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Una historia negra II

en No Consentido

UNA HISTORIA NEGRA (PARTE II)

Después de aquella salvaje experiencia me quedé dormido como un bebé y así hubiese seguido si no me hubiesen despertado los ruidos en la habitación. Abrí un ojo y vi a Sami desnuda vistiéndose con la ropa que trajo puesta. Luego miré el reloj y vi que eran las 5:45 de la mañana.

-          Sami, ¿qué haces? – pregunté sorprendido mientras observaba su escultural cuerpo

-          Nada, sigue durmiendo. Tengo que ir a buscar una cosa y ahora vuelvo.

Me alarmé ante aquellas palabras.

-          ¿Qué cosa? ¿A dónde? ¿No estarás pensando en ir a tu piso?

-          Duérmete, Marcos, en un rato vuelvo.

Pero aquello me había alterado. Sospechaba que Sami iba a ponerse en peligro y no podía permitirlo. Me levanté desnudo, me acerqué a ella y seguí insistiendo.

-          Por favor, Sami, recapacita. Esos tipos pueden seguir allí. Es una locura volver tan pronto.

-          No creo que se vayan a pasar allí toda la noche. Va a ser entrar y salir, muy rápido. Tengo que ir.

-          Entonces iré contigo – dije con determinación, aún extasiado por la noche de sexo brutal que habíamos pasado.

-          No tienes que venir, Marcos. Bastante haces con acogerme

-          Solo dime que es lo que vas a buscar. Por favor – dije

-          Rulo me ha pedido que recoja unas cosas, mejor que no sepas más.

-          ¿En serio vas a arriesgarte por ese tipejo?

-          No lo entiendes, no puedo decirte más.

Yo seguí insistiendo pero Sami se cerró en banda y no me quedó más remedio que acompañarla sin saber qué es lo que íbamos a buscar ni quién podía estar allí esperándonos.

Según nos fuimos acercando a su casa empecé a sentir miedo. Era de noche y el barrio en el que vivía Sami con aquel tipejo era peligroso, frecuentado por drogadictos y camellos. Entramos en el destartalado portal y subimos tres pisos de escaleras. Estaba oscuro pero preferimos no encender la luz por no llamar la atención. Nos aproximamos a su puerta y el corazón me iba a mil por hora, más al ver que la cerradura presentaba golpes, como si hubiese sido forzada. Mi musa abrió la puerta y entramos con sigilo en el aún oscuro piso y a partir de ahí todo fue muy rápido. Sentí un golpe en la cabeza que me dejó aturdido en el suelo y ya no reaccioné. Oí a Sami gritar y cuando se encendió la luz vi como un tipo enorme la agarraba y la daba un fuerte bofetón antes de atarle las manos y los pies con cinta americana y amordazarla. Yo estaba completamente noqueado en el suelo, sentía que me brotaba algo de sangre de la cabeza y todo me daba vueltas. Acto seguido vi acercarse al tipo que me levantó como un saco de patatas, me amarró las manos tras mi espalda y me sentó en una silla. También me amarró los pies a la silla de forma que no tenía forma de moverme sin caerme. Frente a mi Sami se encontraba tumbada en el sofá con las manos atadas a su espalda y un trapo alrededor de su boca que la impedía hablar. Entonces pude observar con detenimiento al sujeto. Un tipo de unos 50 años, enorme, gordo, con un bigote espeso, y el cabello ralo. Tenía pinta de peligroso y la forma en la que nos había doblegado sin inmutarse me hacía pensar que era un profesional. Llevaba una camisa de tirantes blanca en la que no cabía una mancha más y un pantalón de tela beige en el que se veía sobresalir la culata de una pistola, lo cual me aterrorizó. Se notaba que llevaba tiempo allí. El apartamento se veía completamente destrozado, el tipo debía estar buscando algo, probablemente lo mismo que Sami quería recoger. Se sentó en otra silla y después de darle un sorbo a un vaso de whisky que había en la mesa central de la salita se encendió un cigarro y comenzó a hablar.

-          Hay que reconocerle a ese mierdas de Rulo buen gusto para las mujeres. No imaginaba que esa basura pudiese tener una hembra como tú  - dijo el tipo mirando a Sami que no se movía en el sofá – lo que me esperaba es que fuese tan imbécil de mandarte hoy aquí. Y tampoco entiendo quien es este hombrecillo que has traído. Está claro que tu escolta no es.

El tipo se levantó y se acercó a la morena que seguía inmóvil, como una roca.

-          Ahora te voy a quitar la mordaza. Si se te ocurre gritar te rompo los dientes de una ostia. ¿Lo has entendido?

Sami asintió con la cabeza mientras el tipo le retiraba la cinta de la boca.

-          Sé que lo que estoy buscando está aquí porque tú también has venido a buscarlo así que tenemos dos formas de hacer las cosas, por las buenas o por las malas. De un modo o de otro me vas a decir dónde está el paquete así que tú decides como hacerlo – dijo el sujeto mientras agarraba de los mofletes a Sami como analizando su espectacular belleza, intentando buscar algún defecto

-          No sé de qué me estás hablando. Yo solo venía a buscar mis cosas, no sé nada de los trapicheos de Rulo.

-          Así que quieres por las malas. Normalmente prefiero hacerlo por las buenas pero tratándose de una puta como tú la cosa cambia. Aplicaré otros métodos

-          No, no, en serio, no sé nada – intentaba justificarse Sami cuando recibió un fuerte bofetón a mano abierta

-          Ahora veremos lo que sabes

El tipejo se quitó el pantalón y los calzoncillos dejando al aire un enorme pene flácido, de un grosor tremendo y rodeado de una gran mata de pelo negro. Acto seguido incorporó a Sami en el sofá para dejarla a la altura de su polla y la escupió en la cara un abundante salivazo y sin darle tiempo a asimilarlo comenzó a restregarle la polla por todo su bello rostro, esparciendo las babas. Le daba golpes con el pene de forma humillante y le posaba sus grotescas pelotas en la frente. Sami intentaba retorcerse pero estaba inmovilizada con las manos encintadas a su espalda y tenía que someterse a las vejaciones del tipo que disfrutaba con aquello.

-          ¿No te gusta mi polla? Ya sé que huele un poco mal pero es que llevo 2 días sin ducharme a costa del hijo de puta de tu novio. Venga, empieza a limpiármela

Dicho esto el gordo intentó meterle la polla en la boca a la morena pero Sami se resistió manteniendo cerrados los labios así que el sujeto la cerró la nariz hasta que la nena se quedó sin aire y tuvo que abrir la boca para respirar, momento que el tipejo aprovechó para encajar su polla en la cálida boca que tenía frente a él. La boca de Sami se inundó de carne y el tipo empezó a dar golpes de cadera a ritmo constante ante la total impotencia de mi musa que se sufría a cada embestida. Cuando su polla estuvo completamente dura alcanzó un tamaño enorme y Sami no pudo contenerla por completo en su interior aunque el sujeto hacía presión e intentaba encajarla en la garganta de la nena. Yo lo veía todo a escasos dos metros, en una posición privilegiada. Estaba asustado y algo mareado por el golpe pero a la vez la situación me estaba excitando sobremanera.

El tipo empujaba con fuerza brutal y a Sami parecía que se le iban a salir los ojos de las órbitas cuando la estaca atravesó su garganta y su nariz se perdió en el peludo bosque púbico del gordo. Aunque pareciese imposible le había encajado todo el falo en la boca y una vez dentro lo dejó allí un buen rato, haciendo fuerza con sus enormes manos en la cabeza de Sami que intentaba retorcerse sin éxito. La imagen era impactante, con la cara de Sami poniéndose roja por momentos, se podía ver la enorme estaca alojada en la garganta de la nena que sufría horriblemente. La angustiosa escena duró demasiado antes de que el gordo sacase su enorme rabo cubierto de babas dejando a Sami escupiendo y tosiendo mientras trataba de respirar.

-          ¿Ya se te va refrescando la memoria? – preguntó el sujeto

-          De verdad que no sé nada de los trapicheos de Rulo, no me contaba nada – alcanzó a decir la morena entre jadeos

No había terminado la frase cuando el tipo la volvió a someter oralmente metiendo su falo de un solo golpe hasta el fondo de la garganta nuevamente. Esta vez acompañó el trabajo tapándole la nariz a Sami para que no pudiese respirar durante un buen rato. Veía a mi pobre amiga ahogándose, sufriendo arcadas y poniéndose roja mientras el sujeto le aplastaba la cabeza contra su bajo vientre. La nena se retorcía pero estando inmovilizada poco podía hacer y yo sufría casi tanto como ella hasta que al final la liberó y volvió a respirar completamente sofocada. El sujeto siguió con esa técnica de tortura durante varios minutos pareciendo en cada uno de ellos que Sami se iba a desmayar. Cuando se aburrió cogió a la morena como si fuese una muñeca y la tumbó con sus piernas apoyadas en el respaldo del sofá de forma que su cabeza quedó colgando, dispuesta para seguir el tratamiento oral. Además le rompió el top liberando sus magníficos pechos.

-          Wow, esto sí que no me lo esperaba. Hubiese apostado a que estos melones eran operados – se regodeó el sujeto mientras los estrujaba con fuerza - ¿ya vas recordando cosas o sigo?

Pensé que Sami se derrumbaría ante el salvaje tratamiento que estaba recibiendo pero ni siquiera se molestó en contestar al gordo.

-          Seguimos pues – dijo el tipo a la vez que encajaba con brutalidad su gorda polla en la garganta de la nena y comenzaba a follársela

La situación era aún más grotesca ya que ahora las gordas pelotas del tipo caían sobre la cara de Sami a cada embestida dándole sonoros golpes. Además las babas comenzaron a escapar por las comisuras de sus labios y cubrían su cara y su pelo que caía como una cascada negra hasta el suelo. Yo me sentía culpable pero no podía evitar excitarme con aquello. La escena era demasiado morbosa y solo esperaba que ninguno de los dos se diese cuenta de la tremenda erección que tenía. La morena luchaba por no asfixiarse y respiraba a bocanadas cada vez que el sujeto la daba una tregua pero rápidamente volvía a la tortura.

-          Hay que reconocerte que tienes unas buenas tragaderas pero es absurdo seguir luchando, al final vas a cantar – decía el sujeto mientras seguía atacando la boca de la diosa y se agarraba a sus pechos.

La dejó un momento allí colgada y se fue hacia las habitaciones a buscar algo. Yo quería decirle a Sami que contase lo que sabía pero estaba amordazado. Ella me miró con cara de tristeza y me pidió perdón.

-          Lo siento, Marcos. Perdóname. Lo siento mucho – me dijo sollozando

Yo intenté tranquilizarla con la mirada pero entonces volvió el tipo con un par de pinzas en las mano y volvió a mover a Sami tumbándola esta vez a lo largo del sofá boca arriba. Acto seguido le puso una pinza en cada pezón a la nena provocando unos pequeños grititos de la morena que trataba de mantenerse firme no sé con qué propósito.

-          Es ridículo que te sigas resistiendo, solo vas a provocarte más dolor del necesario – dijo el tipo que actuaba como un profesional, casi como un funcionario.

Después de eso procedió a su siguiente técnica de tortura. Se subió al sofá y pasó una pierna a cada lado de la cabeza de la nena pero esta vez no atacó la boca si no que se limitó a hundir sus gordas y peludas nalgas en la cara de Sami. Se sentó literalmente en su cara asfixiándola durante varios segundos mientras amasaba sus apetitosos pechos en los que destacaban las dos pinzas. Cuando liberó a la morena de aquel suplicio Sami tosió y sufrió un par de arcadas. Pensé que iba a vomitar y que después de eso terminaría confesando pero para mi sorpresa no solo no cedió si no que retó al sujeto cuando este la increpó

-          Vamos, guapa, dime donde está el paquete

-          Puedes seguir así todo el día, no te voy a decir nada porque no sé nada – contestó Sami desafiante

El tipo volvió a sentarse encima de la nena, esta vez más tiempo y con sus dedos apretó las pinzas sobre sus pezones pero Sami volvió a aguantar estoicamente la arremetida lo cual hizo que el gordo empezase a perder la paciencia.

-          Bueno, veo que eres dura así que habrá que pasar a cosas más fuertes – dijo asustándome mientras le quitaba las pinzas de los pezones que se veían maltratados por la presión

Cogió una navaja del bolsillo de su pantalón y con facilidad desgarró los pantalones y las bragas de la nena dejándola ya completamente desnuda. La bajó al suelo y la puso de rodillas con su torso apoyado en el sofá de forma que su culo quedaba totalmente expuesto, preparado para las perversiones de aquel gordo. La cara de Sami era un poema al ver lo que se le venía encima pero no dijo ni una palabra. Yo no entendía porque seguía protegiendo al tipejo de Rulo pero así era.

-          Te voy a destrozar el culo, pero aún estás a tiempo de que solo sea con mi polla – dijo el gordo – tú decides

-          Haz lo que tengas que hacer – contestó la nena con frialdad – ya te he dicho que no sé nada

-          Tú lo has querido

El gordo se puso detrás de ella, flexionó las piernas y atacó con su duro nabo el culo de la morena sin compasión. No tuvo ningún cuidado y la falta de lubricación y el tamaño de la polla hacía que la morena gritase de dolor. Además, al tener las piernas atadas con la cinta no podía abrirlas para facilitar la penetración y los alaridos eran cada vez mayores ya que el sujeto intentaba meter hasta el fondo su enorme polla.

-          Toma, perra, toma – la jaleaba – te voy a reventar el culo hasta que me digas lo que quiero saber.

-          Aaaaaahhhhh, auuuuuuu, auuuuuuu – gritaba Sami ante el salvaje ataque.

Pero la gorda polla encontraba resistencia en el culo de la nena y no podía meterla por completo lo cual le cabreaba. Después de un rato de dura lucha el tipejo paró para recobrar el aliento mientras sudaba a chorros por el esfuerzo y el calor. Entre tanto Sami trataba de recuperarse del ataque. Yo veía frente a mí su tremendo par de nalgas y el ano rojo y aún algo abierto y no podía evitar excitarme más aún. El tipejo, una vez recuperado el aliento, volvió a arremeter con más brutalidad contra el ano de Sami que gritaba como si la estuviesen acuchillando hasta que su esfínter cedió y esta vez sí consiguió que todo su rabo se perdiese en el culo de Sami que dejó de sufrir tanto. Sus gritos se empezaron a entremezclar con gemidos y se retorcía menos lo cual me llevó a pensar que empezaba a disfrutar algo con aquello.

-          Eres una puta de campeonato – dijo el gordo – te estás mojando entera con la enculada

-          Mmmmmmmm, ahhhhhhh, mmmmmm – eran los sonidos que emitía la morena

-          Disfruta ahora que puedes, perra, que luego vas a cantar.

Diciendo esto el tipo aceleró sus acometidas y poco después se corrió en el interior del culo de Sami que pareció quedar decepcionada, como con ganas de más, aunque no dijo nada. El gordo emitió varios alaridos de placer para después salirse y dejarse caer sobre el sofá nuevamente agitado por el esfuerzo. Del ano de Sami brotaban grumos de semen que empezaron a correr por sus piernas sin que ella pudiese hacer nada porque seguía con sus manos y pies atados. Tras unos segundos de pausa el gordo se levantó y volvió a desaparecer regresando al poco con un enorme calabacín y un tarro de mantequilla que no tardó en apuntar al culo de la nena del que aún brotaba semen. A mí me parecía físicamente imposible que aquel enorme vegetal entrase en el ano de Sami ya que debía de medir al menos 30 centímetros y tenía un grosor brutal, pero el tipo estaba decidido y comenzó a empujar con fuerza por la parte más estrecha.

-          No, por favor – gritó Sami al sentir como aquel enorme trabuco tratando de abrirse paso en su culo – no sé nada, aaaahhhhhhh, noooooo, ahhhhh

El tipo empujaba con fuerza brutal pero el calabacín apenas podía entrar unos centímetros dilatando al máximo el ano de Sami. El sujeto se veía disfrutando con aquello, haciendo gritar a la nena que creía que su delicado culo iba a explotar. Tras varios minutos luchando el gordo cesó en su intento. Yo pensaba que se había dado por vencido pero nada más lejos de la realidad, pasó a la siguiente fase. Partió un buen trozo de mantequilla con la navaja y comenzó a pasarlo por el culo de la morena que sintió un escalofrío al tacto con el improvisado lubricante. Lo pasó por toda la superficie del calabacín y finalmente metió lo que le quedaba directamente en el culo de la nena. Siguió después partiendo pequeños trozos de mantequilla y metiéndolos uno a uno en el recto de Sami que a cada inserción emitía un pequeño gemidito. Después de un buen rato había conseguido meter toda la mantequilla en el culo de Sami y acto seguido volvió a atacar con el calabacín.

-          Vamos a hacer una ensalada – dijo el gordo a la vez que se carcajeaba de su propio chiste

-          No, por favor, para, para – suplicaba Sami cuando notó como el calabacín volvía a abrirse paso en su ano, esta vez con menos resistencia.

-          Ya sabes lo que tienes que hacer para que pare

-          Ahhhhuuuuu, ahhhhhhh, noooooo, noooooo – gritaba Sami.

El gordo estaba decidido a seguir con aquello y ahora la penetración era algo más fluida aunque seguía pareciendo imposible. Fue presionando con fuerza progresiva y colando centímetro a centímetro el calabacín que cada vez se hacía más ancho hasta llegar a la mitad. Era increíble como el culo de Sami se había tragado 15 centímetros de aquel brutal ariete y yo miraba con una erección que amenazaba con romper mis pantalones. La imagen frente a mi no podía ser más excitante con aquella diosa siendo sodomizada por un vegetal de dimensiones absurdas. El gordo se tomó un respiro comprobando que en cuanto dejó de hacer fuerza sobre el calabacín éste salió disparado como un misil del culo de Sami, dejando un boquete gigantesco que se resistía a cerrarse. Además, del ano de la nena empezaba a brotar una especie de pasta en la que se había convertido la mantequilla pero el sujeto no dejó que se escapase porque enseguida volvió a atacar metiendo de un solo golpe el calabacín hasta la posición a la que había llegado antes. Pero esta vez siguió empujando con más fuerza aún y aunque parecía imposible, el culo de Sami siguió cediendo, alojando más y más de aquel desmesurado troncho. Yo no daba crédito a lo que estaba viendo pero ya se había tragado más de tres cuartas partes del calabacín por el culo y el tipo seguía empujando ante los alaridos de la nena.

-          Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhh, noooooooooooooooooo, ya noooooo mas, por favor – gritaba Sami de forma angustiosa

-          Dímelo, perra.

-          Nooooo sé naaaada – sollozaba la nena

-          Tú lo has querido

Diciendo esto el tipo dio un último impulso al calabacín par meterlo casi por completo en el culo de la nena que volvió a gritar como si la estuviesen matando. Era increíble pero apenas quedaban un par de centímetros del verde vegetal fuera del culo de la nena, pero el espectáculo no había terminado. El sujeto cogió el rollo de cinta americana con una mano mientras mantenía la presión en el calabacín con la otra y comenzó a rodear las piernas de la nena con ella por la parte alta de los muslos creando una cinta de seguridad que impidiese que el vegetal se saliese del culo. Le dio varias vueltas mientras Sami suplicaba.

-          Ya basta, por favor – lloriqueaba – sácamelo

-          Cuando tú quieras lo saco, ya sabes lo que tienes que hacer.

-          No sé nada, por  favor, no más

-          Nos van a oír los vecinos y no queremos que llamen a la policía – dijo el tipo y a mí me está entrando sueño así que se me ha ocurrido una cosa.

El sujeto se levantó y se dirigió hacia mí por primera vez. Para mi sorpresa me agarró los pantalones elásticos y me los bajó junto con los bóxers que llevaba, dejando ver una evidente erección para mi vergüenza.

-          Parece que tu amiguito está disfrutando con el espectáculo – dijo entre risas – que cabronazo. Pero no te culpo, con este cañón de hembra delante quien se aguanta.

Yo no podía decir nada ya que estaba amordazado pero sentí el rubor en mi cara cuando Sami se giró y vio la situación, perpleja. Por suerte no duró mucho ya que el tipo siguió adelante con su plan rápidamente. Agarró a la morena por el pelo y la arrastró hasta mi posición, la colocó de rodillas dejando su torso sobre las mías y aplastó su cara contra mi dura polla haciendo que se la tragase hasta el fondo de su garganta con brutalidad. Acto seguido volvió a coger el rollo de cinta americana y lo pasó con agilidad rodeando la cabeza de Sami y la silla sobre la que me sentaba y haciendo que la morena no pudiese escapar de aquella posición.

-          No te quejarás de cómo te estoy tratando - me dijo el tipejo dándome un bofetón amistoso – me voy a ir a descansar un poco mientras tu amiguita reflexiona, a ver si le viene a la memoria lo que ando buscando. Intenta no correrte no vaya a ser que se atragante, aunque con esa boquita caliente que tiene es difícil

Y sin decir más el sujeto se tumbo en el sofá y cerró los ojos y yo empecé a ser consciente de la situación. Comencé a notar el calor de la boca de Sami abrazando mi polla, sus enormes pechos apoyados sobre mis piernas, su espesa melena cayendo sobre mi y todo lo que llevaba viendo estaba siendo demasiado. La excitación era máxima pero tenía que intentar aguantar así, no quería correrme en su boca en aquellas circunstancias.