, su cuerpo estaba al límite y aquel desgraciado no parecía tener intención de marcharse nunca así que tomó las últimas fuerzas que le quedaban y las empleó en complacer a aquel orangután.

 

Se puso de rodillas y comenzó a chuparle la polla poniendo todo su empeño, tragándose hasta el último centímetro de que aquel rabo una y otra vez con un ritmo frenético. De vez en cuando se sacaba la polla de la boca y le calentaba con frases lascivas.

 

-         Vamos, cabrón, quiero que me mates a pollazos, que me partas el culo.

-         Ahhhh, puta, eres insaciable.

-         Túmbate en el suelo que te voy a cabalgar como no te lo han hecho en tu vida.

 

El gordo obedeció y acto seguido la rubia sacando fuerzas de su interior se encajó la enhiesta polla en su culo dándole la espalda para comenzar una tremenda cabalgada que hacía desaparecer el rabo del gordo una y otra vez entre los gritos de ambos.

 

-         Ahhhh, maricón, más adentro, quiero que me metas hasta los huevos.

-         Ohhhhh, me vas a exprimir, zorra.

-         Quiero que me llenes la cara de leche, gordo de mierda.

-         Si, puta te voy a dejar bañada.

-         Quiero que me mees encima, puto cerdo

-         Ahhh, puta, reputa, te voy a duchar entera de meada.

-         Si, gordo cabrón.

-         Si, puta, te voy a cagar en la boca.

-         Hazme lo que quieras, hijo de puta.

 

Agustín, enardecido levantó a la rubia de un golpe y agarrándola del pelo la llevó hasta el baño, la metió en la ducha y una vez allí comenzó a correrse entre gritos mandando chorros y chorros al bello rostro de Xenia que los recibía con la boca abierta como pidiendo más.

 

-         Ahhhh, zorra, espera que te voy a limpiar la leche.

-         Mmmmmm, si, por favor, dúchame.

-         Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh

 

El gordo empezó a mear sobre el cuerpo de Xenia que recibía la meada con la boca abierta, nuevamente fuera de si, extasiada y tocándose el coño para excitarse más.

Agustín se vació sobre el cuerpo de la rubia dejándola completamente bañada en orines.

Acto seguido acercó su peludo culo a la boca de la rubia que comenzó instintivamente a lamerlo como quien degusta el mejor de los manjares.

 

-         Zorra, come culo. Tienes suerte de que no tengo ganas de cagarme que si no te dejaba desayunada.

-         Ahhh, maricón, me encanta tu culo, está riquísimo.

 

Xenia lamía con ansiedad el ano del gordo y no contenta con ello comenzó a meterle un dedo en su asqueroso culo a lo cual reaccionó Agustín aullando como un loco al mismo tiempo que aceleraba los rozamientos en su delicado clítoris que la estaba acercando a un nuevo orgasmo.

 

-         Ahhhhh, zorra, como sabes lo que me gusta, se me está poniendo dura otra vez.

-         Gordo de mierda, maricón.

-         Maldita puta, te voy a hacer mía.

 

El gordo en un estado de excitación mayor del que había estado en su vida eyaculó nuevamente, esta vez en el suelo, al mismo tiempo que Xenia alcanzaba su enésimo orgasmo del día.

 

-         Ahhhh, puta, me has vaciado.

-         Mmmmmm, mmmmmm – solo acertaba a gemir la preciosa nena.

-         Ahora solo falta que limpies el suelo y damos por terminada la jornada.

 

Diciendo esto agarro por su húmedo pelo a la nena y la obligó a ponerse a cuatro patas hundiendo su rostro en el suelo, justo donde yacían dispersos sus grumos. Xenia, en un último esfuerzo sacó su lengua y lamió cuidadosamente todo el asqueroso simiente del suelo tragando con resignación.

 

-         Ohhhh, muy bien. Ahora si te has ganado el sueldo.

-         Dame el dinero y vete, por favor.

-         Claro que si, rubia. Ahora mismo.

 

Agustín se acercó nuevamente al salón, se puso los pantalones y sacó la cartera, de la que extrajo un billete de 500 euros que tiró al suelo del baño, donde Xenia permanecía tumbada.

 

-         Ya te llamaré para hacer más negocios, preciosa.

-         Déjame, por favor.

-         Como quieras, rubia.

 

Diciendo esto el gordo salió por la puerta y Xenia, con el último hálito de fuerzas que le quedaba se metió en la ducha y se bañó para luego arrastrarse hasta su cama y quedar profundamente dormida.