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Soy un Sucubo 6

en Orgías

 

Esta saga está inspirada en mitos y religiones, no es una reproducción exacta y la opinión de los personajes no es la del autor.

 

 

 

Unos días después de la noche en la que folle con Miguel, el fue mandado a un proyecto de varias semanas al extranjero. Lo que me dio la oportunidad de ponerme a entrenar para que no volviera a herir mi honor de Súcubo. Y ya os imaginaréis como fue dicho entrenamiento, me fui a un local muy especial.

 

 

 

Estaba bajando las escaleras que llevaban a una puerta vieja, dónde un cartel rezaba “La botica de la bruja”. Todo daba la impresión de tienda de mala muerte, pero en el ambiente había una fragancia atrayente que solo una súcubo reconocería. Abrí la puerta y una arrugada anciana me miró desde el mostrador.

 

-Oh, Elena mi niña, dame un abrazo – me saluda.

 

En ese momento la ilusión se empezó a deshacerse para mis ojos, la amable anciana se convirtió en la sexy y hermosa Valentina y el local paso de colores apagados y sucios a unos más brillantes y vivos, aunque seguía siendo una botica.

 

La abracé con fuerza y metí mi cara entre sus tetas, lo que la hizo soltar su risa melódica – ¿nunca dejaras de hacerlo? – pregunto divertida.

 

Saque mi cabeza para poder hablar – es que al verlas no puedo resistirme – aunque yo había crecido con los años, me encogía a propósito.

 

-Bueno, ¿que te trae por aquí? – siguió ella.

 

-Quiero entrar al “Alas rotas” – respondí.

 

-Tienes ganas de juerga, ¿eh? – me dijo pícara

 

-Quiero entrenar un poco – comenté.

 

Me miró suspicaz – ¿entrenar? ¿Tu? Ya eres una Súcubo hecha y derecha, ¿Quién se atreve a resistirse?

 

No le había contado sobre Miguel por vergüenza, pero claramente me había pillado – un compañero del trabajo, no se resiste a la seducción, pero tarda más que yo en correrse – dije sonrojada.

 

Ella entrecerró los ojos – mmm… extraño caso, ¿Te has transformado en su mujer perfecta?

 

-Hay está el problema, no puedo sondearle, ni influenciarle, el es activo sexualmente y por eso he conseguido follar con el – explique.

 

Valentina estaba muy pensativa – ¿Te has enamorado de él?

 

- ¿Qué? No, no… no creo – respondí, no lo había pensado ya que habia dado por echo que las Súcubos no nos podíamos enamorar - ¿Podemos?

 

-Como norma general, no, pero sí que he escuchado de casos – me aclaro.

 

- ¿Te ha pasado? – pregunté curiosa.

 

- ¿A mí? – suelta una pequeña risa musical - recuerda que en mis tiempos los humanos eran como las vacas, les sacábamos leche hasta que teníamos hambre. ¿? Siglos de mentalidad no se cambian fácilmente.

 

-Debía de ser duro – comenté.

 

-Lo era, pero no te comparezcan de mi y entra a pasártelo bien – me ordena con un cachete estimulante en el culo.

 

Mis pezones se pusieron duros al instante y mi vagina se humedeció – mmmm... No me trasmitas lujuria o un día saltare a por mí.

 

-Lo intentarías – me corrigió y me condujo a una puerta que ponía “Oficina”. Abrió la puerta y me hizo en típico gesto de ceder el paso – Bienvenida al Alas Rotas.

 

Al pasar cerca de ella la di un beso en la mejilla, lo cual la hizo sonreír y que me excitara aún más, y crucé la puerta.

 

Entre a un enorme vestuario donde me desnudé, mostré mis partes de Súcubo y me dirigí a final de la estancia. Una serie de puertas cubría la pared, cada una llevaba a unas estancias diseñadas específicamente para distintas actividades. Salas de baile, discotecas, un bar, una piscina, de todo vamos. Me dirigí a la puerta de “Bukakkes” y recorrí el pasillo pasando por puertas con el cartel “Deslechando”. Encontré una habitación libre, volteé el indicador y caminé hasta el centro, dónde había una cama. Por otra puerta empezaron a entrar hombres, muy variados entre si. Había tanto blancos como negros, altos, bajos, musculados, delgados, guapos, feos, pero todos con dos cosas en común, estaban dotados y eran “Feeders”. Las parejas de alimentada y alimentador no siempre van juntos, muchas veces se separan y cuando están satisfechos se marchan individualmente. Espera tu a una Súcubo de 600 años a que se canse de follar, algunas se tiran semanas enteras sin parrar.

 

Volviendo al tema principal. Los hombres rodearon la cama y la puerta se cerró, conté que habían entrando 50 tíos “Valentina se ha tomado enserio lo de entrenarme” pensé.

 

-Bueno, ¿Quién será el primer chicarrón que me hará correr? – pregunté melosa y llené la estancia con mi “perfume”.

 

-Se ve que esta zorra tiene ganas de guerra – proclamó uno de los más cercanos que estaba como un toro.

 

-Ha ver si puedes darme algo de caña con esos musculitos – provoqué, ya que vi en su mente que era dominador y le encantaba someter a mujeres insolentes.

 

El sonrió suficiente y se acercó con paso firme, su polla era un trabuco enorme perfecto para destrozar coños humanos. Se paró al lado de la cama y me apunto con su miembro – Chúpala bien antes de reventarte.

 

- ¿Con esa cosita? No creo que des la talla – respondí, me crucé de brazos y giré la cabeza despreciándolo.

 

El se cabreo, me agarró de los cuernos y me obligó a tragar su polla entera. Le mire con furia y la saco entera para volver a metérmela de un golpe y empezó a follarme la boca.

 

-Vamos chicos, démosle una lección a esta puta – ordeno a los demás presentes.

 

- ¡Si! – respondieron algunos. Controle a los no dominantes y sumisos y les coloque en orden, dejando a los sumisos detrás.

 

Ellos solos se organizaron en filas esperando a la parte del cuerpo que les gustaba y me pusieron boca arriba, con la cabeza colgando del borde de la cama.

 

Rápidamente mis manos, pies, tetas, coño, cola y alas… si los “feeders” desarrollan gustos peculiares, asique no me mires así… eran frotados por una polla. El líder castigaba mi boca con embestidas más fuertes y podía sentir como mi garganta era llenada por su miembro. El que ocupaba mis pechos los apastaba uno contra el otro con su miembro entremedias y podía notar que también poseía un buen tronco. Tras unos minutos las corridas empezaron a llegar, cubriendo mi cuerpo y cambiando de persona. El que estaba en mi coño decidió que era hora de penetrarme y lo hizo de una fuerte embestida. Los encargados de mi boca y tetas aceleraron el ritmo hasta que se corrieron, haciéndome tragar mucho semen y dejando mis tetas pringosas.

 

El primero saco su pollón duro y pude respirar de nuevo – está boca es fantástica hermano – dijo uno de ellos.

 

-Pues sus tetas son casi tan suaves como las de la ama – respondió el otro.

 

Los mire sorprendida, resulta que eran gemelos y debían ser “Feeders” de la misma súcubo.

 

-Ella tenía razón, vamos a disfrutar mucho de esta jovenzuela – se alejaron de la cama dejando sitio a los demás y se quedaron viendo como me follaban.

 

Los minutos pasaban y más corridas cubrían mi cuerpo, llenaban mi coño y boca. Me hicieron ponerme a cuatro patas y empezaron a follarme por mis tres agujeros a la vez. Los azotes y bofetadas llegaban de vez en cuando y yo me corría con cada descarga de leche. Mis cuernos y cola eran usados para tirar de ellos y forzarme a moverme a sus sones. Fui sometida durante horas hasta que todos se cansaron, entonces entraron en acción los no dominantes. Limpie mi piel absorbiendo el semen y ellos más suaves y cariñosos me empezaron a pedir que hiciera las cosas. Ahora yo movía mi cabeza para mamar suavemente y apretaba mis tetas para que las follaran.

 

También algunos pedían algo de individualidad y yo los complacía ordenando mentalmente a los demás apartarse. Estos me besaban y acariciaban con delicadeza mientras me ensartaban y me hacían correr.

 

Pero la mayoría trabajaban en equipo llenándome todos mis hoyos de carne y leche. Las embestidas en mis caderas me hacían tragar más polla y los más inexpertos se corrían en seguida. Mis manos pasaban de un miembro a otro haciendo caer lluvia sobre mi cuerpo.

 

Pasaron horas hasta que termine con ellos y solo quedaron cinco sumisos que me follaban a cuatro patas.

 

- ¡Vamos! – le grité a uno y le propiné una sonora bofetada – ¡dame más duro! ¡¿Eres un hombre o una planta?!

 

Ha este le gustaba ser sometido con insultos y maltrato físico – Lo siento, ama – respondió y me movió más energético.

 

-Y tu dale a tu vecinita su bebida favorita – le dije melosa al que se la estaba chupando.

 

Trabajar con sumisos es complicado ya que aveces su gusto es más variado y hay que crearles diferentes ilusiones para satisfacerlos. Para unos era su vecina y ellos jovencitos y para otros era su profesora o jefa tirana.

 

Los dos que me follaron el coño y el culo se coordinaron bien y me deleite con sus embestidas. Los que pajee no duraron mucho y pude centrarme en los tres últimos.

 

-Me corro – anuncio el que estaba debajo de mi y soltó su carga dentro de mi, provocando mi orgasmo.

 

Cuando terminamos, detuve a los otros y le miré enfadada – ¡maldito inútil! ¿Te he dado permiso para correrte dentro? – le volví a abofetear - ¡Largo de aquí desgraciado!

 

El hombre de 53 años que creía que tenía 20 y que se estaba follando a su profesora de la universidad, salió corriendo mientras pedía disculpas. Ser tan agresiva no era de mis actividades favoritas, pero situaciones como esa las encontraba divertidas.

 

Reanude las ilusiones de los dos restantes – vamos, cariño, ¿no te gusta mi boquita?

 

Agarrando su culo, lleve su miembro hasta mi garganta y por fin soltó su leche.

 

Trague todo el líquido y me relamí los labios – que rica estaba, ahora vuelve a casa que tu madre se preguntara que porque tardas tanto en pedirme azúcar.

 

Este se despidió mientras sostenía una bolsa invisible. Ya solo me quedaba el último, un jovencito con la fantasía de tirarse a su antigua niñera.

 

- ¡A mi niño! Sí que te has vuelto un hombre – le alabe – a que no te arrepientes de que te haya obligado subir a mi casa.

 

-Para nada.

 

-Y para ser virgen me das muy duro, justo como nos gusta a las maduritas – seguí.

 

- ¡Tu culo es increíble!

 

- ¡Llénalo! Como hacia mi novio cuando nos espiabas – rogué.

 

Obediente, dos embestidas después se corrió y me hizo alcanzar el clímax de nuevo.

 

Salió de la sala con una sonrisa de oreja a oreja y yo suspiré aliviada. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero estaba segura de que tendría que cambiar muchos recuerdos.

 

-Por fin has terminado con todos esos debiluchos – proclamó una voz masculina.

 

Mire a mi alrededor y no había nadie – Ama, ¿ya podemos divertirnos con ella?

 

-Claro, para eso os he traído a los dos – declaro la voz de Valentina y se deshizo la ilusión que la ocultaba sentada en una especie de trono con los gemelos del principio a sus lados.

 

- ¿Pero… que es esto? – pregunté confundida.

 

-Mi niña, este va a ser tu auténtico entrenamiento – me informo ella – estos dos hombrecitos te van a hacer gozar hasta que pierdas la cabeza y así puedas resistir a ese hombre que te da problemas.

 

Ambos se acercaron sonriendo maliciosamente y con sus enormes pollas apuntando al techo. Yo me sentía cansada y estaba más que satisfecha, así que me iba a negar, pero en cuanto abrí la boca, Valentina se puso enfrente mía en un instante y me miraba a los ojos.

 

-No te resistas, esto lo hago por ti – me susurró y suavemente me besó en el cuello.

 

Inmediatamente sentí la lujuria arder por mis venas, mi coño babear, mi cabeza se llenó de deseo por follar y un gemido se escapó de mi boca al sacar mi lengua.

 

Ella retiro sus labios de mi piel y la mire aturdida – tratadla bien, hacerla daño y os arrancaré la piel a tiras – amenazó mostrando sus garras.

 

-Entendido, ama – se apresuraron a responder a la vez con un tono de miedo.

 

Ajena a la amenaza me acerqué al que tenía a la derecha y empecé a lamerle su gran miembro. El dio un respingo sorprendido y su ama volvió a sentarse en el trono. Me la metí en la boca y chupé como si me fuera la vida en ello.

 

-Tenias razón su boca es fantástica – comento el afortunado.

 

-Ya verás cuando te la trague entera – dice el otro mientras se pone detrás de mí.

 

Deseosa de darle placer y dejarle seco, engullí aquella delicia de un golpe, para rápidamente sacarla y volver a repetir. De repente sentí una lengua en mi coño que jugaba con mi clítoris y dos dedos que se metían en mi interior, claramente gemí del gusto aún estando atragantada.

 

Según se caldeaban los chicos, fuimos cogiendo ritmo y como estaba sensible me corrí regando la cara del que tenia detrás. Antes de que terminara el orgasmo me ensarto con su pollón de un golpe. Con mi penetración, perdí el control en la manada, ya que el otro sujetó mi cabeza y empezaron a moverse a la vez. Ambos llegaban muy profundo y al estar perfectamente sincronizados mi cuerpo no podía escapar. La velocidad no paro de subir, hasta que el follaba mi boca se corrió de forma abundante en mi garganta. La saco lentamente y al finalizar la seguía teniendo como una piedra.

 

Me levantaron en volandas y se metieron en mi coño y culo. Lentamente me fueron bajando llenándome y haciéndome soltar un largo gemido. Esta vez no fueron delicados, empezaron rápido y con fuertes embestidas. Enseguida gemía como una virgen siendo violada y me agarré como una lapa al que tenía enfrente. El que estaba detrás me masajeó las tetas y su gemelo beso mi cuello con pasión. Ambos eran muy buenos y golpeaban mis puntos sensibles, no tarde mucho en volver a correrme como una fuente. Sin ninguna clemencia ellos continuaron sin pausa, ignorando mis gemidos desbocados.

 

Sin cruzar una palabra aumentaron la frecuencia de la follada, llegando a sobrepasar un poco el límite humano. El placer empezaba a ser desbordante y cada vez podía pensar menos. Mis manos se agarraban con tal fuerza que mis uñas se clavaban sin piedad en la espalda del que penetraba mi vagina. Finalmente sentí palpitar los pollones y, deseosa de que se corrieran, apreté más mis paredes internas.

 

Ambos se corrieron a la vez volviendo a soltar una abundante carga en mi y yo los acompañe en el clímax. Me bajaron despacio, cansada me dejé guiar cuando me giraron y fui clavada por mi vagina por el que estaba debajo de mí, el otro no tardó en meterse en mi culo. En esa ocasión la estrategia a seguir no fue mandarme olas de placer sino generar un flujo constante, para ello se alternaban y cuando uno entraba el otro salía. Me mantenían alzada tirando de mis brazos y el que estaba tumbado chupaba mis pezones. Nunca lo había creído posible, pero me estaban volviendo loca de placer y solo podía pensar en que me reventaran toda mi vida.

 

Valentina observaba impasible como sus “feeders” no tenían compasión, pero podía oler los fluidos que resbalaban de su vagina.

 

La ferocidad de los gemelos me superaba y me hacía olvidarme de mi propio nombre. Mi lengua colgaba de mi boca y mis ojos estaban casi en blanco. Las fuertes embestidas y la alta velocidad demostraban que eran algo más que humanos corrientes. Estuvimos haciéndolo, cambiando de posturas, durante demasiado tiempo como para decir algo exacto y lentamente fui convirtiéndome más en una muñeca que solo gemía.

 

La última vez que se corrieron fue en mi boca y coño, el semen se salía por todos mis agujeros y cubría mi cara y tetas - ¡Basta! Es suficiente – anuncio Valentina y me desmaye.

 

 

 

La suave brisa de la mañana me despertó. Estaba en mi cama desnuda y arropada. Me puse en pie y me dolía todo el cuerpo, me vestí con mi albornoz y me dirigí a la cocina. Al abrir la puerta pude oler huevos con beicon y café recién hecho.

 

Valentina estaba canturreando mientras preparaba el desayuno y en cuanto me asome me recibió con una gran sonrisa – Hola mi niña, ¿Has dormido bien?

 

La majestuosa mujer que siempre veía con vestidos caros y elegantes, vestía en ese momento unos vaqueros ceñidos y un suéter de lana a más estilo ama de casa y le daban una apariencia más milf si era posible.

 

- ¿Qué… que a pasado? ¿No estaba en el “Alas rotas”? – la cabeza aún me daba vueltas y sentía jaqueca.

 

-Huy de eso ya hace dos días, hoy es sábado – me informo.

 

-Pero si entre el martes, ¿he estado 3 días follando? – pregunté incrédula.

 

-Shhh, clama mi niña, el entrenamiento fue muy duro y hasta las Súcubos tenemos límites – me tranquilizo y me abrazo, mientras me mecía y acariciaba mi pelo.

 

Enterrar mi cabeza entre sus enormes tetas y su dulce aroma siempre me relajaban – Valen …

 

- ¿Sí cielo? – consulto cariñosa.

 

-Tengo hambre – dije sonriendo.

 

-Pues pon la mesa que esto casi está y Jaime y Kevin tienen que estar al caer con el pan – respondió y al ver mi cara extraña añadió – son los gemelos.

 

Dispuse la mesa para los cuatro y cuando sonó el timbre no pude evitar ponerme tensa.

 

Los hermanos me saludaron como si nada - ¿Por qué habéis tardado tanto? – les recriminó su ama.

 

-Perdona, pero las panaderas necesitaban una buena baguette cada una – respondió uno sonriente.

 

-Ya decía yo que sentía un picor – argumento ella – porque perdéis el tiempo con simples humanas.

 

-Entiéndenos, tú eres la mejor – empezó el otro y le apretó fuerte el culo.

 

-Pero ha veces nos gusta volver locas a otras y más a una madre e hija– continuo el otro y agarró las tetazas de Valentina.

 

Ella no reaccionó a los estímulos, parecían madre e hijos en una relación incestuosa, pero ella les cogio de las orejas – ahora no, portaos bien que Elena tiene hambre.

 

-Pues hemos traído unos buenos bollos rellenos de crema – informo uno. Ella le miró severa y le retorció un poco la oreja - ¡Que no es un doble sentid! ¡Que nos los han regalado! – grito y señaló la bolsa.

 

Les soltó – pues usa otras palabras – cogió la sartén y repartió el desayuno.

 

Nos sentamos a comer y después de haber comido un poco, me asalto una pregunta – Valen ¿ellos son tus “Feeders”?

 

-Si cariño, aunque son muy irrespetuosos – confirma.

 

-Pero si te gusta – responde uno.

 

-Pero seguro que te distes cuenta de que no son humanos normales – sigue ella ignorándole – verás no te lo he contado por que esto es cosa de Súcubos de gran poder y tú no necesitas uno. Este par de salidos son Íncubos, humanos que han bebido nuestra sangre, son ligeramente más fuertes y rápidos, aguantan más follando y nunca se les agota el semen.

 

Los mire de reojo, ellos me miraban de una forma lobuna – pues hacen bien su trabajo, no voy a querer tirarme a nadie en semanas.

 

-Me imagino, pero seguro que la próxima vez que quedes con ese hombre le dejaras temblando – me aseguro.

 

-Eso espero, no me habría gustado pasar por esto para nada – comenté. Aún quedaban unos días para que volviera Miguel y pensé en visitar a mi familia.

 

 

 

Continuara…