miprimita.com

Fantasía realizada 2ª parte

en Trios

Dos días después de lo vivido con Yeray y Joel, me dirijo al bar donde suelo con tomar algo con Estefanía, Fani, como la llaman todos los que la conocen. Es mi mejor amiga, desde que éramos casi unas crías. Siempre me atrajo de ella ese aire rebelde, le rodea un halo problemático, como siempre le digo yo. No hay semana que no le pase algo raro y digno de contar, aunque esta vez la que tiene algo realmente morboso que contar, soy yo.

Entro en la cafetería y como no, Fani aún no ha llegado. ¿Por qué no me sorprende? Me siento en la mesa más apartada que encuentro, aquí hasta las paredes oyen, y no me apetece que toda la ciudad se entere de mi vida sexual. No sé por qué seguimos viniendo  a este bar. Tradición, quizá. Solo hay gente jugando a las cartas pero con la oreja  bien puesta a conversaciones ajenas. Él camarero, de lo poco salvable del sitio, me sirve dos cañas. Fani y yo vamos siempre a tiro fijo.

-Hola, siento llegar tarde. –Esta frase también es habitual en ella. No creo que lo sientas si siempre lo haces, guapa.

Empezamos hablando de banalidades, aunque me muero de ganas de contarle mi secreto, así que se lo suelto al poco rato.

-¿En serio? ¿Con quién? –Pregunta, con una curiosidad y morbo en su mirada que nunca había visto.

-Con Joel, el del trabajo, y con un chico del gimnasio que conocí hace poco. Yeray, se llama.

-Bueno, ¿y qué tal? Cuéntame. ¿Te gustó? ¿No fue demasiado? –Tantas preguntas me agobiaban, aunque fui contestando poco a poco. Tenía toda su atención.

-Así que a Yeray se le da bastante bien, ¿eh? Podías presentármelo, zorrón.

-¡Oye! –Zanjo. – La verdad es que lo hacía genial, aunque claro, eran los dos contra mí. Estaba en desventaja. Me gustaría probarle en otra tesitura.

-Claro, te lo quieres tirar a él solo.

-Sí, pero quiero ir más allá. Siento que necesito vengarme. Aunque disfruté muchísimo, me dominó de tal forma que quiero devolvérsela, pagarle con la misma moneda, y de paso pasármelo bien otra vez.

-¿Me estás pidiendo…?  -En sus ojos se puede leer la palabra morbo.

-Sí, ¿te apetece? No creo que rechace la propuesta…

-Buff, la verdad es que me apetece que no veas, después de lo que me has contado.

-Vale, se va a enterar este cabrón.

-Cualquiera diría que te hizo pasar un mal rato. –Todo lo contrario, la verdad. Desde el trío, no dejo de pensar en Yeray sujetando mi coleta, domándome como si fuera su esclava sexual, impidiéndome satisfacer a Joel, con su polla ante mis labios. Tan cerca pero a la vez tan lejos. Recuerdo sus embestidas, y a mi cada vez más cachonda, a mí corriéndome, a él corriéndose, y luego  a Joel. Cada vez que lo pienso…

-Lo hablo con Yeray mañana en el gimnasio y te confirmo, ¿vale?

-Genial. Oye, ¿y tienes algo pensado, o improvisamos? –Estuvimos hablando en el bar como veinte minutos más. Le conté alguna cosa que había pensado y ella me dio, alguna idea, aunque estas cosas es difícil planificarlas.  Nos despedimos y me fui a casa a relajarme, mañana había que madrugar para ir al gimnasio.

-¡Yeray!, ¿Qué tal todo? –Era la primera vez que lo veía tras el trío. Habían pasado un par de días.

Me da un beso en la mejilla más largo de lo normal. Está sudando, lleva un rato entrenando. Está tremendo. Fuerte, pero no excesivo, y muy proporcionado.

-Aquí dándole duro. ¿Qué tal tú? Estos días no te he visto por aquí.

-Trabajo, ya sabes.

Hablamos mientras empiezo con los ejercicios que me tocan hoy. Al principio no comentamos lo del otro día, hasta que me pregunta por Joel.

-Está bien, me confesó que el otro día lo pasó en grande. Y yo también, claro. –Le miro mordiéndome en labio. Me gusta la cara que pongo, siento que me hace caso. Le preparo para la proposición que hablé con Fani. –Tengo una amiga que quiere conocerte.

-Vaya, sí que te gustó el otro día. Si es igual que tú, encantado.

-¿Igual que yo? –No entiendo.

-Igual de caliente. –Me susurra al oído. Ya estoy cachonda, qué poco le cuesta.

-Entonces no te importará venir a tomar algo a mi casa esta noche con Fani y conmigo, ¿No? –Ya lo he dicho. Qué fácil. Me mira con mirada encendida, si ahora no hubiera nadie en el gimnasio, dudo que pudiésemos aguantar el deseo de hacernos de todo.

Acordamos vernos a las 10 en mi casa. Mensajeo a Fani al salir del gimnasio. Me contesta casi al instante. Anda que no estaba esperando mi confirmación, la zorra de ella.

Son las 10, y Fani lleva aquí una hora. Parece que tiene más ganas que yo, y eso que no conoce a Yeray. Al menos hemos tenido tiempo para elegir vestuario y maquillarnos. Nos miramos en el espejo, geniales. Fani tiene un cuerpazo, es un poco más bajita que yo, 1’68, pero gasta una 95 de pecho y es realmente guapa. Tiene unos labios que hasta a mí me apetecería besar,  más aun con el pintalabios color cereza que le he prestado y que yo también llevo.

Nos hemos maquillado la una a la otra, entre risas, aunque algo cachondas, al menos por mi parte. Cada vez que pienso en lo del otro día, aunque hoy tendré bastante menos trabajo. Me pone pensar en que someteremos a Yeray, aunque sé que en algún momento nos dominará. ¿Por qué que un tío me someta me pone tanto? Cuando lo hace soy suya, haría lo que me pidiera.

Suena el timbre. Corro a abrir y, mientras sube, nos subimos en unos tacones y le esperamos en la puerta, impacientes. Aún tengo que presentarle a Fani. La miro mientras esperamos y ella me corresponde. Las dos estamos serias, sabemos por qué.

Se oyen pasos en el rellano, y abro la puerta.

-Hola. Pasa. –Actúo como si fuese normal que dos chicas en lencería y tacones recibieran a un chico en su casa.

-Me cuesta pensar en una bienvenida mejor que esta. Hola, soy Yeray. –Se presenta a Fani. Ella hace lo propio y se dan dos besos en la mejilla. Entre uno y otro enfrentaron sus labios por un segundo. Pensaba que se besarían ya, pero si no lo hacía ella, lo haría yo.

-Ven aquí. –Le digo mientras tiro de su brazo y le enfrento a mí. Paso mis labios por los suyos, con suavidad, y nuestras lenguas empiezan a cruzarse. Vaya saludo.

Él siguiente beso que se daría con Fani ya no fue tan inocente. Se comían la boca y a mí me gustaba verlo, me acerqué a él para besar su cuello, esperando mi turno. Aun estábamos en el pasillo.

-Vamos a mi cuarto, que estaremos más cómodos.

Al entrar una silla en el centro de la habitación estaba reservada para Yeray.

-Siéntate aquí. –Le ordeno. Él obedece, de momento. Sé que más tarde puede que no lo haga, pero es también tiene su morbo. Le ato las manos a la espalda con su camiseta, que le acabo de quitar,  y acto seguido Fani y yo nos sentamos sobre él, cada una en una pierna. Seguimos turnándonos a este prodigio de la naturaleza, está tremendo, espaldas anchas, brazos y torso definidos. Juego con mis dedos con sus abdominales mientras Fani le come la boca. Siento ganas de jugar con otra cosa. Le desabrocho los pantalones y meto la mano bajo sus bóxer. Vaya, está muy mojado. Lógico, por otra parte, seguro que no se ha visto en otra igual. Yo también siento el tanga bastante húmedo.

Empiezo a machacársela despacio, miro su polla y me apetece que sienta el calor de mi boca, pero aún es pronto. Me toca besarle, pero no lo hago. Agarro a Fani del pelo y me acerco a sus labios. La beso, y de reojo miro la reacción de Yeray. Veo que ella hace lo mismo. Él nos mira, absorto, se ve que está disfrutando el momento. No dejo de masturbarle. No me resulta desagradable el beso con Fani, a ella parece que tampoco. Igual es por la situación.

Nos separamos, y mientras Fani vuelve a juntar sus labios con los de Yeray, yo me arrodillo ante él, y por fin empiezo a comérsela. Al principio quiero torturarle. Le doy suaves lametones a su glande, y algún beso,  hasta que al final la engullo hasta el fondo, y escucho sus quejidos. Veo que deja de besar a Fani para ver el espectáculo que estoy dando yo, con su polla en mi boca, saliendo y entrando lentamente. Cuando la libero, un hilo de saliva une el glande con mis labios, y mi mirada inocente veo que le pone más cachondo que nunca, y para mi sorpresa veo que Fani me mira con la misma curiosidad.

Me pone que me miren mientras lo hago, agarro la polla por la base y la lleno de saliva, me la paso por los labios y me los golpeo suavemente. Me encantan estas guarradas.

Fani se arrodilla junto a mí y le dejo hacer lo que quiera. Se la mete en la boca con decisión, se ve que tiene ganas. Al cabo de un tiempo me la ofrece, y no la rechazo. Cada vez nos damos menos tiempo, hasta que acabamos yendo cada una por un lado, pasamos los labios y la lengua de arriba abajo, ella por la izquierda, yo por la derecha, y Yeray, con sus manos inmóviles, nos mira, incrédulo, y gimiendo, moviendo levemente sus caderas para sentir aún más esa tortura que le hacemos a medias.

Nos levantamos y le desatamos las manos. Se levanta y nos acerca hacia el, bruscamente, nos coge el culo y nos besa. Juega con la entrada de mi vagina bajo el tanga, estoy muy mojada. Lubrica su dedo y me lo mete lentamente por el culo. Qué gustazo, por favor. Gimo, y por los quejidos de Fani, intuyo que ha hecho lo mismo con ella.

Me bajo el tanga y ella me imita, me arrodillo en el borde de la cama y ella hace lo mismo.

-Ahora nos vas a comer el culo. –Ordeno. Él no tiene problema en cumplir con nuestros deseos y se arrodilla en el suelo, de manera que introduce su cara entre mis nalgas, y siento como su lengua y su boca me recorre la parte interna de los muslos hasta acabar en mi sexo, gimo de gusto, con un dedo me estimula el clítoris y con la lengua se centra en mi ano. Vaya lametones, con sus manos me soba bien el culo. Qué placer. Me acuerdo de Joel, y echo de menos su polla frente a mi boca. Miro a Fani, que no quita la vista de lo que me hace Yeray. Está impaciente por recibir el mismo castigo.

Es su turno, mientras se centra en ella, me deslizo al suelo y juego con su polla. Eso no se lo esperaba. Se la como frenéticamente, se escuchan más sus quejidos que los de Fani. Anda que no está disfrutando. Me la meto entera en la boca mientras le acaricio sus huevos, depilados. Qué suaves. Me apetece probarlos. Mientras le sigo machacando la polla con firmeza.

Yeray se levanta y penetra a Fani, que sigue de rodillas. Yo observo la escena desde la cama. Miro como la embiste sin piedad, igual que como lo hacía conmigo el otro día. Es un animal. La domina como quiere, está concentrado en su tarea, y los gemidos de Fani son muy sonoros. La beso, y él nos mira. Fani llega al orgasmo, mis caricias, mis besos, junto con las salvajes acometidas de Yeray hace que se corra de gusto. Siento cierta envidia.

-Ahora te toca a ti. –Dice Yeray con lujuria en la mirada.

Quiero su polla un rato más en mi boca, y eso mismo hago. La chupo suavemente, nos miramos. Aguanta demasiado. Hago que me coja en volandas. Me penetra mientras me carga contra la pared, y Fani nos observa, aun en la cama, cansada por el reciente orgasmo.

Gimo intensamente, le noto demasiado. De repente, sale de mí, miro hacia abajo y veo a Fani, que se acaba de unir de nuevo a nosotros, con la polla de Yeray en su boca, devorándola. Él no puede más, se queja de tanto placer, y noto como le tiemblan las piernas mientras me mantiene en el aire y tiene que soportar la tortura de Fani.

Me la mete una vez más, pero a los pocos segundos veo que se acelera, y yo susurro a su oído:

-Sí te compartimos, es en todos los sentidos.

Me posa en el suelo y las dos nos arrodillamos ante su polla. Se masturba frenéticamente ante nosotras, y acto seguido su leche está resbalando por mis labios, y después por los de mi amiga. Cuando termina, recorremos su polla con nuestras bocas. Juntamos nuestros labios, llenos de leche, y nos besamos un largo rato mientras Yeray nos mira. Aun se le ve cachondo, y nos restriega la polla por los labios una por una cuando dejamos de besarnos.

Después de tanto placer nos tumbamos en la cama a descansar, mientras nos agradecemos mutuamente el trío. Yeray está exhausto. A decir verdad nosotras también, aunque él ha tenido más desgaste. Fani y yo nos miramos con complicidad, aún queremos más. Prepárate, Yeray, esto solo acaba de empezar.