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Sexo oral... mi primera vez...

en Sexo Oral

-¿Faltará mucho para llegar?...

 –Ahhh ya Estrella, deja de preguntar lo mismo…

 -Estoy cansada, no pensé que fuera tan lejos.

Realmente estaba cansada, teníamos ya casi 4 horas de estar viajando, habíamos tomado tres buses y aun no llegábamos, íbamos a la casa de nuestra profesora más querida, quien daría una fiesta en su casa y de todos sus alumnos de la Universidad ella solo había invitado a Allan y a mí. Ella tenía un cariño especial por nosotros, especialmente por Allan a quien ella adoraba, por lo que yo no terminaba de entender por qué él no le contaba que era gay, lo que cada día que pasaba era aún más evidente.

-¿Por qué no le cuentas a la Profe que eres gay? Ella te adora y te apoyará.

-Ya no te metas con eso Estrella, es mi decisión y toma tu maleta que ya casi llegamos.

Nos recibieron como lo esperábamos, la Profesora y su esposo eran unos espléndidos anfitriones, su niña una belleza. Descansamos, comimos y nos duchamos para la fiesta, que en realidad resultó ser algo muy íntimo, estarían algunos amigos de la Profe y algunos familiares.

Allan se vistió súper femenino y aun así insistía en que no se notaba que era gay… y como siempre fue el que alborotó a todos a bailar… él y yo siempre bailábamos primero para que los demás se animaran y eso nos convertía en el alma de la fiesta donde íbamos.

Todos empezaron a bailar, Judith la sobrina de nuestra profesora resultó buena bailarina y pronto los tres ya teníamos bailando a los demás. La bebida que nos sirvieron era realmente fuerte, yo no estaba acostumbrada a beber licor y ya me sentía algo mareada. Todos ya estaban cansados y empezaron a irse a comer algo, pero yo quería seguir bailando y seguí sola… la música me envolvía y el licor me animaba... cerré mis ojos y me dejé llevar… en un momento sentí una mirada penetrante y cuando abrí mis ojos un hombre en el umbral de la puerta me observaba… era un tipo de alrededor de cincuenta años, bastante delgado y aunque probablemente era mucho más alto que yo parecía bajo de estatura, sus rasgos no eran comunes, vestía súper elegante y era evidente que no era un tipo cualquiera. Me veía fijamente y sus ojos parecían atravesarme, me detuve y lo mire fijamente también, en ese momento alguien dijo… -Pasa Ernesto, adelante sigue por favor… alguien más… -¡Doctor que gusto verlo!... así que era Doctor y se llamaba Ernesto… en ese momento Judith se acercó y lo abrazó y le dio un beso en la mejilla… era su papá… lo que quería decir que era el esposo de la hermana de nuestra profesora. El tipo parecía ser más que querido entre toda aquella gente, muy pronto estaba sentado en el mejor sillón del salón con un vaso de wiski que parecía ser muy fino.

Allan se acercó y seguimos bailando.

-¿Heyyy viste a ese tipo?... tiene algo, como ojos que intimidan… no se… es como diferente… ¿no crees Allan?

-No, no me gusta, es muy viejo para mi gusto

-¿Viejo? ¿Estás loco? es muy atractivo, tiene un no sé qué…

-Sí, dinero, no viste como todos lo idolatran. Además Estrella tus gustos no son los míos, y mucho cuidado es el esposo de la hermana de la Profe

-Ya lo sé… ¿me crees imbécil o qué?

-Si… eres tan imbécil a veces…

-Ahhh ya cállate idiota, sigamos bailando mejor, que cada vez me siento más mareada

Casi en automático miré hacia donde estaba el enigmático Doctor Ernesto y para mi sorpresa nuevamente me estaba mirando fijamente, me gustaba, me gustaba mucho y era extraño, pero su esposa no se le había acercado ni un solo momento. La Profe y su esposo eran quienes le traían bocadillos y le servían sus tragos.

Nuevamente me quedé bailando sola, ya habían pasado al menos dos horas de fiesta y era evidente que muchos estaban con el alcohol bastante subido, entre los que me encontraba yo, que ya bailaba casi para que no se notara que hasta caminar se me dificultaba y de pronto lo miré y ahí estaban de nuevo sus ojos en mí. De pronto me sentí poseída por aquellos ojos y empecé a moverme diferente, quería provocarlo, un demonio entró en mí y mi cuerpo se movía diferente, mis manos hacían movimientos sugerentes directamente hacia donde él estaba… y él ni por un momento apartó su mirada…

-¿Te volviste loca?... vamos, salgamos, estas muy borracha…

-No, Allan déjame, él me mira y yo quiero que lo que mire valga la pena

-Imbécil ya los demás empezaron a notar lo que estabas haciendo, ahí está su esposa

-¿Y qué? Ella no se ha acercado a él en ningún momento, suéltame que me duele mi brazo

-Y te va a doler más si no te comportas

-Ok, ok… ya… ya… tienes razón, es solo que ese hombre tiene un imán extraño, me gusta mucho, mucho…

-Afortunadamente alguien cambió la música, que aburrido bolero, pero bueno al menos con esa música que ni sabes bailar te quedaras sentadita y no seguirás haciendo estupideces, entremos

Allan era un exagerado, nadie parecía haber notado nada, todo estaba normal, excepto por esa música tan antigua que por supuesto yo no sabía bailar. Bueno aprovecharía para comer algo e intentar que la borrachera no subiera más.

-¿Bailarías conmigo?

Casi me atraganto, ahí estaba el Doctor Ernesto extendiéndome su mano… ¿bailar yo?... ¿bolero?... oh no… no se bailar eso, pero ese hombre me encanta y eso se baila muy juntito, no podía decir que no… sus manos estarían en mi cuerpo… ¿Por qué diablos no sabía bailar bolero?

-Qué pena, lo siento, yo no sé bailar bolero… pero me encantaría…

-Entonces ven y déjame eso a mí… yo te enseño

El mundo desapareció para mí, lo único existente era aquel hombre que me abrazaba e intentaba que yo me acoplara a los pasos de baile, cada vez me apretaba más fuerte y de pronto su cara estaba entre mi cabello y aspiraba fuerte como queriendo grabar mi olor, el perfume de él olía a gloria, delicioso, sus manos eran tan cálidas, su cuerpo era delicioso, de pronto su respiración cambió, era muy rápida, casi toda su cara estaba dentro de mi cabello y me apretó muy fuerte, fue en ese momento que sentí su erección, muy dura contra mí, me asusté un poco y fue en ese preciso momento que él se separó bruscamente de mí y me llevó de la mano de vuelta a donde yo estaba cuando me invitó a bailar, luego caminó muy pausadamente a su sillón y siguió bebiendo como si nada hubiese ocurrido, pero yo sabía perfectamente que él estaba totalmente excitado y yo totalmente asustada, eso jamás me había pasado y debía contárselo a Allan, yo tenía tan poca experiencia en ese tiempo, que realmente me sentía impactada por lo sucedido.

No hubo oportunidad de contarle nada a Allan, la fiesta transcurrió en forma normal hasta que ya casi todos se habían ido, nadie parecía haber notado nada raro entre el doctor y yo, quien por cierto ya no me había mirado más por el resto de la noche, lo que me produjo una mezcla de tranquilidad y decepción.

Judith había hecho mucha amistad con Allan y le había propuesto que nos fuéramos a una discoteca cercana a seguir nosotros la fiesta a lo que obviamente Allan dijo que sí, porque sabía que ya en un ambiente más libre podía dejar volar más su inclinación homosexual. Ella dijo que le pediría a su padre que nos llevara, era extraño, pero su madre ya se había ido mucho antes sola.

En el camino a la discoteca el doctor casi no habló, el hilo de la conversación la llevaban Allan y Judith quien iba realmente feliz, porque en apariencia lograba permiso para salir de discoteca muy pocas veces y eso que era un par de años mayor que yo.

Nos bajamos y él de inmediato se marchó, no sin antes decirle a Judith que vendría por nosotros en un par de horas a lo que ella asintió.

Nada más entrando entendí porque no la dejaban ir a la discoteca, lo primero que hizo fue quitarse su chaqueta, abrirse tres botones de su blusa y abrazar como loca a una cantidad de tipos que evidenciaban que se la querían comer. Judith tenía una belleza muy particular y un cuerpazo envidiable. Nos acercamos a la barra y de inmediato Judith tenía bebidas y cigarros por parte de varios tipos a su alrededor, de pronto de entre todos ellos salió el tipo más corpulento y bello que yo haya visto en mi vida y la tomó con fuerza y empezó a besarla como demente, por un momento pensé que tendrían sexo delante de todos ahí. Posteriormente el tipo sacó un par de cigarros de marihuana y ambos entre que se tocaban y besaban fumaban.

En solo unos minutos más ya Allan estaba tocando a otro tipo que a juzgar por lo borracho que estaba no era capaz de distinguir si Allan era mujer, hombre o un pulpo.

Aquella discoteca era una locura, en una esquina un tipo le chupaba las tetas a una mujer totalmente ebria o tal vez drogada. Yo estaba totalmente sorprendida. Un tipo con un aliento a alcohol que mareaba se me acercó y de pronto sentí nauseas, el tipo alargó su mano hacia mi pecho y yo le empujé de inmediato y me fui corriendo donde Allan que se había apartado de mí. Judith ya ni siquiera estaba en la disco y yo solo deseaba que esas dos horas volaran para largarme de aquel sitio.

Ya había pasado mucho tiempo y Allan y Judith parecían empezando la noche cuando en la entrada de la discoteca estaba el Doctor, Judith corrió como loca hacia mí…

-Mi papá… ¡viene mi papá por nosotros!

En un segundo Judith se había puesto su chaqueta, se había abotonado la blusa e intentaba arreglar un poco aquel caos de cabello, pero su aliento era inconfundible de alcohol y tabaco. Allan por su parte se había venido en un segundo a nuestro lado como si jamás se hubiera movido.

-¿Listos muchachos?, ¿Nos vamos?

-Papá, un ratito más por favor… solo un ratito más

-Judith es muy tarde y sabes que este sitio no me gusta para ti

-Papá, pero estamos los tres juntos, hemos bailado entre nosotros y solamente he bebido gaseosa, por favor solo un ratito más, ¿sí?

-Judith solo te daré quince minutos más, los espero en el carro.

Y seguía sin mirarme. Ya no sabía si me sentía más decepcionada por tener que quedarme en aquel antro de perdición por más tiempo o porque él me había ignorado olímpicamente después de que habíamos bailado juntos.

-Estrella, ayúdame, no me quiero ir todavía, por favor ayúdame con mi papá

-¿Yo? ¿Cómo? Ya dijo que solo quince minutos más

-Anda al carro con él y charla o lo que sea, pero necesito al menos una hora más

-No, de verdad estás loca… ¿Cómo lo voy a entretener por tanto tiempo?

-Pues como lo entretuviste en la fiesta en la casa de mi tía… ¿o crees que soy tonta?... mi papá estaba como loco contigo y tú con él… ¡pues simplemente pídele que ponga bolero y que te siga enseñando a bailar!

Trágame tierra.

-Perdón, de verdad perdón… ¿tu mamá también notó algo?

-Sí, obvio, pero eso no importa, ellos están separados desde hace mucho, solo que mi papá ha quedado amigo con todos, pero eso no importa, lo que importa es que vayas ya y lo distraigas y por nada del mundo le permitas que entre, cuando ya él esté desesperado porque nos vayamos, entras tú y nos avisas, por nada del mundo debe entrar de nuevo mi papá aquí… ¿entendiste?

-Judith mejor vámonos

-Ya Estrella ¿no entiendes que Judith y yo tenemos noche caliente?... que te cuesta ir y charlar con él, aprovecha más bien ¿no me dijiste que te encanta el Doctor?

Trágame tierra otra vez.

-Ok… intentaré distraerlo, pero no creo que logre mucho, ya ni me alzó a ver más

Y ahí iba yo, fría como el hielo, con los nervios de punta y con ganas de salir huyendo. Su carro estaba solo, al final del parqueo, totalmente a oscuras y con los vidrios arriba, hacía tanto frio afuera que era esperable eso.

-Don Ernesto… toqué con el corazón en la boca el vidrio de la ventana que se abrió casi en forma inmediata.

-¿Pasó algo? ¿Por qué vienes sola? ¿Dónde están Judith y tu amigo?

-No, no se preocupe, todo está bien, yo solo salí un momento a tomar algo de aire, hace calor ahí dentro

-Pues afuera te congelas, vamos entra de nuevo y dile a Judith que salgan que ya nos vamos

Oh, oh su voz denotaba que estaba molesto

-Me gustaría hablar con usted Don Ernesto, si me lo permite

-¿Hablar conmigo?, ¿De qué Niña?... anda entra y llama a los chicos o lo haré yo mismo

-¿Qué fue lo que pasó mientras bailábamos?

-Deja eso niña, nos tenemos que ir

-No soy una niña, soy una mujer

No sé de donde saque aquella osadía en mi voz, pero nuevamente sentí que algo se apoderaba de mí y acerque a la ventana mis pechos, mis pechos que ya para ese entonces eran enormes y sugerentes.

-¿Usted ve algo en mí que sea de una niña?

-No juegues, deja eso

En  ese momento tomo la manija de su puerta para salir y probablemente entrar a buscar a Judith y a Allan, así que en mi desesperación por cumplir las órdenes de mi “desquiciada” nueva amiga, corrí hacia la puerta de él y lo intercepté justo cuando se ponía de pie.

-Estoy segura que cuando bailó conmigo y se excitó de esa manera no pensaba que lo excitaba una niña… ¿o sí?

Y como por arte de magia volvieron sus ojos, los que me miraban penetrantemente cuando llegó a la fiesta, los mismos que no se apartaban de mí mientras yo bailaba.

-¿Bailaste con una niña? ¿Sentiste los pechos de una niña rozando tu pecho?

E instintivamente me acerque a su cuerpo y pegué mis pechos a su pecho, esto ya no era por Judith, esto ya no tenía que ver con distraerlo, esto lo hacía por mis bajos instintos, porque aunque era totalmente inexperta me acababa de dar cuenta que el demonio que creía apoderarse de mí no era otra cosa más que mi deseo.

Yo deseaba a aquel hombre, lo desee desde que lo vi en el umbral de la puerta mirándome fijamente. Y yo nunca había sentido algo como eso, nunca.

-No hagas esto Estrella… sé que eres una mujer, pero para mi edad eres solo una niña y yo no soy un hombre así, eres incluso menor que mi propia hija, yo soy un hombre que sabe respetar, que sabe ubicarse.

No pude evitarlo y me acerqué, e igual que él lo había hecho mientras bailábamos acerqué mi cara a su cuello y aspiré fuerte.

-Me encanta como hueles, hueles a hombre, hueles delicioso… te deseo Ernesto… te deseo…

Mis palabras fueron pólvora en él, inmediatamente me tomó por el cabello y acerco mi boca a la suya y empezó a besarme totalmente fuera de sí, con su otra mano acercó mi cuerpo al suyo y ahí estaba de nuevo su sexo totalmente duro pegado a mi cuerpo. Me besaba casi con fiereza y poco a poco su beso fue haciéndose más suave y cálido, metiendo su lengua en mí boca y moviendo su cuerpo contra el mío.

-Entra al carro Estrella… dijo con voz ronca mientras abría la puerta trasera y cerraba la de adelante.

Yo me acomodé y luego él entró y me volvió a tomar y esta vez su beso fue una mezcla de erotismo y ternura, era como si quisiera tratarme entre niña y mujer, pasando de un beso cargado de sexualidad a uno suave y dulce.

Yo estaba casi totalmente acostada y él estaba sobre mí, cada vez más excitado, su respiración estaba a mil, se separó un poco y llevó sus manos a su cremallera, sacando su enorme sexo palpitante, yo casi de inmediato llevé mis manos hacia él y lo toqué, parecía una roca de duro, pero a la vez era terso y suave… ¡entonces así era como se sentía una verga totalmente excitada!... era una sensación nueva para mi… él llevó sus manos hacia mi blusa y casi como en un acto de magia la hizo desaparecer de mi cuerpo, inmediatamente dirigió sus hábiles manos de médico a mi sostén y nuevamente hizo magia y lo sacó, dejando mis pechos libres con mis pezones totalmente erectos… se dirigió a ellos y nuevamente realizó la rutina anterior practicada en mi boca… los chupó con fiereza, succionó como loco mis pezones y luego pasó a hacerlo más suavemente, eso era erotismo al máximo… luego prosiguió suavemente como si mamar mis pechos fueran su placer mayor y temiera dañarlos si seguía en forma fiera y fuerte… yo sentía que mi cuerpo se había perdido totalmente… ni siquiera sabía que tenía tal cantidad de terminaciones nerviosas, pero mi cuerpo era electricidad absoluta… Ernesto volvió a perder el control y sus dientes arañaban mi carne inexperta llenándome de una excitación desconocida e inexplicable. Fue entonces cuando sus manos se dirigieron al cierre de mi short y me asusté, estaba aún intentando descifrar aquella oleada de excitación y de pronto sentí un miedo absoluto, tomé son sus manos las suyas y susurré algo que por un momento creí que a él le sería humanamente imposible de escuchar.

-Soy virgen…estoy asustada…

-Preciosa niña mía, perdóname… perdóname… he perdido el control… lo siento… perdón

Él se separó de mí y empezó a guardar su verga monumental en forma torpe y rápida.

-No, no te detengas, te deseo, te deseo mucho

-Estrella eres hermosa, me has vuelto loco, te deseo como nunca antes desee a nadie, pero mereces que tu primera vez sea mucho mejor que esto… no puedes entregar tu virginidad en un carro con un hombre que apenas si conoces y que es mucho mayor que tú, ya llegará tu momento, el hombre indicado, en el sitio indicado.

-Tu Ernesto, yo quiero que seas tu

-No sabes lo que dices, guarda ese momento, hazme caso que yo tengo mucha más experiencia que tú, no sabes lo mal que me siento, me hiciste creer que ya tenías experiencia, te has portado seductora, osada

-Es porque lo soy y es porque te deseo y quiero que lo hagamos aquí y ahora

-No, olvídalo, deja por sentado que tu virginidad seguirá intacta, yo sería incapaz de hacértelo así.

Sentía ganas de llorar, pero él tenía razón, yo tampoco quería que mi primera vez fuera así, sin embargo él seguía totalmente excitado y yo seguía sintiendo ese deseo enorme de hacerlo vibrar y entonces recordé todas mis clases prácticas de sexo oral con helado que me daba Allan como parte de lo que él llamaba mi “formación para puta” y yo tenía mucha teoría, aunque jamás lo había hecho.

-Ernesto déjame chuparte

-No estrella, basta ya… sal del carro que debo recomponerme

Y antes de que él siguiera protestando puse mis rodillas en el suelo, me acomodé en medio de sus piernas y empecé a chupar aquel miembro que aunque había bajado un poco en su dureza seguía estando erecto.

Mi boca se apoderó de esa verga que al igual que la sentí en mis manos, la sentía ahora en mi boca… dura como una roca, pero suave y delicada en su piel, se sentía deliciosa y mi lengua empezó su labor… Ernesto gimió y arqueó un poco su cuerpo, lo que me indicó que lo estaba haciendo bien…

Chupé como loca y entonces tuve la idea de aplicar la misma receta que minutos antes él había aplicado en mi boca y en mis pechos… inicié con una fiereza absoluta, mi boca se apoderaba y dejaba libre su verga en forma rápida y fuerte, la metía lo más dentro posible en mi boca y luego la dejaba libre solo para una nueva embestida, ese hombre parecía estar a punto de estallar, entonces busqué bajar el ritmo y hacerlo en forma más erótica, para finalmente chuparlo con ternura, poco a poco… sin embargo él ya fuera de si me tomó con fuerza el cabello y casi gritando de agonía –¡Házmelo fuerte niña puta, házmelo con fuerza que me he vuelto loco!... mi felicidad era absoluta, aquel hombre estaba loco y era yo la que lo había logrado, en mi primera vez mamando verga y lograba que un hombre maduro se volviera demente de placer… reinicié fuerte, todo lo fuerte que pude, agregándole un poco de mis dientes y succionando lo más fuerte que podía, metía su verga, que nuevamente estaba enorme y dura como roca, hasta lo más profundo de mi garganta y la chupaba y a chupaba como si de eso dependiera mi vida… me sentía húmeda en mi sexo, mi sexo palpitaba y yo solo quería seguir dándole placer a aquel hombre que temblaba y se arqueaba con fuerza ante los asaltos de mi boca en su verga…puse toda la saliva que puse en aquella punta redonda y tersa para luego chupármela por completo y seguir dándole placer con mi boca.

Entonces supe lo que fue ver llegar a lo más alto del clímax a un hombre, sentir ese sabor dulcete del semen en mi boca por primera vez fue una experiencia inolvidable, estaba calientito y se salía por la comisura de mis labios, separe mi boca y busque sus ojos, pero él los tenía cerrados, estaba absolutamente destruido, su cuerpo parecía inerte, como si se hubiera desmayado, su leche seguía brotando de su verga que automáticamente empezó a relajarse… tome su leche y la esparcí en mis tetas justo en ese momento él abrió sus ojos y su mirada penetrante se apoderó de mi nuevamente, me tomó de los hombros y me hizo levantarme, quedé justo sentada encima de su verga que ya casi no estaba dura, tomó mi cara y la acercó a la suya… me besó, me beso muchas veces, su semen en mi boca se mezclaba con la saliva de ambos, yo lo abrazaba y me movía sobre él, sintiendo como mi humedad y la suya se mezclaban como haciendo un rito… un delicioso rito…

-No, no eres una niña, eres una deliciosa mujer… y yo creo que después de esta noche te voy a seguir al fin del mundo si fuese necesario para hacerte mía de la forma en que mereces… porque eres una maga del placer… nunca viví un placer semejante antes… gracias hermosa…

-Gracias a ti… te guardaré mi virginidad, porque estoy segura que serás el mejor para poseerme por primera vez…

Mientras yo me vestía, me limpiaba y arreglaba un poco, Ernesto limpió lo que pudo, pero sería difícil que Judith y Allan no notaran aquel desastre, cuando aquello estuvo medianamente presentable me fui a buscarlos con plena seguridad que las manchas en mi blusa gritaban que eran semen. No había aún llegado a la puerta de la disco cuando ya salían Judith y Allan, su cara de asombro me decía claramente que ambos estaban seguros de lo que había ocurrido hacía solo un momento.

-Estrella eres una puta… ¡desgraciada!... solo espero que no vayas a tener un hermanito mío

-Judith tu eres una puta también y solo espero que no traigas dentro tuyo un nieto para el hombre de mis sueños

-Las dos son unas putas y yo espero ser el padrino de los dos bebés

Judith era mucho más retorcida y puta que Allan y yo juntos por lo que tenía plena seguridad que no le diría ni una palabra a su padre o de lo contrario yo podría contar un par de cosas que ella no querría que contara jamás.

Ese día hice mis primeras armas en sexo oral y por lo visto los resultados fueron más que exitosos… mmmmmmmmmmmmmm…