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Disfrutando de las vacaciones

en Hetero: General

Para los que me leáis por primera vez os recomiendo una lectura previa a mis anteriores relatos, donde podréis saber un poco más de mí y donde podréis encontrar algunas de mis experiencias, fantasías y algunos juegos de complicidad que espero sean de vuestro agrado.

Tras mi experiencia en el cine, mis amigas Ana Mari y Bea escuchaban mi experiencia como si fuera su hermana mayor. Ellas no habían tocado todavía una polla y aunque las dos habían tenido algún rollito, no habían pasado de los besos y algunas caricias….

Las noticias corrieron como la pólvora por el instituto, entre otras cosas, porque el chico con el que salí también lo compartió a su manera con sus amigos y estos a su vez también lo fueron contando a su manera. Al parecer su versión era que lo provoqué en el cine y que terminé chupándosela…y sus amigos iban contando que se la chupaba al primero que me lo pidiera. A los pocos días creo que no había nadie en el instituto que no lo supiera y me quedé con la etiqueta de que era la guarrita de la clase por no decir otra cosa….

Mis amigas y yo sabíamos que muchas cosas de las que se contaban no eran ciertas, pero de nada servía lo que yo pudiera decir y la gente iba contando su película particular.

Sea como sea, las semanas que viví a continuación no fueron muy agradables. Durante la clase los chicos me pasaban papelitos donde me escribían guarradas y cuando salía de clase los chicos de otras clases me miraban y me decían groserías de mal gusto.

Excepto mis amigas de siempre, el resto de las chicas se apartaban y me evitaban…

Durante el resto del curso apenas salí de casa, sin ganas de tener contacto con nadie excepto con mis amigas. Gracias a ellas, logré superarlo y al final dejó de importarme lo que la gente decía o dejaba de decir.

¡Por fin llegó el fin de curso y las deseadas vacaciones!

Como cada año nos fuimos a la casa que mi familia tenía en la montaña cerca de un río y ahí nos reencontrábamos con otras familias que al igual que nosotros también iban cada año.

Al final siempre éramos más o menos los mismos, pero yo me lo pasaba muy bien con mis amigos, que además al igual que yo habían dado un importante estirón, y ese año a alguno de ellos los ví especialmente cambiados…

Aunque éramos más chicas que chicos, yo era de las mayores del grupo. En los chicos en cambio, sus edades eran más parecidas a la mía y había varios que me sacaban dos o tres años.

Nos conocíamos la montaña muy bien, todos sus paseos, el río donde íbamos a bañarnos, una casa en ruinas donde por la noche encendíamos una hoguera y contábamos historias de miedo y todos sus lugares “secretos” que finalmente se convertían en nuestros puntos de encuentro…

Ese año yo me encontraba algo incomoda entre los chicos mayores que me miraban y me trataban de una manera algo distinta. Supongo que era normal porque yo también los veía diferentes y las miraditas se cruzaban como si acompañaran alguna sensación turbadora que impidiera hablar y jugar como siempre lo habíamos hecho.

Pronto los mayores del grupo, cinco chicos y dos chicas entre las que me encontraba, fuimos apartándonos del resto del grupo para hablar de nuestras cosas.

No es que hiciéramos nada especial, pero algunos de los juegos de los mas pequeños ya nos aburrían y preferíamos sentarnos y charlar.

En ocasiones alguno de los chicos llevaba unas cervezas, algún porro que nos hacía sentirnos mayores y también lograban que las conversaciones fueran más desinhibidas y divertidas.

En nuestras charlas hablábamos un poco de todo, pero especialmente de nuestras vidas en la ciudad, las relaciones que habíamos tenido y por supuesto de una manera u otra el sexo siempre estaba presente.

A mi no me apetecía explicar mi aventura en el cine, así que normalmente escuchaba a los demás y cuando me tocaba contar algo, explicaba anécdotas que sabía o me habían explicado de otras personas…En el fondo, siempre tenía el temor de que alguno ellos se lo contara a sus padres y estos se lo contaran a los míos.

Así fue como me enteré de que mi amiga había tenido varios rollitos y que algunos de los chicos, parecía que fuera un depredador sexual por lo que contaba. Yo me inclinaba a pensar que exageraba, pero lo cierto es que lo contaba con mucha gracia y todos lo escuchábamos con curiosidad y nos partíamos de risa con sus cosas.

Yo me sentía atraída por dos de los chicos, ambos eran ligeramente mayores que yo y cuando íbamos al río a refrescarnos me daba cuenta de que ellos también me miraban de una forma especial.

Entre los chicos parecía que había cierta competencia por demostrar quién era el más rápido o el más fuerte. Mi amiga y yo nos los mirábamos sentadas mientras ellos hacían sus carreras en el río y nos reíamos divertidas cuando se peleaban dentro del agua.

Entre nosotras había una buena amistad y compartíamos nuestras propias cosas. Así fue como me enteré de que el “depredador sexual” andaba loco por mi amiga y cuando me lo contaba yo me partía de risa y le decía que siendo así ya sabía lo que esperaría…

De una manera u otra los cinco chicos intentaban flirtear con nosotras, cada uno a su manera por supuesto, alguno de una forma más o menos atrevida y otros les costaba un poco más porque eran un poco más tímidos.

A mi siempre me ha gustado sentir que un chico deseara flirtear conmigo, incluso ahora que ya no soy tan jovencita, mejor dicho, ahora que soy menos joven 😉 , me sigue gustando sentir el deseo y las miradas de los hombres.

Así fue transcurriendo el verano y finalmente un día me contó que había caído en las garras del “depredador” jajajajaja…. No puedo dejar de reírme cuando lo escribo porque según lo que me contó mi amiga, su decepción fue mayúscula cuando resultó que tardó tan poco tiempo en correrse que prácticamente ni se enteró de lo que había pasado. Me siguió explicando que el chico se sintió tan avergonzado por lo que había ocurrido que se marchó corriendo dejándola sola. Con el tiempo, averigüé que eso era bastante común y que le se llamaba “eyaculación precoz”… Seguramente no es cosa de risa y disculparme por el tono, pero es que el “eyaculador precoz” era el supuesto “depredador sexual” jajajajaja…me parto de risa otra vez

Al margen de esa divertida anécdota yo también había empezado a flirtear con otro de los chicos. No era el que más me gustaba del grupo, pero es que el que a mi me gustaba era probablemente el más tímido de todos ellos.

Cuando salíamos con el grupo guardábamos las apariencias pues convenimos que era mejor que no se enterara nadie para evitar que pudiera llegar a mis padres y me pusieran pegas para salir.

Supongo que no tenía mucho sentido, porque nuestras ausencias se repetían y mi amiga que si sabía dónde me metía, me dijo que se hacían bromitas acerca de nosotros y que corrían toda clase de rumores.

Nos escondíamos por la montaña, donde nos sentíamos seguros de que no nos vería nadie, o subíamos por el río mucho más arriba de donde acostumbraba a ir el resto del grupo.

Escondidos entre los arboles nos dimos nuestros primeros besos y algunas tímidas caricias que conforme iban pasando los días se fueron convirtiendo en algo más atrevidas, aunque sin que llegaran a mucho más.

De alguna forma creo me sentía algo escarmentada por lo ocurrido en aquel cine y aunque pudiera estar deseándolo, mantenía la situación bajo un relativo control hasta que sentía que lo estaba perdiendo, lo cuál significaba que era la hora de regresar con el grupo o de volver a casa.

Ya en casa, entre mis sábanas, recordaba sus besos y sus caricias…cerraba los ojos y me dejaba llevar por un intenso deseo que apaciguaba con mis propios dedos y que me llevaba a alcanzar esa ola de placer que tanto me gustaba sentir convulsionando todo mi cuerpo.

El calor del verano hacía que me pusiera ropa fresca para pasar el día, unos shorts y una camiseta de tirantes era lo más adecuado para pasear por la montaña o para ir en bicicleta, aunque en ocasiones, cuando el plan era ir a charlar en algún rincón perdido, también me ponía algún minivestido de verano muy fresquito…

Sea como sea, acostumbraba a llevar conmigo una bolsa con la toalla y el bikini por si nos apetecía darnos un chapuzón… como ocurrió una mañana en la que tras largos besos apasionados y algunas caricias que me hicieron sentir ese calor en las mejillas que me advertían de que podía estar perdiendo el control y se me ocurrió decir que me apetecía un chapuzón en el río para recuperarlo.

El pareció un poco turbado por la idea y porque supongo que estaba con tantas ganas como yo de continuar con lo que estábamos haciendo.  Pero insistí en que hacía mucho calor y que me apetecía mucho. Le mostré la bolsa con la toalla y el bikini y no le di ninguna opción…

Me cambié con rapidez las braguitas y dándole la espalda, terminé por quitarme el vestido y poder cambiarme el sujetador, mientras, el también se había quitado la ropa y cuando me di la vuelta, ya estaba metido en el agua hasta la cintura.

El agua estaba helada y cuando mis pies la tocaron, se me quitaron todas las ganas de darme el chapuzón. El insistía desde el agua en que no me lo pensara tanto y que me tirara, pero yo preferí coger la toalla para colocarla en la orilla del río y tomar un poco el sol mientras seguía escuchando sus protestas.

Tardó un buen rato en salir del agua y yo me quedé medio adormilada bajo las caricias del sol hasta que sentí como unas gotas heladas caían sobre mis piernas y su cuerpo se tumbaba a mi lado izquierdo para secarse bajo el sol.

Seguí sin abrir los ojos para que no me cegara el sol y con un poco de sorna le dije que estaba segura de que ahora se sentía mejor.

No entendí muy bien lo que respondió, supuse que estaba molesto conmigo y pensé que sería mejor que se calmara…

Volví a quedarme medio adormilada y había perdido ligeramente la noción del tiempo. No sabía qué hora era y me incorporé para buscar el reloj en mi bolsa que había dejado a mi derecha…todavía era temprano para regresar, pero pensé que llevábamos demasiado tiempo bajo el sol y me giré con la intención de darle un beso apaciguador pues sabía que no me había portado demasiado bien.

Al darme la vuelta, sus ojos estaban cerrados y parecía adormilado. Me paré a mirar como su piel morena brillaba bajo los rayos del sol y recorrí todo su cuerpo con mis ojos que se detuvieron en el ajustado bañador negro que llevaba.

Me entretuve un buen rato mirando la forma de su polla escondida bajo su bañador, era tan tentadora que me sorprendí mordiéndome los labios mientras la imaginaba.

Me apetecía seguir mirándolo, pero otra idea mucho más excitante se cruzó por mi cabeza. Busqué el bronceador que llevaba en la bolsa y puse un poco de crema en mi mano que me propuse extender por su cuerpo al tiempo que le decía que se iba a quemar por el sol…

El murmuró que lo había despertado, pero siguió con los ojos cerrados y dejó que le esparciera la crema solar un poco a regañadientes…

Mi mano se movía despacio sobre su pecho y esparcía la crema en pequeños círculos que se iban ampliando lentamente con el fin de ir abarcando una mayor superficie.

Me entretenía mucho más de la cuenta como si no quisiera que ese momento finalizara y deseando llevar mi mano mucho más allá de su ombligo como si me sintiera atraída por un imán.

Mis ojos estaban clavados en su bañador y sentí que me engañaban cuando me pareció ver un movimiento cuando mi mano se acercó a la goma del bañador.

Repetí el movimiento con mi mano abriendo un poco más el círculo y rozando con mi dedo ligeramente el bañador.

No habían sido imaginaciones mías y de nuevo la forma de su bañador se había movido ligeramente como si hubiera dado un golpecito para llamar la atención.

Repetí el movimiento varias veces más y me excitaba comprobar como a cada pasada, el movimiento se repetía al tiempo que crecía ligeramente de tamaño.

Me tumbé inclinada en mi toalla reposando mi cabeza sobre su pecho al tiempo que mi mano no dejaba de acariciarlo como lo había estado haciendo…

Mis ojos tenían una perspectiva para seguir disfrutando del espectáculo que se iba repitiendo a cada pasada y que ahora se hacía mucho más evidente por el tamaño que había tomado su polla…

Mis dejos ahora jugaban a cruzar ligeramente la goma del bañador que a cada pasada se acercaban un poco más al destino deseado. Pero cuando parecía inevitable que alcanzara el bañador, retrocedían y se deslizaban hacia sus piernas para acariciar sus muslos donde iniciaban un nuevo recorrido que finalizaba nuevamente muy cera de su abultada entrepierna.

Mi oído pegado a su pecho escuchaba con total claridad el latido acelerado de su corazón que bombeaba con fuerza ansioso por que me decidiera a dar el último paso.

Una vez más mi mano inició el ritual con el que se abría un circulo que acariciaba su cuerpo y que se fue extendiendo tímidamente hasta posarse finalmente sobre su bañador donde se entretuvo acariciando su polla dura que parecía estar luchando por salir de su prisión.

Yo me sentía también excitada y aunque él se limitaba a acariciar mi espalda con mucha suavidad, estaba dejando que fuera yo la que llevara en todo momento la iniciativa.

Disfrutaba de cada caricia sintiendo como su polla se movía excitada, trasladándome su deseo de que no parara…

Su bañador se había mojado de lo que supuse era el líquido preseminal que ya conocía… yo me estaba poniendo malita por momentos y me sentía perdida ante la tentación que tenía en mi mano.

Bajé ligeramente la goma del bañador para facilitar que asomara su polla al exterior que apareció como un resorte viendo la luz…

Estaba tan dura y grande que su bañador retrocedió para permitir que asomara prácticamente por completo.

Mi pequeña mano intentó cogerla rodeándola con los dedos, pero era demasiado gruesa para poder cerrarla.  Tenía la cabeza muy mojada y seguía expulsando un hilo de ese líquido que me estaba pringando la mano.

Al empezar a mover mi mano para masajear la polla como había aprendido, sentí un primer suspiro de placer al que le continuaron muchos más respondiendo a los movimientos de mi mano.

Mis ojos no perdían detalle y me sentía como hipnotizada observando el movimiento que seguía mi mano subiendo y bajando su polla.

El desabrochó el broche de la parte de arriba de mi bikini y sus manos se deslizaron rodeando mi cuerpo para poder acariciar mis pechos y juguetear con mis pezones…

Sus gemidos de placer eran cada vez más evidentes y yo sentía ese cosquilleo entre mis piernas que tantas veces había sentido en la soledad de mi habitación y que me invitaban a redescubrir el placer.

El dejó de acariciar mis pechos y poso su mano sobre mi cabeza para acariciarla por detrás de la nuca y empujándola suavemente…

Yo me removí ligeramente para poder descender desde su pecho y terminé posando mi cabeza muy cerca de su polla que apuntaba a mis labios. Aunque sabía perfectamente lo que deseaba yo todavía no me sentía preparada para ello. Todo así para complacerle rocé la punta varias veces con mis labios…lo que nuevamente provocaba sus gemidos animándome a continuar…

Intentó con sus manos que acercara un poco más mis labios a su polla que teniéndola ten cerca de mis ojos aun me parecía más grande pero yo continuaba masturbándolo con la mano y no deseaba al menos en esa ocasión probar como sabría una polla en mi boca.

El optó por retirar su mano de mi espalda y la colocó extendida a su lado para acariciar mis muslos y acercar su mano a la parte de abajo de mi bikini. Yo me sentía ansiosa y enteabriendo los muslos le facilité el camino para que me acaricia en mi intimidad…

Aparto con sus dedos la pieza del bikini y sus dedos se colaron para confundirse con la humedad de mis labios. Fue la primera vez que mi tesoro era descubierto por unos dedos que no eran los míos y el placer que sentí en ese momento se confundía con la ansiedad que sentía.

Sus dedos se movían con algo de torpeza, pero yo estaba disfrutando del momento y movía con suavidad mis caderas para ayudarle a encontrar ese punto mágico que me hacía perder la cabeza…

Sentía como su polla se hinchaba en mi mano como si quisiera explotar y el placer que yo sentía entre mis piernas provocaban mis gemidos anunciando la antesala de lo que sería mi primer orgasmo en las manos de un hombre.

No tardé en sentir ese rico estremecimiento de placer que desde que lo descubrí ya no podía dejar de experimentar y gemí disfrutando de ese maravilloso momento dejándome llevar por un sinfín de ricas sensaciones.

Justo en le momento que me corría de placer entre sus dedos, escuche de su garganta un profundo gemido y una exclamación advirtiéndome que se iba a correr…

La advertencia me llego algo tarde porque no pude evitar que el primer chorro de leche mojara completamente mi mejilla y tan solo pude frenar los siguientes chorros con mi mano que quedó totalmente pringada de su leche.

Los dos nos quedamos relajados unos minutos sobre la toalla disfrutando del silencio de la montaña, nos lavamos con el agua del río y sonreímos por el nuevo juego de complicidad que había surgido esa tarde y que sin duda se repetiría más tardes como realmente así sucedió.

Y con esa imagen tan sensual os dejo hasta un próximo relato…o con mis anteriores relatos

Espero que os gusten mis relatos y que me hagáis llegar vuestros comentarios a lynda.bcn@hotmail.com