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Ohhh si, que delicia de hombre!

en Trios

A ver, a ver… corazón destruido por mi última gran decepción amorosa, ningún pretendiente a la vista, kilos de más. Tomé una decisión: mejoraría mis hábitos alimenticios, me inscribiría en un gimnasio, intentaría mejorar mi físico y entonces me pondría en la búsqueda de un nuevo amor.

A la vuelta de mi trabajo quedaba un gimnasio de bastante renombre y contrario a lo que creí, el precio de la mensualidad era bastante accesible, dentro de lo que ofrecían estaba un plan de ejercicios acorde a mi peso, edad, plan nutricional y asesoría en general con todo lo relacionado a acondicionamiento físico.

Desde fuera se veía un sitio bien, pero ya estando dentro se notaba el excelente gusto en la decoración, las máquinas eran súper nuevas y modernas, realmente era un sitio de “puro lujo”.

Compré alguna ropa apropiada para iniciar en mi nuevo plan de “mujer fitness”, procurando algunos atuendos que disimularan mi sobrepeso, pero que tuvieran el escote apropiado para que resaltaran mis enormes tetas.

Mi primer día de “gym” salí de mi trabajo con mi traje y mi ánimo al tope, sería un éxito empezar a moldear una nueva figura a base de esfuerzo y vida saludable. Estaba feliz, aquella nueva etapa de mi vida sería genial.

Error total y absoluto, el primer día sentí morir y solo aguanté la mitad de mi rutina de “principiante” que me asignara una chica muy amable, con un cuerpo súper moldeado por los ejercicios, que estaba a cargo de ese turno.

El segundo día fui exclusivamente por orgullo, no dejaría por nada del mundo que mis compañeros de trabajo se burlaran de mi fracaso.

Al cumplir una semana de ir, no me quedaba un solo músculo del cuerpo que no me pidiera a gritos no volver a aquel gimnasio por nada del mundo. Me dolía todo mi cuerpo.

Estaba cumpliendo “a medias” con mi dieta y en el gimnasio iba a “medio gas” con mi rutina, realmente quería intentarlo, pero me desmotivaba que casi todos los que asistían a ese gimnasio ya tenían cuerpos “fit” y aparte del instructor en turno no me relacionaba con nadie más.

No quería regresar más, pero al menos intentaría terminar el mes que ya había pagado.

Nuevamente lunes y nuevamente en el gimnasio, para esa segunda semana mi rutina variaba en casi nada, pero al menos no era exacta a la rutina de la primera semana, rutina que casi ningún día logré terminar sin sentir que moriría, totalmente “molida”.

De pronto lo vi, wow, ¡qué hombre!, era un tipo alto, con un cuerpo impresionante, a esa distancia no se notaba bien su rostro, pero era casi seguro que el tipo tendría un rostro igual de divino que su cuerpo, esa espalda, esas piernas, ¡ese culo! Me quedé como hipnotizada.

De pronto él se volteó como sintiendo mi mirada y me observó, sonrió y yo me derretí, de pronto mis adoloridos músculos parecían de gelatina. Era la personificación de un “Dios del Olimpo”.

Yo también le sonreí, pero estoy segura que mi sonrisa fue una mueca tonta similar a la de una adolescente a quien han “pillado” en una travesura.

Mi tercera semana de gimnasio inició y ya mi cuerpo se había habituado un poco más a mis rutinas, un par de instructores me gustaban mucho, pero un par de ellos parecían estar por estar y hasta parecían hastiados de tener que “bregar” tanto con ésta “Gordita” que seguía sin terminar sus rutinas y que ameritaba más atención que cualquier otro usuario de sus servicios, esa semana conocí a un par de mujeres de cierta edad que aunque no tenían sobrepeso, tampoco eran fitness y llevaban más o menos el mismo nivel que yo, ellas a pesar de que tenían ya algún tiempo de ir al gimnasio lo hacían a su ritmo y les importaba poco no cumplir con las rigurosas rutinas.

Ambas eran tremendas chismosas y se sabían la vida y milagros de todos ahí. Por medio de ellas supe que mi “Dios del Olimpo” era uno de los dueños de aquel gimnasio y que se llamaba Mateo. Yo lo había visto un par de veces más y cada vez que lo veía causaba en mi la misma impresión devastadora que me derretía. Era total y absolutamente delicioso.

Ohhh si, que delicia de hombre!!

Esa semana cumpliría el mes de ir al gimnasio y estaba casi convencida que no pagaría un segundo mes, a pesar de que ya no era tan torpe y el par de “cotillas” me hacían compañía y me divertía mucho con ellas.

Mi dieta iba “a veces sí” a “veces no”. Prácticamente no había rebajado nada, pero mis instructores decían que era normal, que ya vendrían los frutos.

Contra todos los pronósticos y mis deseos pagué un segundo mes en el gym.

Ese día estaba totalmente “destruida”, dejé aquella máquina y me senté en el suelo casi desfalleciendo de cansada, y aun no iba ni por la mitad de la rutina que me habían asignado. No me importaba, si el instructor pretendía reprenderme lo mandaría “pa’ la porra” y me iría a tomar una cerveza muy fría con una buena dosis de comida chatarra.

- ¿Qué pasa? ¿Cansada?, vamos arriba, ¡ánimo!

No estaba preparada para levantar mi vista y encontrarme con mi Dios del Olimpo con una enorme y deliciosa sonrisa en su rostro.

¡Trágame tierra!

A pesar de que nuevamente se había derretido mi cuerpo al verlo me levanté en un microsegundo del suelo y pude notar lo majestuoso que era ese hombre.

-Ehhh… hmmmm si… bueno si, un poco cansada

-Un gusto, Mateo

Extendió su mano y al tomarla con la mía sentí una descarga eléctrica en todo mi cuerpo.

No era justo que un hombre como aquel pudiera destruirme de aquella manera con solo su físico.

-El gusto es mío… Estrella…

-A ver Estrella ¿quieres que revisemos tu rutina y veamos como la mejoramos para que te sientas mejor y más animada a realizarla y quizá menos forzada?

-Sería genial

Me sentía tan estúpida porque aquellas palabras se salieron con mi voz temblorosa y emocionada.

Los próximos veinte minutos fueron una clase magistral de aquel hombre delicioso, indicándome como podíamos mejorar mi rutina, era evidente que era uno de los “grandes jefes” porque nada más iniciar su revisión, el instructor en turno estaba a su lado y justificaba de mil formas porque me habían asignado la rutina y bla, bla, bla…

Yo no prestaba atención alguna a lo que ellos hablaban, yo desvestía a aquel hombre con mi mirada y me imaginaba como sería tocar en forma más íntima a aquel monumento masculino.

Imposible, un hombre como ese era totalmente un imposible para mí, pero a mí nadie me podía prohibir fantasear con él. ¡Qué delicia de hombre!

Un par de días después Mateo volvió a platicar conmigo para saber si los cambios me habían motivado y animado.

¡Claro que no!, cada día odiaba más ir al gimnasio y me prometía acabar mi segundo mes y no regresar jamás, pero a mí “Delicioso” solo podía decirle que estaba fascinada y sonreírle como estúpida.

Mis “amigas cotillas” se la pasaban haciendo bromas de mi cara cuando él se me acercaba y de mis mentiras que solo buscaban que él creyera que yo estaba totalmente feliz con la nueva rutina que él había diseñado especialmente para mí.

Un día se me cayeron mis fantasías de “porrazo” al suelo, mi Dios del Olimpo entró al gimnasio con una Diosa del Olimpo, una rubia despampanante, bellísima, totalmente fitness, con un cuerpo espectacular igual que él.

Su novia. No era necesario que me lo confirmaran, pero mis parlanchinas amigas en un segundo me contaron la vida y gracia de la novia de mi adorado Mateo. No podía ser menos que espectacular la novia de aquel Delicioso. De pronto llegaban constantemente juntos.

Era tan bella y tan afortunada, que yo ahora fantaseaba con comérmelo a él y exterminarla a ella.

Más por necedad y por testaruda que porque estuviera convencida de hacerlo… pagué mi tercer mes de gimnasio. Ya los instructores habían entendido que yo era caso perdido, no importaba cuanto me lo enfatizaran yo hacía todo “a mi manera” a mi ritmo y seguía sin acabar las rutinas.

Había bajado casi nada de peso, pero me sentía con mucha más energía y estaba segura que mi condición física había mejorado considerablemente.

“Mi Delicioso Mateo” se acercaba con cierta frecuencia a preguntarme cómo iba. Ese día particularmente, mientras utilizaba una de esas malditas máquinas, él se acercó y me corrigió la forma en que colocaba mis brazos, de pronto mis senos rozaron su pecho y él pareció algo avergonzado, yo sentí derretirme, fue un toque de un segundo, pero fue suficiente para que mis fantasías se activaran.

La siguiente semana, en uno de mis días de gym, había salido más tarde de mi trabajo y por lo tanto había llegado más tarde al gimnasio y sucesivamente estaba saliendo mucho más tarde hacia mi casa. Llovía un poco y no encontraba taxi, estaba como siempre muy cansada y deseaba llegar a mi casa, comer algo y recostarme a ver televisión y luego a dormir. Me acababa de duchar en el gimnasio y sentía frío.

- ¿Esperas a alguien?

Esa voz, esa voz… la ventana de aquel carro del año bajó y pude ver ese rostro precioso observándome.

-Sí, bueno no a alguien en particular, un taxi

-Cancélalo y si quieres yo te llevo

De inmediato pensé… por supuesto que sí, con vos Papacito me voy hasta la luna, sin embargo, lo que dije fue…

-No Mateo, muchas gracias, no te molestes

-No es molestia, anda móntate

Le indiqué donde vivía y durante el recorrido la charla transcurrió entre cuestiones netamente de mis rutinas y demás.

Había algunos trancones del tránsito que yo agradecía porque estar a su lado era un verdadero placer.

De pronto pensé… ¿y porque no puedo yo coquetear un poco con él?... finalmente es humano, ¿o no?... yo tendré kilos de más, pero tengo mi atractivo también, me erguí un poco en mi asiento y levanté mis tetas lo más sigilosamente que pude.

En el siguiente semáforo él volteó su mirada y yo estuve segura de que él se fijó en mis tetas, yo le sonreí con la sonrisa más seductora de mi repertorio.

Hubo un momento de silencio que yo entendí como parte de la confusión que había creado mi actitud.

¡Que valgan esos malditos tres meses en ese gimnasio, intentaré seducir al hombre más atractivo que haya visto en toda mi vida!

O es que él por tener ese físico ¿no puede sentir un poco de atracción por alguien diferente como yo?, quizá ahí esté mi punto a favor, estoy segura que él jamás ha estado con una mujer como yo.

Siempre dijeron que yo tenía una linda sonrisa y mi rostro es algo agraciado, sé que mis tetas pueden ser tentadoras, solo debo lograr acercarme un poco a él y si es humano sentirá y si siente… yo lo seduciré. Sería mi reto.

Llegamos frente a mi casa y era el momento… ganar o perder…

- ¿Quieres pasar a tomar algo?

-Te lo agradezco mucho, pero llevo un poco de prisa

Decepción absoluta.

-Ok, agradezco mucho que me hayas traído, que tengas una buena noche

No sé si notó en mi rostro la decepción o solo le pareció descortés, porque justo cuando sacaba mis llaves para abrir el portón escuche como salía de su carro.

-Bueno, cuento con unos minutos para un vaso de agua

- ¿Agua?, oh si, ese cuerpo no lo lograste tomando gaseosas

Su sonrisa ante mi comentario me dejó sin aliento

En un segundo repasé en mi cabeza el posible estado de mi minúsculo departamento, sentí y creí que no estaba mal, yo usualmente intentaba salir dejando todo lo mejor arreglado que podía, así que no temía que él entrara.

-Siéntate por favor

-Gracias

- ¿De verdad lo que quieres es agua? Creo que puedo ofrecerte un fresco natural de frutas, es parte de mi dieta, no contiene azúcar.

Él sonrió nuevamente y yo estaba segura de que era la sonrisa más hermosa que vi jamás.

-Claro, suena perfecto para mi

Serví un par de vasos de refresco, le di uno a Mateo y puse uno para mí en la mesita

-También tengo galletas de dieta y puedo hacerte un emparedado de dieta

Él nuevamente sonrió de buena gana.

-Con el refresco es suficiente para mí. ¿Quieres que revisemos la dieta que te han indicado?, me gustaría verificar que te hayan formulado la correcta y que sea lo suficientemente equilibrada para que estés comiendo saludable, pero también te guste lo que comes.

-La verdad no quiero quitarte mucho tiempo

-No tardaremos mucho con eso, ¿me traes tus menús?

- ¿Por qué no solo charlamos un ratito?

Él nuevamente sonrió y yo agradecí grandemente que no insistiera con que esos minutos los gastáramos repasando mi dieta.

Charlamos en forma impersonal, le conté de mi reciente “ruptura de corazón”, de mi deseo de mejorar mi físico para “atraer un nuevo amor” y él sonreía ante mi sinceridad, me habló de su novia, su larga y sólida relación que iba enrumbada a contraer matrimonio (lo cual no hizo que bajara ni un poco mi deseo de intentar acercarme un poco a él).

Mi cabello estaba húmedo, no tenía nada de maquillaje en mi rostro, pero de pronto me parecía que él observaba minuciosamente mi cara y parecía gustarle lo que observaba. Bajó sus ojos a mi pecho y yo bajé un poco el cierre de mi blusa.

-Hace un poco de calor

Justifiqué, aunque realmente hacia mucho frio.

Hubo un silencio, una deliciosa sonrisa de él, seguido de…

-Eres sexi y muy linda

- ¿Soy una sexi y linda gordita? ¿Crees?

-Sí, lo creo

Y esa sonrisa posterior a lo que dijo me abrió las puertas de par en par

- ¿Te puedo decir algo sexi?

-Dime…

-Jamás toqué a un hombre tan musculoso y bello como tu

- ¿Y yo te puedo decir algo sexi?

-Por supuesto que si…

-Yo jamás toqué unas tetas tan grandes que no fueran de silicón

- ¿Hacemos un canje?

Una nueva sonrisa pícara me dijo que él estaba más que dispuesto “al canje”

Se puso de pie, se acercó y yo hice lo mismo, luego puse mis manos en su torso, las moví a sus hombros y las bajé por sus brazos, de inmediato él tomó en sus enormes manos mis grandes tetas y empezó a apretarlas suavemente, mis manos bajaron a su cadera fuerte y musculosa, luego las posé en sus piernas duras como rocas, él empezó a apretar con más fuerza mis tetas y a partir de ese momento supe que estaba perdiendo el control.

Aposté todo por el todo y toque su “paquete”, entonces no tuve duda, estaba excitado, muy excitado, entonces él me acercó a su cuerpo y supe que me besaría. ¡Mi Dios del Olimpo me besaría!, eso era increíble, increíble, estaba sucediendo, yo con mis kilitos de más estaba seduciendo a un hombre todo músculo como aquel. Una mujer de baja estatura y rollitos estaba seduciendo al Dios del Olimpo más delicioso que hubiese visto en toda mi vida.

Su boca se apoderó de la mía y yo puse en práctica todo lo que había aprendido en mis mejores años de chica liberal y “mariposa aventurera” intentando que ese beso fuera tan satisfactorio para él como lo estaba siendo para mí, mis brazos subieron a su cuello y me pegué todo lo que pude a su cuerpo, mi cuerpo suave de rollitos, estaba pegado a su cuerpo duro de roca y él parecía sentirse bien, parecía estar fuera de sí.

En un momento más mi blusa volaba por los aires, seguida de mi sostén, entonces aquel hombre prácticamente tirándome al sofá se colocó sobre mí y empezó a darme la mamada de tetas más fiera que yo recibiera jamás. Iba de uno de mis pezones al otro prácticamente comiéndoselos, me dolía, pero al mismo tiempo me excitaba a más no poder, ahora eran sus dientes los que me daban enormes oleadas de placer, de pronto le sentí tomar con ambas manos los rollitos de mi abdomen y masajearlos. Sentí un poco de pena, pero también noté que tocarlos eran una experiencia nueva para él.

Pronto él siguió a mi parte baja y me despojó de mi ropa, dejándome totalmente desnuda frente a sí mismo, era raro, pero no sentí vergüenza por mi desnudez, mi cuerpo no era el cuerpo “fit” que él acostumbraba ver, pero algo me decía que, en mis curvas y voluptuosidades, él estaba encontrando una experiencia nueva que parecía excitarlo cada vez más.

En ese momento que él se detuvo, yo aproveché para incorporarme e ir a él, moría por verle de cerca sin su ropa, era un deseo profundo y absoluto que sentía por él, le despojé de su camiseta y mi mirada se deleitó con su torso torneado y aquel abdomen de cuadritos duros como piedras, pero no podía parar, temía que de pronto él decidiera que ya habíamos ido muy lejos, yo llevaba tres meses deseando ver a ese hombre desnudo, ver su miembro, sus nalgas y si no era en ese momento, probablemente no sería nunca.

Él no parecía querer parar, su respiración agitada me decía que estaba muy excitado, en un momento de lucidez me dije que yo necesitaba meter a ese hombre a mi cama, quería darme el lujo de tener a mi Dios del Olimpo en mi lecho, lo tomé de la mano y corriendo el riesgo de que él se arrepintiera en los tres metros que nos separaban a mi habitación, lo guie a ella. Él no dijo nada y me siguió, ya en mi habitación le despojé de su pantalón y aunque debo ser honesta y su miembro no era tan descomunal como sus músculos y belleza, tenía un buen “equipo” y lo mejor de todo fue verlo totalmente erecto, ese era el mejor indicio que lo había logrado, yo lo había logrado, él estaba tan excitado como yo, sin demora me puse de rodillas y sin dejar de mirar su rostro me introduje su pene en mi boca y sentí la misma sensación de cuando ganas un premio que añorabas, chuparlo fue más que delicioso y al fin encontré algo suave en su cuerpo, esos huevos deliciosos que no tardé en introducir en mi boca mientras con la mano seguía masturbando su verga, mis labios se posaban sobre la punta de su polla, succionando y saboreando, mi lengua le recorría, para luego meterla toda dentro de mi boca, hasta lo más profundo de mi garganta mamándola, dentro, fuera, dentro. Pero aún no veía su culo y yo me lo quería comer, miré hacia arriba y lo vi con sus rostro desencajado por la excitación, gemía y tenía los ojos cerrados, yo chupaba como demente sus huevos y luego volví a su pene que parecía explotar.

- ¿Te gusta Mateo?

-Mamas delicioso Estrella

- ¿Me dejas chupar tu culo mi Dios del Olimpo?

Su sonrisa y su cara lo dijo todo, me levanté, lo hice voltearse y entonces vi el culo masculino más rico que yo hubiese visto. Duro y delicioso. Me lo comí a besos, lo chupé, lo mamé y cuando quise morderlo se volteó en forma casi violenta.

-No puedes dejarme marcas

Me sentía desilusionada, porque moría por morderlo y dejarle “chupetazos”, pero entendía que no debía hacerlo.

Él parecía notar mi desilusión y en lo que entendí era una forma de compensarlo, en un segundo más yo estaba acostada en mi cama, él habría mis piernas y me daba una mamada de concha que me hizo empezar casi a gritar de la locura de excitación que se desató en todo mi cuerpo. Vaya que mamaba bien, chupaba como un experto profesional, yo creí correrme en ese mismo instante, tomaba con sus labios mi clítoris y su lengua se paseaba en él, volviéndome loca, ya yo no podía más, su lengua entraba en mi vagina y chupaba con tanta habilidad y excitación que me haría correrme de inmediato, sin embargo, él se alejó, buscó en su billetera, en el pantalón un condón y en forma hábil se lo colocó, en un momento más me clavaba con total y absoluta fiereza.

Aquello era el cielo, su bombeo se me figuraba como una rutina del gimnasio para él, era incansable, se movía con gran agilidad, duro, duro, delicioso…

-Sí, sí, rico, rico… delicioso

Mis gemidos salían en forma involuntaria y yo estaba a punto de explotar, su fuerza me estaba dejando exhausta, mi clítoris estallaría en cualquier momento, dos bombeos más y de inmediato me tomo y me volteó, poniéndome en cuatro, me clavó de nuevo, ésta vez desde atrás, haciéndome un “perrito” delicioso, algunos bombeos fuertes y estalló mi orgasmo, él siguió algunos bombeos más y con un grito ahogado, un grito absolutamente excitante, se corrió, desplomándose con todo su peso sobre mi espalda, mis tetas prensadas contra la cama y su cuerpo, su rostro en mi cabello, su respiración agitada. Juro que podía vivir, el resto de mi vida, ahí debajo de su cuerpo con su verga palpitante aún dentro de mí. Luego Mateo se recostó a mi lado con respiración agitada aún, me observaba y una hermosa sonrisa me confirmo que estaba muy relajado.

- ¿Cómo te fue mi delicioso Dios del Olimpo?

-Eres la gordita más deliciosa del mundo

Me besó en forma pausada y serena. Yo quería que cogiéramos una vez más, yo quería que la magia no se acabara, pero él debía irse. Tuvimos un “rapidín” en la ducha y él se marchó.

Ninguno de los dos mencionó nada, ninguno de los dos dijo si habría una segunda follada, ninguno mencionó coger de nuevo.

Durante la siguiente semana no lo vi, moría por verlo, pero sabía perfectamente que el hecho de que hubiésemos tenido sexo no implicaba que él quisiera repetir o que pudiera surgir “algo” entre nosotros.

Motivada ahora por verle de nuevo, pagué mi cuarto mes de gimnasio y a decir verdad le puse muchas más ganas tanto a mi rutina como a mi dieta.

¡Al fin!, él llegó una noche cuando ya estaba a punto de irme, para mi alegría y sorpresa, saludó y de inmediato se dirigió a mí.

-Hola Preciosa, ¿cómo has estado?

-Hola Precioso, acá terminando mi tortura del día

Sonrío y esa sonrisa, esa sonrisa…

- ¿Quieres que te lleve a tu casa?

¡Si, si, si… mi sueño hecho realidad, tal vez cogeríamos de nuevo!

No tardé ni un segundo en estar lista, quedamos en vernos fuera, lógicamente él no quería que alguien sospechara algo.

Esa noche fue una “faena” mucho más controlada que la anterior, nuestro sexo fue mucho más sensual, mucho más profundo,

ambos nos dimos tiempo de explorarnos más, de darnos placer en forma más lenta. Él seguía pareciendo disfrutar apretar mis rollitos y por supuesto sus manos casi destruían mis tetas con esa firmeza con la que parecía fascinarle apretarlas. Creo que adoraba mis tetas y definitivamente ellas eran las que le habían motivado a querer estar conmigo, aunque sin ser arrogante… a ese hombre le volvía loco esta gordita.

Noche deliciosa, dos orgasmos monumentales me dejaron casi moribunda. Fue increíble, delicioso, totalmente satisfactorio.

Las próximas veces que le vi estaba con su novia. A pesar de que sabía que era totalmente descabellado, yo sentía celos, celos y además algo de rabia. Ella era demasiado bella. Me gustó mucho que aunque ella estuviese, él me saludaba con gran amabilidad, se acercaba y me hablaba con total naturalidad.

Nos intercambiamos nuestros números telefónicos y de vez en cuando mensajeábamos un poco.

Aquella noche ya me había duchado, había comido algo rápido y ya estaba en pijamas dormitando en mi cama con el televisor puesto… sin prestarle mucha atención, solo miraba sin mirar.

Un mensaje en mi celular.

-Hola Preciosa, ¿quieres que tomemos una copa?

Me desperté en un segundo.

-Claro, ¿vienes?

-Sí, pero ¿vamos a mi casa?

¿A su casa?... claaaaaaaaaaaaaaaroooooo

-Sí, dame unos minutos y me visto

-Estaré en diez minutos ahí

Diez minutos, diez minutos, volé a mi armario y busqué un vestido negro casual, con un escote profundo que lograba mantener mis tetas en su sitio, pero a la vez resaltarlas y hacerlas ver sexi… ya el gimnasio estaba dando un poquito de frutos y ese vestido lo sentía bastante bien.

Efectivamente en diez minutos estaba Mateo esperándome enfrente, su mirada me dijo que aprobaba mi atuendo y su beso apasionado me lo confirmó.

El recorrido fue relativamente corto, entramos a un área residencial bastante exclusiva de la zona, que yo solo había visto por fuera, en un momento más parqueaba frente a uno de los condominios cuyos jardines perfectos y bien cuidados me dejaron impresionada.

Me dio su mano al bajar del auto y yo no pude contenerme, le rodeé su cuello y busqué su boca, empero él no lo permitió, hábilmente se alejó de mis brazos, eso me dejó confundida.

-Dame un momento Estrella, entremos

Entrar a su casa fue algo luminoso, olía delicioso y estaba impecablemente decorada, me recordó el excelente gusto con que estaba decorado el gimnasio.

-Me encanta tu casa Prec…

Mis palabras murieron en mi boca al ver a su novia entrar a la estancia, usaba un minúsculo vestido blanco que resaltaba su súper cuerpo hermoso y tonificado, no llevaba sostén y sus pezones se veían tal cuál si no tuviesen tela encima, sus enormes tetas de silicón eran redondas y estaban firmes como el resto de su cuerpo.

Sentí desmayarme, ¿Qué hacía ella ahí? ¿Qué significaba eso?

Inmediatamente miré a Mateo y su cara no parecía haberse inmutado. ¡Él sabía de antemano que ella estaba ahí! Mi reacción fue intentar irme, cuando su mano tomó la mía.

-Estrella permíteme presentarte a Camila, mi novia, aunque creo que ya la has visto varias veces en el gimnasio

La rubia despampanante se acercó y me besó en la mejilla

-Un placer saludarte Estrella

Yo me quedé muda. Seguía sin entender nada. Entonces Mateo colocándose frente a mí con vos muy dulce me dijo

-Preciosa, Camila lo sabe, ella y yo nos casaremos y yo no le oculto nada, nuestra relación es muy abierta, solo queremos que te tomes una copa con nosotros

Sentí rabia, mucha rabia.

-Un trio, ¿eso es lo que quieres?, ¿Qué le dijiste? Que cogerte a una gorda asquerosa te gustó y que querías un trio ahora. Eres un sucio, me voy de aquí.

- ¿Gorda asquerosa? ¿Te volviste loca?, eres deliciosa, te lo he dicho

- ¿Por qué te pones así Estrella? En todo caso la ofendida debería ser yo, mi novio se ha revolcado contigo y aparte me ha dicho que le vuelves loco

La rubia hablaba con una voz imponente, e incluso la sentí con un poco de celos.

-No tienes que hacer un trio con nosotros, solo tomemos una copa y compartamos un rato, al final de la velada Mateo te irá a dejar a tu casa y probablemente tengan sexo. Yo si quisiera que los tres disfrutemos juntos, nosotros adoramos los tríos, pero jamás hemos obligado a nadie a tener sexo con nosotros y mucho menos hemos utilizado “algo” para lograrlo, creo que me entiendes, si el sexo no es consentido no es satisfactorio, al menos no lo es para nosotros.

En ese momento Mateo se acercó y abrazándome me dio un delicioso y apasionado beso frente a su novia dejándome absolutamente desconcertada y excitada.

-Siéntete bienvenida a nuestra casa Preciosa Estrella

Posteriormente se acercó a su novia y ambos se besaron apasionadamente frente a mí. Yo estaba en shock y no podía negar que aquella imagen me excitaba.

-Ven tomemos algo

Mi instinto me dijo que huyera, pero mi cuerpo me decía que haría cualquier cosa por estar con él y que un trío con su novia podía ser lo más increíblemente sensual que fuese a vivir.

Mateo la tomó de la mano a ella y luego me tomó mi mano y salimos a un hermoso jardín trasero donde había una pequeña piscina y un jacuzzi que hacía burbujas e invitaba a entrar en él.

Una botella de vino descansaba junto a un par de platos con pequeños bocadillos, en una mesita rodeada de esponjosos sillones forrados en tela impermeable en tonos verdes.

Mateo me condujo a sentarme en uno de ellos y procedió a servirme una copa de vino.

-Espero no te moleste que me desnude, siempre que estoy en casa adoro estar desnuda, además quiero que veas que mi cuerpo puede resultarte tan excitante como el de mi novio

-Lo siento no me gustan las mujeres

-A mí tampoco me gustan las mujeres, me gusta tener sexo con ellas y por supuesto si mi novio está, es mucho mejor aún

Como yo intuía debajo de aquel minúsculo vestido tampoco ella llevaba bragas, su cuerpo era una oda a una escultura majestuosa, sus enormes y firmes tetas estaban coronadas por unos pezones totalmente erectos, su cintura era minúscula y su abdomen totalmente plano, sus piernas largas y torneadas eran hermosas, su sexo también era hermoso y un hilito minúsculo de vellos decoraba a la perfección su “V” haciendo su concha sugerente. Descaradamente se dio la vuelta para que le viera su culo, sus nalgas eran perfectas, redondas y firmes, aunque no las estuviera tocando, yo sabía perfectamente que serían suaves, pero al mismo tiempo tonificadas.

Su bronceado era total en todo su cuerpo, lo que dejaba en claro que se bronceaba desnuda.

De pronto pude ver el deseo reflejado en los ojos de Mateo, definitivamente él estaba enamorado de ella, su cuerpo llenaba sus ojos de deseo. Sentí celos, pero a la vez sentí que si estaba ahí con ellos sería porque él no era totalmente indiferente a mí. Ella había dicho que yo lo volvía loco y eso pretendía que ella viera, que esa mujer que cumplía absolutamente todos los requisitos de belleza establecidos por la sociedad, viera como una gordita se follaba como demente a su novio, como una chaparrita pasada de peso ponía a gemir a su novio, como yo podía darle igual o más placer que el que ella le daba. Era un reto para mí y lo lograría, porque adoraba tener sexo con ese hombre y porque por un rato más de placer a su lado yo haría cualquier cosa.

-No tienes que desnudarte, pero yo también prefiero desnudarme

En un minuto más Mateo estaba desnudo y se acomodaba a mi lado, ambos frente a la rubia. Por un momento quise tener más valor y desnudarme con la misma confianza que ellos dos lo hicieron, pero no fui tan intrépida, preferí quedarme vestida, pero tener a Mateo a mi lado desnudo ponía mis nervios de punta, deseaba lanzarme encima de él y darle todas las caricias que adoraba darle.

Muy contrario a como creí sería, la conversación transcurrió sumamente agradable, varios temas triviales, algunos bastantes sexis, una copa siguió a otra y luego a otra. Mateo se sentó luego al lado de la rubia ambos se rozaban constantemente.

Yo estaba absolutamente excitada.

Era ya casi la media noche, cuando Mateo mirándome fijamente a los ojos preguntó.

- ¿Te quedas o te vas? Si decides quedarme haremos un delicioso trio, si decides irte, te llevaré a tu casa y tendremos delicioso sexo tu y yo

Quise decir que nos fuéramos ambos, lo quería solo para mí, sin embargo, aquella mujer, aquel ambiente unidos a mi Dios del Olimpo me invitaban a quedarme y vivir al máximo ese trío. Me dejé llevar.

La rubia despampanante y visiblemente afectada por las casi tres botellas de vino que ya habíamos descorchado mientras platicábamos, también me observaba.

Yo no pude evitarlo y la miré desafiante.

-Me quiero coger a tu novio frente a ti

-Hazlo Perra, eso me excitará a morir

Me levanté y motivada por el exceso de vino, me quité el vestido negro frente a ambos, luego me quité mis bragas, quedando totalmente desnuda frente a ambos, luego llevé mi mano a mi coño tocándolo despacio.

Camila observó con detenimiento mi cuerpo, deteniéndose en mis tetas gigantes que evidentemente no estaban tan erguidas como las suyas, pero que parecieron gustarle.

-No tengo tu cuerpo escultural, pero este cuerpo le ha dado orgasmos violentos y deliciosos a tu hombre… tu hombre que también ha sido mi hombre

La sonrisa de Mateo me decía que estaba fascinado de que hubiese dos hembras dispuestas a todo por propinarle sexo y placer.

Mateo se levantó y como lo hiciera tantas veces, se apoderó de mis tetas, primero con sus manos, luego con su boca, yo gemía y por encima de su hombro observaba a la rubia que estaba sentada con sus piernas abiertas tocando su concha suavemente.

Mateo tenía la polla ya totalmente erecta y mientras me mamaba las tetas empecé a tocarla suavemente, sin quitar mis ojos de la rubia quien no apartaba los suyos de mí tampoco.

Mateo me tomó de la mano y me llevó al sofá donde estaba su mujer, dejándome justo en medio de ambos, con gran habilidad la rubia se apoderó de una de mis tetas mamándola con mucha fuerza, no sabía si esa fuerza pretendía darme placer o castigarme por la osadía de follarme a su hombre.

Mateo mamaba mi otra teta y metía sus dedos en mi concha.

Mis manos estaban quietas, expectantes, fue entonces cuando me di cuenta que quería participar activamente. Estaba tan excitada sintiéndolos a los dos mamando mis tetas que llevé mi mano izquierda a la verga de Mateo y la derecha a la concha de Camilia, ella abrió sus piernas de inmediato y fue cuando sentí, sin poder evadirlo, la boca de la rubia apoderándose de la mía, me besaba con tanta pasión que aunque intenté no corresponderle, abrí mi boca y empecé a introducir mi lengua en la suya, de pronto ambas lenguas estaban entrelazadas con nuestros brazos y piernas, gemíamos como poseídas, ella se sentó entonces sobre mi rozando mi vagina con la suya, mis piernas estaban totalmente abiertas recibiendo aquella invasión sensual y sexual.

Mateo la tocaba por detrás y luego se acercaba acariciándonos a ambas y yendo de la boca de una a la boca de la otra. Era una locura de placer.

Camila bajó y metiendo su rostro entre mis piernas tomó por asalto mi vagina que ya estaba absolutamente mojada, mientras Mateo poniéndose de pie en el sofá metía hasta lo más profundo de mi boca su verga, enorme, dura. Aquella sensación era maravillosa, increíble, esa mujer me mamaba mi coño y yo le mamaba el coño a su hombre.

De pronto ella se levantó dejándole el paso libre a Mateo que ya tenía puesto su condón y me penetró en el acto haciéndome volver loca entre gemidos y casi gritos de placer.

Yo ya no sabía nada de la rubia, solo de mi coño poseído por la polla de Mateo. Entre mis gemidos oía los de ella y en un momento que abrí mis ojos la vi y la sentí a mi lado propinándose una masturbada fenomenal.

Yo me corrí en menos tiempo de lo que habría deseado y entonces Mateo casi de inmediato se quitó su condón y procedió a clavar a su novia al lado mío, esa mujer no gemía, esa mujer casi gritaba como demente, tenía las nalgas suspendidas en el aire recibiendo las embestidas de Mateo, ambos tomaron un ritmo frenético y les escuché gritar casi al mismo tiempo llegando ambos a su orgasmo. Los tres estábamos tumbados uno al lado del otro, pero yo no estaba aún satisfecha, me había ganado la excitación y esa rubia me había puesto demasiado caliente previo a que me clavara Mateo y por eso yo no había logrado darle frente a ella lo que le quería dar.

Entonces me ubiqué en medio de las piernas de Mateo y metí su ahora flácido pene en mi boca, el sabor salobre de los jugos vaginales de Camilia en lugar de hacerme retroceder me excitaron más aún, mientras lo chupaba mis ojos iban directo al rostro de la rubia quien parecía más excitada que molesta por lo que yo estaba haciendo. La polla de Mateo no tardó mucho en ponerse nuevamente dura, dura y mi placer fue en aumento cuando ella asaltó la boca de mi Mateo y lo besaba con fiereza, sus besos eran absolutamente excitantes, se comían literalmente las bocas y yo podía ver desde mi sitio mamando verga, como sus lenguas se entrelazaban, delicioso, demencial, luego ella bajó y colocándose a mi lado se juntó a mí para que ambas chupáramos juntos la verga de mi Dios del Olimpo, por momento introducía hasta dentro la polla de él, por momentos Camila se la introducía en su boca hasta el fondo, por momentos ella y yo nos besábamos y por momentos nuestras lenguas al unísono chupaban de arriba abajo la polla de aquel hombre, de nuestro hombre.

Pero yo quería que fuera mío de nuevo, mío antes que de ella y subí y me senté… me penetré yo misma con su verga dura y palpitante, y subí y baje lo más rápido que pude, con fuerza, con locura, no pude más y nuevamente me corrí antes de lo esperado, pero me encantó por primera vez hacerlo con él sin condón y estaba segura que él lo había disfrutado igual de hacerlo sin condón, me hice a un lado y fue entonces la rubia la que empezó a cabalgar sobre Mateo, yo instintivamente y sintiendo mis jugos vaginales bajando por mis piernas me acerqué y metí una de sus tetas en mi boca y empecé a mamársela con la misma intensidad que ella mamara las mías anteriormente.

Mateo se levantó puso a la rubia de cuatro y me puso a su lado de cuatro también y empezó a meternos la polla de una a la otra, de una a la otra hasta que le oímos gritar y lanzar todo su semen en nuestras nalgas mientras ella y yo nos besábamos apasionadamente entrelazando ahora nuestras lenguas, la rubia se corrió solo un momento después cuando Mateo con mucha habilidad le metía los dedos y le tocaba su clítoris en forma rápida y constante.

Había semen en mi culo, pero aún me faltaba algo… bajé y mamé un rato a Camila, no era algo que yo hubiese hecho antes, pero sentí el impulso de hacerlo… el semen de Mateo, sus jugos vaginales se mezclaban con mi saliva, Mateo se hizo campo y en un momento ambos chupábamos la vagina de Camila, quien se retorcía gimiendo, no tardó en tener un orgasmo fuertísimo acompañado de unos gemidos casi gritos.

Aquella noche fue demencial, estuvimos desnudos en el jacuzzi, follamos luego en la cama y ya casi al amanecer acabaron nuestros juegos los tres entrelazados en la cama.

Aparte del despertar sexual que tuvimos, inició una bonita amistad, entendí la filosofía de pareja de ellos y aunque no estaba muy segura que implementarla en mi vida, me parecía bastante excitante.

Nuestro trio se repitió algunas veces más. Mmmmmmmmmmmmmm…

Varios meses después mi delicioso Mateo y Camila se casaron y se fueron de viaje, yo ya no sentía celos, eso ya había trascendido a eso, ya había entendido la naturaleza y la fuerza de la relación de Mateo y Camila, ya sabía que ellos hacían swinger y tríos con otras personas, sin embargo, yo sentía que entre Mateo y yo existía algo diferente y especial, algo que Camila parecía querer ignorar, pero que no le era indiferente.

Yo bajé algo de peso, pero seguí siendo bastante indisciplinada, tonifiqué un poco mi cuerpo, pero seguí siendo gordita. Seguí en el gimnasio, sin pagar ni un centavo mensual, ahora como “amiga íntima” de los dueños.

Ahora estoy saliendo con un tipo bastante normal, ni gordo, ni delgado, ni feo, ni bonito, me siento bien, no es memorable en el sexo, pero pretendo trabajar duro en que nuestro sexo llegue a ser similar al sexo delicioso que ambos merecemos, no estoy enamorada, pero quizá me enamore.

Mi novio no sabe nada de mis tríos con Mateo y Camila, pero voy a camino a ello… estoy segura que a mi modesto novio le encantaría follarse a una mujer como Camila mientras yo me vuelvo a follar a mi Dios del Olimpo…  y luego… luego intercambiamos… y luego… y luego Camila y yo haremos un delicioso show lésbico que tal vez los anime a tener sexo entre ellos también… excitante no??... si lo logro les cuento…