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El regalo de los reyes magos

en MicroRelatos

Alberto tiene 26 años, trabaja como organizador de viajes, lo que le da para vivir solo de forma modesta. Aunque no esta muy vinculado con la religión, en estas fiestas siempre pone un pequeño belén en su casa ya que le gusta como decora su humilde hogar. También mantiene la costumbre de escribir la carta a los reyes magos, aunque nunca la enviaba y sabía que eran los padres, ya que siempre acababa consiguiendo ese año lo que pedía, pero tenia la norma de solo pedir una cosa por año. Este año estuvo muy indeciso sobre que pedir, ya que es feliz con lo que tiene, pero al final se dio cuenta de que le faltaba.

 

7 de enero de 2017, 1:30 am.

Alberto esta dormido, pero algo le saca de su sueño. Todo a su alrededor esta a oscuras y en silencio, no entiende que le ha desvelado, pero no tenía ganas de dormir. Así que se levanta, la casa esta helada ya que la calefacción se apago hace tiempo, se envuelve en una manta gruesa que pone encima de la cama para mantener el calor y va al salón. Enciende la luz y no ve nada fuera de lo normal, confuso decide ir a la cocina, donde se calienta un vaso de leche y al volver de repente nota una sensación rara y de pronto un haz de luz salió del techo hacia el suelo y se hace mas ancho. Al terminar, donde estaba la columna luminosa ahora hay una chica de curvas seductoras y vestida con ropas vaporosas de aspecto arábico antiguo.

-Vamos a ver –murmuró para si la chica, estaba de espaldas a Alberto y no se ha dado cuenta de que la han pillado – Alberto Martínez Rodríguez aquí.

El dueño de la casa estaba petrificado en medio del salón mientras esa chica de curvas sugerentes buscaba en un gran saco.

-Sera esto, es lo último –dijo y saco una carta – que raro, está dirigida a…

Al parecer la misteriosa muchacha le vio por el rabillo del ojo, pues se quedó petrificada. Se hizo un silencio incómodo entre los dos donde ella giró la cabeza para verle. Sonriendo nerviosa chasqueó los dedos, solo el saco desapareció, volvió a chasquear pero no pasó nada y lo volvió a repetir varias veces.

-¿Porque no se duerme? – Pregunto al aire nervioso – Emm… Yo… tú… ¿Qué hago a hora? Melchor meva a despedir, no puedo cagarla otra vez.

La joven empezó a dar vueltas por el salón en círculos mientras se muerde la uña del dedo gordo – no lo entiendo, use el hechizo de dormir antes de entrar y ahora y no se duerme, ¿será inmune a la magia?, esto no venía en el curso.

< ¿Magia? ¿Hechizos? ¿Melchor? De qué habla esta chica, aunque espera…> pensó Alberto – Emm perdona, ¿pero no serás una ayudante de los reyes magos?

-Pues claro, acaso me ves pinta de elfa y vestida como mamá Noel – respondió molesta. Se acordó de la carta y la abrió, porque extrañamente estaba dirigida a ella - ¡¿Queeeeeeee?! – grito al terminar de leer con la cara totalmente roja.

Miro al anfitrión y nerviosa como un flan le entrego la carta que ponía “Querida Aizah, sabemos que te has esforzado en mejorar tu torpeza, pero no has cambiado mucho, este joven tiene buen corazón y ha mantenido la tradición de escribirnos todos los años. En este nos a pedido una novia y tú eres muy hermosa, por eso te pedimos que cumplas su deseo. Entrega esta carta a tu nuevo novio.

Alberto muchas gracias por mantener las tradiciones aunque tu fe no sea la mayor, estas palabras solo las puedes leer tu. Tu deseo de este año es algo poco ortodoxo pero te lo vamos a conceder, cuando termines de leer esto esta chica quedará a tu entera disposición, sabemos que parece joven pero tiene 23 años. Cuídala y esperamos que seáis muy felices.

Atentamente los reyes magos”

Al terminar la carta se convirtió en un polvo luminoso, que envolvió a la llamada Aizah. Al caer este la joven llevaba un traje de sirvienta francesa con ropa de encaje negro y ligueros.

-¿Por porque llevo estas prendas? ¿No será alguna clase de fetiche? – Pregunta alterada.

La respuesta la obtiene enseguida ya que el pijama no puede ocultar su miembro endurecido.

-Tu… tienes que… obedecerme – esta nervioso, nunca se había tenido que poner dominante y menos con alguien tan sexi – ti… podrías, tienes que hacerme… una mamada… por favor.

Ella parecía rehuir pero algo pasa en su cerebro y anda hacia el, le baja los pantalones y el calzoncillo y se pone a lamerle el glande. Su lengua es muy suave y le pajea a la vez. A Alberto le esta gustando pero quiere más, le pega la polla a sus labios, ordenándola metérsela en la boca. Ella abre la cavidad y la llenacon el miembro, a la vez empieza a mover la cabeza adelante y atrás y mueve su lengua alrededor del tronco.

Aunque al principio se negó, ahora parecía disfrutar saboreandola dura polla de su nuevo novio ya que se estaba masturbando con una mano. Alberto está a cien por la tremenda mamada y por la escena. Le recogió el pelo en una coleta para que no molestará ni tapara, cuando ella abrió los ojos y le miro excitada. Esto hizo que el no pudieraaguantar más y soltara la primera descarga en la boca de Aizah, la cual lo traga todo y al terminar saca el miembro de su boca y recupera el aliento con la lengua fuera.

-Hacia mucho que no hacía esto – anuncio ella, mientras se sigue masturbando.

Alberto se puso duro enseguida al ver a aquella belleza presa del placer –va vamos a mi habitación.

La coge de la mano y ella le sigue sin oponerse. Ya en el cuarto, la tira sobre la cama, se pone encima de ellay la besa con pasión. Las lenguas se enredan la una con la otra y las manos de cada uno empiezan a desnudar al otro. El traje de sirvienta y el pijama acaban tirados en el suelo de la habitación, del conjunto de lencería solo el sujetador es desabrochado. Las bragas son apartadas instantes antes de que Alberto penetre a Aizah, el coño está muy mojado y estrecho, y comienzan con un suave vaivén que arranca los primeros gemidos. La joven se pega a el excitada, le abraza con las piernas, acariciasu espalda y besa su cuello.

El gradualmente va aumentando la velocidad y siente como se mueven las tetas de ella en su pecho por los duros pezones. El interior de la vagina es apretado sin ser molesto, cálido y muy suave. Ella era perfecta, una cara preciosa, un cuerpo seductor y una personalidad lasciva. En términos generales el joven esta encantado con su regalo.

Los gemidos de Aizah toman mucha fuerza llegando a ser escandalosa y sus uñas amenazan con clavarse en la espalda de Alberto – me voy a correr ¡Me voy a correr! – su espalda se arquea y el abrazo se hace más fuerte, mientras su interior sufre una serie de espasmos que provocan el clímax de su novio. El cual libera su segunda carga dentro de la joven y ambos tratan de recuperar el aliento.

-Te has corrido mucho, ¿No queras dejarme embarazada? – comenta melosa.

El la saca y se quita de encima -Joder, no lo había pensado… - dice alarmado pero ella le manda callar.

-shhhhh, tranquilo, hoy es un día seguro, te puedes correr todo lo que quieras – le tranquiliza divertida y le besa.

-Perdona, que me asustara, es que estoy nervioso, tu estás muy buena y solo pensaba en follarte – se excusa el.

-Pues sigue pensando así –le pide provocadora y se pone a cuatro patas enseñándole el culo.

Se pone detrás de ella y la vuelve a ensartar suavemente. Agarrando sus tetas tira de ella, mientras mueve su cintura, y la folla con penetraciones profundas y lentas. Cada vez que las nalgas de Aizah chocan con la cintura de Alberto, estás vibran como flanes y deja salir un gemido.

-Dame más cariño, una chica sucia como yo necesita más –ruega ella.

El aumenta el ritmo rápidamente y se escucha como chocan las carnes, la joven junta su espalda al pecho de su amante, echa sus brazos hacia atrás y entrelaza sus manos para agarrarse de la nuca del joven. El cual besa el cuello de su novia y masajea sus tetas.

Los gemidos suben de volumen según aumenta la excitación y el ritmo es más rápido. La polla de Alberto entra y sale completamente del interior de Aizah llegando lo más profundo posible en cada embestida y arrancando gemidos de placer de la boca de ella. Ambos amantes están al límite del orgasmo y, sin decir palabra, se corren a la vez apretándose el uno contra el otro.

Los dos se tumbaron, sin separarse o sacarla, y echándose las sábanas por encima se duermen cansados y satisfechos.