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Servicio total

en Dominación

            Cuando pedí personal de servicio para mi casa en la playa, puse el siguiente anuncio: (se necesita personal de servicio para casa en la costa andaluza, solo personas obedientes y trabajadoras, buen sueldo, neto tantos euros).

Mi intención con lo de "obedientes" era no tropezar con gente respondona y grosera, pero encontré algo "distinto".

Mi oficio es el de escultor y vendo caro todo lo que hago, estoy, como se dice "valorado", mi creación requiere espacio y tranquilidad. Tengo dos grandes casas, una en el interior y otra en la costa, y paso medio año en cada una; mi situación económica es totalmente desahogada.

Cuando hice la cuarta entrevista de trabajo se presentó una pareja de unos treinta y cinco años (yo tengo cuarenta y cinco), los hice pasar a una salita que mira al mar y hablamos. Ella se llama Verónica y es una morena escultural, alta y con un trasero perfecto, que hace juego con su cintura de modelo, su sonrisa y su mirada son una mezcla de coqueta y tímida. Enrique (su pareja) es muy dulce y servicial, con una voz algo afeminada y un aspecto fuerte y limpio.

   La entrevista fue algo, "como de otro tiempo", la aptitud de los dos era de un respeto a mi persona como si yo fuera un Conde de los de antes, "cosa que me hizo sentir extrañamente excitado", les narro unas pinceladas de la conversación.

 

 —Quiero unos empleados que sean educados y serviciales, el trabajo consiste en limpiar la casa, cocinar y hacer los recados que yo mande, y que vivan aquí; doy un descanso de tres horas por la tarde y un domingo al mes, y pago la cantidad que vieron ustedes en la oferta, yo me llamo Ernesto, ¿qué les parece?  —dije con serenidad, y me contestó Verónica.

—Señor somos una pareja totalmente servicial, nos encanta hacer nuestro trabajo bien hecho y nuestra lema es obedecer "a todo lo que nos ordene nuestro señor", yo me llamo Verónica y mi pareja se llama Enrique y hemos trabajado en dos casas durante cinco años, puede usted pedir referencias nuestras señor; ¡estamos a su total servicio para todo lo que ordene!  —dijo agachando la cabeza y mirando al suelo.

— ¿Que motivó que dejaran su anterior trabajo? —pregunté, y me contestó Enrique.

—Mi señor, nuestro anterior señor tuvo un accidente escalando y desapareció. Si nos acepta seremos fieles y obedientes, puede ordenarnos lo que desee, Verónica está a su servicio para todo, repito; ¡para todo!, y yo, ¡también!  —dijo dejándome confuso.

 — ¿Qué quiere decir con "para todo"? —dije sonrojado, y me contestó Verónica.

—Señor si lo desea podrá utilizarnos como quiera, incluso sexualmente, y lo podemos atender en su aseo íntimo, con depilado de zonas erógenas o masajes, solo tiene que mandarlo. 

—Si tanto necesitan el trabajo y lo hacen bien les daré el empleo, no tienen necesidad para ello de ofrecerse sexualmente  —dije algo molesto.

—Señor no es por necesidad, es nuestra forma de servir, somos felices entregándonos en cuerpo y alma a nuestro trabajo, pero si no quiere "usarnos", ¡como usted desee!, nuestro anterior señor solo usaba a Verónica —dijo Enrique.

—No estoy acostumbrado a tanta entrega de mis sirvientes, los contrataré; pero solo porque los veo muy obedientes y creo que harán bien su trabajo, los contrato a prueba, pero nada sexual. —dije mientras noté mi pene duro al cruzar las piernas.

  

Pasaban las semanas y yo era feliz, ¡si pedía silencio no hablaban ni entre ellos!, y la comida, ¡riquísima!, ¡como guisaba Verónica!, y Enrique siempre estaba limpiando suelo y muebles, y el jardín lo tenían precioso. Un día después de esculpir una estatua me sentí muy cansado y pedí a Verónica una copa de ron, ella me la trajo y se quedó con la bandeja esperando por si quería otra. Llevaba su uniforme con minifalda azul y blusa blanca, sus piernas firmes resplandecían. Después de tres copas me sentí más atrevido y le pregunté.

 

—Me dijisteis que dabais masajes, ¿me podríais dar uno ahora?

—Por supuesto señor, voy a llamar a Enrique para que traiga el aceite y las toallas.

— ¡Gracias Verónica! —dije alegre.

  

Volvió junto con Enrique, y pusieron dos toallas en mi cama y me desnudaron totalmente. Me tumbé de espaldas y noté unas manos  masajear mi espalda y otras manos más ásperas las piernas, ¡qué bien lo hacían!, me relaje a tope. Enrique comenzó a masajear mis muslos, rozando con sus dedos, "como por casualidad" mis testículos; ¡me estremecí de placer!, ¡nunca me había tocado un hombre!, pero la suavidad de sus caricias era algo increíble; y me dejé hacer. Verónica bajó las manos hasta mi culo, masajeando mis glúteos y encontrándose con las manos de Enrique en mis testículos, los cuales sobresalían distendidos por detrás, teniendo las piernas abiertas como las tenía. Las uñas de Verónica rozaban mi escroto, también tocaban mis huevos los dedos ásperos, pero de tacto dulce de Enrique, el cual me pregunto.

 

—Le relaja mi señor.

— ¡No sabes cómo! —le contesté.

  

Me di la vuelta y mientras Verónica acariciaba mi pene con aceite Enrique masajeo mis testículos con suavidad, y  los pocos minutos me preguntó

 

— ¿Señor puedo acariciarlo más íntimamente?

— ¡Claro! -respondí confundido y muy excitado sin saber a qué se refería con " más íntimamente".

 

 

Enrique acercó su cara a mi escroto y comenzó a succionarme un testículo con dulzura, chupándolo con deleite. Mientras tanto Verónica aceleró el bajar y subir de mi prepucio con sus finas manos, ¡mi pene quería reventar de placer!, entonces pedí a Verónica que me mostrara sus firmes pechos y ella soltó mi pene y se desnudó completamente, dejado ver unos pezones como garbanzos y una vagina totalmente rasurada y muy bella. Después continuó meneando mi pene, yo acaricié su firme culo y lo pellizqué, ella aceleró más y me corrí de golpe, ¡con una sacudida como nunca!, mi semen fue a parar a la cara de Enrique que estaba enfrente con mi huevo en la boca. Me corrí con varios chorros, "espesos como la jalea real"; el, al sentir el calor de mi semen en su rostro, liberó mi testículo de su boca y me miró a los ojos sonriéndome,  mientras se quitaba de sus ojos el semen que le impedía mirarme con claridad. Mientras tanto Verónica chupo mi pene y mis testículos "absorbiendo todo líquido en mí partes nobles", después beso a Enrique y lamió todos los chorreones de su cara. ¡Me sentí alabado como nunca! Después de esa experiencia trabajaban con más ahínco aún, ¡se los veía contentos!

Desde ese día todas las semanas Enrique me afeita los pelos de los testículos con esmero (así me gusta tenerlos, "peladitos"), y siempre después del afeitado me hace una mamada y se traga mi semen directamente dentro de su boca, "como una inyección de su amo", ¡dándome las gracias al terminar! Verónica por su parte, siempre que tiene ocasión se agacha en mi presencia mostrándome su culo y su coño desnudos bajo la minifalda azul de su uniforme, (no utiliza ropa interior) yo sé que desea que la penetre, pero me resisto a seguir sus tendencias de sumisión hasta el final; solamente la dejo que me enjabone todos los días en el baño, y que después me la chupe desde el filo de la bañera; a ella me gusta descargarle el semen sobre el rostro, del cual lo recoge y lo bebe, dándome también las gracias al terminar.

Un día que di una fiesta, y un amigo gay me dijo que Enrique era muy guapo, y se me ocurrió una maldad. Le pregunté a Enrique si podría complacer a un amigo, y me dijo que sería un placer entregarse para satisfacerme. Los reuní en un cuarto y el deje solos; después mi amigo me dijo que penetró el ano de Enrique hasta correrse dentro de él, y que al acabar, ¡Enrique le dio las gracias! Ese día mi amigo me dijo que lo había hecho el más feliz del mundo.

 

Otro día, después de terminar de esculpir una gran estatua de mármol, entré a su habitación, pidiéndoles que me prepararan el baño, y los encontré follando. Al verme, Enrique se "apeó" de Verónica diciendo.

 

— ¡Ahora mismo señor! —y salió corriendo dejando a Verónica en pompa, y con el chocho abierto y brillante asomándole por detrás; ella ladeo la cabeza hacia atrás y me dijo.

—Si usted gusta, mi señor; puede penetrarme.

— ¡No gracias!, estoy cansado y esta es "vuestra fiesta".

 

 Me duché pensando en ese coño ofrecido, y al final de la ducha entro ella y me hizo la mamada diaria del baño.

Una semana después, tras una tromba de agua se atranco el sumidero del patio y salí a ver como lo desatascaba "mi servicial pareja". El daba con un chupacharcos de rodillas, y Verónica recogía el agua que salía con un trapo; ¡con el culo en pompa!; al verme alzó más el culo mostrándome su raja salida por atrás, bajo la minifalda de su uniforme, ¡Mi pene creció dentro del pijama al momento!, Enrique vio el bulto de mi pantalón y mi mirada fija en el coño de Verónica y me dijo.

 

—Señor si desea penetrarla dejamos el desatasco para después, yo puedo acariciarlo mientras la penetra si lo desea mi señor.

 

 

¡Con sus palabras mi pene se puso duro como un cañón de artillería!, y dije.

—Vale, ¡me la follo!, ¡no aguanto más!, y te dejo que me acaricies Enrique –afirmé

— ¡Gracias mi señor!, -dijeron a coro Enrique y Verónica.

  

Me quité el pijama y lo tire a un charco, Me acerque a Verónica por detrás y le metí la polla hasta los huevos, ¡de un golpe!, mientras Enrique me acariciaba los cachetes desplazando sus manos al compás de las embestidas que le daba con mi polla a su querida Verónica, la cual comenzó a jadear a gritos. Me agarre a su redondo culo con mi polla dentro de ella, mientras su minifalda  rozaba mi vientre con cada penetración de mi gordo capullo. ¡Aceleré!, mientras Enrique me decía. 

 

—Señor qué bien lo hace usted.

 

Mi gordo y largo pene entraba y salía con energía del bello coño de Verónica, que lo apretaba con sus músculos. Enrique comenzó a acariciar mi ano con una mano y con la otra magreaba mis cachetes, bajó la mano y la coloco para hacer de "tope" de mis testículos balanceantes, que golpearon contra su mano en cada salida del interior de Verónica.

Mi duro pene cogió un ritmo frenético, ablandando totalmente el coño de Verónica, el cual se puso como una babosa. Mientras tanto Enrique me introdujo "un dedo en el ano" y lo movió muy dulcemente, "parecía una lengua por la delicadeza". Cuando estaba a punto de correrme saqué mi polla casi morada, "de empalmada que estaba", y los puse a los dos de rodillas delante de mí, para que me la chuparan alternativamente, ¡como chupaban!, estando mi pene en la boca de Verónica y mis testículos sopesados por la mano de Enrique me corrí, ¡como nunca!, ¿cómo pude echar tanta leche?, ¡notaba los chorros ascender por mi pene hasta desembocar en la boca y la garganta de Verónica!, ¡¡que corrida!! Saqué mi pene duro y brillante mientras se derramaba un hilo de semen de la dilatada  boca de Verónica, manchando en su caída la blusa blanca de su uniforme de "trabajo". Después Enrique relamió mi pene con un mimo inusitado, tragando cualquier rastro de semen,  cuando acabó me dieron las gracias los dos por dejarlos "atenderme correctamente".

  Desde entonces me hacen cosas, ¡inconfesables!, todas las cosas que se me van ocurriendo, cada vez más sofisticadas.

A veces pienso que está mal, pero viendo como disfrutan con cada proeza de mis ocurrencias solo pienso en continuar.

                                                                                                   -Fin-

                                                                                          (C) Tahotlo 2016

                                                                       P.D. Espero vuestros correos, gracias por leerme.