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Chino salite de mi corazón...

en Hetero: General

CHINO SALITE DE MI CORAZON

¿Qué hace una mujer de más de cuarenta años, desempleada, que ha perdido en el lapso de un año a su madre a su pareja y a su perro adorado?

Pues intentar rehacer su vida, levantarse de las cenizas y seguir adelante.

Por medio de un familiar logré conseguir un empleo en una empresa familiar pequeña, ocupando un puesto inferior a los que tuviese alguna vez y ganando menos de la mitad de lo que ganaba cuando hacía tres años había dejado de trabajar por dedicarme al cuidado de mi progenitora.

Me mudé a vivir a la capital a un sitio modesto que me podría pagar con mi modesto salario.

Con la consigna que vendrían tiempos mejores y la idea firme de salir adelante empecé labores, fue tan difícil adaptarme de nuevo a una vida “normal”, pero lo estaba logrando.

Tendría un trabajo administrativo-contable y me encargaría de coordinar los cobros con el mensajero.

Los primeros meses pasaron con relativa calma, vivía prácticamente “enclaustrada” en el sitio donde vivía, al punto que le llamé “Convento” y de mi convento salía solo para ir al trabajo y los fines de semana iba de nuevo a mi pueblo, donde siento que puedo estar más cerca del espíritu de mi madre y es el sitio que representa para mi “mi hogar”.

La soledad me aplastaba y entonces con mi escuálida vida social, decidí intentar contactar alguna posible “cita” por la vía virtual y empecé a frecuentar el chat de mi país, a ver, charlar y descartar opciones, hasta que me topé con un elemento que me parecía el “ideal”, pero vaya que me sentía insegura de conocerlo, del chat pasamos al what´sapp y el paso a seguir era conocernos personalmente, porque ya en fotografía nos habíamos visto lo suficiente y nos habíamos hablado vía telefónica.

La última vez que yo había tenido una “primera cita” había sido con mi difunto hacía más de diez años, ya que de esa cita en adelante seguiríamos juntos. Yo no recordaba cómo se comportaba uno en esa primera cita. ¿Cómo me vestiría? Estaba muy nerviosa.

La primera cita con mi “enamorado virtual” pasó muy bien y luego hubo un par más y el orden lógico decía que tendríamos sexo en nuestra siguiente cita y yo estaba totalmente aterrada.

En mi trabajo las cosas transcurrían en forma normal, ya me llevaba bastante bien con mis compañeros de trabajo, empero con quien más tenía comunicación era con el mensajero.

El tipo al que aprendí a llamarle sencillamente Chino, al igual que le llamaban todos, cinco años mayor que yo, a mi parecer bastante feo, casi analfabeta y muy básico en su conversación, muy escueto y de poco hablar, de pronto empezó a mostrarse como el tipo más “mujeriego” y maníaco sexual que yo hubiese conocido alguna vez.

Un día poco antes de que llegara mi temida “cita sexual” con mi enamorado en cuestión, se me ocurrió preguntarle a Chino que él como hombre y como tipo mujeriego y loco por todo lo sexual que tanto veía en la primera cita de sexo, él fiel a su estilo fue directo… pues los senos, la vagina…

-Pero Chino… ¿qué tanto ve un hombre si la mujer tiene rollitos, si está muy gordita?

-En el momento si estás excitado no te fijas tanto en eso, empiezas a meter mano, a tocar senos, vagina y a lo principal… coger

No entendía porque le confiaba algo a ese tipo “burdo” y hasta cierto punto corriente, pero le conté mi miedo por tener sexo por primera vez en años con un hombre que no fuera mi pareja de tanto tiempo.

Entonces inició entre nosotros una camaradería y empezamos a compartir nuestro tiempo de almuerzo… con un tema fijo… SEXO.

Y es que el Chino era un pervertido, loco por las mujeres a pesar de llevar más de veinte años casado, su mujer estaba enferma y ya llevaba más de dos años de no tener sexo con ella, de sus propias palabras decía…

-Mi esposa y yo vivimos como hermanos, ella está enferma, además es muchos años mayor que yo, pero yo no la dejaría jamás, ella en su momento fue la mejor esposa que puede tener un hombre en todo sentido.

Me contaba de todas sus “aventuras” con tanto detalle que nuestras charlas se convirtieron en verdaderos momentos calientes, yo le contaba también mis historias locas de juventud y él mostraba con toda la malicia como su pantalón acababa levantándose con una evidente erección.

Yo constantemente corregía su forma de hablar, su forma de escribir, incluso su forma de comportarse ya que él tan sencillo, tan básico, constantemente hacía ver su poca formación académica y su poca educación.

Para él ser mensajero era el trabajo más elevado que había desempeñado, para mí el trabajo administrativo que hacía, era el trabajo más básico de los que había realizado, después de haber trabajado como Jefe o Gerente.

A veces no comprendía porque me gustaba tanto compartir con aquel tipo tan tosco, rudo y hasta corriente.

Finalmente, mi “enamorado” me salió “chueco” y lo agradecí porque le tenía horror al sexo con él. Le conté al Chino y éste muy amablemente me ofreció:

-Oiga si usted quiere yo le puedo ayudar a perder el miedo a volver a tener sexo.

- ¿Estás loco Chino?

- ¿Por qué?, usted tiene miedo a tener de nuevo sexo, yo le puedo ayudar a que pierda el miedo.

-Olvídalo Chino, yo no voy a ser una de tus aventuras, yo no soy una de “esas” tipas que vos coges, yo soy diferente. Además, sos un hombre casado

Y el Chino parecía molestarse, pero ya luego volvíamos a la normalidad.

No puedo precisar ahora cuando fue la primera vez que Chino rozó mis tetas y no puedo ahora determinar si esa primera vez fue efectivamente accidental, como él me hizo creer o si él ya “probaba” el terreno.

Un día tocó “accidentalmente” mis nalgas y de ahí en adelante iniciamos un “juego” erótico, él me pasaba los papeles y tocaba mis tetas, luego nos cruzábamos en el pasillo y me tocaba el trasero, pero yo aunque me reía del asunto y me hacía la “loca” no intentaba tocarlo a él, hasta que un día que ambos llegamos muy temprano y no había nadie más, él me tomó en la zona de café, una de las pocas zonas sin cobertura de cámaras y me intentó besar, yo me negué, pero si lo toqué por primera vez, estaba esa verga muy, muy dura, como le negué mi boca, él se fue a mi cuello y sus manos pasaban por todo mi cuerpo, no sé qué sentí en ese momento, pero realmente seguía pensando que además de casado, mujeriego y maníaco sexual el bendito Chino era horroroso.

Ya para diciembre nuestros “jueguitos” habían subido un poco de tono y yo ya tocaba la verga del mensajero con absoluta libertad y gusto, era delicioso sentir que ante el mínimo roce su pene se ponía duro. Besarlo no me gustaba mucho, lo sentía mucho más íntimo que todo lo demás y lo evitaba al máximo, los pocos besos que le daba lo hacía apenas para que él no notara que realmente no me gustaba.

El Chino me contaba que llevaba meses sin ninguna aventura y que seguía en pie que tuviéramos sexo para que yo perdiera el miedo y de paso él se quitara las ganas.

Yo no haría eso, mi “status” no me lo permitía, una cosa era un “jueguito” de coqueteos y toqueteos y otra muy diferente irme a la cama con aquel “tipo básico y burdo”.

Seguí intentando citas por internet.

Para la fiesta de empleados de navidad el licor hizo las suyas, Chino no bebía ni una gota de alcohol, siempre decía que su vicio era el sexo y las mujeres, ningún otro.

El tequila, como siempre mi favorito, hizo de las suyas conmigo, bailé, canté y en algunas “pasaditas” toqué al Chino que como siempre a mi contacto se ponía muy duro.

En un arrebato de locura le dije que fuéramos a la bodega, ahí no habría nadie ya que la fiesta estaba en el rancho fuera. Me volví loca y no sé porque, pero quería sentirlo a solas. Evidentemente delante de los jefes y los compañeros no podía tocarlo como mi locura propiciada por el tequila me pedía.

Me fui primero y pasados unos minutos creí que no llegaría.

Pero llegó.

Nada más entrar en aquella bodega, me tomo de la cintura y asaltó casi con violencia mi boca. ¡Oh Dios! No recordaba hacía cuanto tiempo había sentido un beso de semejante magnitud. Él me devoraba literalmente la boca y yo que por nada del mundo había querido besar antes al “horroroso” me perdí y abrí mi boca ofreciendo sin restricciones mis besos, me volví loca y empecé a meter mi lengua en su boca encontrándome de inmediato con la lengua hábil y deliciosa del Chino.

Juro que fueron de los mejores besos que haya recibido en mi vida.

En un minuto más me lanzó encima de unos sacos con arena y su cuerpo aplastaba el mío moviéndose como si estuviéramos desnudos y me penetrara.

Ambos estábamos totalmente vestidos, pero el erotismo y el salvajismo con el que nos tocábamos, besábamos y rozábamos me estaba haciendo sentir que no tardaría mucho en correrme.

Se escucharon voces muy cerca y tuvimos que detenernos.

Separarme de él fue totalmente desesperante, yo quería más, mucho más.

Totalmente húmeda, excitada y con la boca inflamada por los besos regresé a la fiesta.

Después de aquella noche nuestros juegos seguían cada vez más intensos. La adrenalina de que alguien nos pudiera ver le daba un “picoso” aún más delicioso.

Yo seguía buscando mi “enamorado” en la web y ya salía con un segundo candidato, de quien por supuesto le hablaba al Chino, él seguía sin aventura en turno, me decía que se estaba haciendo viejo porque ya no estaba muy interesado en nuevas aventuras.

Yo seguía sin dar el paso de tener sexo con el Chino ni con ninguno de mis “enamorados en turno”, después de dos o tres citas de las que lograba salir “ilesa” sin sexo, encontraba la forma de no seguir adelante y no tener sexo con ellos.

Los besos y toqueteos con mi compañero de trabajo seguían adelante y ese día nos tocó cubrir un día totalmente solos. Los besos apasionados nos envolvieron en la zona de café y pasamos a un punto superior… además de tocar su verga, me puse de rodillas y le di al Chino una de las mejores mamadas de mi repertorio.

Su verga era buena, buen tamaño, buen grosor, todo depilado, súper limpio, una delicia.

Era extraño que un tipo tan “básico”, mujeriego y humilde como aquel tuviera una de las vergas más deliciosas y cuidadas que yo me hubiese comido jamás. Yo me la quería devorar, no podía parar de chupar y mamar su verga súper dura y erecta.

Mirar hacia arriba aquel rostro “feo” desencajado de excitación me puso como loca.

Metía aquella verga hasta mi garganta, la llenaba con mi saliva, luego la sacaba para pasarle de arriba hacia abajo mi lengua, cuando lo sentí a punto de vaciarse puse mis labios muy suavemente en el “gorro” de su picha y sentí ese delicioso movimiento al salir su leche y entrar caliente a mi boca, lo sentí estremecerse y de inmediato lo miré, su cara era el reflejo del deseo satisfecho de darme su leche después de mi mamada.

Abrí mi boca y le mostré su leche… y luego, me la tragué toda y creo que eso lo terminó de aniquilar.

Juro que su verga y su leche son de lo mejor que he probado en toda mi vida.

Después de ese día nuestros “juegos” seguían creciendo… roces, besos, abrazos, mamadas de verga, mamada de tetas… y él insistía en que tuviéramos sexo.

-Hasta donde usted quiera, sin forzarla a nada, nos vamos a un motel y ya estando ahí usted decide hasta dónde quiere llegar, ya es mucho tiempo de estos juegos, siempre con la presión de que nos puedan ver, siempre con el estrés del tiempo, vamos a un sitio donde podamos “jugar” en calma, con tiempo.

Y yo dudaba, yo seguía buscando mi tipo “bien”, los buscaba de mi edad, profesionales, que pareciera “prometer” una relación con ellos, a mí no me interesaba en absoluto tener algo con un tipo como el Chino, casado, sin futuro, tan analfabeto, tan básico. Y él seguía en su discurso de convencimiento, cuál candidato presidencial.

-Usted sabe que yo soy casado, que usted y yo no podemos tener nada serio. Yo sé que usted tiene novio y los dos vamos a seguir igual, yo casado y usted con novio, solo jugamos y ya, tenemos sexo y ya, cada uno con su pareja, pero de vez en cuando teniendo sexo. Yo no tengo a nadie desde hace tiempo y yo creo que no tendré a nadie, yo puedo coger con usted y ya, sin pedirnos nada, sin exigirnos nada.

Y yo solo pensaba y pensaba en el asunto.

Ella llegó al punto de encuentro acordado, una noche de las más frías que hubiese sentido.

Ya no parecía buena idea haber elegido la zona más populosa de la capital, pero fue el primer sitio que vino a su cabeza en su afán de tomar decisiones rápido antes de arrepentirse como tantas veces antes.

Frío el ambiente, frías sus manos, ideas confusas, pero la firme determinación de que esa era la noche indicada.

Aquella llovizna se sentía como pequeñas agujas congeladas en su rostro.

De pronto sintió deseos de ser invisible hacia los demás, menos hacia él, a quién esperaba con ansias, aunque en lo profundo de su ser deseaba que no llegara a la cita, porque así ya no sería su cobardía la culpable, sino su ausencia a la cita. Incluso si él no llegaba, esa sería la excusa ideal para dar por terminado y cerrado aquel capítulo.

¿Miedo? ¿Era miedo lo q sentía?

Queriendo pasar inadvertida, buscó un pequeño espacio entre los vendedores de frutas. ¿En serio?, jamás imaginó que a esa hora y con ese frío los vendedores de frutas seguían ahí, anunciando a todo pulmón sus "fabulosas" ofertas. Afortunadamente aquellos enardecidos pregones garantizando la mejor fruta al mejor precio, lograban hacer inaudibles los fuertes latidos de su corazón, que parecía querer romper su pecho en cualquier momento.

El humo del cigarrillo de quiénes en su pausa de ventas "mataban" el frío con tabaco, era una fuerte amenaza para que su cabello no llegara al "encuentro" con el olor a fresco q ella quería él sintiera.

No había escapatoria al humo, quizá era el horario establecido para fumar porque todos parecían hacerlo a la vez, era el "precio" a pagar por camuflarse entre ellos.

¿Por qué no llega?

Un mensaje...

-Estoy acá, ya llego...

Frío absoluto en su cuerpo.

-Camina hacia la esquina...

Si podía un cuerpo congelado caminar, lo acababa de comprobar, incluso podía caminar lo que se antojaba para ella una abismal distancia, de quizá diez metros hasta esa esquina.

Y ahí estaba.

Ahí estaba y de pronto parecía más alto de lo que en realidad era, se veía muy bien vestido de negro e incluso se veía guapo, algo que a ella nunca le había parecido fuera su cualidad.

Él no dijo nada, solo la miró fijamente a los ojos como dándole tiempo a huir, como disculpándola de antemano si su decisión era volver sobre sus pasos y alejarse de él, pero ella no lo hizo, entonces él extendió su mano y ella la tomó, la mano de él también estaba fría.

De pronto sintió la inequívoca sensación de que estaba cometiendo un error, sin embargo, ella había cometido incontables errores en su vida, pero con ninguno de ellos había logrado vencer al frío de una noche, una de las más frías noches de su vida...

Cruzamos el umbral de aquella habitación y en un momento más dábamos rienda suelta a nuestro deseo. Nos besamos como aquella primera vez en la bodega, con pasión desbordada, con deseo absoluto, ¡Dios como me gustaba besar aquella boca deliciosa!, me comía la boca, me comía la suya.

Llevé mis manos a mi ropa para intentar desnudarme, pero él me detuvo e inició él mismo esa labor, intentó ir despacio, pero en un segundo más tiraba literalmente mi ropa por el suelo, yo igualmente zafaba la suya y en un momento más estábamos totalmente desnudos como durante meses ambos deseábamos.

Su boca fue a mis pechos y aun ambos de pie me los comía, mis pezones estaban duros y me mandaban oleadas de excitación a todo mi cuerpo… en un momento más de nuevo yo estaba de rodillas comiéndole la verga a aquel hombre que yo muchas veces sentía “inferior” a mí y que nada más me tocaba me volvía loca de deseo y pasión.

Sé que él deseaba detenerse un poco e ir a mí, pero no lo dejé y logré ponerlo a mil nuevamente como tantas veces… mi premio… una buena cantidad de leche en mi boca que luego esparcí en mis tetas.

De inmediato nos metimos ambos a la cama y nos entrelazamos entre besos y una nueva erección de “mi hombre”, en un momento más me penetraba por primera vez en la posición de perrito que me dijera tantas veces le encantaba y era en la que desde siempre me visualizara, mi culo grande ofreciendo entrada sin restricción, y mi vagina llena de su verga, entrando y saliendo, mis tetas “bamboleándose” al compás de su bombeo, mis manos puestas en la cama y mis gemidos al nivel más alto, mi excitación me hacía casi gritar.

Chino jadeaba también, Chino casi gritaba en un ronco y excitado son…

Era una locura, él se corrió primero y mientras pasaba suavemente su verga por mi clítoris me corrí yo también, después de tanto tiempo mi vagina era nuevamente asaltada por una verga palpitante que me llevaba justo al cielo. Él cayó sobre mi espalda jadeando, luego ambos retozamos uno muy junto al otro, de pronto él se puso de pie a buscar el control remoto del televisor y lo pude observar, sus nalgas eran preciosas, sus piernas eran fuertes, sus brazos, su espalda.

¿Dónde estaba ese cuerpo?

Si, debajo de aquel uniforme y sus vaqueros de trabajo, estaba escondido aquel cuerpo, era una delicia, totalmente tonificado por su constante práctica del fútbol, con uniforme solo parecía delgado y ya, desnudo era totalmente delicioso.

Y de pronto el patito feo se me presentó como un cisne, su rostro ya ni siquiera me parecía feo, era, era, era el hombre que me acababa de coger después de tanto tiempo sin sexo.

Y hubo otro “polvo” igual de delicioso y luego otro… salimos de ahí con la delicia de tres cogidas con orgasmos volcánicos.

Él volvió a su casa con su esposa y yo a mi convento con la sensación de haber dejado ese miedo atrás.

Los días siguientes fueron algo fríos y eso me desconcertó, para él parecía que todo fue mero trámite, para mí fue un despertar al sexo que llevaba tiempo “dormido”.

Nuestros juegos volvieron con la “promesa” de que volveríamos a tener sexo pronto. Nos pusimos de acuerdo en varias ocasiones para volver a nuestro motel, pero al final por una u otra razón no pudimos.

Nuestra “calentura” era de cada día, en la zona de café, en los pasillos… todo sitio parecía bueno para darle rienda suelta a nuestro deseo.

En esos días conocí a un tipo que me gustó mucho, cumplía mis “requisitos” y empezamos a salir, yo iba más en serio con este nuevo enamorado y en mi trabajo se enteraron, yo aún no lo hablaba con “Chino”, él siempre me decía que no le importaba cuantos novios tuviera siempre y cuando nuestros juegos siguieran, sin embargo no sé si porque se enteró por otro medio que no fui yo misma sentí que se molestó y pasaron varios días en que él parecía molesto, cuando le preguntaba me decía que no era por nada que tuviera que ver conmigo, que a él no le importaba lo que yo hiciera.

Nuestros juegos continuaron igual de calientes y yo seguía en la etapa de “salidas” con mi nueva conquista con quien ya estaba en la etapa de las mamadas en el carro sin llegar al sexo.

Un día Chino me mostró unas conversaciones con una muchachita que podía ser su hija, quién le decía que le gustaba y yo incluso le dije que me prestara su celular y empecé a escribirle alguna cositas caliente, la chiquilla parecía muy interesada en Chino y yo me divertía poniéndole bobadas y que ella creyera que era él quien escribía, me hacía un poco de morbo saber que esa chiquilla estaba tan “atacada” con mi Chino.

En un par de días más el Chino corría como loco porque se vería con la chiquilla en cuestión, arreglando quién le sustituiría ese día en su equipo de futbol, no faltaron las bromas entre compañeros felicitándolo por llevarse a la cama a una chiquilla joven que podía ser su hija. Él salió como quien acaba de ganar la lotería y se fue a ver después del trabajo con la niña imbécil esa.

Me enfermé de los celos.

Me volví loca de los celos.

Morí de celos.

Y nunca antes en todos mis más de cuarenta años de vida sentí algo similar.

Le mandé mensajes a su celular, que jamás le mandara antes, totalmente trastornada de los celos, le envíe fotos de mis tetas y mi concha diciéndole si las había olvidado por los de esa chiquilla, si él prefería a una adolescente idiota a una mujer madura y experimentada como yo.

Perdí la razón.

Y busqué a mi enamorado e intenté hacer lo mismo y no pude, intenté olvidar que mi “horroroso” estaba con esa chiquilla teniendo sexo, teniéndolo yo con el hombre que si tenía todo lo que yo buscaba en un hombre… y no pude.

Los días siguientes fueron la pesadilla más grande de mi vida, absolutamente herida, absolutamente indignada y él diciéndome a cada momento…

-Nuestro acuerdo siempre fue que podíamos tener a alguien más, pero que nuestros juegos no acabarían, ella fue solo una aventura, lo de nosotros sigue igual. Usted tiene a ese hombre y yo no le digo nada.

-Pero a vos no te importa y yo muero de celos.

- ¿Por qué celos si lo de nosotros es un juego, yo soy casado y esto nunca va a pasar a más?

Y él siguió con su aventura adolescente y yo sentí morir cada vez que él se iba como loco a ver con ella… y desde entonces me llené de amargura.

No importaba que tantas veces viera a mi galán y hablara con él, siempre lograba evadir tener sexo y finalmente mi “cita” se fue diluyendo como se fue diluyendo mi esperanza de que Chino dejara a esa chiquilla.

Pero por más fuerza de voluntad que yo intentaba tener, nada más Chino me tocaba y mi cuerpo se volvía loco por él. Y el terror de apoderó de mí y tuve que aceptar que…

ME ENAMORE DE ESE HOMBRE BURDO, BASICO, SENCILLO, ANALFABETA…

Me enamoré como no tenía ni idea que me podía enamorar, como nunca me enamoré jamás.

Me llené de valor y le dije que lo quería (no que lo amaba, no habría podido) y su respuesta fue:

-Lo de nosotros es un juego, yo soy casado y no dejaré nunca a mi esposa.

- ¿Y a la adolescente la dejaras?

-No, con ella seguiré cogiendo y con usted también.

Creo que mejor debió golpearme, me habría dolido menos, cada día intento evadirlo, pero él me busca, intento no estar cerca de él, pero el propicia nuestros encuentros, le he pedido que se aleje y él dice que jamás lo hará.

Me juré no volver a tener sexo con él y no acepté nunca más sus propuestas de ir a nuestro motel de nuevo.

Algún tiempo después, ambos llegamos temprano y nuevamente en la zona de café volví a sucumbir a sus caricias, pero esta vez se intensificaron más de lo usual, más de lo que yo permitía desde que él decidió seguir con su aventura.

-Yo no soy una mujer cualquiera como esa con la que estas

-Yo lo sé, usted no es como ella

Y la rabia volvía a mí, porque finalmente él solo ve en mi placer, sexo… y yo lo amo.

Sus manos hábilmente entraron en mi pantalón y en un momento más lo bajaba a mis rodillas mientras me besaba apasionadamente…

-No, no… no quiero que me penetres nunca más, sucio, asqueroso

Pero mi cuerpo ya estaba totalmente dispuesto a él y ahí al lado de la mesita de café donde tantas y tantas veces nos tocamos y acariciamos Chino después de varios meses volvía a penetrarme, salvajemente, sin protección alguna, con el deseo desbordado, yo perdida en mi excitación, en mi amor y él en su vicio, si, como me lo dijo tantas veces… su vicio las mujeres y el sexo.

Me penetraba con fuerza, rápido, nuestros gemidos ahogados por el miedo y la adrenalina de poder ser descubiertos. Me apoyaba en la mesita y sentía su cuerpo golpetear en mis nalgas mientras su ritmo de penetración fuerte se acrecentaba. Mi vagina estaba llena nuevamente de él, llena del hombre con quien yo “jugaba” y que ahora me atrapaba en su telaraña de sexo, aquel hombre que yo menospreciaba y ahora amaba con locura, sabiendo que jamás me amaría a mí, porque en su naturaleza no está amar… al menos no a mí.

Fuerte, bombeaba, escuchaba mi humedad y el entrar y salir de su verga, mis tetas aprisionadas con mi sostén casi gritaban que las dejara libres para continuar el ritmo frenético de la penetración que me estaba volviendo loca.

Ambos nos corrimos al tiempo, totalmente vencidos por la excitación y la adrenalina. Ese gemido suyo a punto de correrse me volvía totalmente demente. Por mis piernas corrieron fluidos de ambos y contábamos con solo un par de minutos antes que alguien llegara, sin embargo, me volteé y abrazándolo lo bese y lo bese.

¿Cómo pude enamorarme? ¿Cómo?

Y él ya no tenía una aventura solo con la adolescente, él tenía una nueva aventura ahora con otra mujer y me mostraba los mensajes de su adolescente totalmente enamorada de él y los mensajes de su nueva conquista totalmente enamorada de él y entendí que las mujeres eran su vicio y él el vicio de muchas mujeres y de nada me sirvió tener un título universitario y de nada me sirvió ser yo la gran jefe y de nada de me sirvió nada… ese hombre es mi vicio.

Me propuse alejarme de él y me propuse no volver a defenderle en su trabajo como lo hiciera tantas veces antes cuando se metía en problemas y ésta mañana él fue grosero conmigo como otras veces lo fue y decidí no permitírselo más y me molesté y peleamos, peleamos horrible, alguien más se enteró y la cuerda se rompió por lo más delgado… él fue despedido…

Él cree que yo pedí “su cabeza”, él cree que me estoy vengando, él cree que soy una bruja, él me odia… y yo lo amo…

Jamás habría hecho algo que lo lastimara, jamás habría hecho algo que lo perjudicara, pero indirectamente lo hice.

Ahora debo recoger las migajas de dignidad que me hayan quedado, e intentar nuevamente seguir adelante, con mi corazón totalmente destruido, sintiéndome una basura de mujer, un despojo de él… una aventura más. Una mujer a la que él solo usó, cuando yo creí que ambos sentíamos lo mismo.

De verdad Chino creí que me querías.

No buscaré más citas, se acabó eso para mí, necesito sanar…

Sé que estos relatos los leen en su mayoría hombres, sé que sentirán cursi mi relato y muy pocos lleguen hasta este punto, lleguen a leerlo hasta el final, pero a nadie le puedo contar esto, a nadie le puedo decir lo que me pasó porque me da vergüenza… por eso decidí escribirlo y ya escrito decidí colgarlo.

Si no escribía esto… reventaba…