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Masaje Nuru

en Trios

Caminando por la calle, me encontré una hoja publicitaria en el suelo. No suelo coger lo que me encuentro, pero el diseño me había llamado la atención. Una vela encendida acaparaba la mayor parte del folleto, que rezaba lo siguiente:

"Masaje oriental, con la máxima privacidad y exclusividad. Para hombres, mujeres y parejas. Masajes tántricos y a cuatro manos disponibles".

Sin duda era sugerente, no esperaba que todo fuera como prometía el anuncio, pero eso de "cuatro manos" me apetecía probarlo. Un masaje dado por dos mujeres podía estar bien, y justo acababa de cobrar la paga extra del trabajo. Además, no tenía planes a medio plazo y no sufría problemas económicos. ¿Por qué no probar?

Me decidí a llamar en cuanto llegara a casa.

Fácil, hablé durante unos segundos con una mujer y concerté la cita. Mañana comprobaría si había merecido la pena.

La tarde siguiente, me planté en el lugar que me habían indicado en la llamada. Era un piso, en la calle no había ningún cartel que lo identificase. Al menos era discreto, en eso no mentían. Llamé al timbre y una joven asiática abrió la puerta. Si tuviera que decir un país, diría que era de Tailandia.

-Adelante, por favor. -Me mostró el camino hacia una pequeña habitación con un sofá, parecía la sala de espera del dentista, pues en una mesa había varias revistas, aunque en esta ocasión eran de temática erótica. Decidí esperar sin leer nada, pues la chica me dijo que volvería en dos minutos.

-Masaje a cuatro manos, ¿verdad? -dijo la misma chica, que acababa de entrar con otra mujer, de aspecto algo más joven, ambas lo eran, también parecía de Tailandia, aunque era una suposición. No era ningún experto en eso. -Esta es mi compañera. Ven con nosotras. -Ambas sonrieron y me ofrecieron su mano para acompañarlas. Vestían un batín ceñido de color caoba.

Iba bastante nervioso, no sabía como podía salir el asunto, aunque ellas daban cierta seguridad.

Las acompañé hasta lo que parecía un cuarto de baño bastante grande, con una ducha en medio que no me habría imaginado ni en mis mejores sueños. Era enorme, con un banco en su interior, totalmente acristalada, y con un suelo de marmol, al igual que la pared. Una gran alcachofa redonda en el centro del techo la presidía.

-¡Qué pasada! -Se escapó de mi boca.

-Por aquí. -Fuimos hasta una mesa y al llegar, las chicas se quitaron el batín, quedando tan solo con un ligero tanga. Para no llevar tacones, eran bastante altas, yo sería unos 15 cm más. Me sonrieron, yo les intenté devolver la sonrisa, pero estaba bastante bloqueado. Todo iba demasiado deprisa, aunque para esto había venido.

-Vamos a quitarte la ropa. -Dijo la que parecía más joven. Asentí con la cabeza.

Me quitaron entre las dos la camiseta y los pantalones, también la ropa interior, quedando a la vista mi gran erección. La incertidumbre de no saber que pasaría después hacía que mi ansiedad fuese aun mayor a la normal en una situación como esta.

-Vamos a la ducha. -Iba tras ellas. Observaba sus culos moverse, me apetecía azotarlos. Se quitaron los tangas la una a la otra antes de acceder al interior.

Entramos y el agua empezó a correr. Nos mojamos bajo la ducha, una de ellas estaba delante y la otra tras de mí. Comenzaron a enjabonarme los brazos, primero, la que estaba ante mí se centró en mi pecho, y la que estaba detrás se agachó para seguir con las piernas después de haberlo hecho con mi espalda. De pronto sentí como su mano pasaba bajo mis piernas, acariciando mis huevos, y siguiendo por mi polla. Cuatro manos recorrían mi cuerpo con dulzura, lo que hacía que cada vez estuviera más cachondo. Yo me dejaba hacer.

La que estaba ante mi me sonrió al ver mi placentera reacción. Quería hacer lo propio con ellas. Cogí algo de jabón y fui directamente a las tetas de la que estaba enfrente. Eran bonitas, de tamaño normal, masajeé en circulos mientras nos mirábamos. La chica que tenía detras se había puesto de nuevo en pie, pero seguía acariciándome la polla pasando el brazo por mi lado, y me encantaba.

Me di la vuelta para enjabonar sus pechos después de haberlo hecho con el culo de su compañera, que se dispuso también a manosear mi miembro. Sus culos eran increibles. Era un gusto pasar mis manos por ellos. Probé a azotarlo con fuerza. El sonido me encantaba, me hacía sentir poderoso.

Me señalaron el banco que había en la propia ducha, al fondo, junto a una ventana, mientras nos aclarábamos el jabón de nuestros cuerpos.

-Siéntate ahí, por favor. -Me sugirió una de ellas. Obedecí de inmediato.

Me acomodé, pero ellas siguieron de pie, mirándose. Se besaron con cierta ternura. Sus lenguas jugaban a acariciar sus labios, a turnos, y luego continuaban con largos besos. A la vez se manoseaban las tetas y los culos, con algún que otro sonoro azote, tras lo cual se separaron y sonrieron. Se veía una gran complicidad entre ellas, esto lo llevaban haciendo mucho tiempo, por lo que parecía.

Yo, como espectador de lujo, sentí muchas ganas de masturbarme, y no reprimí mis instintos.

Se acercaron, por fin, y cada una se sentó a un lado del banco, quedando yo en medio de nuevo. Me ponía una brutalidad ser el centro de la situación.

Una de las chicas me agarró la polla decidida, y su mano subía y bajaba por ella. La otra me besó, y decidí, como ella había hecho anteriormente con su compañera, lamerle sus carnosos labios. Ella también lo hacía, y junto con lo que la otra hacía con mi polla, era una delicia.

-Arrodillaos ante mí. -Ordené. La ansiedad me podía hasta tal punto de pedirlo así, tajante.

-Aun creo que es pronto para eso. -Sugirió una de ellas con una bella sonrisa. -No hemos hecho más que empezar, y nos gustaría que disfrutases hasta el final del masaje.

Miré a su compañera, la cuál asentía, también sonriendo. Intenté mantener la mente todo lo fría que la situación me permtía, que era más bien poco.

-De acuerdo, lo que vosotras digáis. -Acabé por rendirme.

No me veían convencido, con lo que prosiguieron:

-Verás, cuatro manos no son dos, como te podrás imaginar. Es un consejo, te lo decimos por pura experiencia. La gente que nos pide más,lo quiere todo de golpe y es raro que llegue hasta el final. Mira, esto no deberíamos decirlo, pero te hemos visto buen chico, y además, lo joven abunda poco por aquí, con lo que de verdad nos agradaría que vieras todo lo que podemos ofrecer, sin prisa.

La más joven seguía asientiendo sin que la sonrisa desapareciera de su cara mientras escuchaba. Era realmente preciosa, las dos lo eran.

-Tienes razón, lo decía porque sentir dos bocas en mi polla al mismo tiempo es una de mis grandes fantasías.

Mientras decía esa frase, había acercado sus labios demasiado a los míos, casi podían tocarse.

-Tranquilo, todo acaba llegando. – sentenció, terminando de juntarse nuestras bocas en un cálido beso, mientras mi polla sentía el calor de la boca de su compañera, sorprendiéndome gratamente. Estaba tan absorto con los labios de una, que no había advertido el movimiento de la otra. Si esto no era el cielo, debía de parecerse mucho. El calor casi asfixiante, a la par que sedante de la ducha cerrada, y dos chicas para mí, dispuestas a todo, aunque sin ninguna prisa para ello.

Separé mis labios de los de ella, para ver como la otra me torturaba con sus labios, que acariciaban mi glande haciendo que me mojase. Sentía la necesidad de devolver favores, con lo que mis manos se deslizaron por sus vientres, hasta acabar en sus respectivos sexos.

La chica dejó de comerme la polla y me besó. Parecía que era el turno de su compañera, y así lo hizo. Volvía a estar en el cielo tras el cambio de papeles. Disfrutaba de sus labios carnosos, tanto con los besos como con las felaciones, y estaba impaciente por sentirlas a las al mismo tiempo donde tantas veces había fantaseado.

Pasado un tiempo, ambas se levantaron y me ofrecieron seguirlas. Las acompañe de la mano. El tour sexual seguía, y sentía curiosidad por conocer la siguiente etapa.

Nos sumergimos en un coqueto jacuzzi, el cual estaba enterrado en el piso. Otra vez estaba sentado entre ambas.

-¿Qué tal la temperatura del agua?

-Caliente, perfecta. Aunque seguro que más baja que la de mi cuerpo. -Intenté responder con ingenio, aunque cuando las palabras salieron de mi boca no me hiceron tanta gracia. Ellas conseguían que me sintiera en la gloria.

Miré a una, y la besé. Cuando giré el cuello para hacer lo mismo con la más joven, ésta no estaba, aunque en decimas de segundo la sensación que sentí en la polla me dio la respuesta. Se había sumergido y me la estaba comiendo de nuevo.

Su compañera reía, mientras se acercaba a mi cuello, próxima víctima de sus labios y su lengua. También de sus dientes. La sensación volvía a ser deliciosa. Me alegraba de haberles hecho caso. La felación subacuática cesó.

-Siéntate en el borde. -Me incorporé y obedecí. Y por fin parecía que se cumpliría la fantasía que había comentado con ellas previamente. Se arrodillaron en el asiento de forma que mi polla estaba a la altura de sus caras. Abrí mis piernas que las dos estuvieran entre ellas y no tuvieran obstáculos.

-Disfrútalo, que hoy estamos juguetonas. -Esa frase casi hizo que explotase.

“Ya era hora”, era lo que se me pasó por la cabeza cuando, cada una por un lado, recorrían mi polla con sus labios. Primero me probaron sus lenguas. Quería no perder detalle de la escena. Ni un segundo. Vivir esto en primera persona era algo que sin duda recordaría mucho, muchos años, sino toda la vida.

Fueron de arriba abajo en incontables ocasiones, y cuando llegaban a tocar el glande reducían el ritmo ligeramente, intentando besarse entre ellas, a pesar del obstáculo que había entre sus labios. Me encantaría agarrar sus cabellos y forzar que siguieran en esa situación para siempre, me lo pedía el cuerpo, pero me contuve, quería que estuvieran los mas a gusto posible, aunque si que posé mis manos tras sus cabezas, me daba sensación de poderío.

Los lametones, chupadas, lengüetazos y todo lo que podía imaginar no cesaba, por partida doble. Mi polla estaba bañada en abundante saliva, tanta que los hilos de esta que dejaban al separarse llegaban hasta el agua del Jacuzzi, donde se acababan perdiendo; y mis huevos, que ellas acariciaban con sus dedos con una dulzura extrema, hinchados a más no poder.

Estaba siendo una felación, que ya solo hecha por una de ellas era fantástica, pero siendo doble era grandiosa. Se comportaban como si estuveran hambrientas y mi polla fuese lo último de este mundo que pudiera satisfacerlas.

-Parad, por favor. Es demasiado. – Había tenido esa sensación que se tiene cuando no falta mucho para correrte.

-Claro, nos hemos dejado llevar, perdona. Nunca nos pasa, pero ya te dije antes que lo joven no suele venir por aquí. -Me halagaban esas palabras, no ayudaban a calmarse, precisamente.

Mis pensamientos no eran otros que correrme, correrme y correrme. No me atrevía a preguntar como podría hacerlo, aunque si aun faltaba mucho masaje por delante, no descartaba no poder llegar al final, lo que me fastidiaría bastante.

-Me encantaría corresponderos. -Sugerí, esperando que aceptaran.

No contestaron, simplemente se miraron y tomaron la posición que yo tenía anteriormente. Interpreté eso como un sí y me arrodillé, en el jacuzzi, ante ambas diosas asiáticas.

¿Por cual empezar? Mis dedos se deslizaron por sus vaginas. Dos para cada una. Me agradó comprobar lo mojadas que estaban, y no precisamente por haber salido del jacuzzi. Eso demostraba que decían la verdad sobre que era un cliente atípico y que realmente apreciaban mi presencia. Con mis pulgares acariciaba sus clítoris con delicadeza. Gemían levemente, cada vez que mis dedos se colaban por sus agujeros. Ambas parecían disfrutar , con los ojos cerrados.

Me apetecía probar su zona más privada, así que acerqué mis labios con la primera de ellas, la más joven, sin que mis dedos dejasen a la otra sin atención. Me resultaba más apetecible y la veía más vulnerable, más inexperta.

Alternaba entre una y otra, sin duda estos minutos me servían para que mi polla se calmase un poco, aunque la experiencia que vivía era caliente a más no poder. La más mayor me agarró fuertemente el pelo mientras mi lengua recorría su vulva y me indicó el camino que más placer le causaba. Gemía fuertemente con mis lametones, lo que me motivaba a no bajar la intensidad.

-Ahora, arrodillaos dándome la espalda, quiero saborearos más a fondo. -Estaba desatado, e intuía que lo que les ofrecía lo aceptarían sin rechistar.

-Dios, este chico cada vez me gusta más. -Comentaron mientras seguían mis instrucciones, de forma que tenía ante mí dos tremendos culos esperando a ser comidos.

Los acaricié con las manos, para después azotarlos en numerosas ocasiones. Ellas se giraron para comprobar como lo hacía, sin duda estaba desbocado y me fui de cabeza, y nunca mejor dicho, a por el que tenía a mi izquierda. Aunque ambos me parecían igual de apetecibles, por uno había que empezar. Pasé mi lengua por su ano, queriendo entrar en él, y la chica gemía. Apreté fuertemente las nalgas contra mi cara, esa sensación de agobio era alucinante. Hice lo mismo con la otra mujer, con la misma reacción. Mientras cambiaba de uno a otro, pude comprobar que ellas aprovechaban para besarse, lo que me daba más ganas aun de seguir con mi gloriosa tarea.

Introduje un dedo por cada vagina al mismo tiempo. Aprovechando la lubricación, fui con cuidado penetrando sus anos. Sus gemidos de placer demostraban que no me había equivocado al hacerlo. Aproveché para estimular de nuevo sus vaginas, mientras lo hacía a la vez con sus anos. Entrar y salir, entrar y salir. Seis de mis dedos trabajaban cada vez más deprisa, prácticamente al mismo ritmo de sus gemidos. Al final, ya con mis antebrazos hinchados y exhaustos del esfuerzo, una de ellas, que llevaba un rato frotándose frenéticamente el clítoris para obtener más placer, terminó por correrse.

Sinceramente, no me lo esperaba.

-¡Lawan! -Exclamó su compañera, casi carcajeando. Su mirada desprendía cierta envidia por las sensaciones que había vivido Lawan. Al parecer, ese era el nombre de la más joven. Salí del jacuzzi mientras ellas se sentaban.

-Tremendo, ha sido tremendo. -susurraba Lawan.

-A mi también me ha encantando aunque no me haya corrido, que lo sepas. -me dijo sin tapujos su amiga.

-Me alegra que os gustase. -Respondí cortés. -Lawan, me encanta tu nombre.

-Gracias. -Respondió, sonriente, aunque con un deje un tanto pícaro . -Aquí el que tiene que disfrutar eres tú. -Añadió, y sin mas dilación, y aprovechando que ya había salido del jacuzzi, se arrodilló ante mí de nuevo y engulló toda la polla que fue capaz su boca. Casi entera. De nuevo una grata sorpresa. Su compañera agarró su pelo y la retiró, liberando de nuevo mi miembro. Lawan había sido tan impetuosa que su saliva aun unía mi polla con su boca.

Su compañera le reprendió a Lawan en su idioma. No lo entendí, lógicamente.

-Tienes razón, lo siento. -Respondió Lawan. Ambas se pusieron en pie y me ofrecieron su mano. Parece que aun había más para mí. Seguía pensando en correrme, desde que las dos bocas se centraron en mi polla, pero por otro lado quería que no acabase nunca lo que estaba viviendo.

Llegamos a una especie de gran colchoneta en el suelo. A su lado, un cuenco con un líquido transparente y varios recipientes de colores, que parecían ser lubricantes con sabor.

-Túmbate boca arriba. -Indico la compañera de Lawan.

Así lo hice. Aquí parecía comenzar el verdadero masaje. Con todos esos líquidos, sin duda, prometía ser interesante cuando menos.

Comprobé como embadurnaban mi cuerpo con la esencia que contenía el cuenco. Estaba caliente.

Mis piernas, mis brazos, el resto de mi cuerpo, hasta mi polla, donde volcaron mucha cantidad de lubricante, aunque aun quedaba bastante en el cuenco que parecía estar hecho de bronce, o algo similar.

Volvieron los lametones simultaneos a mi polla, y cada una con una mano me masturbaban. La sensación era más que intensa gracias al lubricante. Me retorcía de placer.

-Ahora boca abajo.

Mi polla asomaba levemente entre mis piernas, al menos el glande y gran parte del tronco. No creo que nunca hubiera estado tan grande. Pronto noté como dejaban caer sobre ella el lubricante y acto seguido la manoseaban. La sensación es la tortura mas placentera que recuerdo. Superaba con creces cualquier cosa.

-Madre mía que gustazo. – Se lo hice saber. Noté como ambas chicas deslizaban una mano cada una por mi glande, y debido a la excesiva lubricación, sus manos se perdían bajo mi vientre hasta llegar a la base de mi polla.

Esa masturbación era un puntazo. De repente, me sorprendieron cada una por un lado, por si tuviera ya poco placer, lamiendo mis orejas, susurrando cosas de lo mas cachondo a mis oídos, alternándose, para que pudiera enterarme bien.

-Créeme que aun disfrutarás más.

-Si no te corres de gusto antes, claro.

-Luego quiero que te corras en mi boca.

-Nos vas a llenar la boca de leche caliente, ¿verdad?

-Esperemos que tengas mucha ahí guardada para las dos.

-Cuando te corras, te limpiaremos la polla con la lengua.

-Y queremos que nos obligues a hacerlo, que hasta ahora te has portado demasiado bien.

-Dinos que te quieres correr ya, por favor.

-Queremos tu leche, ahora.

Realmente, quería haber follado con ellas, pero no podía más. La idea de correrme llevaba en mi mente mucho tiempo, y esos susurros habían terminado por desquiciarme del todo. Además, ellas mismas me indicaron exactamente dónde querían mi lecha. No podía estar más de acuerdo.

-Quiero correrme, chicas. Y mucho.

-Adelante, tu eliges cómo. Ese es el “premio” por llegar aquí, ni siquiera la décima parte de los hombres que vienen llegan hasta aquí, el resto se corre de gusto antes. -Me explicaba.

-Bastante antes, diría yo. Alguno no pasa de la ducha. -Remató Lawan.

Lo tenía bastante claro, creo que de todas mis fantasías, esta era una de las más recurridas, por no decir la que más. Me incorporé y me puse en pie. Ellas, permanecían de rodillas, sentadas sobre sus talones, dejando sus manos en la espalda. Estaba claro que podía hacer lo que quisiera. Y ese poderío se sumaba a todo.

-Creo que os tomaré la palabra sobre todo lo que habéis dicho, espero que os guste mi leche.

Comencé a masturbarme frente a sus bocas, abiertas. Sus lenguas rozaban mi glande, apunto de estallar. No me daban distancia.

La liberación llegó a los pocos segundos, mi volcán no aguantó más y soltó toda su lava a chorros. Uno para Lawan y otro para su compañera, alternando, así hasta que lo solté todo. No exagero si digo que fueron unos diez segundos, una cantidad bestial. La leche rebosaba de ambas bocas y caía por sus tetas a sus muslos.

Una vez calmado, soltaron sobre sus tetas la leche que quedaba en sus bocas, que puedo asegurar que era bastante, y tomándoles la palabra, las agarré del pelo con decisión y las obligué a limpiarme lo que quedaba. Con mi polla en medio, los lengüetazos se sucedían, y con cada uno de ellos me estremecía por haberme corrido recientemente. Era como una sacudida, y a las chicas les hacía gracia seguir torturándome. Acabaron de limpiármela para seguir con un largo beso aderezado con la leche que aun quedaba en sus bocas.

Cuando acabaron, por fin, se limpiaron con el dorso de la mano y se levantaron.

-Creo que tenemos que volver a la ducha. -Dijo Lawan, señalando su cuerpo.

-Nos has bañado en leche, cabrón. -su compañera sonreía mientras lo decía.

Las acompañe a la ducha y les ayudé a limpiarse.

-Muchisimas gracias, de verdad. -Las abracé. De veras estaba agradecido, a la par que exhausto.

-Se que no debería decir esto al estar en el trabajo, pero creo que estamos las dos de acuerdo en repetir contigo en otra situación. -Dijo Lawan.

Su compañera asentía aunque no parecía convencida.

-Desde que te has corrido te has acelerado, ¿eh zorra? -Le recriminó ésta acompañándolo de un azote. -Creo que no deberíamos, pero a mí también me apetecería. Joder, es que hasta tu leche no me sabía mal, cabrón. Era algo dulce, ¿no?

Lawan se mordío el labio mientras asentía.

-Y mira que viene cada tío aquí, que me cuesta. -Continuaba su compañera. -Alguno menos mal que se corre ya con las pajas. Fue buena idea susurrar al oido cuando están ahí tumbados. Con la segunda o tercera frase, corrida bestial. Entre eso y nuestras manos...

-Les encanta. Se van contentos, aunque si aguantasen un poco descubrieran lo que tú...

Ambas soltaron una sonora carcajada, yo aun estaba asimilando el que quisieran follar conmigo más veces. Estaba pletórico. Y demasiado a gusto con ellas.

-Yo no me corrí de milagro, os lo aseguro, aguanté a duras penas, porque al final lo hacíais despacio que si no... -Aporté. -Era realmente insportable, con esas frases se te dispara la imaginación.

-Y hacerlas realidad, ¿no es mejor? Ya te dijimos que queríamos que disfrutases hasta el final, por eso fuimos más despacio. Tenías leche para dos, y para tres. Vaya fuente estás hecho. -Lawan me guiñaba el ojo mientras me hablaba. El ambiente de complicidad que habíamos creado los tres en apenas una media hora era fantástico.

-Alguien aguantaría, ¿no? -Sentía cierta curiosidad.

-Claro, mucha gente, pero los pocos jóvenes que suelen venir sois los que mejor rinden. Tu te has portado genial, otra gente suele ser más abusiva y eso no nos gusta. Es nuestro trabajo, pero cuanto más fácil nos lo pongan, más agradecidas estamos al final. Es lógico.

- Claro, muchas gracias, supongo. Pues... hasta la próxima, espero. -Despedida escueta, pero suficiente para habernos conocido hace menos de una hora.

-Adios, guapo. La siguiente haremos algo más fuerte que esto, ¿no? Te vemos preparado. -Ponen el liston demasiado arriba.

-Vosotras mandáis, que haciéndoos caso me ha ido genial. -Más fuerte que esto... Se referiran a follar, porque otra cosa...

Nos despedimos con un par de besos, y fui a vestirme. Se oían sus risas de fondo, pero no acerté a escuchar lo que comentaban. Sin duda la experiéncia había merecido mucho la pena. Y tenía pensado repetir, teniendo en cuenta que en nuestro próximo encuentro follaremos y la cosa no se quedará en un mero, aunque completísimo masaje erótico.