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Las tetas de mamá 5

en Amor filial

Miguel estaba sentado en el salón viendo la televisión, apareció su madre en la puerta, vestía un camisón con botones a la altura del pecho, se sentó junto a él y empezó a desabrocharse los botones, N llevaba sujetador, cogió una de sus tetas y se la puso en la boca a su hijo.

- Chupa Miguel, que tienes que alimentarte.

Miguel chupaba el pezón de su madre como un desesperado, la leche le derramaba por su boca, no le daba tiempo de bebersela toda, chupaba y chupaba. aquella teta y se ahogaba.

Se despertó sobresaltado y con una erección de aúpa, desde que se había ido su madre no hacía nada más que soñar con ella, tenía que encontrarla, la necesitaba y necesitaba sobre todo sus pechos, estaba decidido, iría a buscarla, pero antes tenía que dar satisfacción a su polla.

Empezó a revolver en su armario donde tenía la ropa que su madre se había dejado, cogió un sujetador negro de grandes copas para poder contener las tetas de su madre, se bajó los calzoncillos y metió su polla en una de las copas, se empezó a masturbar imaginando las tetas de su madre y sus pezones oscuros tiesos, que tetas tenía la muy puta, como le gustaba sobarse las por encima y debajo de la ropa y como le gustaba, sobre todo, correrse en ellas.

Dónde se corrió ahora fue en su sujetador,, fue una buena corrida, su semen destacaba en la negrura de la prenda, se limpió bien con la otra copa y se levantó.

Fue a la cocina para desayunar y allí estaba su padre.

- Hola, papá, buenos días.

- Hola, hijo ¿Qué tal?

- Bien, oye papá, ¿No echas de menos a mamá?, Porque yo estoy que no puedo más.

- Si, dijo su padre, ya veo como tienes toda su ropa llena de manchas de tanto masturbarte con ella. La verdad es que si, me gustaría que estuviese aquí para echarle un buen polvo.

- A mí me pasa lo mismo, me gustaría follarsela y comerle las tetas, no me importaría compartirla contigo, al fin y al cabo somos una familia.

- Me estoy imaginando un trío y me estoy poniendo malo, dijo su padre.

- ¿Tu sabes dónde está, papá?

- No se, puede que esté en el pueblo en casa de la abuela, desde que murió la casa está vacía y a lo mejor está allí.

- Me parece que voy a ir a buscarla, ¿Que te parece?

- A mí me parece bien, siempre y cuando esté dispuesta a follar con los dos.

- Estoy seguro que aceptará, papá, al final creo que disfrutaba con la situación.

- Eso creo yo también, dijo su padre, estaba cachondísima, como follaba, casi todas las noches caía un polvo.

- Lo siento. Miguel, pero tengo que ir a aliviarme, me he puesto a pensar en tu madre y no puedo aguantar más, que triste tener que pajearme a mi edad, pero es lo que hay.

- No te preocupes papá, yo ya me he pajeado pensando en sus tetas, mañana mismo me voy al pueblo y seguro que vuelve.

Efectivamente Pilar estaba en el pueblo, en casa de su difunta madre, era un pueblo pequeño además era invierno por lo que había poca gente por la calle, así se había evitado el tener que dar explicaciones.

Estaba sentada enfrente de la chimenea, junto al fuego. Había pasado una semana desde que abandonó su hogar y había pensado mucho en lo sucedido, se reprochaba haberse ido, estaba arrepentida, después de todo follar con su hijo y su marido era de lo más agradable, sus tetas echaban de menos los sobeteos de su hijo y su coño añoraba la polla de su marido.

El calor del fuego y sus pensamientos hicieron que su coño despertara, se estaba excitando imaginando que su hijo llegaba por detrás y le agarraba las tetas con sus manos como tantas veces había hecho, se las acariciaba por encima de la ropa e introducía una por debajo de la camisa para sacársela del sujetador y acariciarla, como le agarraba la punta del pezón con sus dedos y se lo retorcía suavemente.

No pudo más, se sacó allí mismo sus pechos use los acarició como si fuera su hijo quien lo hacía, se metió la otra !ano por debajo de la falda y en el mismo sillón en que estaba sentada se empezó a meter la mano en su raja.

- Venga hijo, goza con las tetas de tu madre, susurraba, cometelas, son tuyas.

- Como me gusta que me las sobre, sigue, sigue ¡Ah qué gusto! ¡Me corro, me corro!

Dió un último suspiro y sacó su mano del coño toda empapada, había estado bien, pero necesitaba una polla, estaba dispuesta a volver a su casa y ser la puta de su marido y su hijo, al fin de cuentas eran una familia y a nadie le importaba lo que hicieran si ellos eran felices.

Miguel llegó al pueblo y se dirigió a la casa de su abuela, no se cruzó con nadie por la calle, empujó la puerta y vio que estaba abierta, en el pueblo era poca la gente que la cerraba, no era necesario, empujó despacio, quería dar una sorpresa a su madre, se dirigió hacia el salón-cocina y oyó unos jadeos que venían del sillón que había frente a la chimenea, se acercó quedo y lo que vió le llenó de sorpresa y satisfacción.

Su madre se acariciaba las tetas con una mano y la otra que tenía bajó la falda era evidente lo que hacía, Miguel había llegado en un buen momento, se sacó la polla y empezó a masturbarse viéndo a su madre, ésta estaba en lo suyo y no se enteró, se retorcía de placer en el sillón, se iba a correr.

- Miguel, me corro, me corro, suspiró sin saber que Miguel estaba a su lado.

Este no podía más, se iba a correr, se acercó a su madre y la roció la cara y las tetas con su semen.

Pilar, se sobresaltó, miró hacia arriba y vió a su hijo con la polla en la mano, se levantó y le abrazo con fuerza, empezando a besarle con desesperación.

- ¡Oh, Miguel, Miguel, que ganas tenía de verte, hijo!

Miguel sintió las tetas de su madre contra su pecho, su camisa quedó manchada con su propio semen que embadurnada las tetas de su madre. La devolvió el abrazo y empezó a morrear la, la metió la lengua hasta la garganta, le subió la falda y bajándole las bragas le metió un dedo en el culo, lo que hizo que su madre diera un respingo.

- Si, Miguel, si, juega con el culo de mamá, es el único agujero que te falta por llenar. Como te he echado de menos.

- Y yo a ti, mamá, por eso estoy aquí.

Mientras tanto la polla de Miguel se estaba frotando contra la falda de su madre y volvió a correrse.

        - ¡Oh, mamá!, Ya me he corrido dos veces, ¡Que gusto!

- Y más que te vas a correr, cabron, te quiero dentro de mi coño, quiero tu esperma dentro de mi.

- Si mamá, si.

- Vámonos a la cama, hijo.

Se arrastraron hacia la cama sin dejar de besarse y manosear. Pilar se tumbó y abrió las piernas mostrando a Miguel su coño totalmente abierto.

- Antes de follarte, te lo voy a comer, mamá.

- Si hijo, si, haz con tu madre lo que quieras.

Miguel empezó a meterle la lengua en el coño a su madre, le buscó el clítoris y lo lamió con fricción, su madre se retorcía de placer.

- ¡Sigue, sigue, me corro!

Miguel notó la corrida de su madre en la boca, se retiró y dirigió su polla hacia el coño de su madre, se la metió hasta las pelotas y empezó a moverse, mientras lamía sus tetas.

- ¡Follame, hijo!, Cómo necesitaba una buena polla.

- Pues ahora vas a tener dos, mamá, papá también te echa de menos, dijo Miguel jadeando.

- Si, me vais a follar lo dos, voy a ser la mujer más feliz del mundo.

- ¡Oh, mamá, me corro! Dijo Miguel mientras empujaba a tope hasta quedarse quieto z echando un buen chorro de semen en el coño de su madre.

- ¡Yo también, hijo, yo también! DijoPilar mientras se estremecía. ¡Que bien follas a tu madre, hijo!

Se desacoplado y se quedaron tumbados en la cama exhaustos. Tenían que descansar, mañana volverían a casa.