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Las tetas de mamá 11

en Amor filial

Miguel se acercó al fregadero donde su madre estaba con los cacharros de la comida, se la quedó mirando, llevaba la bata de siempre, ahora que lo pensaba se dió cuenta de que siempre la veía con la misma ropa, había llegado el momento de renovar el vestuario.

- Hola mamá, dijo acercándose y poniéndole una mano sobre el culo.

- Hola, hijo.

- Mamá, podríamos ir de compras está tarde.

- ¿Y que quieres comprar?

- No se, ropa, faldas, vestidos, sujetadores, bragas, ya sabes, las cosas que me gustan.

- ¿Y vas a venir conmigo?

- Claro mamá, quiero ver cómo te sientan y ver que se siente al quitarte las.

- Eres un diablo.

- Si mamá, lo soy, luego si quieres podemos ir al cine, se me ocurren montones de cosas que hacer en la oscuridad.

- A mí también hijo, dijo Pilar poniendo su mano en el paquete de Miguel.

- Venga mamá, cámbiate de ropa que nos vamos.

- ¿Quieres que me ponga algo especial?

Miguel se quedó pensativo y luego dijo:

- Ponte esa falda roja que tienes, la que tiene botones por delante.

- Vale, ¿Algo más?

- Si mamá, el suéter blanco, ese que te está algo estrecho y póntelo sin sujetador.

- Me va a marcar todos los pezones.

- Eso es lo que quiero, mamá, eso es lo que quiero, dijo Miguel acariciándole un pecho por debajo de la bata, venga mamá cámbiate que si no vamos a empezar a follar y no vamos a salir de casa.

Pilar se fue hacia dentro y al rato apareció vestida tal y como le había indicado Miguel, los pezones se marcaban en el suéter, los tenía tiesos, lo que hizo que a Miguel a su vez se le pudiese de la misma manera.

- Venga, mamá, vámonos, dijo agarrándola por la cintura.

Recorrieron varias tiendas hasta que Miguel encontró lo que buscaba, en ella les atendió un dependiente de unos veinte años que no podía retirar los ojos de las tetas de su madre, haberla echo salir sin sujetador había sido todo un acierto.

- Buenos días, señora ¿Que desea?

- Querría un sujetador y unas bragas.

- ¿De que talla?

- No se, una 100, creo, ¿Usted que cree?

El dependiente miró directamente las tetas de Pilar y afirmó, si creo que aproximadamente esa debe de ser la talla.

- Si mamá, creo que es esa.

El dependiente se quedó extrañado del comentario de Miguel, pero no dijo nada, a partir de entonces empezó a lanzar miradas a las tetas de Pilar sin ningún disimulo.

- ¿Y de que color?

- ¿Que color prefieres, hijo?

El dependiente estaba fuera de sí, con una erección de campeonato, justamente lo que Miguel pretendía.

- Negro, mamá y las bragas también y si puede ser de encaje mejor.

- De acuerdo, señora, voy a buscarlo.

El dependiente se retiró a las trastienda separada de la tienda por una cortina, nada más atravesar la puerta se sacó la polla y mirando las tetas de Pilar se empezó a masturbar, con un par de sacudidas se corrió, manchó las cortinas pero no le importó, ya se encargaría de ellas más tarde, buscó el sujetador y las bragas y ya más tranquilo volvió a la tienda.

- Aquí tiene, señora.

Pilar cogió el sujetador, lo miró y se lo puso por encima del pecho.

- ¿Te gusta, Miguel?

- Me encanta, mamá, dijo Miguel tocando la tela del sujetador y aprovechando para tocar la teta de su madre.

- Es una tela muy suave.

- Me lo tendré que probar.

- Si, mamá, pero antes vamos a elegir una falda.

- Queremos también una falda, dijo Miguel al dependiente que volvía a estar al borde de la eyaculación.

- ¿De que estilo?

- Yo había pensado, mamá, una estilo colegiala, de cuadritos que te llegue a medio muslo, ¿Te parece bien?

- Si, hijo, lo que tú quieras.

El dependiente volvió a la trastienda a buscar la falda, aunque estaba otra vez excitado, se contuvo, sería mejor masturbarse cuando la señora estuviese en el probador cambiándose, ya se las apañaría para verla, no sería la primera vez que lo había hecho.

Volvió con la falda y la puso en el mostrador, Pilar la cogió y se le enseñó a su hijo que la palpó y asintió, eso era precisamente lo que quería.

Cogieron las prendas y se fueron hacia el probador, entraron y corrieron la cortina.

- Apuesto que dentro de un rato está el dependiente detrás de la cortina haciéndose una paja, dijo Miguel.

- Eso seguro,dijo Pilar, le hemos puesto a cien.

- No, mamá, le has puesto tú con esos pechos y esos pezones que tiene, venga quítate el suéter.

Pilar le hizo caso y aparecieron sus magníficas tetas.

- Ahora mamá, la falda.

Pilar se desabrochó la falda use quedó en bragas, Miguel que había observado como se movían las cortinas se acercó a ella y se las bajó. Se volvió rápidamente y corrió las cortinas apareciendo el dependiente con la polla en la mano.

- Has visto, mamá al dependiente le gusta espiar a las señoras.

- Es un degenerado, hijo.

- Perdón, señora dijo el dependiente tapándose la polla.

- ¿Cómo te llamas? Preguntó Miguel.

- Luis, dijo tartamudeando.

- Y bien, Luis, ¿Te gusta mi madre?

- Si, quiero decir, no.

-¿No te gusta mi madre, seguro?, Pues tú polla no dice lo mismo., ¿No te gustaría comerle las tetas?

- Si, me encantaría.

- Pues bien, ahí la tienes, entre tú y yo, mi madre es un poco puta¿Verdad que sí, mamá?

- Si hijo, si, soy una verdadera zorra.

- Pues ahora vas a dejar a Luis que te haga lo que quiera.

Luis se acercó a Pilar con la polla tiesa, mientras Miguel se sentaba en un taburete que había en el probador y se sacaba también su miembro, iba a disfrutar del espectáculo. Cogió el sujetador que acababan de comprar y metió su polla en una copa, le gustaba sentir el roce de la tela.

- Venga, Luis, soba a mi madre, comerle las tetas.

Luis acercó a Pilar y empezó a besarla por el cuello, bajando hacia sus pechos.

- Venga, vamos, no te cortes, chupar los pezones, ella está deseando, ¿A que si mamá?

- Si, hijo, si, que me las coma todas.

Luis empezó a mover su lengua alrededor del pezón de Pilar, Miguel seguía pajeándose con el sujetador, no iba a poder aguantar mucho, el espectáculo era demasiado excitante.

- ¿Te la quieres follar, Luis,?, ¿Quieres meter tu polla en su coño?, Seguro que lo estás deseando.

- Si, me quiero follar a tu madre.

- ¡Si, hijo. Si, quiero que me folle!

Luis no se hizo de rogar, cogió a Pilar en brazos a pesar de su peso y la empujó contra la pared, empujó su polla dentro de ella y empezó a darle embestidas, el probador parecía venirse abajo.

- ¡Fóllame, cabrón, fóllame!

- Si señora, dijo Luis siguiendo con sus embates y aprovechando para mordisquear las tetas de Pilar.

- ¡Que tetas tiene señora, no me extraña que su hijo esté loco por ellas!

- ¡Sigue, sigue, no hables y folla!

Miguel se corrió en el sujetador, mientras Luis se estremeció y se corrió dentro de Pilar, que se había corrido anteriormente, Pilar y Luis se quedaron exhaustos en el suelo y Miguel se metí la polla dentro del pantalón, dándole el sujetador a Luis.

- Venga, pónselo.

- Está llenó de lefa, objetó Luis.

- No importa sella le encanta tener mi lefa en sus tetas, ¿Verdad mamá?

- Si hijo, me encanta.

Luis cogió las tetas de Pilar y las metió en el sujetador, ésta se estremeció al notar el semen de su hijo. Luis no pudo evitar dar un último beso a esas maravillas.

- Espero que vuelva pronto señora.

- Yo también lo espero, pero mi hijo tiene la última palabra.

- Venga, mamá, ponte el suéter.

Pilar lo hizo, ya no se le marcaban los pezones pero las tetas eran todavía apetitosas a través de la tela, cogió las bragas y se las iba a poner.

- No mamá, no sin bragas, se las puedes dejar de recuerdo a Luis.

- Gracias, las daré un buen uso.

- Me lo imagino, dijo Miguel.

Pilar cogió la falda y se la puso, estaba estupenda, seguro que de camino al cine atraía la mirada de los hombres con que se cruzarán.

Una vez vestidos se despidieron de Luis y salieron de la tienda.