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Mi vida en casa de mi novia

en Amor filial

AVISO: este relato es la continuación de dos anteriores.

Parte 1: Mi novia me cede a su madre

Parte 2: Una tarde encerrado con mi novia

15 de marzo de 2016

Llevó tres meses viviendo ya con mi novia y su madre. Han sido buenos días en los cuales Ángela y yo no nos hemos separado apenas, sólo para ir a nuestros respectivos centros de estudio.

 

Literalmente lo hacemos todo juntos comemos, estudiamos, dormimos, salimos de fiesta,…, pero hace unas semanas hemos entrado en la temporada de exámenes, aunque estudiamos juntos no nos miramos en horas. Esto ha provocado que estemos más distantes y nuestra fogosa relación se haya enfriado.

 

—Mmm no Álvaro, mañana tengo un examen difícil y necesito dormir — dice Ángela somnolienta —, lo haremos mañana.

 

—Eso me dijiste ayer y pasado — protesto cachondo.

 

—Tengo muchos exámenes importantes — dice.

 

—Yo también los tengo, pero el otro día bien que te comí el coño — contesto ya molesto.

 

—Tu tardas demasiado en correrte, hazte una paja y ya, pero déjame dormir — me réplica.

 

Cabreado me levante de la cama y salí de la habitación, cerrando más fuerte de lo necesario. Fui a la mía y me tumbe en mi, poca frecuentada cama. Con el cabreo se me fue el calentón y cierro los ojos, hasta que me duermo.

 

Esa fue la primera noche desde que vivimos juntos, que dormimos en camas distintas.

 

Me levantó un minuto antes de que suene el despertador, como es habitual en mi. Me siento sin ganas de ir a las clases y pienso en tomarme el día libre. El despertador me saca de mi ensimismamiento, lo apagó y me visto.

 

Salgo de mi habitación y empiezo a sentir remordimientos por lo de anoche. Voy a la cocina y me sirvo un café. Mientras pienso en mis cosas aparece Penny adormilada y me mira desconcertada al ver que no está Ángela.

 

— ¿Y Ángela? — pregunta extrañada.

 

—Durmiendo, supongo, anoche discutimos y he dormido en mi cama — la explicó.

 

—No puede ser, su habitación está vacía, vi la puerta abierta y me asome — dice preocupada.

 

—No creó que se haya levantado para no verme — digo incrédulo.

 

—Eso parece, ¿porque discutisteis? — pregunta curiosa.

 

—Problemas de cama— resumo.

 

—Vamos, que no quiere follar — dice contundente.

 

—Si — suspiro —, llevamos sin hacerlo casi un mes.

 

—Joe, de hacerlo todos los días a un mes sin hacerlo — comenta sorprendida — estarás que te subes por las paredes.

 

—Se nota el cambio — menciono — sólo la pedí una mamada y yo la he comido el coño cuando ella quería.

 

—Pues ha sido injusta, la verdad — dice Penny.

 

—Tú también lo piensas, encima tendré yo la culpa y se ha ido tan enfadada que no me quiere ni ver — exclamó indignado.

 

—Tampoco te alteres tanto, se nota que es vuestra primera pelea — dice tranquilizadora — tengo una idea, ¿porque no faltas a las clases hoy y me ayudas a limpiar el trastero?, así gastaras ese enfado moviendo cosas pesadas.

 

—Es una buena idea, aún le tengo mucha ventaja a mi tutor en asistencia y las clases de fin de evaluación son aburridas — digo con una sonrisa.

 

— ¡Genial! Muchas gracias — sonríe agradecida.

 

Término de tomarme lo que me queda de café, que ya esta frío, y voy a mi habitación. Hago la cama y aviso a mis compañeros de que no iré, lo cual crea una lluvia de mensajes chistosos. Esto mejora mi humor, me pongo a jugar con mi portátil hasta que Penny me avisa de que ya va ir a limpiar el trastero. Salimos al patio, hace un buen día para ser marzo, el trastero es un pequeño habitáculo donde Penny almacena algunos recuerdos y muebles. Nos dirigimos a el y abro la puerta de aluminio, dentro esta oscuro y huele a cerrado.

 

Penny enciende la luz y descubro la cantidad de cajas y los dos muebles, una mesa y una mesilla de noche de madera maciza, para los que necesitará ayuda

 

—Esto se llena de polvo enseguida, tengo que tirar algunas cosas para hacer espacio y quiero llevar la mesita a mi habitación — dice explicativa — asique tendremos que sacar las cajas para revisar y después sacaremos los muebles para limpiarlos.

 

—Vale — respondo.

 

Nos ponemos a sacar las cajas, al principio son ligueras, pero después de quitar todas las de arriba, cada vez eran más pesadas.  Además, dentro del trastero hace un calor tremendo, fruto de la continúa exposición de los materiales al fuerte sol de hoy. Cuando empiezo a sudar no llevo ni la mitad de cajas. Penny suda más que yo y ya tiene muy mojada la camisa. Curiosamente Penny no huele mal como yo, sino que suelta un olor atrayente.

 

— ¡Que calor hace! ¡Me estoy asando! — exclama cansada.

 

Me sacudo la camisa para airearme.

 

—Quien diseño esto lo hizo para que sea un horno en cuando le da el sol — me quejó.

 

—Tengo una idea — dice con una sonrisa y se va corriendo hacia la casa.

 

Sacó una caja mientras vuelve y, cuando estoy a punto de volver a entrar, me cae de golpe un montón de agua, mojándome de arriba abajo.

 

— ¡Pero que demonios! — grito y escuchó de repente la risa de Penny.

  

Sale de detrás de la puerta del trastero.

 

— ¿Ya estas más fresco o necesitas más? — pregunta entre risas y levanta un cubo lleno de agua.

 

—No lo hagas, que ya estoy empapado — digo rápido temeroso.

 

— ¡Qué pena! Yo que quería tirarte más agua — dice decepcionada y baja el cubo.

 

Moviéndome rápido, le quitó el cubo de las manos y se lo vacío encima.

 

Ella suelta un grito por el agua fría.

 

— ¡La madre que te pario, Álvaro! ¡Esta helada! — grita sorprendida.

 

Ahora el que se ríe soy yo, mientras Penny intenta escurrir su camisa y pelo. Lo que al principio me pareció una buena idea dejó de parecérmelo, ya que la camisa se le marcaba y transparentaba y el pantaloncito se le pega también al cuerpo. Sin poder impedirlo la polla se me pone muy dura al instante.

 

—Te juró que voy a comprar pescado todo el mes, lo vas a odiar más de lo que ya lo haces — dice enfadada y me mira a la cara, pero su mirada se desvía hacia abajo.

 

Si ya me cuesta ocultar mis erecciones con ropa seca, con ropa mojada es imposible. Entró deprisa en el trastero mientras intento colocármela de forma que no se note. De repente noto algo acolchado en la espalda y las manos de Penny aparecen desde detrás de mí e intentan agarra mi polla.

 

—No la ocultes, tengo ganas de ver una — su voz suena excitada.

 

«A pasado tres meses desde que lo hicimos debe estar cachonda perdida» pienso y apartó mis manos de mi entrepierna.

 

No duda ni un instante y se pone a acariciar y masajear mi polla.

 

—Está muy dura — dice para ella, baja una mano y palpa mis huevos — están hinchados, debes de tener un montón de semen.

 

Me dejó hacer y me excitó más, el tiempo sin follar con Ángela y mi adicción sexual están quebrando mi voluntad.

 

—Si Ángela no está dispuesta a sacarte todo esto, tú te sentirás tentado de buscar a otra que si quiera. Por el bien de vuestra relación, yo me encargare de esto — dice como si quisiera justificar sus actos, pero su voz delata lo excitada que esta.

 

Al mencionar a Ángela, me recuerda el desprecio de anoche y que no me quiso ni ver esta mañana. Esto termina de romper con mi voluntad, me doy la vuelta y la beso ansioso. Ella, después de recuperarse del cambio brusco  me lo devuelve. Nuestras lengua juegan un poco antes de que agarre el culo de Penny, la levante y la siente encima de la mesa.

 

—Métela ya, por favor, no aguantó — me suplica.

 

Me bajo los pantalones, con los calzoncillos a la vez, y ella se quita el suyo, junto con sus bragas. Me pongo delante de ella, cojo sus piernas, me las pongo en los hombros y le meto la polla de un golpe en su encharcado coño. Ella grita de placer y gime fuerte cada vez que se la meto con fuerza. Su coño me da mucho placer «Ya no me acordaba del placer que de follarse a esta mujer experta, quiero follar en más ocasiones con ella» pienso excitado y la sigo follando duro hasta que me corro dentro de ella.

 

—Perdona, no podía aguantar más — digo.

 

—Córrete todo lo que quieras, pero fóllame más — contesta ansiosa y excitada.

 

La bajo de la mesilla, le pongo bocabajo en la mesa y le separó las piernas. Vuelvo a la carga metiéndosela duro y rápido, ella gime más fuerte.

 

— ¡Así, cabron, follame! ¡Bien duro! — grita.

 

La empiezo a dar azotes en sus nalgas y ella gime fuera de si. Su culo se va poniendo rojo y su coño me aprieta cada vez más. Dejó de darla azotes y le meto un dedo por el ano. Su cuerpo se tensa cada vez más, según mi dedo penetra. Cuando esta dentro del todo, lo muevo ligeramente para dilatar, después de un rato comienzo a meterla un segundo dedo en su culo. Se pone más tensa y ya no grita, sino que jadea. Con los dedos en su culo y mi polla en su coño, consigo que se corra en pocos minutos.

 

— ¡Para, cabron! ¡Me estoy corrido! — me grita alarmada, al ver que no lo hago más lento siquiera.

 

—Pero yo no y no pienso parar hasta que lo consiga — la respondo fuera de mi.

 

La follo más duró y muevo más mis dedos. Ella grita abrumada por el placer  y sus piernas tiemblan. Los gritos de Penny ahogaban cualquier otro sonido, yo estoy fuera de control y el acto de someter a mi suegra me está excitando enormemente. Quiero someterla más, para ello la agarró del cuello y la atraigo hacia mí. Acercó mi boca a su oreja.

  

— ¿Es esto lo que quieres, zorra? ¿Quieres ser follada brutalmente por tu yerno? — digo dominador y la muerdo la oreja con la fuerza suficiente para hacerla una pequeña herida que sangre.

 

Mi mano la deja respirar poco y sólo suelta pequeños ruidos de asfixia — s…s…si —consigue decir.

  

—Muy bien, zorra,  te voy a llenar el coño con mi semen y luego te reventare el culo —digo con una sonrisa y la hago girar la cabeza para mirarla a los ojos.

 

Su cara está muy roja, con las mejillas mojadas de llorar y sus ojos están mirando hacia arriba, dejándolos casi en blanco. Esto normalmente me haría parar en el acto, pero esta vez mi excitación se está disparando sin control.

 

No tardó mucho más en correrme, soltando un montón de semen dentro. Escuchó un ruido y miró hacia abajo, con el exceso de placer, Penny se ha quedado sin fuerzas y se le escapan una gran cantidad de fluidos. Me río y sacó mi polla de su coño, de este comienza a salir hilillos de mi semen. La suelto del cuello y me apartó un poco de ella, agotada esta se derrumba sobre la mesa y después se sienta en el suelo, en medio del charco de fluidos, dándome la espalda.

 

—Ya has descansado suficiente, ahora te reventare el culo — digo sonriente mientras me agachó, agarró su culo y lo empiezo a levantar.

 

Al escucharlo, Penny se asusta e intenta resistirse, pero no tiene fuerzas.

 

— ¡No, Álvaro! ¡Detente, por favor! ¡No quiero más! —grita y llora desconsolada.

 

La ignoro y colocó mi polla, muy dura, en la entrada de su culo.

  

— ¡Álvaro! —escuchó el grito con la voz de Ángela, extrañado miro a la puerta y esta Ángela con cara asustada y llorando. Salgo del trance y, de repente, me doy cuenta de lo que he hecho.

 

Me aparto de Penny y la miro mientras los remordimientos me consumen — Dios mío, ¿Qué he hecho? 

 

 

16 de marzo de 2016

 

Me levanto de mi cama en cuanto suena el despertador. No he dormido nada, pues los remordimientos de lo que le hice a Penny me reconcomen. Estoy sentado en el borde de mi cama, cuando escucho llamar tímidamente a mi puerta.

 

— ¿Álvaro? Tenemos que hablar — se oye la voz de Ángela.

 

—Ángela… no hace falta de que… me digas que me vaya… ya he tomado yo la decisión — contesto asustado de me diga eso.

 

—Por favor, abre — pide.

 

Me levanto y quito el cerrojo. Ella abre la puerta y la cierra cuando entra. Me mira ligeramente asustada.

 

—Tienes ojeras, ¿no has dormido? — pregunta.

 

—Me siento demasiado culpable — digo aliviado de poder disculparme antes de irme.

 

— ¿De ponerme los cuernos con mi madre o de medio violarla? — suelta tajante.

 

Su forma de acusarme me duele.

 

—De las dos cosas, te he traicionado y he hecho daño a tu madre. Entiendo que no me quieras perdonar, no sé si me perdonaré a mí mismo algún día — digo resignado y evito su mirada.

 

—Álvaro mírame a los ojos — dice firme.

  

Levanto la vista y la miró a los ojos. Su mirada es dura, pero aún con esa mirada sigue pareciéndome la mujer más hermosa que he visto. Todos los momentos felices que hemos vivido juntos pasan por mi cabeza y una voz interior me dice: «todo esto y mucho más es lo que has tirado por la borda». Noto que algo corretea por mi mejilla y lo aparto deprisa, pero sólo noto humedad. Me fijo otra vez en la cara de Ángela y esta vez su mirada no es dura, sino que es tierna y cariñosa.

 

— ¿Estas…llorando? — pregunta incrédula.

 

Noto como salen más lágrimas de mis ojos y mi visión se nubla.

 

—Es la primera vez que te veo llorar — la voz de Ángela suena quebrada, como si fuera a llorar también.

 

Una imagen con la que he soñado mucho tiempo aparece en mi mente. En ella se ve a Ángela con un bebé en brazos dándole el pecho y yo con una niña dándola un biberón. Esa imagen se hace añicos y con ella rompo a llorar.

 

 

 

 

 

Vuelvo a la realidad más tranquilo y con el cuerpo relajado después de la tensión acumulada. Noto una mano que acaricia mi cabeza de forma relajante.

 

— ¿Ya estas más tranquilo, cielo? — dice la voz cariñosa de Ángela.

 

Estoy tumbado en mi cama y mi cabeza reposa sobre el regazo de Ángela.

 

—Sí, siento que lo hayas visto — contesto avergonzado.

 

Ángela mueve la cabeza de forma negadora.

 

—Ahora sé que me decías la verdad y que no querías hacernos daño a las dos. Además, antes de venir aquí, mi madre me contó lo ocurrido y dice que te provocó hasta que perdiste el control — su voz suena tranquilizadora y comprensiva

  

—Es verdad, pero eso no arregla el daño que he hecho — digo.

 

—No te martirices, la marca del cuello se le irá en unas horas y no tiene ninguna herida. Tardara un tiempo en poder andar con las piernas cerradas, pero ya esta — dice lo último con una ligera sonrisa.

 

—Es un alivio — suspiro — ¿Qué hacemos ahora? — le preguntó a Ángela.

 

—Para empezar, te voy a dar otra oportunidad y seguimos siendo novios — dice cariñosa —, quiero saber por qué pensabas que estaba enfadada contigo y tenemos que encontrar una solución al problema de la obsesión de mi madre contigo.

  

El tono que emplea para lo último me saca una pequeña sonrisa. Levanto mano y la acaricio una mejilla.

 

—No te merezco, eres perfecta — digo con amor.

 

Pone, suavemente, su mano sobre la mía.

 

—No te creas que con halagos lo voy a olvidar, vas a tener que darme muchos besos de buenas noches y de buenos días — sonríe.

 

— ¿Ahora también de buenos días? — pregunto divertido — llegaremos tarde a clase.

 

—Ese es el trato, tu absoluta absolución y tu historial limpio, por todos los besos que quiera — ofrece traviesa — ¿aceptas?

 

— ¡Claro que aceptó! — exclamo contento. Me yergo y sellamos el trato con un beso apasionado.

 

 

 

26 de marzo de 2016

 

Ha pasado una semana desde que Ángela me dio la segunda oportunidad. Después de hablar, descubrí que Ángela no se enfadó la noche que dormimos separados, sino que le dolió mi actitud y  estaba triste. Salió temprano para no verme enfadado y poder concentrarse en el examen. Aun así, dejó en blanco el folio y suspendió una asignatura por primera vez en su vida. Por ello llegó temprano a casa, a tiempo para detenerme y evitar que yo sodomizara a su madre.

 

Aprovechando las vacaciones hemos estado saliendo de casa a la mínima oportunidad, dando paseos, de compras, a tomar algo,… cualquier cosa nos vale para salir y pasar tiempo juntos como novios. De momento no hemos vuelto a acostarnos, así que una vez tuve que recurrir a mi mano y una foto de ella para desahogarme.

 

Penny me pidió disculpas por haberme provocado y yo se las pedí por salirme de control. Nos perdonamos mutuamente, pero ella ha estado más distante con su hija y conmigo. También tengo la liguera impresión de que ha engordado un poco, pero puede ser porque ahora usa ropa más holgada.

 

Hoy Ángela y yo decidimos hacer algo de senderismo y nos fuimos a unos montes cercanos. Estamos llegando casi a la cima.

 

—Venga, cielo, casi estamos — le digo a Ángela.

 

—Eso dijiste hace media hora, ¡estoy cansada! — protesta ella.

 

— ¿No eras tú la que presumía de buena forma física? — pregunto burlón.

 

—Eres terrible — dice molesta.

 

Seguimos subiendo y llegamos a un desvío donde hay un cartel, en un lado pone “Cima: 2Km” y en el otro “Atajo cima: 1Km, AVISO: Ruta complicada”.

 

— ¡Sí! ¡Un atajo! — exclama mi novia alegre.

 

—No sé, cielo, pone que es complicada — digo dubitativo —, puede que sea para expertos.

 

—Como si se necesitará un título de estudios para poner un pie delante de otro — replica molesta por el cansancio y echa a andar por el atajo.

 

«La próxima vez que diga de hacer senderismo, la llevo a una ruta corta», pienso enfadado.

 

Alcanzo a mi chica y me pongo a su lado. Debido a la gorra que lleva puesta no puedo ver su cara, tiene la camisa empapada en sudor por el ejercicio. Después de avanzar un rato, me percato de que el sendero es más estrecho y el bosque de nuestra derecha es menos denso. El camino se desvía de repente en una curva cerrada. Al girar vemos el motivo de que sea para expertos; un estrecho sendero sigue por la pared de la montaña, de forma que en el lado derecho sólo hay una caída al vacío, hasta unas escaleras de piedra que ascienden a la cima.

 

—No pienso pasar por ahí y tampoco te voy a dejar — declaro tajante.

 

—Con lo cerca que estábamos, ¿qué hacemos? — se lamenta ella.

 

La miro y veo lo cansada que está y me apiado de ella. Miro a la izquierda donde, el bosque es denso.

 

—Podríamos buscas un claro dónde comer y descansar por ahí — sugiero señalando la espesura.

 

Ella mira al bosque.

 

— ¡Vale! — dice más ilusionada.

 

Nos adentramos entre los árboles y caminamos buscando un claro. De reojo veo una grieta en la pared de la montaña, me acerco a observar y descubro que es la entrada a una cueva.

 

—Ángela no hagas ruido — le pido en voz baja y me acerco más a la fisura para espiar.

 

Afino el oído y escucho un suave murmullo de líquido en precipitación. Ángela se acerca a mí.

 

—Suena a agua, ¿no? — comenta curiosa.

 

—Eso parece, ¿quieres que echemos un vistazo? — pregunto.

 

— ¿No habrá animales salvajes dentro? — duda miedosa.

 

—No creo, por aquí se hace senderismo; los animales no suelen vivir donde hay mucho tráfico de seres humanos — digo en tono tranquilizador.

 

Enciendo la linterna del móvil y, seguido de mi novia,  me voy adentrando en la cueva con cuidado. La oquedad discurre hacia abajo y se hace más oscura según nos adentramos. Ángela avanza con cuidado y se aferra fuertemente a mi brazo. La cueva se estrecha un poco, pero luego se vuelve mucho más amplia y luminosa. Una grieta larga, pero estrecha, permite el paso de la luz solar al interior de la gran estancia que cobijaba una poza grande y profunda.

 

— ¡Qué bonito! — exclama Ángela y se suelta de mi brazo para acercarse a mirar.

 

Dejo la mochila con las cosas, saco las mantas y las extiendo en el suelo de piedra.

 

—El agua está estupenda — dice ella ilusionada con una mano dentro del agua.

 

—Si quieres nos bañamos — le digo pícaro.

 

—No me he traído el bañador — me informa.

 

Me quedo mirándola extrañado y caigo en la cuenta de que, aparte de no follar conmigo, tampoco me ha dejado verla desnuda aunque dormimos juntos.

 

—Ah, qué… pena — la decepción se nota en mi voz y mi chica parece darse cuenta del motivo.

 

—Álvaro… yo… lo siento, aún no estoy preparada del todo — me explica tímida.

 

—Tranquila, sólo fue la costumbre... trae el almuerzo y comamos — digo forzando una sonrisa.

 

Se reúne conmigo, saca la comida que preparamos el día anterior y empezamos a comer.

 

—Qué rico que está todo después de ese camino horrorosamente largo — sonríe.

 

—Presumías de que estabas en buena forma y por eso busqué una ruta larga — digo socarrón.

 

—De cuerpo, pero no tengo tanta resistencia. Además, tú últimamente pareces incansable, ¿de dónde sacas tanta  energía? — pregunta curiosa.

 

—Supongo que será por mi metabolismo o por la testosterona — comento indiferente —, como no la gasto.

 

—Puede — dice simplemente.

 

Seguimos comiendo y acordamos comenzar a bajar después de dormir la siesta. Terminamos el almuerzo y, después de recoger todo, me tumbo en una manta. Ángela se acuesta a mi lado y pasa su brazo por mi cintura. Yo paso el mío por la suya y se queda dormida casi al instante. Durante un buen rato intento dormir, pero la frase de Ángela me ronda por la cabeza «aún no estoy preparada del todo», con lo cariñosa y alegre que es conmigo, a veces me olvido del daño que hice.

 

Ángela se remueve en sueños y, para mi fortuna o desgracia, presiona sus pechos contra mi torso y su camisa deja ver su escote. Volver a ver sus tetas, aunque estén mayormente tapadas por su camisa y sujetador, provoca en mí una gran excitación. Mi polla crece y presiona contra la entrepierna de ella. Soplo suavemente en la cara de Ángela y mi novia se revuelve más, pero se gira en la otra dirección, liberándose de mi abrazo.

 

Me levanto, me acerco a la orilla de la poza y mojo mi cara para calmarme. Ángela tenía razón; el agua está estupenda, ligeramente caliente. La tentación de un baño puede conmigo y acerco una manta para secarme con ella más tarde. Me desnudo y voy metiéndome al agua poco a poco.  Desde fuera no se ve, pero la poza es bastante profunda. Decido bucear para no hacer mucho ruido y recorro de un lado al otro. La luz que se cuela por la grieta ilumina lo suficiente para permitirme ver mientras buceo. Doy otra vuelta nadando y veo de repente dos pies femeninos apoyados en la parte baja del fondo. Saco la cabeza alarmado y descubro a Ángela desnuda, mirándome roja como un tomate y tapándose con las manos sus atributos sexuales.

 

—No me… mires así.  Me dabas envidia bañándote — dice tímida y vergonzosa.

 

Salgo de mi asombro.

 

—Perdona, es que eres muy hermosa — la halago.

 

Sonríe tímida y va entrando en el agua. El reflejo del sol oculta todo lo que está por debajo de la superficie. Ella nada un poco hacia mí.

 

— ¡Qué bien sienta, después del ejercicio y estar sudada! — sonríe contenta.

 

—Espero no haberte despertado — digo cortés.

 

—No, tranquilo — contesta y se sumerge.

 

Vuelve a la superficie, su pelo cae en cascada hasta el agua, adherido a su piel. Se lo recoge echándolo hacia atrás.

 

—Álvaro, quiero preguntarte una cosa, ¿cómo puedes nadar tan rápido con la polla dura? — pregunta curiosa y burlona.

 

«Me ha pillado», pienso.

 

—No sé, es la primera vez que no llevo bañador — contesto.

 

—Entonces la tenías dura mientras nadabas en otras ocasiones, ¿a quién mirabas? — su tono era entre acusador y pícaro.

 

—A ti — respondo firme.

 

Mi respuesta la afecta, ya que se sonroja y me mira más cariñosa. Me acerco a ella y hago pie en el fondo de la poza. Me mira acercarme y, cuando estoy frente a ella, pongo mis manos en sus mejillas y beso sus labios suavemente. Ella se abraza a mí y noto la presión de sus pechos y sus duros pezones en la piel de mi torso. Lo tomo como una buena señal. Bajo las manos, rodeo su espalda y la atraigo más a mí. Ella sólo sigue besándome. Mis manos bajan hasta su culo y agarro sus nalgas. Ángela me aparta un poco

 

—No, aún no estoy lista — dice tímida —. ¿Te importa si sólo nos besamos?

 

—Lo que tú quieras, cielo — contesto cariñoso.

 

Nos volvemos a besar y esta vez sólo acaricio su espalda. El beso se va haciendo más apasionada cada vez y mi cuerpo se calienta más. « ¿Qué me pasa?, sólo es un beso, pero me estoy poniendo muy cachondo. Debe ser el ambiente y la desnudez de nuestros cuerpos» pienso. Ángela tiene que estar pasando lo mismo porque me besa más ansiosa y sus pezones están muy duros.

Se separa un poco de mí — Álvaro…. yo… me siento extraña — dice confundida.

 

—Yo también — Retengo mis ganas de besar su cuello y penetrar su coño.

 

El rostro de Ángela se sonroja mientras ella respira más fuerte.

 

—¡No sé qué me pasa, pero estoy cachonda perdida! — se nota la excitación en su voz.

 

—Ángela, yo estoy igual. Será mejor que salga hasta que se nos pase — sugiero y me separo de ella. Ella me agarra del brazo.

 

—Yo… te necesito… echo mucho de menos el placer que me das — dice tímida y suplicante.

 

La atraigo hacia mí con fuerza y la beso con todas mis ganas, ella me responde igual. Bajo mis manos a su cintura, Ángela gime mientras me besa. Agarro sus nalgas y la levantó. Sus tetas quedan a la altura de mi cara y le beso un pezón, ella responde con unos gemidos más altos de lo normal. La llevo a las mantas mientras chupo su pezón, y la tumbo sobre la más grande.

 

—¡Hagamos un sesenta y nueve! — me pide excitada.

 

Giro sobre ella, meto mi cabeza entre sus piernas y mi polla cuelga sobre su cara. Llevo mi boca a su coño y comienzo a lamerlo de arriba abajo. Ella lame y chupa mi glande. El placer que me da su boca es más intenso que de costumbre. Ella parece estar muy sensible, ya que gime con mi polla dentro de su boca y mueve su cadera fuertemente, en busca de mis caricias linguales. Bajo mi cintura y Ángela traga más de mi polla. Ella se corre emanando muchos fluidos, que bebo inmediatamente.

 

—Ya no me acordaba del delicioso sabor que tienes — digo después de beber todo lo que me es posible.

 

Levanto la cintura, Ángela suelta mi polla, y me doy la vuelta. Pongo mis rodillas a los lados de su cabeza y la vuelvo hacer tragar. Ella engulle encantada mi polla y juega con su lengua con el mástil. Agarro su cabeza y muevo la cintura, follando su boca suavemente.

 

No tardo en correrme soltando mi esperma en la boca de Ángela. Ella lo traga todo, después saco mi polla.

 

—Tú también tienes un sabor muy rico — contesta, se incorpora y me empuja hacia atrás.

 

Pone su vientre encima de mi abdomen y me besa fuerte en el cuello. Sin mirar, se mete ligeramente mi polla en su coño. El orificio está muy estrecho y me hace daño.

 

—Ángela… despacio — me quejo aguantando el dolor.

 

Ella no responde y sigue metiéndosela. Agarro sus tetas y las masajeo, Mi novia deja de besarme el cuello y empieza a gemir. Poco a poco, su vagina se amolda a la forma y tamaño de mi tranca y deja de hacerme daño. Cuando entra entera me cabalga y gime más fuerte. Me dejo montar y la incito a ir más rápido, dándole azotes en el culo. Ángela aumenta el ritmo y pone sus manos sobre mi torso. Yo aferro su cintura y me adapto a sus movimientos. Follamos a un ritmo tremendo, ella gime como loca y aprieta fuerte mi torso, clavándome las uñas sin llegar a hacerme daño. Cuando me corro, tiro fuerte de sus caderas y meto  mi polla entera en sus entrañas mientras irrigo su útero con mi semen. Ángela suelta un gemido tremendo, mirando al techo y se corre también. Tras el clímax, ella se desploma sobre mí y los dos respiramos agitadamente.

 

— ¡Ha sido…. Glorioso! — exclama agotada.

 

—Se sentía más intenso de lo normal — digo cansado.

 

—No sé qué nos estará pasando, pero quiero seguir hasta que ya no pueda cerrar las piernas, hasta que ya no pueda estar sin ti, hasta que me quede embarazada… — me ruega mientras se incorpora poniendo su rostro a la altura del mío.

 

Nos besamos con lengua mientras yo acaricio su culo y ella mi torso, y siento como vuelven mis ansias. La agarro fuerte y, con un poco de dificultad, consigo ponerme en pie y llevarla hasta la pared de la cueva. Apoyo su espalda contra la roca lisa y la penetro nuevamente, machacando su coño con algo de violencia. Ella vuelve a gemir y corta el beso, centrando su atención en mi cuello. Esta postura empieza a cansar mis brazos, pero intento aguantar mientras sigo embistiéndola. Cuando no resisten más mis brazos, saco mi polla del coño de Ángela, pongo sus pies en el suelo, le doy la vuelta y la hago inclinarse hacia adelante, poniendo sus brazos en la pared y su culo en pompa. Vuelvo a penetrarla y lo hago con más ahínco que antes, ella gime más fuerte. No tardo mucho en correrme y vuelvo a soltar mi semen dentro de su coño. Ella se corre conmigo, soltando uno de sus famosos gritos de placer.

 

— ¡Sigo queriendo más! — me susurra sensual — , te dejo que me des por detrás.

 

Al escucharla me emociono; mi polla se pone durísima.

 

— ¿En serio? ¡Ya no recuerdo cuándo fue la última vez que me dejaste! — exclamo emocionado.

 

Coge mi brazo y me lleva a la poza, entramos hasta donde el agua le cubre el culo. Se agacha y, con sus manos, se para las nalgas para ofrecerme su agujero anal. Me pongo detrás y le meto un dedo, que entra fácil. Meto el segundo con más dificultad, Ángela suelta un gemido. Muevo los dedos en su interior, dilato su ano poco a poco y, con la otra mano, froto su clítoris. Ella gime más seguido. Meto el tercer dedo despacio y los gemidos de Ángela se hacen más intensos.

 

—Te la voy a meter pronto, ¿estás lista? — pregunto impaciente.

 

—Sí, ya puedes — su voz suena igual de excitada que la mía.

 

Saco los dedos despacio y coloco mi polla en la entrada de su ano. Escupo sobre mi glande y se lo meto despacio hasta que todo mi mástil le entra entero. Aferro sus nalgas con las manos hasta que mis dedos quedan marcados en su delicada piel, ella corresponde al gesto con varios apretones de su culo que pareciera querer engullir mi verga.

 

— ¡Dios, qué grande la tienes! — exclama.

 

Comienzo a moverme despacio, su interior está muy estrecho y ella contribuye a la presión apretando el conducto. Vuelvo a frotar su clítoris con una mano y, con la otra, le masajeo un pecho. El interior de su ano se afloja y me permite moverme un poco más rápido.

 

— ¡Tu polla se siente enorme! ¡Me vas a partir! — casi grita Ángela.

 

— ¡Tu culo me aprieta mucho y se siente genial! — respondo.

 

Los jadeos de Ángela suben de volumen y ella, incorporándose ligeramente, pega su espalda a mi torso, colocando su cabeza al lado de la mía. Echa los brazos hacia atrás y me abraza el cuello. Yo lamo su oreja y la mordisqueo juguetón. Los gemidos de mi novia se transforman en gritos de placer.

 

— ¡Me voy a correr!

 

— ¡Yo también! —le susurro al oído.

 

Aumento el ritmo y, al poco, Ángela se corre dejando salir sus fluidos que se mezclan en el agua y la lefa que escurre de su coño. Me corro también y suelto dentro de su culo todo el semen de mi clímax.

 

Nos quedamos muy quietos mientras nos corremos, hasta un poco después de que se termina el orgasmo. Despacio saco mi polla de su ano, mientras lo hago suelta pequeños gemidos. Cuando termino de desacoplarme, el agua se mete por su agujero abierto y saca parte de mi corrida. Permanecemos tranquilos, jadeando para recuperarnos de la intensa sesión de sexo. Cuando me recupero lo suficiente la cojo en brazos y la llevo a las mantas.

 

— ¿No querrás seguir, verdad? — pregunto burlón.

 

Se arropa con una manta

 

—No. Estoy más que satisfecha, de momento — dice lo último con picardía.

 

«Parece que ya volveremos a la normalidad», pienso alegre. «No sé qué nos ha pasado, pero doy gracias a Dios por ello.»

 

Nos secamos y recogemos las cosas. Al salir de la cueva vemos lo tarde que se nos ha hecho y que está cayendo el ocaso. Ángela, durante el camino de vuelta, murmura cosas sobre cierta molestia al andar. Llegamos sobre las once a nuestra casa, Penny nos espera en la puerta.

 

— ¿Se puede saber qué horas son estas? ¡Dijisteis que estaríais sobre las ocho! — nos acusa enfadada.

 

—Mamá, lo siento, se nos fue el tiempo — dice tímida Ángela y me coge de la mano.

 

Penny hace un amago de sonrisa.

 

—Bueno, al menos no os ha pasado nada. Entrad y cenad — ordena menos enfadada.

 

Entramos y voy directo al baño para aliviar mi vejiga. Al salir me espera Penny con un frasco en la mano. Me lo tiende.

 

—Espero que os hayáis ocultado — me susurra.

 

Cojo el frasco y leo la etiqueta “Ayudante del marido” « ¡Es un afrodisíaco! ¡Por eso estábamos tan excitados!», pienso, sonriendo para mis adentros.

 

La miro incrédulo y ella me sonríe traviesa.

 

—Por si no te has dado cuenta, te ha hecho un chupetón enorme — dice burlona y se va, riendo, hacia su habitación.

 

— ¡Álvaro, te estoy esperando y estoy hambrienta! — me llama Ángela desde el salón.

 

— ¡Ya voy! — contesto.

 

Guardo el frasco en mi bolsillo y voy al lado de mi novia. Cenamos con ganas y, cuando terminamos, saco el afrodisíaco y lo pongo en la mesa, delante de Ángela.

 

— ¿Qué es? — pregunta extrañada y lo coge.

 

—El motivo de nuestro calentón de esta tarde — respondo.

 

Me mira sorprendida.

 

— ¿Mi madre nos ha dopado la comida para que nos acostáramos?

 

—Eso parece — digo encogiéndome de hombros.

 

—Bueno, al menos nos ha ayudado — declara cariñosa —. Le debo una.

 

Me coge de la mano y me la acaricia. Le sonrío alegre y me acerco para darle un beso. Ella me responde con pasión.

 

—Mañana te diré qué quiero — comenta Penny desde la puerta, sobresaltándonos y yéndose en cuanto nos giramos para verla. Conociéndola, podría asegurar que su rostro luce una sonrisa traviesa.

 

— ¿Cómo hace para que nunca la escuchemos venir? — pregunto a Ángela.

 

—Llevo viviendo toda mi vida con ella y aún no lo sé — responde divertida.

 

Vuelvo a besarla y la cojo en volandas. Ella ríe y vamos a nuestra habitación donde, después de una ducha excitante, la cama vuelve a sufrir el ajetreo de nuestro amor.

 

 

27 de marzo de 2016

 

Una agitación me despierta de repente. Escucho ruido en el baño, no logro identificar qué es, ya que mi mente sigue adormilada.

 

— ¿Ángela? — llamo somnoliento cuando descubro que no está en la cama. No responde — ¿Ángela?

 

Después de un momento la escucho.

 

— ¡Álvaro, estoy en el baño! ¡Perdona por despertarte, pero tenía una urgencia!

 

«Ayer comió un montón y no fue el baño, tendrá una gran urgencia», pienso.

 

Me levanto, me visto y voy a la cocina. Sirvo un café para mí y otro para Ángela. Mientras espero a que se calienten, me echo agua fría en la cara para despejarme. Al rato aparece mi novia.

 

—Buenos días, cielo — saludo cariñoso.

 

—Buenos días, amor — responde en el mismo tono, me abraza y me besa.

 

Le respondo el beso y suena el timbre del microondas. Me separo de ella y cojo los cafés. Ángela abre la nevera y saca mantequilla, después va a un armario y saca un hornillo, mete dos rebanadas de pan y las pone a tostar.

 

La miro extrañado mientras lo hace todo.

 

— ¿Porque esa cara? — pregunta al ver que la estoy mirando.

 

—Es raro que tú quieras algo más que el café para desayunar — contesto.

 

Se pone algo tensa.

 

—Ya… me apetece comer algo porque ayer hicimos mucho ejercicio — comenta nerviosa. Sonrío al verla en ese estado.

 

—Tranquila, que porque engordes un poco no te voy a querer menos — sonrió burlon

 

Ángela suspira — Tonto.

 

Terminamos de hacer las tostadas y desayunamos alegremente. Aparece Penny con su típica cara de sueño y el pelo ligeramente alborotado.

 

—Buenas — digo al verla.

 

—Buenas — contesta —. Pensé que dormiríais más, habéis hecho tostadas y todo.

 

—Aquí la amiga me ha despertado por una urgencia urinaria — explico burlón. Ángela se tensa.

 

— ¿Ah, sí? — pregunta Penny mirándola.

 

—Sí — responde nerviosa sin atreverse a mirar a su madre.

 

—Y seguro que las tostadas las habéis hecho por que le apetecían a Ángela — dice suavemente.

 

—Pues sí — respondo sorprendido porque lo haya adivinado, ya que es sabido que su hija casi no desayuna nada.

 

Ángela está muy tensa, de repente Penny pega un grito de alegría, abraza a su hija por el cuello y le besa la mejilla.

 

— ¡Ay, mi niña, felicidades! — la felicita alegre.

 

Las miro extrañado, Ángela llora en silencio mientras sonríe, pero su sonrisa no es normal, sino que es la expresión más feliz que le he visto hacer desde que nos conocimos.

 

Terminan de celebrar algo que se me escapa y me miran sonrientes.

 

— ¿No te das cuenta? ¡Con lo listo que eres! — dice Penny en tono socarrón.

 

— ¡Estoy embarazada! — exclama Ángela alegre.

 

— ¿En serio? — pregunto incrédulo.

 

—Sí, me desperté con náuseas e hice el test, que guardo desde hace un tiempo — me informa con timidez —. ¡Ha dado positivo!

 

Mi mente está hecha un lío; estoy feliz, lleno de vida y energía, pero también tengo miedo y ansiedad. Al final, un simple deseo se sobre pone a todo. Me levanto de la silla, cojo a Ángela en volandas y la beso apasionado. Ella me responde igual y, por unos minutos, perdemos la noción del tiempo y del espacio. Volvemos a la realidad y Penny nos mira con cariño.

 

—La verdad es que yo también tengo una noticia… también estoy embarazada de Álvaro — nos informa vergonzosa. Ángela y yo nos quedamos pasmados

 

—Así, tú vas a ser doblemente padre — dice mirándome a los ojos —, y tú te vas a convertir en madre y hermana mayor — mira a Ángela.

 

Penny empieza a llorar, temerosa de nuestra reacción. Ángela es la primera en reaccionar. Corre hacia su madre y la abraza fuerte. Madre e hija se funden en un abrazo, yo me acerco también y las dos se abrazan a mí. Envuelvo a cada una con un brazo y las estrecho fuerte contra mí. Penny y Ángela lloran de alegría, con las cabezas juntas sobre mis hombros.

 

Diez minutos después, las dos se tranquilizan y ya estamos sentados sobre el sofá, yo me encuentro entre las dos.

 

— ¿Cuando piensas que te quedaste embarazada? — pregunto a Penny — ¿No será cuando… lo del trastero?

 

—No, no, eso fue hace muy poco para mi estado. Tuvo que ser en año nuevo —responde mi suegra.

 

— ¿Y tú? — repito la pregunta mirando a Ángela.

 

—El primero de enero, debimos calcular mal mi periodo y lo hicimos sin protección, en un día “no seguro” — contesta avergonzada.

 

—Así que puede que los tengáis en fechas cercanas — reflexiono — ¿Cómo haremos para ocultar de que os he embarazado a las dos?

 

—Yo podría decir que tenía pareja, lo hicimos con un condón defectuoso y me abandonó cuando se entero de mi embarazo — sugiere Penny.

 

—No es mala idea, tú y yo podemos decir lo del descuido en el periodo — digo para Ángela.

 

—Me parece bien — coincide mi chica.

 

—Tendremos que intentar conseguir trabajo, vamos a necesitar mucho dinero — menciono para Ángela.

 

—Sí, y seguir estudiando también — contesta con desgana.

 

—Va a ser una época dura, pero lo lograremos — intento animarla y entrelazo mis dedos con los suyos.

 

Me da un corto, pero tierno beso y apoya su cabeza en mi hombro.

 

—Queda un último punto para acordar — nos informa Penny divertida. La miramos curiosos—, el sexo.

 

— ¿Qué pasa con eso? — pregunta Ángela intrigada.

 

—Pues que algunas mujeres, durante el embarazo, son más activas sexualmente — explica con una sonrisa —. A mí me pasó cuando lo estuve de ti y sólo hay un hombre en casa.

 

— ¿Nos acabamos de enterrar de los embarazos y ya quieres tirarte a mi novio? —pregunta molesta Ángela.

 

—Llevo mucho tiempo cachonda, tú no lo has empezado a notar por el estrés de los exámenes y después del incidente, por la inseguridad, pero te aseguro que me entenderás con el tiempo — asegura Penny a la defensiva.

 

En la mirada de Ángela me parece ver un ligero destello, «creo que ella ya la entiende», pienso.

 

—No os peleéis — intervengo conminándolas a las dos. Miro a Penny —. Con los embarazos tengo suficiente por hoy, otro día decidiremos sobre este tema delicado.

 

Mi suegra se acerca a mí.

 

—Vale, pero decídete rápido, porque puede que la próxima vez sea yo quien te viole —dice traviesa, me da un corto beso en los labios y me susurra —. Tengo cuerdas en el trastero, puedes usarlas con Ángela también — se levanta y sale del salón.

 

Ángela mira a su madre con mala cara hasta que esta sale del salón.

 

—Mi madre no va a parar de ir detrás de ti — se lamenta molesta.

 

—Es normal, estuvo mucho tiempo sin acostarse con nadie y ha encontrado a alguien que tiene un añadido morboso, además de que, como os embaracé a ambas, querrá asegurar que no me escapo de mis obligaciones — explico.

 

—No tendría que haber aceptado el trato de año nuevo — murmura mi chica.

 

— ¿Preferirías no vivir conmigo, a que tu madre me persiga? — finjo una voz lastimera.

 

—Esa pregunta es trampa, no vale — dice divertida.

 

Sonrió, la atraigo a mí y la beso cariñoso mientras acaricio su mejilla. Ella me responde el beso y, al pegar su cuerpo al mío, noto sus pezones duros. Sabe que los he notado y corta el beso.

 

—Me parece que yo también voy a estar muy cachonda durante el embarazo — me susurra al oído traviesa.

 

—Nunca es tarde para el polvo mañanero — respondo sonriente.

 

29 de marzo de 2016

 

Hoy es el último día de vacaciones de Ángela y mío, Penny tiene el día libre, y estamos los tres viendo la televisión. Ángela y yo en un sofá abrazos y Penny en el otro. Son las cuatro de la tarde y Ángela honra su parte española, echándose una buena siesta entre mis brazos.

 

Tuvimos suerte y pudimos ir al ginecólogo esta mañana para hacer una revisión de las dos. El médico se sorprendió de que madre e hija estén embarazadas de casi el mismo tiempo. Nos informo de que los embarazos van bien de momento y le explica a Ángela las prácticas y hábitos que ambas deben tener para que el embarazo vaya bien y para después del parto. Ángela se mostró especialmente interesada en la forma de dar el pecho, ya que si lo hace mal podría provocarse serios problemas en los pezones. Madre e hija acordaron que, esta tarde, practicaríamos los dos siguiendo las instrucciones de la primera.

 

Después de una hora de siesta, Ángela se remueve al despertarse.

 

—Buenas tardes, dormilona —digo con una sonrisa.

 

—Buenas —responde sonriente y pone los labios para que la bese.

 

La beso cariñoso.

 

— Me parece increíble que sigas obligándole a que te bese cada vez que despiertas y te vas a dormir —comenta Penny burlona.

 

Corto el beso.

 

—De momento no se queja y muchas veces me despierta el con besos —contesta Ángela pícara.

 

Desvío la mirada.

 

—Bueno, ¿hacemos ya las prácticas?

 

—Qué ganas tienes de chupar mis tetas —dice Ángela contenta.

 

—Tú también te mueres de ganas, con eso de que se te están poniendo los pezones más sensibles. Ayer no querías que parara —respondo en el mismo tono.

 

—Bueno, parejita, cuando terminéis de provocaros os digo lo que tenéis que hacer —nos replica Penny.

 

Ángela se sienta recta en el sofá y se quita la blusa y el sujetador.

 

—Ya estoy.

 

—Álvaro, apoya tu espalda en su regazo —me ordena Penny y obedezco. Mi cabeza queda en una postura parecida a la que tendría el bebe cuando mamara.

 

—Vale, ahora pasa, suavemente, un dedo alrededor de tu aureola hasta que se te ponga duro el pezón —sigue explicando Penny.

 

Ángela obedece y en pocos segundos tiene el pezón bien duro.

 

—Ahora sostén su cabeza con el brazo y lleva tu pezón a su boca —Ángela obedece, pasa el brazo por detrás de mi nuca; tengo que equilibrar la cabeza para que no se me resbale, y mete su pezón en mi boca. Hago un poco de succión como si fuera el bebé mamando y a Ángela se le escapa un gemido.

 

—Así no, mira, te enseño —dice Penny, se pone delante de nosotros, se arrodilla y se desnuda de cintura para arriba. Ángela saca su pezón de mi boca y quita el brazo de mi cabeza. Repito la postura de lactante en el regazo de mi suegra, Penny, con ternura, pasa el brazo por mi cabeza, me la sostiene perfectamente y mete su pezón, ya duro, en mi boca. Vuelvo a hacer algo de succión, pero Penny se aguanta el gemido.

 

Ángela mira atentamente la postura de su madre.

 

—Vale, creo que ya sé —dice y me arrebata de Penny, me coge la cabeza mejor que antes y vuelvo a succionar su pezón. Ángela sigue excitándose y empieza a acariciar mi cintura, cerca de mi pantalón.

 

Penny se percata de la excitación de su hija y se acerca más para corregirle un poco la postura. Los pezones de Penny quedan a mi alcance y. con una mano llevo, el más cercano a mi boca y succiono los dos a la vez.

 

—¡Que glotón es este bebe! —suelta Penny y une su mano a la de su hija, cerca de mi entrepierna.

 

Ángela esta tan excitada que le dan igual las intenciones de su madre y, entre las dos, me bajan la bragueta. Retiran el pantalón un poco y el calzoncillo; mi polla, muy dura, se levanta y una agarra la parte inferior y otra la superior, dejando la cabeza al aire. Sincronizadas, empiezan a masturbarme. Yo, por mi parte, meto mis manos por debajo de la falda de Ángela y en la entrepierna del pantalón de Penny.

 

Madre e Hija gimen.

 

— Vamos a mi habitación, que estaremos más cómodos —sugiere Penny, suelta mi polla y me quita su pezón de la boca.

 

Suelto el pezón de Ángela.

 

—Vale —digo mientras me intento levantar y hago que Ángela suelte mi pene. Ángela nos mira excitada y, al poco, se levanta también.

 

Vamos a la cama de Penny y nos terminamos de desnudar. Penny es la primera en tumbarse en la cama, en una postura sexy. Ángela, para competir, se pega a mí y me besa apasionada, con legua. Nuestras lenguas juegan un rato hasta que me empuja sobre la cama y se lanza a chupar mi polla, pongo mi mano en su nuca y me follo su boca.

 

Penny, asombrada con la fogosidad de su hija, nos mira mientras ella y yo nos besamos y, cuando Ángela se traga mi polla entera, la observa anonadada. Acerca su cara a la de su hija para ver cómo lo hace. Ángela se libera de mi mano y sonríe a su madre.

 

—¿Quieres intentarlo?, se pasa un poco mal las primeras veces, pero a él le vuelve loco

 

—pregunta picara.

 

—Tu padre intentó que se lo hiciera, pero yo no consigo meter más de lo que puede albergar mi boca — contesta Penny.

 

Agarra mi polla y se mete la cabeza en la boca, su lengua recorre mi glande rápida y firme. Me produce un gran placer, que después de la mamada de Ángela, provoca que me corra en la boca de Penny. Esta lo recoge todo y besa a Ángela con legua, compartiendo mi corrida. Ángela se sorprende e intenta apartarse, pero su madre la sujeta firme. Al final, Ángela se deja llevar y las dos se besan muy eróticamente. Yo las miro asombrando, me ponen muy cachondo, y me masturbo ante la escena.

 

Ángela me ve y corta el beso.

 

—Que nos olvidamos del grandullón —dice pícara Y sonriendo.

 

—Parece que le gustaba vernos besándonos, pero seguro que prefiere follarnos, con ese pollón enorme que tiene —contesta Penny muy excitada y le aprieta fuerte una nalga a su hija.

 

Esta suelta un pequeño grito de sorpresa y la mira algo sonrojada.

 

—No me esperaba ese beso.

 

—Nunca te lo he contado, pero soy bisexual y tu padre me dejo por ello —responde su madre—. Me empezaron a gustar más las mujeres que él, pero no rechazo una buena polla.

 

Me acerco a ellas y las agarro de una nalga a cada una.

 

—Pues aprovecha mientras Ángela esté cachonda, se deja hacer de todo —informo travieso.

 

—Sólo si estás tú de acuerdo, tonto —se defiende mi novia sonriendo.

 

—Pues estoy más que de acuerdo, pero, ¿quién quiere ser la primera en correrse? — pregunto impaciente.

 

Se miran divertidas.

 

—Le voy a ceder el primer turno, el cual me corresponde por derecho, a mi madre — suelta Ángela.

 

—¿Cómo que por derecho? Tu madre siempre va prime…  — empieza a replicar Penny, pero la corto, antes de que se metan en una de sus típicas disputas, empujándola para que se tumbe y me echo encima de ella.

 

La beso en el cuello, pongo una mano en una de sus tetas y otra en su coño y masajeo suave las zonas. Ella gime levemente y me acaricia la espalda. Ángela se coloca de forma que puede vernos de perfil y se masajea las tetas.

 

Estar sometido a la mirada de Ángela mientras hago gemir a su madre me excita más aún. Sin poder esperar, coloco mi polla en la entrada del coño de Penny y la penetro despacio. Ella gime más según me adentro en su vagina y Ángela se mete dos dedos en la suya.

 

—¡Que grande la tienes, cabron, vas a golpear a nuestro hijo! —grita Penny.

 

La meto entera y comienzo un suave mete—saca, ella gime más que antes y abraza mi cintura con sus piernas. Ángela se masturba al mismo ritmo que yo follo a su madre. Subo el ritmo y los gemidos de las dos se intensifican. Llevo mi boca desde su cuello a su oreja y se la lamo. Me voy moviendo más fuerte cada vez y Penny gime con más ganas.

 

— ¡Qué bien me follas! ¡Quiero que me folles el resto de mi vida! —ruega a gritos.

 

Dejó su oreja y la miro a los ojos, noto que algo se remueve en mi interior y la beso con pasión en los labios. Ella me responde igual y siento cómo sus uñas buscan clavarse en mi espalda.

 

Corto el beso y la vuelvo a mirar a los ojos —yo también quiero follarte el resto de mi vida —respondo.

 

Esta vez es ella la que inicia el beso y sus uñas comienzan a perforar mi piel. Gime muy fuerte mientras nos besamos, lo cual me indica que se va a correr. Imprimo un ritmo más rápido y fuerte, con el cual Penny no tarda en llegar al orgasmo. Sus uñas se clavan bien en mi espalda y sus piernas me aprietan tan fuerte que sólo puedo correrme dentro de ella.

 

Cuando Penny y yo terminamos nuestros clímax, su abrazo se afloja y me suelta. Saco despacio mi polla, ella se queda tumbada, cansada, yo me yergo y miro a Ángela. Ella también se ha corrido y ha mojado el colcho con sus fluidos.

 

Me mira excitada y se tira sobre mí, mi cabeza queda en el borde de la cama. Me besa apasionadamente y trato de responder a su fogosidad. Agarra mi polla, me pajea fuerte y se la mete entera, de un golpe de cadera, por el coño. Corta el beso y deja salir un gemido fuerte.

 

—¡Sí que la tienes enorme! ¡Debes estar encantado de follarte a tu novia y su madre embarazadas! —dice acusadora y traviesa.

 

—He de reconocer que me pone muchísimo —respondo excitado y pícaro.

 

Ella sonríe y comienza la cabalgata con fuerza. Agarro su cintura y me coordino con ella para hacerlo más intenso. Ángela gime fuerte y apoya sus manos en mi torso.

 

—¡Mi madre me estaba dando mucha envidia! ¡Ella disfrutando de esta deliciosa polla y yo con mis dedos! —explica excitada.

 

Subimos el ritmo.

 

—Pues te has corrido que da gusto —contesto burlón.

 

—Me ha puesto muy cachonda veros follar, por eso no aguantaba más —responde ella—. ¡Sólo quiero que me riegues las entrañas con tu semen!

 

—Te voy a dar todo el que quieras —digo, me ensalivo un dedo y se lo meto en el culo.

 

Mi inesperado ataque surte mucho efecto y se corre de golpe. Me clava las uñas en los pectorales, iniciando una nueva colección de cicatrices, suelta un gemido muy fuerte y se queda quieta, recuperándose del orgasmo.

 

—Siempre va a ser tu punto débil, ¿eh? — sonrío pícaro.

 

—Calla ton…  ¡Aaaaah! —empieza a decir, pero termina en grito cuando le meto el segundo dedo y los muevo para dilatar.

 

Sonrío divertido y me doy cuenta de que Penny ya está recuperada y mirándonos divertida por la reacción de su hija. Ángela también la ve —¿Qué pasa? ¿Tú no reaccionabas así cuando papá te dilataba el culo? — replica molesta, le meto el tercer dedo y sigo dilatando.

 

Penny se acerca para ver cómo dilato el culo de su hija.

 

—Tu padre nunca me dio por culo, escarmentó cuando me la quiso meter sin dilatar y yo le di una patada que le tiré de la cama la noche de bodas —contesta divertida—; es la mitad de grande de la que tienes clavada, pero me hizo daño.

 

Ángela se habría reído de la anécdota si no fuera porque estoy terminando de dilatar su agujero. Le doy la vuelta y la pongo a cuatro patas. Saco mi polla de su coño, mis dedos de su culo y meto despacio mi miembro en su agujero anal.

 

—Con lo gruesa que es y te entra — dice Penny asombrada.

 

—Y se disfruta como si fuera el doble —informa Ángela gozando.

 

Termino de meter mi polla entera y comienzo a follarla despacio. Su interior me aprieta fuerte, pero sin hacerme daño. Penny mira asombrada e interesada, la cara de su hija le indica cómo lo está disfrutando y se mete de repente por debajo de ella. Ángela la mira curiosa y se tensa de golpe. Estoy seguro de que Penny le está lamiendo el clítoris a su hija. Aumento el ritmo y Ángela gime más fuerte. La hija decide imitar a su madre y le devora el coño, del cual sale algo de mi corrida y Ángela se lo limpia con la lengua. Ver a madre e hija mamarse la una a la otra me excita sobremanera. Le doy un cachete en una nalga a Ángela y la follo más duro.

 

—¡Álvaro, me vas a romper! —grita por la follada. Sus manos agarran con fuerza las sabanas.

 

—Entonces, paro —le susurro pícaro al oído.

 

—¡No, no, no…! ¡Sigue sigue, estoy a punto de correrme! — exclama extasiada.

 

La follo con embestidas fuertes y sus gemidos aumentan según la embisto, hasta que ya no aguantamos más. Con la última embestida, la meto entera y suelto mi corrida dentro de su ano, ella suelta un fuerte gemido y de su coño brota un torrente de fluidos que empapan la cara de Penny e inundan su boca. Penny traga lo que puede y se retira de debajo de Ángela.

 

—¡Ay, madre mía, qué escandalosa eres, hija! Los vecinos tienen que estar machacándosela con tus gritos y las vecinas pensando en quién te los saca —dice burlona.

 

Saco mi polla despacio, notando que ya empieza a flaquear, y me la limpio con una toallita de la mesilla. Los dos recuperamos el aliento y Ángela mira a su madre sonriendo picara.

 

—Pues te toca a ti gritar —se lanza sobre su madre y le agarra las muñecas. Penny, que no se esperaba el ataque de su hija, cuando quiere reaccionar sólo puede mover las piernas, ya que Ángela está encima de ella y  le mantiene las manos contra la cama.

 

—Es hora de que estrenes ese agujero —le susurra maliciosa.

 

—Ángela, mi niña,  no estoy lista —contesta nerviosa.

 

—En el trastero te gusto que te forzaran, así que no te hagas la buenecita —responde Ángela burlona. Penny trata de quitársela de encima, pero no puede.

 

—Cari, toca que le desvirgues el culo a  mi madre —me llama seductora y mi polla se vuelve a poner dura. Penny lo ve e intenta forcejear más.

 

Me acerco a Ángela y le susurro preocupado:

 

—¿Estás segura de que forcemos a tu madre? No quiero volver a hacerle daño.

 

—Tranquilo, en el trastero le encanto que la forzaras, además, sé que lo disfrutara; yo también estaba muerta de miedo la primera vez —me susurra traviesa.

 

—Y yo debo tener tu permiso para hacerlo —contesto en bajo.

 

—Me encanta que me folles el culo, lo que pasa es que no quiero que te acostumbres a darme todos los días por ahí —me confiesa al oído.

 

—Pues busca una nueva forma de evitarlo —respondo pícaro y sonriente y le doy un azote en el culo.

 

Me devuelve la sonrisa y, entre los dos, damos la vuelta a Penny. Ángela sigue encima de ella y agarrándola de las muñecas contra el colchón. Me coloco entre  las piernas de mi suegra y meto un dedo en el agujero de su culo, despacio. Lo muevo despacio y ella jadea ligeramente. Ángela le lame las orejas y los jadeos se mezclan con gemidos, formando una melodía de placer. Tanteo con la introducción del segundo dedo y consigo meterlo entero. Los gemidos y jadeos suben de volumen, Ángela cambia de oreja, mete las manos por debajo de Penny y masajea sus tetas. Noto cómo se relaja significativamente su ano y me aventuro con el tercero, este entra entero también. Sigo dilatando su agujero hasta que los jadeos son escasos y los gemidos altos. Saco mis dedos.

 

—La voy a meter ya —aviso.

 

Ángela se quita de encima de Penny y se coloca para ver cómo desvirgo el culo de su madre. Meto mi miembro en la boca de mi novia y dejo que lo lubrique bien. Lo saco envuelto en la saliva de Ángela, comienzo a meterlo en el ano de Penny y su espalda  se tensa. Mi miembro entra despacio, pero sin parar y ella gime fuerte.

 

—La verdad es que parece mentira que pueda entrar por ahí —dice Ángela encantada con el espectáculo.

 

—Pues así lo tienes tú cuando te doy por el culo —comento divertido.

 

—¡Menos hablar y más meterla! — grita Penny excitada e impaciente.

 

Ángela me mira sonriendo pícara.

 

—Te dije que le gustaría.

 

Le devuelvo la sonrisa y sigo metiéndola hasta que entra entera.

 

—¡Dios! ¡Sí que se siente el doble de grande! –exclama Penny gozosa–. ¡Siento que me va a romper el culo y partirme en dos!

 

Me muevo ligeramente para que termine de dilatar y comienza a gemir. Ángela cambia de postura y mira la cara de placer de su madre, la cual está agarrando fuertemente las sabanas con las manos y tiene los ojos medio idos del placer. Ángela coloca su coño en la cara de su madre y se frota el clítoris, ella no duda en ponerse a lamerle la vagina con ganas. Me muevo más rápido y Penny suelta más gemidos mientras devora el sexo de su hija. Los gemidos de las dos se unen para formar una melodía que me acompañará durante años. Aumento el ritmo—

 

–¡me voy a correr! –informa Penny.

 

—Trata de aguantar, yo aún aguanto —le pido.

 

—Sigue aunque se corra —contesta Ángela—, cuando me lo hiciste lo disfruté mucho.

 

—Vale, no pararé hasta correrme —respondo alegre.

 

—¡Sí, sigue así! —grita Penny entre gemidos y jadeos— ¡Me corro! —dice en un gemido enorme.

 

Ángela se frota el clítoris con fuerza y gime alto, yo no paro de follar el culo de su madre. De repente escucho un líquido chocar con el colchón y veo que Penny está soltando un chorro de fluidos como el del trastero. Ángela gime como si se fuera a correr, atrae mi mirada y ella me ve a mí. Mirándonos fijamente, Ángela se corre haciendo su típico squirt, lanzando pequeños chorros de fluidos a la cara y boca de su madre. Me corro poco después que ella y expulso mi semen dentro del culo de Penny. Esta se desploma en la cama, agotada. Saco mi polla de su agujero y me siento en la cama, cansado.

 

Ángela se acerca a mí, se me pone encima y me besa cariñosa. Le respondo el beso y ella separa nuestros labios.

 

—Mi hombretón, ¿estás cansado o puedes un último asalto? –pregunta cariñosa y sensual, mientras limpia minuciosamente mi miembro con una toallita húmeda.

 

—¿En serio quieres más? —pregunto incrédulo.

 

Ella asiente, sonriendo, y Penny dice:

 

—Yo… también quiero una vez más.

 

La miro sorprendido y ella se gira, tumbándose boca arriba. Ángela se coloca a cuatro patas encima de su madre y la besa provocadora. La imagen reaviva mi erección y las dos sonríen. Ángela junta su coño con el de Penny y frotan ambos clítoris.

 

—Follemos a la vez, cariño —ruega Penny y vuelven a besarse.

 

—Supongo que no tengo otra opción —comento sonriendo y me acerco a ellas.

 

Me meto entre las piernas de las dos y coloco mi polla en el punto donde se juntan sus vaginas. Los fluidos de madre e hija embadurnan mi miembro y puedo colarlo fácilmente. Sus labios superiores y sus clítoris se frotan contra mi pene, dándonos placer a los tres a la vez. Comienzo a moverme rápido y ellas empiezan a gemir mientras se besan. Madre e hija mueven sus cinturas en sentido contrario a la mía, haciendo la follada más intensa. Dejan de besarse y Penny se pone a atacar el cuello de Ángela, mientras esta gime fuerte. Las tetas de ambas se frotan entre sí, creando una demostración de firmeza y esponjosidad. Los tres nos movemos fuerte y estamos cerca del orgasmo.

 

—¡Me voy a correr! — grita Ángela.

 

Penny deja de besar el cuello de su hija.

 

—Yo también —contesta ella.

 

—Nos vamos a correr los tres — respondo yo.

 

Penny se une a los gemidos de su hija y nos corremos los tres a la vez, de la vagina de Ángela vuelven a salir fluidos y de mi polla apenas sale semen. Después de recuperar el aliento saco mi miembro de entre sus coños y me tumbo en la cama, agotado y con el pene morcillón. Ángela es la primera en echarse a mi lado, después viene Penny y se tumba también junto a mí. Se pegan a mi cuerpo y yo les rodeo la cintura a cada una.

 

—Estoy agotada, amor –dice Ángela satisfecha y alegre.

 

—Vamos a sentir molestias al andar durante semanas –comenta Penny burlona.

 

—Yo os quiero a las dos, pero no puedo mantener este ritmo todos los días —opino sonriendo.

 

Las dos se ríen, se pegan a mí más y nos dormimos enseguida.

 

 

18 de octubre de 2016

 

 

Me despierto este frío domingo de invierno y lo primero que siento es el calor de los cuerpos de mis parejas, que buscan mi calor corporal. Ángela está a mi derecha con sus grandes pechos pegados a mi costado, una mano sobre mi pectoral derecho y sus piernas enlazadas a mi pierna derecha. Penny está a mi izquierda, con sus tetas contra mi costado y pectoral izquierdos y sus piernas pegadas a mi pierna libre. Mis brazos están rodeando la cintura de cada una.

 

Acerco mi boca al oído de Ángela y le susurro:

 

—Mi amor, voy a hacer el desayuno.

 

Ángela se remueve ligeramente, abre un poco los ojos y pone su boca para que la bese. Le doy un beso delicado en los labios y otro en la frente y ella me suelta.

 

Me giro ahora hacia Penny y le susurro:

 

—Cariño,  tengo que hacer cosas.

 

Abre los ojos, me besa cariñosa y me suelta. Salgo de la cama por el medio y Penny se abraza a Ángela, la cual también la abraza. Gracias a la calefacción no hace demasiado frío en la habitación y me visto tranquilamente. Me levanto, salgo de la habitación y me dirijo a mi antigua alcoba. Todas mis cosas están ahí, excepto una, que cambié por algo que me gusta aun más. Hace tiempo volví a llevar mi cama a la casa de mis padres y ahora, en su lugar, hay una cuna grande donde duermen dos de mis cuatro tesoros más valiosos. Me acerco a la cuna y reviso el estado de los dos bebes, que son igual de dormilones que sus madres. El pequeño Izan y la pequeña Elena están durmiendo el uno junto a la otra. Aunque me causaron una buena bronca de mis padres, una por ser mi hija oficial y el otro por ser mi hijo adoptivo de forma oficial, los quiero con todo mi corazón.

 

—Parece que el dúo tío / sobrina / hermanos se llevará muy bien —digo en bajo, para mí. Acaricio suavemente las mejillas de ambos y sonrío feliz.

 

FIN  ¿o no?

 

Mi más sentido agradecimiento a los miembros de TRCL, por su apoyo y enseñanzas, y en especial a Natjaz, por su labor de corrección y apoyo. Ya que este relato se ha demorado tanto por una pequeña depresión.