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Selfies desde el probador

en Erotismo y Amor

Para los que me leáis por primera vez os recomiendo una lectura previa a mi primer relato “el juego empezó un fin de semana”, donde podréis saber un poco más de mí y donde intento explicar cómo empezó una vida nueva, llena de travesuras morbosas y juegos de complicidad.

Muchas cosas fueron cambiando desde que el juego empezó y estaba claro que yo ya no era la misma. Me sentía mucho más segura, más liberada, con ganas de experimentar cosas nuevas, de seguir explorando ese nuevo mundo que tanto me hacía disfrutar…

Una prueba de ello era los cambios que se iban produciendo en mi forma de vestir donde de una forma progresiva las faldas y los vestidos que me iba comprando era cada vez más cortos y atrevidos.

A mi marido no le disgustaba ese cambio, aunque no le hacía mucha gracia que saliera sola vestida de esa manera, era algo celoso y siempre estaba temiendo que pudiera surgir alguien que quisiera follarse a su mujercita.

Por supuesto no le había contado nada de mi primera visita al sex shop y de los ocurrido en el “glory hole”, prefería mantenerlo en secreto pues estoy segura de que no lo hubiera entendido y no le hubiera gustado…

Yo tan solo deseaba complacerlo y pensaba mil formas de sorprenderlo con alguna nueva fantasía que le hiciera olvidarse de esas tonterías.

Una de esas tardes en las que salí sola de paseo para ir de tiendas, me crucé con un grupo de chicos jóvenes que estaban sentados en la terraza de un bar, no deberían tener más de 20 años y al pasar escuché claramente como uno ellos les decía a los demás “mirar que bombón está pasando”, todos se giraron, y aunque intenté disimular, me puse roja como un tomate al tiempo que escuché como otro le respondía “vaya polvo que tiene”… al tiempo que los demás reían como si su amigo hubiera contado un chiste.

No hace falta contaros que me sentí especialmente halagada al pensar que despertaba el interés de unos chicos tan jóvenes a los que casi podía doblarles la edad… y sus palabras se repetían en mi cabeza haciéndome sonreír como una quiceañera.

Con esos pensamientos seguí mi paseo sintiendo que mis hormonas estaban revoleteando hasta que decidí entrar en una tienda de moda…

No es que tuviera que comprar nada especial, pero uno de mis placeres consiste en fisgonear por las tiendas a la búsqueda de nuevos trapitos que ponerme.

Normalmente termino probándome un montón de cosas para no comprar nada o quedarme con una o dos piezas…por esa razón prefiero ir sola de compras, mi marido nunca ha compartido esa afición conmigo y siempre me recrimina que me pruebe tantas prendas.

Finalmente, entre en uno de los probadores en el que había un gran espejo frontal y otro mucho más estrecho en la parte trasera para poder visualizar cualquier prenda desde diferentes perspectivas…

Me entretuve mirándome al espejo, retocándome el pelo y en ese momento recibí un wasap de mi marido que me decía que todavía estaba en la oficina y me preguntaba dónde estaba yo…

En vez de responderle, decidí enviarle una foto reflejada en el espejo 😉 a lo que rápidamente me respondió: “guapa 😉”.

Divertida por el juego que justo había iniciado, me levanté un poco la falda para mostrar la borla de encaje de mis medias y hacerme una nueva fotografía que se la envié dispuesta a mostrarme juguetona…

No hace falta deciros que la idea le gustó, respondiéndome que era una “chica traviesa”. Su respuesta me hizo sonreír y me animó a continuar con el juego…consiguiendo que le enviara fotos cada vez más sugerentes y subiditas de tono que al parecer causaron su efecto porque me envió una foto mostrándome lo “malito” que le había puesto provocándole una erección que escondía bajo la mesa de su despacho.

Yo me sentía cada vez más alterada y caliente por todo lo que estaba sucediendo esa tarde, la imagen de mi marido masturbándose bajo la mesa se entremezclaban con las palabras de aquellos chicos que se seguían repitiendo en mi cabeza.

Entrecerré mis ojos y dejé volar la imaginación dejando que mis manos fueran por un momento las de esos chicos que me rodeaban desnudos y manoseándome por todas las partes de mi cuerpo…al tiempo que también imaginaba como mi marido se estaría masturbando bajo la mesa mirando las fotos que le había enviado.

Me quité prácticamente toda la ropa quedando semidesnuda frente al espejo y enviándole nuevas fotos a mi marido para que viera lo calentita que estaba su esposa.

Mis manos acariciaban mis pechos desnudos, imaginando como serían eso cuerpos jóvenes, como serían sus pollas juguetonas…las imaginaba duras y firmes…deseaba tenerlas para mi, sentirlas en mis manos, en mi boca….estaba muy caliente y deseaba ser follada por todos ellos…

Mis dedos se colaban entre mis piernas, me sentía muy excitada y mojada…

Mi marido me envió una nueva foto en la que me mostraba su polla, estaba enorme y mojadita de la punta…como a mi me gusta tenerla para saborearla…

Imaginé que estaba bajo la mesa de su despacho, así desnuda a cuatro patitas como una gatita entre sus piernas, dispuesta a tragarme entera esa rica polla y sentirla bien dura y caliente en mi boca hasta lograr que explotara de placer…

Las imágenes se seguían entremezclando en mi cabeza, y era el turno de imaginar a esos chicos turnándose para follarme, mientras los otros se corrían en mi boca o se pajeaban hasta explotar de placer y mojando mi cuerpo desnudo…

Mis dedos hacían el resto, sintiendo como estaba creciendo un profundo orgasmo en mi interior que daba los primeros síntomas con ligeros estremecimientos de mi cuerpo al tiempo que una nueva foto de mi marido entraba en mi wasap mostrándome como se había corrido entre sus manos…

 Y con esa imagen tan sensual os dejo hasta un próximo relato…

Relatos previos:

1.       El juego empezó un fin de semana

2.       Cena sorpresa con un final dulce y feliz

3.       Despertando mi lado más morboso

4.       Mi primera visita a un sex shop

Espero que os gusten mis relatos y que me hagáis llegar vuestros comentarios a lynda.bcn@hotmail.com