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Sí, fue una orgía y yo fui parte de...

en Orgías

Randall y yo teníamos unos 6 meses de “jalar”, no éramos novios formales, pero manteníamos una relación “políticamente correcta”.

Nos conocimos una “noche de copas” y la verdad no fue que me gustara tanto, pero al menos teníamos cierta química, sexualmente no era el gran amante, pero yo tampoco me quejaba, finalmente teníamos nuestros buenos “polvos”.

Tal vez lo único que no me gustaba nada de Randall era que en muchas ocasiones tomaba más de lo debido y cuando se montaba esas tremendas “borracheras” era insoportable o “desaparecía” del planeta tierra.

Esa noche iríamos a una carne asada que haría su padre y la verdad fue una verdadera sorpresa que me invitara, bueno quizá ya estábamos cerca de ser unos “novios convencionales”.

Afortunadamente era una actividad informal, la casa de su padre estaba frente al mar y el asado sería en la playa.

Me sentía nerviosa, hacía mucho tiempo no conocía a ningunos “suegros”.

Escuché el auto de Randall, tomé mi bolsito, mis llaves y salí. Me monté al auto, lo saludé, le di un beso fugaz en los labios y me acomodé en el asiento.

-¿Cómo me veo?

-Bien

-¿Te parece que me vestí en forma apropiada para la actividad?

-Si

¡Ahh otra cosa que tampoco me gustaba de él era lo poco expresivo que era!

-Randall no seas así, ¿dime si crees que estoy bien presentada para conocer a tus padres?

-Primero, no vas a conocer a mis padres, vas a conocer a mi padre, mis padres están divorciados, por lo tanto no viven juntos.

-Ups, jamás me contaste eso

Bueno en realidad casi no me contaba nada.

-Él vive con su nueva mujer que es solo unos años mayor que yo.

-Oh, está bien, bueno lo dices como si estuviera tan mal eso.

-La detesto, es una caza fortunas

Creo que no estaba de humor para más preguntas, así que solo cambie el tema.

Al llegar me di cuenta que realmente si había “fortuna que cazar” era una casa preciosa, no era muy grande, pero estaba en una inmejorable ubicación, los jardines eran una belleza. Nos bajamos del auto, Randall me dio la mano y nos fuimos por un sendero al lado de la casa, pasamos por una pequeña piscina que se antojaba una delicia, con sus camastros alrededor, ya era casi de noche por lo que las lucecitas dentro de la piscina hacían que el agua tomara unos tonos luminosos hermosos. Seguimos caminando hasta una pequeña área del jardín donde había varias farolas, un asador bastante grande que ya dejaba salir unos olores deliciosos. Contrario a lo que pensé no habían muchas personas, había una pareja de señores adultos, dos mujeres bastante jóvenes y al lado del asador estaba un hombre que debía ser el padre de Randall.

Nos acercamos ambos saludamos, Randall besó con lo que parecía mucho cariño a la pareja de señores mayores, a las dos mujeres solo les hizo un gesto con la cabeza y dirigiéndose a mí indicó:

-Ellos son una pareja muy amiga de mis padres y míos ¡claro!, ella es la novia de mi padre y su hermana.

Luego dirigiéndose a ellos dijo

-Ella es mi amiga Estrella

Bueno, confirmado no era su novia, me sentí algo decepcionada, aunque la relación de “amigos” que llevábamos no estaba mal para mí.

Trate de esbozar mi mejor sonrisa y me acerqué extendiendo mi mano y diciéndoles “mucho gusto” a cada uno.

En ese momento Randall se acercó a su padre lo abrazó y nos presentó.

-Hola Bonita, mucho gusto conocerte.

-El gusto es mío señor.

-Randall llámame Randall Bonita. Para no confundirnos a mi hijo siempre le hemos llamado Randy, ya él te habrá dicho.

Vaya, vaya, tampoco sabía que ambos se llamaban igual. Y menos sabía que le llamaban Randy.

Me acerqué a darle la mano y él la tomó, me acercó y me dio un fuerte abrazo, era mucho más alto que Randy (me sonaba extraño después de tanto tiempo, empezarlo a llamar por otro nombre, pero bueno todo fuera para evitar confusiones), Don Randall era mucho más corpulento, tenía un bronceado muy marcado y la verdad era un hombre muy atractivo. No pude evitar pensar que el hijo era la caricatura del padre, olía muy bien a pesar de que el olor a carne asada ya se le había impregnado un poco a su ropa.

Sentí como mis pechos se aplastaban, apretados contra aquel pecho que me parecía enorme, cuando al fin me soltó de ese abrazo que me pareció eterno y delicioso, de pronto me encontré haciendo comparaciones entre padre e hijo y realmente el hijo perdía por un marcador bastante amplio.

Mientras ellos hablaban dirigí mi atención a la “Madrasta” y su hermana, la verdad Randy no me había especificado cuál era cuál, pero era evidente que aunque ambas eran muy parecidas, había una mucho más despampanante, ambas eran rubias, pero estaba segura que la Madrastra era la de escote profundísimo que dejaba ver unos pechos enormes, que a todas luces se notaban eran obra de un excelente cirujano plástico, cintura de avispa, piernas torneadas y con un cuerpo bronceado al máximo, la otra se le parecía mucho, pero estaba sin ningún retoque, parecía sin ninguna cirugía, de hecho me parecía más atractiva la “natural”, aunque probablemente todos los hombres preferirían a la “Madrastra”, eran muy bellas, en ese momento ella se levantó y se acercó a Don Randall, ¡madre mía!, nunca vi un culo más grande en una mujer tan delgada, no pues ¡ese cirujano ganó mucho dinero con esa vieja!

De pronto me sentí en franca desventaja, si nos hubiesen puesto a las tres juntas en una subasta, creo que yo habría estado en serias dificultades para ser “comprada”. Pero bueno tampoco yo estaba de “tirar a la basura”, aparte algo me decía que esas dos tenían tanto silicón en el cuerpo como en el cerebro.

¿Qué les puedo contar del asado?, transcurrió de forma tranquila, no llegó más nadie, la pareja de señores mayores resultaron ser una gente súper linda, que afortunadamente tenían una conversación agradable, ya ambos estaban algo tomados, pero al menos yo había encontrado con quien charlar. Ya eran avanzados en edad, pero ambos podían entrar en la categoría “adultos mayores atractivos”, probablemente en su juventud ambos destacaban por su belleza. Don Randall se esmeraba en que todos estuviéramos confortables y servidos en bebidas y asado, que por cierto estaba delicioso.

Randy había pasado toda la noche “estando sin estar”, era evidente que no se sentía cómodo, yo le había dicho que nos fuéramos, que dijéramos “alguna mentira piadosa”, pero él parecía dispuesto a acabar la noche y toooodo el licor que había, justo ahí sentado en el camastro al lado del mío.

Las “Damas Fatales” se habían dedicado a “revolotear” alrededor de Don Randall, la escasez de sus ropas no dejaba mucho a la imaginación. Randy las observaba constantemente.

-¿Te parecen atractivas?

-Me parecen unas putas en busca de que se las cojan.

Nunca le había escuchado tanta amargura en sus palabras

-¿Vos te las cogerías?

-Si

Al menos era honesto.

Las chicas rubias armaron el baile, ya bastante bebidas y aunque me invitaron a bailar con ellas, la verdad no me veía a su lado, ellas estaban dando un show digno de un Club Nocturno solo para caballeros. Yo no era una santa, pero al lado de esas mujeres era casi monja de claustro.

El tiempo seguía pasando, Randy ya estaba totalmente ebrio y no había dicho ni un par de palabras más, la pareja de señores mayores también estaban tomados y la señora se había quedado dormida en el camastro, el señor no dejaba de ver a las dos rubias despampanantes con ojos de total deseo. Don Nelson y Doña Ana, esos eran los nombres de los señores mayores, me gustaban sus nombres y me gustaban ellos.

Yo me empecé a sentir algo incómoda, me levanté y caminé un poco, yo también me sentía algo mareada por las bebidas, la brisa del mar estaba deliciosa, respiré profundo, la verdad era algo extraño el ambiente de esa actividad.

-¿Cómo te has sentido?

Mi “suegro” estaba al lado.

-Hummm… bien, el que no parece muy animado es su hijo.

-Nunca se siente cómodo si está Cristy.

Así que ese era el nombre de la “Madrastra”.

-Y fue justamente por eso que le insistí tanto que viniera, hoy quiero que ellos se lleven mejor, que él entienda porque ella pasa algunos días conmigo, quiero que ellos se aprendan a disfrutar mutuamente.

No entendí muy bien eso, ¿Cómo se entenderían y llevarían mejor si no se habían cruzado una sola palabra? ¿Qué se disfruten?, pero mejor no pregunté nada.

-Lo único es que yo no contaba con que mi hijo trajera a su novia.

-Bueno, en realidad creo que no somos novios, somos solo “amigos con derechos” parece.

-Eres linda, me gustas, tienes un atractivo natural que me ha llamado la atención de inmediato.

-Gracias

De pronto me puse muy nerviosa, solo acerté a decir eso, ese hombre era tan masculino, ¡tan hombre!

-Algo me dice que esa cara de niña buena está encubriendo a una chica mala y me encantaría conocerla.

Me quedé petrificada. ¡Mi casi “suegro” estaba coqueteando conmigo!

-Vente vamos a bailar un poco, nos viene bien bajar algo de lo bebido, ¿no crees?

Sin esperar mi respuesta me tomó de la mano y nos dirigimos a la improvisada “pista” de baile.

La música era bastante sugerente, un reggae bastante sexi, del reggae viejito, del que te “pone entonado”. El ruido del mar, la brisa, esa música, ese hombre, todo parecía confabularse para sentir un “no sé qué”, pero que definitivamente tenía connotación sexual.

Don Randall se acercó a las rubias y les dijo lo que parecía una indicación, ambas caminaron una de ellas tomó de la mano a Don Nelson y la otra a Randy.

¡Vaya, vaya para detestarla tanto no se hizo de rogar mucho!, sin embargo no me sentí celosa, creo que realmente me debería replantear si lo que ambos teníamos y sentíamos iba para algún sitio o solo estábamos perdiendo el tiempo.

De pronto sentí los brazos de Don Randall rodeando mi cintura, mientras él movía su cuerpo contra el mío suavemente al ritmo de la música.

Las dos rubias a su vez “se restregaban” contra Don Nelson y Randy.

Aquello empezó a subir de tono, las rubias quedaron con los pechos desnudos y de inmediato recibieron las manos en ellos, el manoseo era en total y absoluto consentimiento de ambas. Randy se fue encima de su “Madrastra” y le chupaba los pechos, iba de un pezón a otro. Don Nelson hacia lo mismo con la otra, pero este si parecía querérsele comer la tetas, ese viejo se metía toda la teta en la boca, ¿Cómo le cabía?, la forma como le mamaba las tetas era caníbal, ¡parecía demente!

¡Yo estaba estupefacta!

Miré de inmediato a Doña Ana y ella seguía profundamente dormida.

-¿Viste Bonita?, ellos ya se están llevando mejor.

Ese susurro fue justo en mi oído acompañado de un pequeño beso que me hizo estremecer.

El subió sus manos de mi cintura y rodeo mi rostro.

-Me gustas

-Esto no tiene sentido, mi chico está chupándole las tetas a su mujer y ¡usted está seduciéndome!

-Cristy no es mi mujer, ella no es la mujer de nadie, ella solo disfruta del sexo.

Al voltear mi cara observé como ambas mujeres ya estaban totalmente desnudas y seguían en su baile erótico como si nadie estuviera a su alrededor.

-Espera que veas lo que tiene Nelson, ¡Vaya que la vida lo ha premiado!

Don Nelson se sacó su pantaloneta y dejó libre una verga enorme, totalmente erecta e inmediatamente la rubia se puso de rodillas y empezó a darle una mamada descomunal. Randy y Cristy, que estaban totalmente desnudos se besaban en forma apasionada y de pronto mi cabeza empezó a dar vueltas, nunca antes había visto algo como eso, yo había estado en un trio alguna vez, ¡pero eso era una orgía!, “mi chico” y su “madrastra” estaban cogiendo en un camastro, ella estaba arriba cabalgando sobre él, gimiendo y dando pequeños gritos, mientras Randy extendía sus manos atrapando sus enormes tetas que se bamboleaban al ritmo de la suculenta cogida.

Una mano se deslizó por debajo de mi falda y entonces volví mi atención a el hombre que estaba tan cerca de mí que podía escuchar el ritmo de su respiración.

-Bonita, si en este momento me dices que te quieres ir, que no te sientes cómoda, ya mismo llamo a alguien de mi entera confianza que te deje en tu casa. No somos enfermos, solo somos gente con un gusto particular en cuanto al sexo, lo disfrutamos libremente.

Miré directamente a sus ojos, su rostro era el de un hombre maduro, mucho mayor que yo, pero total y absolutamente atractivo. Entonces supe que estaba perdida, quería que ese hombre me hiciera suya, exudaba sensualidad y si el sexo tuviera cuerpo y rostro probablemente serían los de ese hombre que ahora tenía ambas manos bajo mi vestido acariciando mis piernas.

Don Nelson y la rubia se acomodaron justo al lado de Doña Ana que parecía haber muerto.

-¿Y si se murió?

Creí solo haberlo pensado, pero lo dije en voz alta y totalmente aterrorizada.

Una deliciosa carcajada de ese hombre exquisito retumbó.

-Naaaaaaaaaaaa, está dormida, siempre se duerme como tronco, pero si se despierta se une, ella es más depravada que todos nosotros juntos, te lo aseguro.

¿Es que acaso alguien era menos depravado ahí?

Randy había quedado “noqueado” y tendido en el camastro, ahora ambas mujeres estaban con Don Nelson, él se cogía a una mientras la otra le chupaba el ano. Yo estaba totalmente caliente, era imposible no estarlo. Los gemidos de esos tres eran totalmente excitantes.

-¿Me detengo?

Don Randall me observaba esperando mi respuesta. Yo me sentía totalmente perdida, confundida, pero absolutamente excitada.

No fui capaz de hablar, solo levanté mis brazos en abierta invitación a que él me quitara el vestido y así lo hizo, en un segundo yo me encontraba solo en ropa interior, mi cuerpo sentía de lleno el frio de la brisa marina, él se alejó un momento y me observó detenidamente.

-Me gusta mucho lo que veo. Nunca pienses que eres menos excitante que cualquier otra mujer, desde el primer momento que sentí tus pechos al abrazarte, sabía que debía verlos, sabía que debía tocarlos.

Una corriente eléctrica pasó por todo mi cuerpo y sentí un deseo inmenso de ese hombre, mucho más del que había sentido alguna vez.

Llevé mis manos a la espalda, busqué el cierre de mi sostén y lo abrí, sin dejar de mirar directamente a su cara fui sacando un tirante, luego el otro, hasta dejarlo caer, mis pechos quedaron totalmente desnudos a su vista.

-Deliciosos, totalmente deliciosos…

La camiseta de él fue a dar al suelo, ese torso, ¡ese torso!

Seguíamos frente a frente y entonces él llevó sus manos al cierre de su pantalón y empezó a desabrocharlo, no llevaba nada debajo por lo que lo próximo que vi fue su verga, totalmente hinchada, no era tan grande como la de Don Nelson, pero era grande y gruesa, nuevamente lo comparé con su hijo, la verga de Randy era una caricatura de esta, era horrible lo que pensaba y sentía, pero lo mejor de Randy era sin duda su padre.

Mi respuesta fue bajar mi tanga muy despacio.

Don Nelson ahora se follaba a la Madrastra y esta gritaba como loca.

Pero yo estaba en una dimensión paralela a la de ellos, yo observaba a aquel semental que retardaba a propósito el momento de tocarme, me quería ver sufrir.

-Aun estas a tiempo de detenerme, si llego a tocarte ya no lo podré hacer.

Una voz ronca que casi no reconocí como mía dijo casi en un susurro…

-Dame verga

No hubo necesidad de una segunda solicitud, en un momento ese hombre tomaba por asalto mi boca besándome con una urgencia inesperada, como si lo estuviera deseando con todas sus ansias.

Sus manos recorrían mi cuerpo deteniéndose en mis pechos, me sorprendió sentir que estaba siendo bastante cuidadoso, apretando suavemente y acariciando mi piel despacio, con una fuerte carga de erotismo, sus manos fueron hacia mis nalgas, subieron por mi espalda y luego con su mano derecha buscó mi sexo, mi vagina palpitante y totalmente húmeda por la excitación, su beso se hizo más fuerte y apasionado, su lengua recorría cada rincón de mi boca para luego sacarla y chupar mis labios, luego tomó mi nariz y la metió en su húmeda boca acariciándola con su lengua, nadie nunca me hizo eso y fue un gesto rico y muy placentero, luego fue a mis ojos cerrados y besó cada uno de ellos, de pronto su cuerpo se alejó de mí, abrí mis ojos y él me estaba observando, una sensual sonrisa estaba en su rostro, tomó mi mano y me llevó al camastro justo al lado de Randy, de pronto me detuve, algo de pudor entró en mí.

-No puedo tener sexo con su padre justo a su lado.

-Si puedes

Me recostó en el camastro y él se acomodó entre mis piernas, las abrió y empezó a darme una suculenta mamada, me chupaba mi coño de una forma total y absolutamente excitante, me metía su lengua y luego la sacaba para acariciar con ella mi clítoris, empecé a sentir esos deliciosos espasmos recorrerme, el placer que me daba su boca y su lengua me estaban llevando al borde del orgasmo, pero yo quería controlarme, quería prolongar aquel delicioso momento, de pronto vi como las dos rubias se acercaban una a cada lado de mi cuerpo, me puse tensa, muy tensa.

-Bonita, déjate llevar preciosa, lo vas a disfrutar mucho, todos lo vamos a disfrutar.

Cada una de ellas tomó una de mis tetas y ambas empezaron a succionar mis pezones, a chupar y mamar, yo nunca había sentido algo como eso, él seguía mamando mi coño y ellas mis tetas, fue demasiado y con un grito que no pude contener, me corrí, fue demasiado para mí, más de lo que mi mente sucia pudiera haber pensado vivir alguna vez.

Aun sin haberme siquiera repuesto de mi orgasmo, sentí como Don Randall abría mis piernas y me clavaba esa verga dura y gruesa, sentí un poco de dolor, mi coño estaba acostumbrado a un tamaño menor, las rubias seguían en mis tetas y yo no creía soportar mucho más tiempo antes de correrme de nuevo, en ese momento una sombra más se acercó a mí y justo en mi boca sentí una verga gigante, totalmente erecta, dura y húmeda, era mucho más de lo que yo podía soportar, ¡habían cuatro personas follándome!

Instintivamente empecé a mamar aquella polla gigante que prácticamente no me cabía en la boca, en eso sentí como la rubia acercó su boca a la mía y se unía a chuparle la verga a Don Nelson y entre que chupaba la verga, también chupaba mi boca y eso me encendió a mil por hora. Los bombeos de Don Randall subieron de intensidad en mi coño y ya no supe más de mí, solo todo mi cuerpo se estremeció y sentí salir todos los fluidos de mi concha, me corrí de una forma que nunca me había pasado, casi perdiendo el conocimiento, casi perdiendo la respiración por completo.

Entonces Cristy se subió sobre mí, puso sus rodillas a cada lado de mi cuerpo y levantando la cola se la ofreció a Don Randall quien dejó mi “chorreante” concha y la clavó, yo apenas y medio lograba reponerme cuando sentí que las tetas de Cristy rozaban las mías y sus pezones totalmente engrandecidos se me hacían sumamente excitantes, en un arrebato tomé una de sus tetas con mi boca y empecé a mamarle el pezón, ella gemía y gritaba sin parar, en un momento la escuché correrse, lo que hizo el momento aún más excitantes porque él incrementó el golpeteo y sus bombeadas, subiendo más aún en fuerza y rapidez, entonces escuché su grito ahogado cuando alcanzó su propio orgasmo, él se desplomó sobre ella y ella sobre mí, me estaban ahogando por el peso, pero al mismo tiempo eso me resultó arrolladoramente sensual, los tres nos habíamos corrido en el mismo camastro y ante la mirada de Randy, quien se había despertado y tenía los ojos como platos.

-Fue delicioso

Solo eso pude decir en mi defensa, mirando directamente a la cara de Randy, ambos se levantaron y quedé acostada sola, desnuda, inundada de leche y agotada como si hubiese corrido una maratón.

-¿Te gusta esto?

No sabía que decir, de pronto me sentí sucia, expuesta, ¡pero él se había cogido a la mujer de su padre! Él había hecho eso primero, antes que yo.

-No lo sé, me gustó lo que sentí, pero no sé si esta forma de vida sexual sea lo que me guste, ¿a vos te gusta esto?

Él no contestó, se levantó y fue nuevamente en busca de Cristy quien ahora estaba besando a su propia hermana nuevamente bailando ambas desnudas.

-¿Quieres?

Don Nelson se tocaba frenéticamente su enorme polla y me la ofrecía, detrás de él Don Randall se cogía a su esposa, ¡aquello era demencial!

Yo me levanté, me giré y le ofrecí acceso total a la polla más grande que me haya penetrado en mi vida, junto con el hombre de mayor edad capaz de follar con el que haya estado jamás.

Aquella polla me rompió literalmente mi coño y aunque intentó follarme el culo aquello era fisiológicamente imposible por su tamaño y grosor, sin embargo la corrida que me di con aquella “estaca” en mi concha fue una de las mejores que pueda recordar. Si no fuera porque me penetró con mi total consentimiento, de ahí en adelante la forma de coger de ese hombre era casi una violación, extremadamente fuerte y rápido con una energía y una vitalidad digna de alguien de veinte años, sus manos enormes no paraban de tocarme, de tomar mis tetas y de halar mi cabello, cuando al fin se corrió, me volteó y empezó a besarme de forma fuerte y apasionada, sin duda este hombre era un amante a otro nivel, para mujeres con una capacidad física y un nivel de tolerancia al dolor casi masoquista. Yo había quedado totalmente destruida, agotada y sin fuerza alguna, pero debo reconocer que me gustó haber vivido esa nueva experiencia sexual tan ruda, tan dolorosa y tan excitante.

La cereza del pastel de la noche fue todos dentro de la piscina, totalmente desnudos, tocándonos y aunque yo ya no era capaz de abrir mis piernas y ofrecer mi concha para ser penetrada nuevamente, vaya que disfruté observando como aún quedaba energía entre ellos, efectivamente Doña Ana resultó ser una perversa depravada que igual cogía a su marido, como a Don Randall, a las rubias y a mi “casi novio” que nunca lo fue.

Sí señor, el sexo lésbico entre ellas tres habría podido clasificar como de “alto nivel”.

Ver a Randy cogiéndose a aquella mujer mayor que podía fácilmente ser su abuela fue más de lo que hubiesen visto jamás mis morbosos ojos y me excitaba sobremanera.

Me gustaría alimentar el morbo diciendo que participé nuevamente con ellos en otra orgía como esa, pero no fue así, sin embargo mientras lo escribo, me parece estar viviendo nuevamente aquella noche de sexo retorcido en la playa.

Tal vez deba intentar contactarles de nuevo, ¡una vez al año no hace daño!, por ahora debo masturbarme porque recordar todo aquello me ha puesto muy, pero muy caliente…