miprimita.com

Reencuentro

en Hetero: General

Hoy, después de muchos meses, voy a reencontrarme con mi ex. Lo dejamos hace casi un año, pero aún tenemos una relación de amistad muy fluida. Hablamos casi a diario, aunque nuestro gran problema es la distancia, pues vivimos en ciudades diferentes.

Estoy nervioso mientras la espero en la estación de tren. Llega con retraso, qué raro. Me dedico a dar paseos por la terminal, y por fin, la veo. Me sonríe y viene a mi encuentro. Yo hago lo mismo y le ayudo con la maleta.

Nos dirigimos a mi casa para dejar su equipaje y que se pueda asear. Después, iremos a cenar por el centro. La tarde es agradable. Mientras caminamos, nos contamos con detalles que tal nos va. Solemos hablar por teléfono, pero no solemos centrarnos en nuestras vidas, más que por pura formalidad. Hablamos de temas de actualidad, generalmente, rara vez nos centramos en nosotros. Tenemos una relación bastante agradable, a pesar de ya no ser novios.

Llegamos a mi casa y pasamos a la habitación. Coge un par de cosas y entra en el baño. Tras unos minutos de espera, sale. Está impresionante. Tacones negros, pantalones vaqueros ajustados y una camiseta corta bajo la que se intuyen unas tetas perfectas. El pelo negro recogido en una coleta.

Se acerca. La atmósfera ha cambiado, y noto una erección. Se sienta en mi regazo y nos miramos. Nuestros labios están muy cerca.

La beso. Suavemente y con delicadeza, como si fuera la primera vez. Su mano se apoya en mi paquete, mientras la mía sube por su pierna. Nos levantamos.

Entramos en el baño, y nos desnudamos el uno al otro rápidamente. Jadeamos, nos besamos y nos tocamos todo. No sabría decir quien tiene más ganas de los dos, pero yo estoy a cien. La pongo contra el lavabo y me coloco tras ella, cogiendo su coleta con fuerza, y juego con su ya mojada vagina. Lubrico su culo poco a poco y le meto poco a poco un dedo. Noto como se estremece mientras susurro a su oído.

-Quiero hacer todas las guarradas que se nos ocurran, ahora. –Entre gemidos, veo como asiente. Le azoto el culo y nos metemos en la ducha.

Los besos no cesan. Bajo el agua nos masajeamos con el gel de vainilla generosamente. Me coloco tras ella y le acaricio las tetas, mezclando suavidad y brusquedad. Soy muy impulsivo, pero se jugar con delicadeza cuando hace falta.

Noto como me agarra la polla mientras aún sigo detrás de ella, y me la comienza a machacar despacio. Su mano resbala demasiado como para poderlo soportar. El placer es inmenso y yo dejo oír un gruñido de gusto. Ella gira su cabeza y me mira, con una sonrisa, mordiéndose un labio, y me besa. Nuestras lenguas juegan arriba, y nuestras manos, abajo. Yo aprovecho para deslizarlas. Una, por su vientre hasta su vagina, y la otra por su espalda para azotar su culo.

Me encanta darle azotes, y ese sonido… ¿Puede haber algo mejor? Deslizo esa mano también por su sexo y la uno a la otra que ahora jugaba con su clítoris. Susurro a su oído un par de guarradas y sin ella mediar palabra, se gira mientras se arrodilla ante mí. Escudriña mi polla, como si no la conociera, para después de agarrarla fuertemente, deslizar su lengua desde la base hasta la punta.

-¡Qué gustazo! –Solo ver como lo hace ya me parece increíblemente sexy.

Se levanta, después de unos segundos, y corta el agua.

-Vamos. –Dice, mientras me tiende la mano para que ambos salgamos. Siempre que salgo de la ducha siento frío, es normal. Ahora era difícil no tener una sensación de estar a 40ºC.

Rodeo su hermoso cuerpo con una toalla, y observo como se seca. Hasta en esa acción tan cotidiana resulta sexy. Me mira, con una sonrisa, y una vez acaba, me la ofrece. Yo no puedo más y la cojo en brazos, aun mojado. Cargo con ella contra la pared, y nos besamos violentamente. Ella se agarra a mi brazo y me acaricia la cabeza. Tengo unas ganas inmensas de penetrarla, pero me contengo. La poso en el suelo y le pido que se suba en los tacones.

-Así estoy casi a tu altura. –Me dice mientras se sienta en el taburete del baño y comienza a calzarse los taconazos negros. Me encantan. Subida en ellos tiene más presencia, y me parece todavía más potente.

Se levanta y se sitúa frente a mí, en actitud desafiante. Desliza su lengua por mis labios y me coge de la mano, llevándola a su clítoris. Está realmente mojada. Y yo también. Con la otra mano empuja mi cabeza hacia abajo, indicándome lo que debo hacer a continuación. Me arrodillo ante ella, para sumergirme, sin remedio, en su lugar más privado. Lo lamo y lo beso con suavidad, aunque me cuesta controlarme. No puedo evitar masturbarme mientras lo hago.

Miro hacia arriba y ella me corresponde, aunque de vez en cuando cierra los ojos por el placer que le proporciono. Introduzco un dedo en su lubricada vagina y ella gime más fuerte.

Me coge el pelo para acercarme más a ella. Más tarde se gira y apoya sus manos en la encimera.

-Cómeme el culo. –Ordena secamente. Sus deseos son ordenes, pienso para mí.

Mis labios y mi lengua llegan a todos sus rincones. Su mano sigue agarrando mi pelo y me lleva a donde ella decide. Agarro su trasero. Lo manoseo y lo azoto con fiereza, a modo de respuesta. No voy a someterme tan fácilmente, y mis ganas de torturarla y dominarla crecen exponencialmente con cada orden que da.

A ella también le gusta dominar, y qué bien lo hace. Te hace sentir insignificante, pero a la vez te entran unas ganas terribles de venganza, y sé que puedo llevarla a cabo.

Me levanto y la beso. Le muerdo el labio y ella se queja. Ya estoy descontrolado. La acorralo contra la pared y la cargo en mis brazos. Por fin, la penetro, y siento sus uñas clavarse en mi espalda y en mis brazos. Gime junto a mi oreja, y me da suaves mordiscos. Marco el ritmo que quiero, aunque tras cada embestida, entre sus gemidos, el placer de la penetración y esos sutiles mordiscos, siento que mis fuerzas van flaqueando poco a poco. Me derrito tras pocos segundos y no tengo más remedio que devolverla al suelo.

Sin dilación, se arrodilla, sentándose sobre sus talones, y mi polla desaparece en su boca. Siento un gran descanso, y entorno la mirada al blanco techo del baño. Cierro los ojos y me concentro en disfrutar del calor de su boca y de sus manos recorriendo mi abdomen. El ambiente aún está cargado y con el tremendo calor me ha dado tiempo a secarme y a romper a sudar por el esfuerzo, y solo acabamos de empezar.

Miro como me la come, un hilo une sus labios y mi polla cuando sale de su boca, y me balanceo hacia adelante para sentirla más. Llega hasta el fondo, noto todo su calor. Ella me acaricia los huevos, y cuando me los lame me masturba. Me la deja tan mojada que su mano resbala con rapidez.

Agarro su larga coleta y tiro con firmeza, de manera que su cara mira hacia arriba. Está totalmente a mi merced, y aprovecho para iniciar mi venganza, que espero tenga su colofón al final de nuestro más que placentero reencuentro.

Restriego mi polla por sus labios y doy suaves golpes sobre ellos. Su mirada despide fuego. Sé que le gusta que la domine, pero con ciertos límites, y lo que me propongo roza la humillación, pero estoy tan cachondo que me apetece hacerle todas las guarradas que se me van ocurriendo. Parece enfadada, y escupe en mi glande en señal de rebeldía e intenta meterse la polla de nuevo en su boca. Hay mucha saliva, y parte cae al suelo, yo cada vez me excito más y ella cada vez la chupa con más ímpetu. Le resbala por la mejilla y yo siento un placer insoportable por lo cerda que es la escena que estoy disfrutando.

Nunca la había visto tan guarra, y yo lo agradezco.

-Vamos a la habitación. –Se levanta y se limpia la saliva de los labios con el dorso de la mano en un gesto lascivo, mientras se contonea y se dirige a la habitación.

Yo la sigo y veo que se arrodilla en la cama. Vuelvo a meter mi cara en su culo. Una sensación de agobio me invade cuando siento su mano agarrando mi pelo, forzando a que me sumerja aún más entre sus nalgas.  Pero me encanta, lo disfruto como si estuviera recibiendo placer yo mismo, y ella, por sus leves gemidos, también parece hacerlo.

-Túmbate. –Me pide, y como si de una amazona se tratase, me monta y se empieza a mover de arriba abajo con gran destreza. No recordaba el gusto que daba que me cabalgase. Se muerde los labios, su pelo se alborota más y yo aprovecho para coger sus tetas y agarrar su culo, facilitando sus acometidas. Ella descansa sus manos sobre mi pecho.

Cada vez estamos más acelerados, siento que si seguimos así me acabaré corriendo, así que le pido un cambio de postura.

Nos tumbamos de lado, yo tras ella, y la penetro. Me muevo despacio y le pido que se masturbe. Juego con mis dedos en su boca, y ella me los chupa, recordándome lo que acababa de hacer momentos antes con mi polla. Lo hace genial. Aprovecho que mis dedos están mojados para masajear su clítoris.

-Te la voy a meter por el culo, ¿vale? –Ella asiente y se gira para besarme.

Primero introduzco un dedo para ir agrandándolo, y luego pruebo poco a poco con mi polla.

-Vete más despacio. –Me implora. La obedezco, y entro con más suavidad, hasta que la tengo entera dentro de su culo. Empiezo a moverme con algo más de viveza y noto una presión inmensa. Qué gusto. Ella, por sus gemidos, también está disfrutando.

Quiero que se corra, me encanta que lo haga. Mientras entro y salgo con más facilidad, aprovecho para masturbarle el clítoris, e introduzco un par de dedos por su vagina.

-Uff, es demasiado. –Se queja por la doble penetración, pero me deja seguir. Sé que le encanta, y mi dedo resbala por su clítoris cada vez con más rapidez, llegando al final a dar ligeros golpes. Noto como su cuerpo empieza a temblar, y al final, termina por correrse. Lo deja todo perdido, eyacula a chorros, como si fuera una fuente. Tapo su boca con la mano mientras se corre de gusto para aplacar los fuertes gemidos que emite por el orgasmo. Por culpa de la excitación de ver como se corre, la presión de su culo sobre mi polla, y todo lo vivido, aguanto a duras penas.

-Arrodíllate. –Sugiero un cambio de postura para darme un último respiro, y acabar como tengo planeado. La penetro por detrás. Sujeto sus caderas mientras ella se balancea y marca el ritmo. Gime discretamente con cada impulso, y yo me deleito contemplando su figura. Está realmente buena. Tiene un culo bien trabajado, muy bonito. Lo agarro y lo azoto cada vez que viene y va. Ella se gira para mirarme, y me pide que la embista. Joder, es insaciable.

Yo empiezo a moverme, despacio, poco a poco intento aumentar el ritmo. Le doy azotes cada vez que se aproxima. Otra vez ese sonido. Me siento poderoso agarrando las caderas de esta mujer. Ella gime y yo cada vez quiero poseerla más. Vuelvo a recoger su coleta con mi mano y la someto. Hago que se balancee al ritmo que yo quiero. Es mía, y me encanta. La manejo a mi antojo, y sus gemidos, cada vez más fuertes, son signos de aprobación de lo que estoy haciendo.

Ahora sí que me siento como un Dios, domando a esta fiera, que me pide más y más. Pero en el fondo no soy más que un mortal, y no puedo más. Sin soltar su pelo, sigo dominándola, y con la otra mano me masturbo unos segundos, para acabar corriéndome sobre su culo. Dejo que se gire para que vea como se lo lleno de leche caliente.

Emito gruñidos de mucho placer, y no dejo de mirarla y de agarrar su pelo. La suelto cuando acabo. Ella, se gira, acerca su boca a mi polla, ya calmada, y le da suaves lametones. Pasa sus labios por el glande para limpiarla. Cuando acaba, nos abrazamos y seguimos besándonos un largo rato. Tenemos unos cuantos días por delante, donde espero que sigamos follando como locos. Sin duda, el reencuentro ha sido apasionante.